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FARCO: con la ley medio aprobada
El Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO) consideró histórica la aprobación en Diputados de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, con 146 votos favorables, 3 en contra, 3 abstenciones, y la oposición retirándose sin debatir. Néstor Busso, de radio Encuentro de Viedma, y presidente del Foro, y algunas de sus perspectivas sobre lo que se viene.
Fue a la 1,30 de la madrugada. La presidencia de la Cámara de Diputados contabilizó los votos y dio por aprobada la Ley de Servicios de Comunicación Audivosual, bombardeada por algunos opositores y principalmente por algunas empresas que han aportado a la concentración de los medios. Néstor Busso es presidente de FARCO (el Foro Argentino de Radios Comunitarias) y explicó ayer algunas cuestiones que sirven para comprender cómo el sector está viviendo este momento.
Para Busso «ha quedado una ley excelente, y se mejoró el proyecto. Por ejemplo, la autoridad de aplicación ahora estará integrada por 3 miembros del Parlamento, 2 del Poder Ejecutivo y 2 del Consejo Federal. Se ganó en representatividad y participación».
Otra modificación fuerte es la que limita la posibilidad de las telefónicas para insertarse en el esquema mediático, que representa la posibilidad de monopolios tan o más concentrados que los actuales. «La salida de las telefónicas es importante, porque algún sector de la oposición que en realidad no quería la ley, usaba ese argumento para oponerse. Al no tener argumentos, es que se retiraron».
La contracara fue que diferentes sectores que se oponían pero con una intención de que exista una ley nueva, aportaron al debate. «Eso mejoró el proyecto en unas cuantas cosas -opinó Busso- En ese sentido, resalto el papel del sector SÍ, del socialismo, del radicalismo de la concertación, Proyecto Sur; creo que hicieron aportes importantes, a diferencia de esa oposición de derecha que ha demostrado que no le interesa debatir, que no tenía argumentos y por eso se fue. Lo de ellos ha sido servir a los intereses de los pocos grupos que controlan la comunicación en nuestro país».
Sobre el futuro de la ley en el Senado, el integrante de FARCO tiene esta hipótesis: «En primer lugar, la cantidad de votos obtenida en Diputados creo que es toda una señal. No sé como explicará ese sector de oposición no haber debatido. No sé que argumentos dará la oposición para oponerse. En ese sentido ya hay un mensaje al Senado.
Por otro lado tenemos confianza de que la mayoría de los senadores votará positivamente este proyecto. Y en menos de un mes, por poner un plazo largo, la ley ya estará en vigencia».
¿Y cómo será la transición y adaptación a la nueva ley? Busso: «El texto indica que en un año a partir de la reglamentación; por lo cual será de aquí a un año y medio o dos, todos los actuales licenciatarios tendrán que cumplir las exigencias de la ley. Creo que es un plazo razonable. Se ha introducido también otra modificación en ese sentido, permitiendo en ese período las transferencias de licencias, será una excepción para quienes actualmente tienen licencia y no cumplen con las exigencias de la ley. Por ejemplo: un grupo empresario que tiene más de 260 licencias, tendrá que desprenderse de un buen número de ellas porque la ley no permite esa concentración».
La idea de los integrantes de la Coalición para una Radiodifusión Democrática, de la que FARCO forma parte, es «seguir la situación hasta que la media sanción de ayer se convierta en sanción definitiva. Y seguir luego la reglamentación de la ley y su implementación. En esto estamos los trabajadores de la comunicación, los organismos de derechos humanos, las universidades, y habrá que lograr que esa fuerza unida no quede en letra muerta sino convertirla en realidad».
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: