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Etiquetado frontal de alimentos: el origen de una gesta social con nombre de mujer

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Etiquetado frontal de alimentos: el origen de una gesta social con nombre de mujer

El 26 de octubre será recordado como el día en el que finalmente se convirtió en Ley el etiquetado frontal de alimentos para lograr algo que parecía una utopía: que las personas sepan qué están consumiendo, y decidan al respecto. La persona más nombrada y elogiada durante la sesión parlamentaria estaba mirando todo desde las gradas: Miryam Gorban, 89 años, quien desde hace al menos tres décadas viene bregando por este tipo de temas, que concentra en un concepto: Soberanía Alimentaria.

Dice a lavaca.org, el día después: “¿Cómo la pasé anoche? Lindo, porque estuve en el Congreso bastantes horas y estoy con la alegría de haber ganado otra batalla.

Miryam es nutricionista, coordinadora y corazón de la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina de la UBA, dos veces Doctora Honoris Causa, integrante del Diplomado en Periodismo y Comunicación Ambiental Andrés Carrasco.

¿Qué es lo crucial de la nueva ley? “Una mamá, cualquier persona, ya no va a necesitar tener una lupa o un telescopio para saber qué está comiendo. Las etiquetas con advertencias en negro están pensadas para que incluso personas analfabetas puedan decidir. Cada persona, cada mamá, cada familia, e incluso cada chico, va a poder seleccionar qué alimentos son los mejores y cuáles prefieren no consumir, si tienen grasas, azúcares y todo lo que la industria le mete a esos productos”.

Miryam sostuvo siempre que la industria produce OCNIS (Objetos Comestibles No Identificados) en los cuales la falta de información es inversamente proporcional al exceso de malnutrición. “El efecto de lo de ayer es tener conciencia y saber lo que comemos. El de los alimentos es un negocio muy oscuro, entrelazado con muchos intereses y conflictos. Esta fue una buena batalla, y hubo buenas intervenciones y argumentaciones de los diputados”.

La votación exhibió 200 diputados a favor, 22 en contra y 16 abstenciones. “Hace unos poquitos años esto era totalmente impensable. Más en nuestro país. Que el Estado regule a la industria alimentaria es algo fundamental y nuevo, incluso desde el punto de vista de la salud pública. Se pusieron muchos ladrillitos en esta construcción, que sigue creciendo”.

La nueva ley se propone prevenir la malnutrición de la población: no se trata solo de la desnutrición (la falta de alimentos) sin del acceso a alimentos que no generen perjuicios a la salud en un país en el que el INDEC ha calculado que más del 61% de la población tiene sobrepeso –dentro de ello, el 25,4% padece obesidad), tema que se refleja también en la infancia.

Otro punto, económicamente incalculable, es la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles (desde diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas y renales) entre tantas que en muchos casos están motivadas por una malnutrición permanente, que afecta sobre todo a los sectores populares, de menores recursos.     

Las etiquetas octogonales negras en comestibles y bebidas ocuparán por lo menos el 5% de la superficie del frente del envase, y señalarán cuando existan altos niveles de «nutrientes críticos» (grasas totales, grasas saturadas, sodio, azúcares, calorías), según las definiciones del Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud. 

Otro aspecto es que se prohibirá la publicidad de productos que tengan al menos una de esas etiquetas, principalmente los dirigidos a las infancias, que se han convertido en el nuevo sujeto y objeto de las corporaciones alimenticias. 

La ley establece también que ya no habrá personajes infantiles, dibujos animados, celebridades, animaciones, deportistas y todos los etcéteras publicitarios de estos casos, así como regalos, premios, accesorios, juegos, eventos y toda la parafernalia habitual para incitar al consumo de estos alimentos, que no podrán siquiera ser regalados.

También se prohíben estos comestibles industriales en las escuelas. Los kioscos deberán ser más saludables, cosa que es increíble que no se haya implementado antes, pero que al menos rige desde ahora.     

Miryam: “Estas etiquetas provocan un cambio automático en las pautas de consumo de la gente. Ya se ha visto en Chile, y se está viendo también en México y varios países del continente. Nadie quiere comer algo que no le hace bien, y de lo que se trata también es de evitar la publicidad engañosa que ha tenido confundida a la gente durante tantos años. Los huevitos con juguetes y ese tipo de anzuelos ya no van a ser permitidos. Eso también es Soberanía Alimentaria, después de tantos años de intervenir con las Cátedras Libres, con notas, con acciones”.

Miryam rescata que ayer, en la puerta del Congreso, estaba también la Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra (UTT) que con sus verdurazos y frutazos ayudó a hacer visible a quienes realmente producen buena parte de los alimentos que consume la sociedad. La UTT está reclamando también por una Ley de Acceso a la tierra, para que esas familias tengan la posibilidad de comprar los lotes en los que producen hortalizas que en muchos casos son agroecológicas: sin pesticidas ni venenos de ningún tipo.

“Había una vieja publicidad de cigarrillos” dice Miryam “que decía: qué hay detrás de un Caravana. Hoy lo que tenemos que preguntarnos es qué hay detrás de un comestible. Por eso esta ley también apunta a lo que hemos impulsado desde siempre: una alimentación sana, segura y soberana”.

¿Hubo un contagio de una nueva perspectiva sobre los alimentos? La primera nota en MU a Miryam (2012) la presentaba con un cuchillo entre los dientes y una sonrisa enorme. La combinación entre la decisión de dar las peleas necesarias, y la alegría que ha sabido transmitir en cada una de sus intervenciones.

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Miryam: “Hubo mucho trabajo, funcionamiento de las redes, tara interdisciplinaria de las Cátedras Libres, hubo más información. Todo eso ayudó a cambiar el rumbo de la educación alimentaria. Las notas periodísticas, las acciones, todo sirvió para divulgar”.

Todo este resultado es producto, entonces, de una gran movida social que Miryam ayudó en gran parte a sembrar. Es una líder, pero jamás se considera de ese modo. Es una especie de gran cocinera que ha ido mezclando ingredientes y acciones para lograr un objetivo que mezcla alimentación, cultura, técnica, sociedad en movimiento, amor y futuro. 

Como homenaje, y para conocerla más, reproducimos la nota realizada en MU que explica en parte cómo se ha llegado a que la Soberanía Alimentaria y la sensibilidad sobre lo que comemos formen parte de la agenda del presente.

Mujer maravilla: Miryam Gorban y la Soberanía Alimentaria

Es símbolo y maestra de cómo  pensar el país partir de la alimentación. Tiene 88 diciembres. Trabajó con Ramón Carrillo y con René Favaloro. Estuvo desaparecida. Participó en las ollas populares durante las crisis. Sus experiencias, y la apuesta por el optimismo. Vicentín, AF, la soja, los chanchos chinos, el comunismo, la agroecología, la sensibilidad para comprender la época. Y un detalle misterioso: ¿qué es la Soberanía Alimentaria? Por Sergio Ciancaglini.

«Vos decís algo, y no te dan pelota. Lo dice el Presidente, y entonces ya es noticia”, protesta y ríe. 

Miryam Kurganoff de Gorban –Kita para la familia y la gente amiga, clase 1931, criada en Añatuya, nutricionista de cuando nadie hablaba de eso, dos veces Doctora Honoris Causa, marxista “de comunión diaria”, cocinera de empanadas antológicas y timonel de una vida que es una travesía asombrosa– es injusta consigo misma. 

Hace 24 años está hablando de Soberanía Alimentaria. Desde la soledad absoluta ha sido tan insistente, clara, convincente y cabeza dura (o sea, cabeza abierta) que le han terminado por dar tanta pelota, que hasta el Presidente amplificó el tema. Se puede sospechar, al revés, que es a él a quien no le dieron la pelota que esperaba al relacionar, acaso desacompasadamente, Soberanía Alimentaria con su proyecto de expropiación o salida a la situación empresario/delictiva del grupo Vicentín. 

Aclara Miryam: “Creo que él lo pensó bien pero después, por las presiones, el gobierno se achicó. Expropiar esa empresa no era la Soberanía Alimentaria, pero sí un avance, y principalmente una forma de recuperar herramientas para el país. Vicentín te daba dos puertos cuando hoy casi todos los puertos del país son privados. Googlealo, y es de terror. O nos daría herramientas para la exportación. No hay flota mercante, línea de bandera que comercialice, ferrocarriles, el neoliberalismo se llevó puesto todo. ¿De qué corno estamos hablando?”

Se enoja Miryam pero enseguida se pone contenta porque está viviendo en casa de su hija y están allí una de sus nietas, con bisnieta en brazos. Cuatro generaciones de mujeres. Miryam fue mamá 5 veces, desde1953. Dos hijas (Silvia y Claudia), luego un varón, Sergio, que murió a los 3 meses en medio de la epidemia de polio. El segundo varón, Jorge, fue víctima a los 35 años de otra pandemia: accidente automovilístico. A Miryam la templanza le viene de lejos. El quinto hijo es Marcos, que hoy está preparando un libro sobre su madre. Tiene 9 nietxs y 8 bisnietxs.    

La cuarentena la hizo ducha en el manejo de las plataformas para participar en toda clase de seminarios, conversatorios, encuentros, reuniones de su CALISA (Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Facultad de Medicina) o del Diplomado Andrés Carrasco de Comunicación Ambiental. “Tengo dos o tres reuniones por día. Estoy en todas partes”. 

Se ha reunido virtualmente con ministros, legisladores y funcionarios que tratan con afecto y respeto a una mujer cálida, que no se olvida de ser volcánica cuando hace falta. El día de la noticia de la expropiación de Vicentín, en junio, se permitió ilusionarse con el proyecto, pero envió dos señales: 1) “Si no hablan del acceso a la tierra y de agroecología, señor Presidente, no es Soberanía Alimentaria” y 2) “no le firmo un cheque en blanco a nadie”. 

La bisabuela me mira por la pantalla y recuerda que en 1996 viajó a Roma a una cumbre mundial sobre alimentación organizada por la FAO, en la que conoció al hondureño Rafael Alegría: “No me olvido más. Es uno de los fundadores de Vía Campesina. Hoy está perseguido en su país. Se sentó horas a explicarme lo que significa la alimentación como un tema político y no técnico. Me enganché totalmente”. 

¿Qué es la Soberanía Alimentaria? Miryam propone las palabras de Vía Campesina: “El derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual”. 

La definición reivindica luego la producción local, la agricultura familiar, la sostenibilidad ambiental, social y económica, el comercio transparente, los derechos de los consumidores, el derecho de acceso a la tierra, al agua, a las semillas, a la biodiversidad. Plantea finalmente: “La soberanía alimentaria supone nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones”. 

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Mongo Pirulo

¿Esa definición tiene puntos de contacto o de choque con el actual gobierno? “Vos ves que hay debates internos, es un gobierno heterogéneo y con el marco económico, social, sanitario, cultural, es difícil avanzar. Hay pasos que parecen tímidos, pero son importantes. Un ministro como (Juan) Cabandié que en vez de disfrazarse de planta y hacer pavadas, habla del glifosato y se mete con los incendios. O la creación de la Dirección de Agroecología. Esas cosas las destaco porque si no, ¿para qué lo hacen?”

Por cosmética, puede pensar la gente desconfiada, si no se les da poder para actuar realmente: “Pero siento que ahora nos están escuchando. Eso lo valoro”. 

Miryam & los chanchos: “Lo que pasa es que el gobierno se reúne con el Consejo Empresario Mongo Pirulo para sembrar más soja o poner megagranjas de chanchos, y tendrían que recibirnos también a nosotros que estamos planteando que no podemos seguir agravando la situación social y sanitaria. Es como me enseñaron las mujeres peruanas en una marcha: ‘No estamos en la protesta, sino que tenemos propuestas, y entonces exigimos respuestas’. En el caso argentino, esto no se arregla con más soja o con armar un gran chiquero. Por eso proponemos la agroecología. Y en el caso de los chanchos, como dice siempre Remo Vénica (de la granja Naturaleza Viva), que haya miles de pequeñas granjas, producción local que estimule la agricultura familiar sin afectar el medio ambiente, y no pocas megagranjas con miles de vientres cada una, abuso de antibióticos para el rápido crecimiento, animales chapoteando en su propio estiércol, contaminación de la tierra, el agua y el aire”. 

Dato: En el siglo pasado los cerdos fueron el símbolo para la izquierda de capitalismo y opresión. Hoy el sistema alimentario coloca a dichos animales como uno de los emblemas del hacinamiento y la muerte. China viene de una peste anterior a la del Covid-19 que mató a más de 200 millones de cerdos de sus megagranjas (¿el coronavirus masivo será culpa solo de murciélagos o pangolines?) y está entusiasmada con sacarse parte del problema de encima, criando porcinos en Argentina. Allí está el origen del negocio.  

La concentración parece justamente la clave en la que coinciden los negociadores chinos y argentinos.  

Claro, solo ven las divisas de la soja. Y más teniendo ahí a Felipe Solá. Metió el monocultivo sojero (al aprobar los transgénicos en 1996) y ahora va a querer meter el rmonocultivo de cerdos. Por eso proponemos hacerlo, pero de otro modo. Y es un dato que hayan postergado el acuerdo con China hasta noviembre, diciendo que quieren incluir un artículo de cuidado ambiental. Eso es porque escucharon las movilizaciones y reclamos. Habrá que seguir insistiendo.

¿Qué le dirías a Solá si te lo cruzás? 

Lo que le digo a todos. Que me expliquen cuál es el beneficio del modelo sojero. Enriqueció a unos pocos, envenenó la tierra, la gente, y nos contaminó la vida. Están los pueblos fumigados como testigos de las consecuencias del modelo. Que se hayan desmontado miles de hectáreas de bosques para la soja es un atentado total a la naturaleza. Y encima seguir haciéndolo en plena pandemia, ¿qué es? Te lo digo como changuita santiagueña: no podemos salir a andar, pero ellos siguen fumigando y dicen que es “tarea esencial”. Increíble. Sobre todo cuando tenés la agroecología que te está demostrando que se puede producir en campos grandes, a gran escala, y exportar alimentos. Hay más de 80.000 hectáreas agroecológicas para cereales, oleaginosas y ganadería, y cada vez más producción intensiva de verduras y frutas sanas. Nos siguen vendiendo el modelo de agrotóxicos porque es el negocio de las corporaciones. Así que con esas cosas yo voy a seguir siempre igual con los funcionarios: rompiéndoles la paciencia.   

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Una mocosa con Carrillo 

Las charlas con Miryam nunca son lineales, se pueden ir por las ramas o por las raíces para dejar ver el árbol y los bosques. Mezclan entusiasmo y ganas de contar aventuras (y algunas desventuras): la experiencia como riqueza que se comparte. 

Dice: “Habría que fijar una política alimentaria. Yo quiero exportar. Pero si estamos en un plan contra el hambre, primero resolvamos el problema interno. No es un tema de Cancillería. Es un tema de Hacienda, Salud Pública, Medio Ambiente. Me gustaría que haya una Dirección de Alimentación como quiso hacer Ramón Carrillo, con el que alcancé a trabajar”. 

Salto repentino de 70 años. Para ubicarnos antes de llegar a Carrillo: Miryam creció en Añatuya, Santiago del Estero, donde se habían instalado los Kurganoff: “Un lugar de mucha miseria, veías las viudas jóvenes de negro que no tenían jubilación ni un carajo, mucha penuria de la gente, incluso de mis compañeros de escuela que se quedaban a comer en casa porque vivían a leguas y estudiaban magisterio como salida laboral”. 

Su padre vendió máquinas de coser Singer y luego fue corredor de toda clase de productos, desde perfumes hasta discos, a lo Melquíades en Cien años de soledad, y su madre instaló una librería escolar. “Veníamos de estar sin comer, pero las cosas mejoraron. Igual, me dolía la penuria que había alrededor: eso te queda pegado en la piel”. 

Conoció al conscripto Luis Gorban que tenía 20 años y vivía en Córdoba. Ella tenía 17. “Luis era comunista, militaba en la Universidad de Córdoba. Yo tenía la sensibilidad social, él me dio el marco teórico que entendí totalmente”. Se enamoraron, hubo años de noviazgo con mucha carta y poco encuentro. No existían los mails ni Facebook, entre otras antigüedades. 

Miryam marchó a Buenos Aires a casa de unas tías: “Quería estudiar Medicina pero tenía que dar como 14 reválidas porque era maestra y no bachiller. Supe que existía la tecnicatura de dietista. Por lo menos tenía que ver con la salud, y me anoté”. Luis se mudó a Buenos Aires, terminó Medicina en La Plata, y se casaron en 1951. “Ese mismo año me recibí de dietista, y Ramón Carrillo que era el ministro de Salud nombró director de Alimentación a mi profesor Horacio Storni, y a mí”.

