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Exaltación movilizada contra las fumigaciones: la Cruz que nadie quiere cargar

La asamblea de vecinas y vecinos de Exaltación de la Cruz, provincia de Buenos Aires, se encuentra en alerta ante la evidencia de contaminación por agrotóxicos en personas, y el estruendoso silencio oficial. Una nueva movilización llevó bidones simbólicos de los mismos venenos que se echan sobre la gente al Palacio Municipal, y una serie de banderas que avisaron «Si envenena, no es agricultura» y reclaman el Nunca Más de esta época: «Paren de fumigar». Cómo se expresa la comunidad para sobrevivir, frente a la resistencia del agronegocio, y la carta de les niñes que nos preguntan: » No podemos crecer sanos si contaminan la tierra, hasta el agua que tomamos, ¿se pusieron a pensar?«. Adelanto de un reportaje de la próxima revista MU.
Por Francisco Pandolfi
La calma de Exaltación de la Cruz se rompe a pedazos. A megáfonos. A bombos. A platillos. A canciones. A interpelaciones. Las palabras «marcha», «protesta», «movilización» no son un lugar común en este partido bonaerense de 45 mil habitantes, situado a 90 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. O, mejor dicho, no lo eran hasta hace poco tiempo atrás.
Pero la paz y la armonía no la resquebrajaron las concentraciones populares, sino un modelo de producción que hace décadas viene generando sobradas evidencias de su mortandad: en el agua, en el suelo, en al aire, en los alimentos, en los cuerpos. Es jueves por la tarde y cientos de vecinas y vecinos se manifiestan contra las fumigaciones, frente a una Municipalidad tan cerrada como ciega-sorda-muda. Convocan la organización vecinal Exaltación Salud junto a la Asamblea de vecines y trabajadores de Exaltación de la Cruz, que velan por un partido sin venenos, agroecológico y con soberanía alimentaria.
Se canta, se expresa, se denuncia. Y también se ríe, pese a todo. Johanna Tejera tiene 23 años. Dos abuelas y una tía que fallecieron por cáncer. Dice que en este tipo de actividades buscan «dar alegría, porque para tristeza ya hay demasiada».
En 2019, junto a una amiga hicieron un relevamiento en los barrios San José y Esperanza: 50 casos de cáncer en 280 casas relevadas. 30 manzanas. La mitad de esas personas ya fallecieron.
La comunidad canta, para subsistir: «Dejen de tirar pesticida, o se terminará la vida». Se sigue cantando: «Vecina, vecino, no sea indiferente, que el agua que tomamos contamina a nuestra gente». Hay datos que sustentan las canciones: análisis recientes revelaron 6 agrotóxicos en el agua de red y de pozo. Y 14 en el suelo.

El municipio de Exaltación de la Cruz tiene poco más de 60 mil hectáreas, de las cuales más de 30 mil tienen cultivos transgénicos. En punta, la soja. Luego, el maíz y el trigo. Si abunda la soja, abunda el glifosato, herbicida que desde 2015 se determinó cancerígeno en animales, probable cancerígeno en humanos y genotóxico. «Si no entendemos este modelo de producir, nos vamos a quedar sin agua, con una tierra inútil y sin salud. Yo no quiero ver cómo mis hijas se están enfermando, no quiero escuchar más familias juntando plata porque un ser querido debe hacer un tratamiento oncológico, no quiero ver más personas enfermarse. Por eso reclamamos lo que nos corresponde: vivir tranquilos», comparte Verónica Garri. Lo esencial es invisible a los ojos: Verónica tiene glifosato en su cuerpo. Y lleva puesta una remera con la imagen de Corina, su hijita de tres años que sufre alopecia – ausencia total de cabello-, con una frase. «A mí no me vengas con que el glifosato es un avance tecnológico e inocuo». Para la médica que atiende a Corina no hay dudas, el problema es producto de la exposición a agrotóxicos que sufre desde que fue concebida.
La comunidad se expresa, para sobrevivir: hay una bandera que reza «Basta de cáncer», otra que exige «Paren de fumigar». Y otra más: «El veneno mata, tu indiferencia también». Nadie del municipio se acerca a la movilización. El silencio aturde. Hay vecinas y vecinos que lo despedazan: «Además de por las próximas generaciones, siento la necesidad de luchar por mí, es nuestra salud la que está en juego hoy, ahora», explica Agustín Brun, de 27 años. El orden de los números, no altera la resistencia. Susana Pittella tiene 72 años y no se cansa de pelear por un ambiente más sano. Es parte del colectivo Vecinos del Humedal y acompaña la movida: «Hay un lobby muy grande de la Sociedad Rural, no quiere saber nada con cambiar el estilo de producción. La ordenanza acá dice que pueden fumigar a 150 metros, lo mismo que te fumiguen en la cabeza».
Ante eso, las vecinas y vecinos recurrieron a la Justicia. Una cautelar vigente ordena una exclusión terrestre de 1000 metros. Las pulverizaciones aéreas están completamente prohibidas desde marzo de 2019, por una ordenanza que consiguió también la movilización ciudadana.
Hay varios carteles: «El negocio para algunos se lleva la vida de nosotros», «Si mata y envenena no es agricultura». Y 14 bidones sobre la vereda del Palacio Municipal. Cada uno lleva una etiqueta mortal: los nombres de los agrotóxicos que degradan el agua y el suelo. Para muestra, basta un bidón: Atrazina. Genotóxico. Cancerígeno. Daños en hígado, riñón y corazón. Disruptor endócrino. Así, uno, dos, tres, catorce. Así se va la vida.
La comunidad denuncia, para transformar: «La muerte es natural, las nuevas formas de morir no. No nos vamos a resignar por nosotros, por nuestras familias, por nuestras infancias. En este lugar saben hace años y no hacen nada. Ese no hacer nada es permitir que tiren los plaguicidas altamente peligrosos. Vamos a seguir hasta que estén presos y presas los que envenenan y permiten esto», afirma Anabel Pomar, vecina e integrante de Exaltación Salud. Su compañero de vida falleció el último 28 de septiembre… de cáncer.
Del relevamiento en los barrios San José y La Esperanza en 2019, se detectó que cuatro de las personas fallecidas por cáncer eran menores. En su memoria, tres nenas y un nene cantan y leen al micrófono palabras que salieron desde su poco más de 1.20 de altura. «Es increíble que quienes tienen que cuidarnos miren para otro lado. Hay que seguir marchando para hacernos oír, por el futuro de todos, por el futuro que se robaron. Por el futuro de quienes ya no están», sueña una niña. Y cierra la marcha y esta nota su compañerito, con una poesía para alimentar la esperanza:
Las infancias tenemos derecho a vivir con dignidad;
crecer en ambientes limpios;
aire puro respirar.
No podemos crecer sanos si contaminan la tierra,
hasta el agua que tomamos,
¿se pusieron a pensar?
Y nadar en el arroyo,
y con barro jugar…
Ser niño y ser niña es peligroso,
algo tiene que cambiar.
Cuidemos a nuestro pueblo,
cuidemos nuestro lugar;
aquí me quiero quedar
y vivir con dignidad.
Nota
Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).
Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.
Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo.
Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.
Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.
Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.
Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.
El video de 3,50 minutos
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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