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La recontra recuperada: IMPA, los obreros retomaron la planta

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Para la justicia son “okupas” y la policía los trata como delincuentes dignos de ser perseguidos por las calles de Almagro y Caballito en una represión de un entusiasmo antológico. Pero los obreros de IMPA acaban de volver a ocupar la fábrica de aluminio, con un objetivo quizás subversivo: trabajar. Ya negociaron la deuda con los acreedores. Qué significa “el empate” con el Estado del Superávit, que ignora a estas experiencias mientras subsidia a los monopolios y a los grupos concentrados. Y una idea sobre el futuro rol de las fábricas sin patrón.

“La situación con este tipo de Estado es de un empate. No pueden echar a los trabajadores de las fábricas recuperadas, no nos pueden liquidar, pero tampoco nos apoyan. El Estado apuesta a que estas experiencias caigan solas, o que la crisis termine adentro de cada fábrica, y nos matemos entre nosotros”.
No es lo único que opina Eduardo Murúa, uno de los referentes de IMPA, emblemática fábrica recuperada, que este martes 22 de abril volvió a ser ocupada por los trabajadores que habían sido desalojados por las llamadas “fuerzas del orden” cinco días antes: Murúa también considera que este tipo de experiencias mostró un camino que tal vez sea determinante en un futuro de la Argentina.
Quédese tranquilo
Murúa, que en 2005 había sido desplazado de la presidencia de la cooperativa por decisión de los trabajadores, y volvió también por la decisión de sus compañeros en agosto de 2007, aclara el estado de las cosas en IMPA, planta ubicada en Querandíes y Pringles, de Almagro: “Para el poder judicial quizás somos okupas ilegales, pero de hecho el juez levantó el vallado e hizo ir a la policía. Lo nuestro es más legítimo que nunca”. Merece recordarse que uno de los lemas del movimiento de recuperación de empresas es Ocupar, Resistir y Producir.
La situación había empezado a desencadenarse a comienzos de abril. El juez comercial Víctor Hugo Vitale anunció a los trabajadores que tendría que desalojar y clausurar la planta debido al pedido de quiebra por parte de dos acreedores. Hubo incluso un primer intento de desalojo impedido por los trabajadores. Murúa: “Hablamos con los acreedores, llegamos a un nuevo acuerdo con la mejor voluntad de parte de todos, y entregamos esos acuerdos en el juzgado el viernes 11. Nos cruzamos con el juez, todo en muy buen tono, le explicamos que habíamos solucionado el tema, y me dijo: Quédese tranquilo, Murúa, que yo lo resuelvo”. (Esto tiende a mostrar lo sinuosa que puede ser la frase “quédese tranquilo”).
Los obreros de IMPA, imprudentes, se quedaron tranquilos. Murúa y otros compañeros viajaron incluso a San Pablo, a cerrar un acuerdo con inversores brasileños para producir en la Argentina elementos para envases de aerosol.
Policías en acción
El martes 15, luego del último turno, cuando ya era una noche de humo en Buenos Aires y había sólo tres trabajadores en la planta, el juez llegó pleno de azul: 50 policías y vallas de ese color. Amenazó a los trabajadores con voltear la puerta y detenerlos. “Los compañeros aflojaron, abrieron y la policía se metió” narra Murúa.
Se produjo un enroque clásico, casi un modelo: policías en la fábrica, trabajadores en la calle.
Al día siguiente delegados de los trabajadores fueron a hablar con el juez, tarea que resultó absolutamente inútil. “No porque no hubiera reunión, sino porque el juez Vitale no quería oir lo que se le decía”. El jueves Murúa ya estaba en Buenos Aires, dejando el tema de los aerosoles para otro momento.
Se congregaron los trabajadores en la puerta de IMPA, y se sumaron también sus colegas de la Asociación Nacional de Trabajadores Autogestionados (ANTA–CTA), y de diversas entidades educativas y de derechos humanos. IMPA, una de las primeras recuperadas (mayo de 1998) fue de las que acompañó su experiencia instalando un bachillerato, un centro cultural, y apoyando además a muchas de las nuevas cooperativas que iban surgiendo como respuesta al vaciamiento patronal de fábricas y al masivo desempleo que inundó el país desde aquel momento.
La concentración en apoyo a IMPA fue respondida por la Policía con el estilo que la caracteriza: argumentando que sus efectivos eran agredidos por los trabajadores (quizás el verdadero problema es que esta vez no eran 3 sino 300) comenzaron a reprimir a los manifestantes iniciando una cacerías a lo largo de los barrios de Almagro y Caballito, deteniendo a 16 personas y enviando a más de 20 al hospital. (No tuvieron la exclusividad, al mismo tiempo los obreros de la textil platense Mafissa también fueron reprimidos y encarcelados, en número de 18, por no aceptar el desalojo policial). En IMPA hubo un herido de bala de goma en el ojo, otro trabajador con fractura de costillas, y hasta un vecino preso como saldo del choque, al servicio de la comunidad.
Cómo ganar 12.500 más IVA por mes
Las reuniones con el síndico Alejandro Debenedetti tampoco fueron excesivamente exitosas. “El problema que tenemos con este hombre fue que los anteriores inversores asociados al anterior consejo directivo de la cooperativa, aceptaron el pedido del síndico de pagarle 12.500 pesos más IVA por mes como honorarios por su gestión. Cuando nosotros nos hicimos cargo en agosto de 2007 le dijimos que era imposible pagar esa cifra, y le ofrecimos 5.000. Él nos contestó: quiero las 15, quiero las 15, por las 15 lucas que le daban los otros. Al final no aceptó tampoco nuestra oferta, y se nos puso en contra. Eso empeoró todo”.
Tras la represión, los trabajadores de IMPA continuaron reuniéndose frente a la puerta y organizaron un nuevo acto en el cual anunciaron que el miércoles 23 de abril, sí o sí, entrarían a la fábrica. Murúa: “Anunciamos simplemente que íbamos a entrar, y sin dejarnos pegar. Creo que eso fue determinante, porque el martes 22 el juez levantó las vallas y sacó a la policía”. Los trabajadores hicieron una asamblea en la calle y decidieron volver a entrar a la planta. “Y ya estamos trabajando”. IMPA tiene una cartera de más de cien clientes, entre los que se encuentran Bonafide, Inecto y Sidra Del Valle, entre las primeras que nombra Murúa.
El negocio y la autocrítica
Los trabajadores creen que lo que se cortó con toda esta historia es un enorme negocio inmobiliario, tras el cual estaba el grupo inversor que aprovechó las grietas entre los trabajadores para hacerse de la fábrica entre 2005 y 2007, con el fin de liquidarla, promover retiros pagos, y disponer de un predio fabril en una zona de alta valuación inmobiliaria. Esto se pudo intentar debido a que en 2005 el propio Murúa había sido cuestionado por sus compañeros, y desplazado de la conducción de la cooperativa. lavaca presenció –y publicó- asambleas en las que se reprochaba a Murúa su excesivo vuelco a cuestiones externas a IMPA. “Estuviste demasiado lejos, y te olvidaste de lo que pasaba aquí” le dijo una de sus compañeras, de unos 60 años.
Una paradoja: la cooperativa no representó un modelo horizontal, y se recostó sobre un esquema bastante “gerencial” de funcionamiento interno, mientras hacia afuera Murúa participaba dando la cara y poniendo el cuerpo en diferentes conflictos, como presidente del Movimiento de Empresas Recuperadas. Murúa: “Yo hice un autocrítica sobre eso. La verdad es que traté de trabajar en función del conjunto del movimiento, en momentos en que había muchas luchas que también requerían acompañamiento”. El propio MNER sufrió nuevas fragmentaciones mientras IMPA quedaba en manos de una conducción en la que estuvo involucrado el abogado Luis Caro, presidente del otro Movimiento, el de Fábricas Recuperadas, aunque Murúa reconoce que no sabe qué tipo de conflicto generó que Caro se retirase de ese intento. Algunas empresas “fragmentadas” del MNER también fomentaron la posibilidad de quedarse con la conducción de IMPA, sin éxito. Murúa: “Los trabajadores dieron vuelta esa maniobra, y en agosto la asamblea echó a la anterior conducción, y ahí volvimos”.
La derrota del empate
Todas estas farragosas internas (que además han centrifugado a muchas fábricas de los movimientos, hacia posiciones más serenas o más radicales, según el caso) son lo menos interesante y productivo de las fábricas sin patrón.
-¿Cómo percibe actualmente el proceso de fondo de las fábricas sin patrón?
-Creo que gracias al sacrificio de los trabajadores, se abrió una posibilidad enorme: que la clase trabajadora, en una nueva crisis –que va a haber- va a elegir el camino de quedarse en la empresa y recuperarla. Fuera de eso, la situación actual de cada empresa es débil, porque estamos en un empate. El Estado no nos puede sacar, desalojar ni matar del todo, pero tampoco nosotros tenemos la fuerza suficiente para imponer las políticas públicas necesarias para fortalecerlas.
-¿Y qué pasa si sigue todo así, empatado?
-La situación sin conflicto ni cierres, puede terminar en fracasos importantes.
-¿Por qué?
-Porque si no podés pelear por cambiar las políticas públicas, la crisis se te mete adentro. Cada vez vas quedando más desactualizado tecnológicamente, fuera del acceso al crédito, sin apoyo, fuera de los mercados fuera de los nuevos parámetros de calidad, y en algún momento te quedás afuera. ¿Y qué pasa ahí? Que la implosión se da adentro. Empiezan a caer los salarios, los trabajadores cuestionan a la conducción diciendo que se roban todo o son ineficientes, la conducción cuestiona a los trabajadores diciendo que hacen las cosas mal.
La resignación es un viaje de ida
Murúa cree que esa implosión “es la que espera cualquier Estado capitalista. Que la experiencia se muera sola, mientras subsidian a las grandes empresas y los monopolios imponen las condiciones del mercado. En el fondo esperan eso: a estos no los podemos desalojar, ni siquiera tienen a dónde ir. No les demos guita ni nada, y que se maten entre ellos”.
Todo un dilema para meditar cómo hacer frente al futuro, sobre todo si Murúa tiene razón y las fábricas sin patrón son un modelo posible para que los trabajadores no se resignen a la obediencia y al desempleo.
O para que se rebelen al inquietante destino de matarse los unos a los otros.

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Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos

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Este 24 de marzo, a 49 años del golpe, la editorial lavaca publica Escritos sobrevivientes, un libro creado junto a un grupo de personas que estuvieron secuestradas y desaparecidas en distintos centros clandestinos de represión durante la última dictadura militar. Se presenta el próximo viernes 28, pero ya podés pasar a buscarlo por MU (Riobamba 143) desde hoy. En este texto, Claudia Acuña cuenta qué representa esta obra parida en colectivo y en medio de aires negacionistas.

Por Claudia Acuña

Este libro representa muchas cosas y todas y cada una nos parecen decisivas para estos tiempos desesperados.

Ni sé por dónde comenzar a enumerarlas, así que sin orden de importancia ni cronológico enumero algunas, aunque sin duda me faltarán otras que invito a que completen quienes lo lean.

Lo primero, para mí, es reconocer el valor social, político, histórico y ético que merecen las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura cívico militar que azotó este país desde el 24 de marzo de 1976. No olvidamos esa fecha gracias a ellas, pero no siempre se las nombra con la relevancia que han tenido para construir verdad, justicia y memoria.

A algunas de ellas he tenido el honor de escucharlas y verlas testimoniar en los juicios de lesa humanidad, pero también en los diferentes procedimientos contra la impunidad que crearon y sostuvieron para que esos juicios sucedan.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Una y otra vez.

Hasta lograrlo.

Solo a una pude agradecerle con palabras y lágrimas el esfuerzo, el coraje y el legado que recibíamos por su esfuerzo, pero fundamentalmente por sus vidas consagradas a hacer posible lo imposible. Fue en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, mientras los altoparlantes transmitían la primera condena a los genocidas responsables del centro de detención clandestino y de tortura que funcionaba en la Esma. Ahora, con este libro queremos extender esas gracias a cada una, a cada uno.

Sé, porque comprendí la lección que nos daban, que no puedo afirmar que lo hicieron solo ellas, ellos. Esa es otra de las cosas que representa este libro: el saberse parte – y reconocerlo siempre- de algo más grande, más importante y más trascendente no solo del yo, sino incluso del núcleo colectivo en el que nos organizamos, reflexionamos y tomamos fuerza para resistir. Nuestras fuerzas individuales y nuestras construcciones políticas suman, activan, empujan, pero alcanzan sus objetivos cuando sincronizan con la necesidad social, con la época y con la Historia. Tienen alas porque tienen raíces y mueven al mundo hacia lugares mejores porque se sabe más grande y más poderosa que lo que nos rodea.

Eso que aquí las y los autores definen como “subjetividad sobreviviente” nos advierte eso: somos nuestros cuerpos y la sombra que proyectan, lo que hacemos y lo que soñamos, nuestras obras y nuestra imaginación, nuestros saberes y nuestra intuición, pero también y además aquellos cuerpos, proyecciones, hechos, batallas ganadas y perdidas, que nos anteceden y desbordan para fortalecernos y sostenernos de pie. Aquello que ilumina la oscuridad es la memoria sensible: de eso se trata este libro, además.

Otra: el valor de las utopías. En los momentos más aterradores hemos gritado “Aparición con vida y castigo a los culpables”. Bueno: la noticia es que hemos tenido éxito y aquí están las personas que cuando pronunciábamos esas palabras mágicas no podíamos abrazar. Algunas de ellas son las que el tercer sábado de cada mes vimos ingresar a nuestra trinchera durante el largo y desalentador año 2024. Para nosotros ese taller de escritura significó una cita con la esperanza, cada vez. Y una comprobación: el futuro se construye con el hacer colectivo, cada vez.

Por último: este no es un libro de testimonios sobre el horror de la dictadura, sino su contracara o quizá, lo que se puede pensar después de cruzar el abismo de la impunidad.

Quizá.

Me falta todavía superar la alegría de haberlo logrado, de sostener con las manos esta pequeña utopía realizada en tiempos de saqueo de recursos simbólicos y materiales, en las cuales sólo proponerlo sonaba casi irresponsable, para poder encontrar las palabras certeras, que expresen lo que representa que personas empobrecidas y violentadas podamos hacer lo que querramos financiadas sólo por el deseo y la convicción, que siempre es política.

Quizá la palabra exacta sea una sola: Argentina.

La presentación

Escritos sobrevivientes y compila una serie de textos producidos en un taller de escritura que tuvo lugar en MU durante 2024. Estos relatos abordan historias marcadas por lo que el grupo denomina «subjetividad sobreviviente». El resultado es un conjunto de textos poéticos, políticos y filosóficos, de una potencia y belleza conmovedoras.

Participan: Rufino Almeida, Margarita Fátima Cruz, Graciela Daleo, Lucía Fariña, Mercedes Joloidovsky, Eduardo Lardies, Susana Leiracha, María Alicia Milia, Claudio Niro, Silvia Irene Saladino, Stella Maris Vallejos e Inés Vázquez.

Así lo resumen sus autoras y autores: «Un grupo de compañeras y compañeros, ex detenidos desaparecidos por el terrorismo de Estado, nos reunimos en un taller de escritura para crear textos enfocados en la subjetividad sobreviviente, mientras la voz del poder alimenta el negacionismo y la reiteración del sufrimiento popular por variados medios».

El libro se presentará el próximo viernes 28 de marzo a las 20 horas en Mu Trinchera Boutique, Riobamba 143.

Podés conseguirlo desde hoy, 24 de marzo, también en MU.