Storni la tenía como alumna predilecta, y casi la lleva a atender a Evita. ¿Cuál fue el problema? “No quise afiliarme al Partido Peronista. Yo no era antiperonista. Había visto en Añatuya la alegría de la gente, la diferencia entre beneficencia y solidaridad, que es lo que transmitía el peronismo. Pero no aceptaba afiliarme”. Luego Storni cambió de puesto, la Dirección quedó desarticulada pero Carrillo ordenó armar un plan de alimentación para todos los hospitales del país. Solo quedaba Miryam como dietista, que organizó el plan. Carrillo la convocó y cuando la vio le preguntó a la secretaria: “¿Quién es esta mocosa?” Mejoró todo cuando le dijeron que la joven venía de Santiago del Estero, como él. El programa de la veinteañera empezó a implementarse, luego tuvo a su primera hija (1953) y se mudó hacia otras zonas de la vida.

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La cosmetóloga y Favaloro     

Miryam habla de las posibilidades productivas argentinas: moras, higos, granadas, tunas mejores que el kiwi, mangos antológicos que se tiran en Formosa, paltas, espárragos, arándanos, aceite de oliva, producciones no transgénicas de la RENAMA (Red de Municipios y comunidades que apoyan la Agroecología) y la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra). Cuenta de la centolla y los langostinos en medio saqueo de la riqueza pesquera y menciona el caso de una niña estaba asombrada porque vio en una granja gallinas vestidas: “Claro, tenían plumas. Nunca había visto”.  

Recuerda que en 2015 el ministerio de Salud de Daniel Gollán la invitó a dar una charla con miles de trabajadoras de esa cartera: “Les voy a cobrar esta charla. Me van a tener que pagar con un aviso, una publicidad oficial que hable de la salud, porque no hay ni una”. Recibió un aplauso, pero ninguna publicidad. 

¿Qué aviso lanzaría Miryam? “Uno que diga: ‘dale la teta a tu hijo para que crezca sano y feliz. Basta de darle cocacola y comida chatarra pensando que así va a ser rubio y de ojos celestes: así va a ser un enfermo. Y hay que hablar de la teta. Porque van y hacen encuestas en los barrios sobre la ‘lactancia materna’ y las mujeres no saben de qué les están hablando” dice Miryam, alérgica a los lenguajes vacíos de las burocracias estatales y oenegeísticas. Agrega: “Es que no estamos teniendo una política comunicacional que nos cambie la cabeza colonizada que tenemos. Tendría que haber mensajes que digan: tome agua, la bebida de los pueblos fuertes”.

Paralela a su experiencia con Carrillo, la militancia en el Partido Comunista la había llevado a estar en la creación de la Unión de Mujeres Argentinas. “Ya en aquella época reclamábamos igual salario por igual tarea. No se hablaba de feminismo, eso vino después”. Miryam pasó de Salud Pública al Instituto de Nutrición que funcionaba en el Pasteur, con el doctor Pedro Stramesi: “Un gran maestro de cocina”. En 1953 comenzó su seguidilla de partos y a fines de los 50 fue convocada al Sanatorio Güemes para encargarse de la alimentación. El trabajo y la crianza en simultáneo la obligaron a renunciar. “Ya estábamos en Lomas de Zamora, y puse en casa un consultorio de Dietética y Cosmética. Me tenía que ganar mis ingresos” dice como justificándose. “Ahí me aparecían todos los  trastornos alimentarios, desnutrición, obesidad, diabetes”. Empezaba a intuir en qué medida la alimentación era un tema personal, y a la vez social y político, mientras saltaba de su consultorio a militar en reclamos contra el despido de ferroviarios durante el frondicismo. “Siempre fue así, haciendo de todo. Balconear, nunca jamás –cuenta, y cita a Pablo Neruda-. Confieso que he vivido”.

Desde el Sanatorio Güemes volvieron a llamarla en 1972 para acompañar una hazaña científica: el doctor René Favaloro había desarrollado en los Estados Unidos la técnica del by-pass coronario, pero había decidido reinstalarse en el país y trabajar en el Güemes. “Me hice cargo del Departamento de Alimentación para profesionalizarlo al máximo: había 3.000 empleados, enfermeras y médicos, la guardería con más de 100 hijos de trabajadores y 1.000 camas, incluyendo a los pacientes de alta complejidad. Fue una experiencia impresionante” dice sobre su rol como directora de esa especie de industria destinada a nutrir y salvar vidas.  

Miryam desaparecida

La nada se resolvía con sopa, puré y compota. “Teníamos 15 nutricionistas. Armábamos las comidas según los pacientes, no eran un número sino un nombre.  Investigábamos los alimentos y hacíamos encuentros con los médicos, incluido Favaloro que nos escuchaba asombrado. Presentábamos las tablas nutricionales. Me acuerdo que no sabían cuánta sal tenían los grisines y decían: ‘¿nosotros estamos comiendo eso?’ Hasta el agua mineral estudiamos”. 

Memoria: “Favaloro era un tipo sencillísimo, el médico rural de Jacinto Aráuz, su pueblo. A las 7 de la mañana estaba operando. Al mediodía daba una vuelta y comía algo sencillito, un sándwich y agua. A las 7 de la tarde seguía ahí adentro. Cuando podía, recorría el país para enseñar y transmitir lo que sabía. Era esa cosa del científico de verdad, generoso, que piensa en lo social y no en el lucimiento o en el escalafón de su carrera. Lo que después conocí en Andrés Carrasco (ex presidente del CONICET, quien descubrió los efectos del glifosato), y lo que antes había sido el propio Carrillo”.      

Llegó el golpe de Estado de 1976 y a fines de ese año sus dos hijas fueron secuestradas por participar en centros estudiantiles universitarios. Silvia (hoy médica) estaba embarazada. “No sabíamos en esa época lo de los robos de bebés. La nena nació después, le pusieron Marcela pero siempre decimos que tendría que llamarse Milagros”. 

Las patotas militares se llevaron del Güemes a la propia Miryam y su Citroën celeste en 1978. “Yo nunca dejé de militar, y además con mi marido éramos gente muy conocida. Vos imagínate que se atendían con Luis y venían a casa  Mercedes Sosa, Álvaro Yunque, Horacio Guaraní, Juan Carlos Castagnino, Ramón Ayala, Cesar Isella, Armando Tejada Gómez. Osvaldo Pugliese no, pero lo recibimos en un acto en Lomas. Yo digo que lo mío habrá sido una delación mal barajada: en el Güemes habían secuestrado a la comisión gremial y Jorge Tanco y otras cinco compañeras siguen desaparecidas”.  

La llevaron al centro clandestino El Banco, en La Matanza, donde organizaba secuestros, torturas y desapariciones Julio Simón, más conocido el “Turco Julián”, policía de cruz esvástica en el llavero, que sigue cumpliendo condena por múltiples delitos de lesa humanidad. “Me tenían encapuchada y encadenada a un cubil para perros. El que me torturaba era otro. El Turco daba las órdenes y, ¿sabés qué hacía?: Tomaba anfetaminas para aguantar y quedarse todo el día ahí, el guacho. Como robaban los discos de los secuestrados un día pusieron uno y era de César Isella, sobre Salvador Allende. Se ve que yo me sonreí. El Turco dijo: “Mirá la bolche, cómo ser ríe”, y rompió el disco. Estaba totalmente pichicateado”. 

Reconoce Miryam que pese al miedo siempre intentó estar tranquila: “Vino un coronel a interrogarme, a jugar de policía bueno. Me dijo: “Usted tendrá mucho odio, pero tiene que comprender lo que hacemos porque de muchos camaradas son una lápida en el cementerio’. Le contesté: ‘Lo felicito. Ustedes por lo menos tienen una lápida. ¿Dónde están nuestros compañeros? Ni lápida tienen’. Siguió la discusión y le dije: ‘Mire, yo estoy muy tranquila porque hubo un Nüremberg’ y el tipo no habló más”. En otro momento le dieron lápiz y papel para que delatase nombres de su organización. Miryam hoy estalla en carcajadas al recordarlo: “Les puse a Victorio Codovilla, que ya se había muerto. Ellos querían saber del aparato, pero de esos meollos yo nunca supe nada”. Le secuestraron su agenda. “Creían que había lenguaje cifrado. Vieron ‘Aceite’, llamaron y era Molinos, donde hacíamos los pedidos. Una compañera de hemoterapia me había regalado un libro y me lo dedicó: ‘A la jefa’”, pero estos creían que era una jefa guerrillera y no la jefa de un servicio”. 