Escritos sobrevivientes: Un nuevo libro escrito por ex detenidos desaparecidos
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La Justicia esquiva la causa por el disparo a Pablo Grillo: “Hasta ahora no se investigó nada”

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La recuperación de Pablo “es muy rápida” pero la investigación sobre su intento de asesinato, muy lenta, o directamente inexistente. Qué dijo el padre hoy frente al Hospital Ramos Mejía donde Pablo sigue pelando por su vida, aún en terapia intensiva pero con avances prometedores, y las abogadas del caso que presentaron ante la Justicia: primero Servini de Cubría y luego el candidateado a la Corte Ariel Lijo rechazaron la causa, y ahora se sortea en la Cámara Federal de Casación a qué juez le tocará investigar a quien le disparó y a sus superiores jerárquicos. Los dichos de Adorni en conferencia de hoy, y quién cortó el diálogo con la familia; las pruebas que se pidieron y las que se aportaron; y el texto de la presentación judicial en la que la familia pide ser querellante, con las pruebas que aportamos desde decenas de medios, fotoperiodistas y organizaciones sociales.

Por Francisco Pandolfi

Pablo Grillo todavía no está fuera de peligro, pero la mejoría día a día, paulatina y constante, le permite a la familia hablar ya no sólo de su estado de salud. Hasta hoy, el único foco era la supervivencia de este fotógrafo de 35 años impactado por una granada de gas lacrimógeno, fuera de toda legalidad, por las fuerzas de inseguridad comandadas por la ministra Patricia Bullrich.

La pérdida de masa encefálica y la fractura de cráneo con la que llegó de urgencia al Hospital Ramos Mejía –el miércoles 12 de marzo, cuando se desató la represión en la marcha por las paupérrimas condiciones en las que viven las y los jubilados–; la primera operación esa misma noche en la que se bajó la presión intracraneal y se le reconstruyó algo del tejido. Las pupilas que empiezan a reaccionar bien. La merma en la sedación. Los primeros movimientos – prematuros e inesperados por los propios médicos–. Otra operación por un derrame que es revertido a tiempo. La baja de los glóbulos blancos como síntoma de la baja en la infección. Y a solo una semana del disparo, Pablo abre los ojos. Y le sacan el respirador para ver cómo reacciona y lo hace agarrándole la mano a la mamá. Y por si fuera poco le susurra las palabras más hermosas a su papá: “Hola, viejo”. 

Pablo continúa en terapia intensiva, en estado crítico, pero respondiendo bien neurológica y físicamente. “Es asombroso el nivel de avance que tuvo”, dice Fabián, su viejo, con los ojos emocionados e incrédulos por la mejoría impensada en tan poco tiempo. Esa sucesión de buenas noticias las que posibilitan a la familia convocar este viernes a una conferencia de prensa «para contar novedades en la causa judicial».

Primero, habla Fabián, su papá, sobre la salud de Pablo: “Las novedades son que está estable, por lo tanto es bueno. Está con los ojos abiertos y sigue sin respirador”.

En la conferencia de prensa convocada por la familia de Pablo Grillo, fotógrafo que fue impactado por una granada de gas lacrimógeno lanzada por las Fuerzas comandadas por Patricia Bullrich, Fabián, su papá, habló sobre la salud de su hijo.

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:35:39.538Z

Fabián lleva puesta una remera azul, con letras blancas que dicen: “Justicia por Pablo Grillo”. Se lo nota cansado, pero más distendido. Se ríe cuando cuenta: “Tengo un video con saludos de (Ricardo) Bochini, veremos si los médicos nos permiten que se lo pasemos. Si lo escucha al Bocha, va a volver a hablar seguro Pablo”. Mantiene los pies sobre la tierra: “Todavía la situación es grave: está en terapia y con riesgo de vida. Pero en ese marco todo lo que estuvo ocurriendo es favorable. A todos nos sorprendió su evolución. Incluso los médicos manifiestan que la evolución que está teniendo es asombrosa. Es muy rápida”.

Este jueves, el vocero presidencial Manuel Adorni dijo que el diálogo con la familia quedó roto desde que el padre de Pablo acusó a Bullrich de ser cómplice. Fabián le responde: “Nosotros no cortamos nada porque nunca existió el diálogo. Lo mío fue una respuesta a una declaración mentirosa de Bullrich, por tanto si es que alguien cortó el diálogo fueron ellos. Yo estoy dispuesto a escuchar, si alguien me llama”. Y agregó: “A esta altura no lo espero (ese llamado). Espero poco. Pero demostraría que tienen todavía un grado de humanidad”. 

En relación a las mentiras de Bullrich sobre el trayecto del proyectil, expresó: “Me da vergüenza la forma en que fue acomodando la mentira. La va acomodando a medida que la realidad se lo desmiente, es hasta absurdo, burdo, grotesco: no sé que palabra utilizar”. Cuando le preguntaron si le diría algo al gendarme que, según los elementos reconstruidos hasta el momento, sería quien disparó (presuntamente, el cabo Guerrero), afirmó: “Personalmente no le diría nada. Sí lo vamos a decir de forma jurídica. El mejor diálogo que podemos tener con esta gente es en lo judicial”.

La causa, sin avances

Fabián estuvo acompañado por Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, y a Paula Litvachky, del CELS, organismos que patrocinarán legalmente a la familia, que este 21 de marzo se presentó ante el Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 1 para ser tenida en cuenta como querellante en la investigación judicial.

Lo más importante de la causa hasta ahora: desde el 12 de marzo “no se investigó nada y reclamamos que se empiece a investigar urgente”. Las abogadas cuentan el por qué: “La causa iniciada por la denuncia de la Procuvin (Procuraduría de Violencia Institucional) que dio inicio a la instrucción estaba presentada en el Juzgado 12 de Ariel Lijo, quien se la devolvió a la Jueza Servini de Cubría, que otra vez la rechazó. Ninguno de los dos quiere hacerse cargo de la investigación. Ahora irá a sorteo para definir quién la sigue. La Cámara Federal de Casación Penal tiene que resolver”. Agregan: “Hasta ahora el Ministerio de Seguridad dijo que no hará sumarios internos por el accionar de su Fuerza, lo que refleja el encubrimiento”. 

La causa aún no tiene carátula porque no está radicada en ningún juzgado. La denuncia presentada es por tentativa de homicidio agravado, por abuso de autoridad e incumplimiento de funcionario público.

Dice Paula Litvachky, del CELS: “Es muy importante que la causa salga de este limbo judicial y se inicie el pedido de pruebas antes de que pase más tiempo”.

Dice Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos: “Esperamos que en estos primeros 9 días en los que no se hizo nada, no haya ninguna prueba que se haya destruido, modificado, alterado. Hay cámaras del Gobierno de la Ciudad que tienen un tiempo de duración determinado, o de negocios que también se van borrando y si no las pedís inmediatamente después ya no están. Es vergonzoso que un hecho así no lo esté investigando nadie”.

Claudia Cesaroni, de la Liga Argentina por los Derechos Humanos, es junto a Paula Litvachky, del CELS, la abogada que representa a la familia jurídicamente. En este video cuenta los avances de la causa judicial:

www.lavaca.org (@revistamu.bsky.social) 2025-03-21T19:54:48.310Z

Las abogadas pidieron una serie de pruebas. Las más relevantes: “Quién dio las órdenes, cómo se manifestaron esas órdenes y cuáles fueron, antes y después del impacto; cuál fue el protocolo que se aplicó, quienes integraban el equipo donde estaba incluido el cabo Guerrero y qué órdenes se le impartió a ese grupo en particular; qué armas utilizaron”. También exigen que se lo llame a indagatoria a Guerrero. “Ya hay suficientes elementos para hacerlo”.

Completa Paula Litvachky: “Hicimos una presentación con los hechos, tenemos un montón de pruebas para que se reconstruya ese tramo del operativo de modo tal que se pueda tener la responsabilidad de quién disparó y de toda la cadena jerárquica”.