Mientras ella seguía detenida, su marido Luis habló con Favaloro quien le dio una carta para el comandante del Cuerpo I del Ejército, Guillermo Suárez Mason. “Hubo mucha movida denunciando mi caso, pero creo que es a Favaloro al que le debo la vida”. Dos semanas después del secuestro, le informaron que iban a liberarla. “Me llevaron a otra habitación y había que esperar bastante. Les pedí algo para leer y me trajeron la novela El día del chacal (de Frederick Forsyth, sobre un intento de asesinar a Charles De Gaulle por parte de la derecha terrorista francesa). Cuando tuvieron todo listo para irnos les dije: ‘Esperen que me faltan dos páginas’. No lo hice para provocarlos. Realmente estaba interesante el libro y no me quería perder el final”.      

Es difícil calcular cuánto poder hubo en esa tranquilidad: “Siempre fui así. Hay gente que agacha la cabeza pero para mí somos todos iguales. Estuve con la gente más famosa y la más anónima, y eso te enseña a moverte. No pisoteás, ni rendís pleitesía porque el otro esté en un escalón distinto al tuyo. Pero bueno, lo cierto es que puedo contarla. ¿Cómo no ser optimista”. 

Es una optimista de la voluntad y del corazón que puede contar su experiencia en las crisis del 89 y la de 2001: “Estuve en la alta complejidad y también en las ollas populares donde se establecen las relaciones y las resistencias más increíbles”.    

Puede contar sus premios infinitos, pero refunfuñar inmediatamente: “¿Cómo me dan a mí dos doctorados Honoris Causa, y a Favaloro no le dieron ninguno ni lo tuvieron como profesor universitario? Dejame de joder”. Me envía un video en el que Favaloro dice en los 90: “Esto más que neoliberalismo es un  neofeudalismo” y “no concibo a un universitario sin compromiso social. Tiene que contribuir a que la sociedad sea cada vez mejor, más solidaria y más justa”. Ella agrega: “Eso es la ciencia digna, como lo que representó Carrasco y hoy toda una camada de gente joven que quiere hacer cosas en serio y no a sueldo de las corporaciones”. 

Razonamiento sobre el presente: “El problema es que no podemos articular lo que hacen los pueblos contra la minería, los pueblos fumigados, los que producen agroecología y tantas otras luchas”. A la vez, más que buscar grandes articulaciones, lo suyo es el contacto personal, la charla, el viaje, lo local, la siembra. Queda como debate: ¿serán las grandes articulaciones las que funcionan (lo que Miryam piensa), o serán los infinitos gestos pequeños y cotidianos (lo que Miryam hace) los que terminan generando los cambios de cultura, los contagios de sensibilidad, de modos de ser y de actuar? ¿Serán las dos cosas, o cada una según el momento? 

La Soberanía Alimentaria abrió a la joven comunista a un territorio que es pura actualidad, juventud, fertilidad, horizontalidad, creación. “Es algo universal, algo que crece no desde arriba sino desde abajo. Son otras palabras, otros lenguajes, otros tiempos. Pero siempre se trata de cambiar el capitalismo”. 

Todo lo que hace tal vez no tenga que ver con haber sido militante, dietista, matriarca nutricionista, detenida-desaparecida, referencia internacional, doctora honoris causa y todo lo demás, sino con la sensibilidad para entender la época y hacer el magisterio que imaginaba aquella chiquilina de Añatuya a la que se le pegaba a la piel lo que veía alrededor. Con esa sensibilidad se la ha pasado ejerciendo como maestra, nutriendo la vida, las ideas y las acciones de mucha gente dispuesta a cambiar la cultura, la mesa, las relaciones y el futuro. Al estilo de la más célebre imagen de Miryam: sonriendo, con el cuchillo entre los dientes. Y aplicando siempre uno de los más saludables oficios en este mundo: romper las paciencias. 

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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