Concluyen ambas: “Las pruebas están. Nunca hubo tanto registro fotográfico y audiovisual. Necesitamos el acompañamiento social para empujar a que se haga justicia y que no quieran desviar el foco de la investigación”.

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La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

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Traumatismo encéfalo craneano, herida cortante e irritación ocular: las heridas causadas a Beatriz Blanco (81 años) ya forman parte de una causa judicial que inició ella misma y también la Procuraduría de Violencia Institucional, y apunta contra dos efectivos que la gasearon y le pegaron, provocando su caída. También apunta a la responsable del operativo, la ministra Patricia Bullrich, que se desplegó el miércoles de manera feroz, pero que -plantea la denuncia- es parte de un “plan sistemático”. Beatriz fue golpeada a las 16:10, antes de los principales incidentes, mientras se manifestaba en una esquina: cómo fue el momento, según relata ella misma en la denuncia y cuenta su hija. Quién es esta jubilada que trabajó de todo. Cómo está: recuperándose, enojada y “con más fuerza que nunca”. La voz de una de sus hijas junto a quienes lucha por justicia, y paz.

Por Franco Ciancaglini.

La imagen de Beatriz Blanco cayendo en seco al suelo -tras ser gaseada y empujada por dos efectivos de la Policía Federal- dio la vuelta al mundo. 

En el video se ve el fin de una secuencia más larga que inicia cuando la Policía Federal empuja de manera violenta a jubiladas y jubilados que se encontraban haciendo el clásico semaforazo de todos los miércoles en el Congreso. 

“Ella lo que cuenta es que estaba con el grupo de jubilados, cortando Entre Ríos, para mostrar sus carteles. Y cuando el semáforo se pone verde se vuelven a la esquina. Y en ese momento vino la policía, apurando a todos los viejos a subirse a la vereda”.

La que habla es una de sus hijas, Paula.

El relato coincide con la temprana decisión de las fuerzas de abalanzarse sobre personas que hacen lo mismo todos los miércoles -un semaforazo, y luego una movilización que da la vuelta al Congreso-: Beatriz fue atacada a las 16:10. 

Esta vez, por lo especial de la fecha, los Policías iban además con el gas apretado y el palo suelto. Cualquiera que estuvo en la manifestación pudo apreciar cómo apenas una persona se acercaba a los efectivos, o incluso estando a metros, sin hacer nada, podía ser gaseado. Incluso teniendo 81 años.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Los camiones hidrantes fueron parte de la cacería desatada. Foto: Lina Etchesuri.

El arma y la palabra

Beatriz Blanco no está afiliada a ninguna barrabrava ni milita en ningún partido político.

Es jubilada.

Trabajó toda su vida como empleada en cooperativa de fletes, empleada cuidando niños, costurera, y de casera hasta los últimos tiempos.

Tiene tres hijas.

Una de ellas, Paula Ippolito, cuenta que junto a su madre Beatriz y su hermana Paula suelen ir juntas a las marchas. “Esta vez fue sola porque justo yo estaba operada de la rodilla. Suele ir, no va todos los miércoles pero cuando puede va”.

Beatriz ya conocía a varios y por eso se acercó al grupo de jubilados que realiza los miércoles el semaforazo. Luego de que la empujaran a la vereda, se puso a hablarle a un cordón policial, una práctica habitual de jubilados anodados ante la violencia sin sentido que ejercen las fuerzas: “Ella siempre es de ir y hablar, de decir qué están haciendo, cómo no les da vergüenza; mi mamá siempre como que quiere hacer conciencia. Ella le debería estar gritando al policía que estaba de espaldas y lo toca con el bastón como diciendo ´mirame´. Ahí el chabón se da vuelta y le tira el spray, y el otro que le pega con el palo en la cabeza”.

Ese combo, que representa un ataque, de gaseo, empujón y golpe, hace que Beatriz pierda el equilibrio instantáneamente, y caiga al suelo.

La primera pregunta es cómo está: “Se está recuperando. Está en reposo, en observación por el golpe que recibió en la cabeza. Está con mucho dolor en todo el cuerpo, con un poco de inestabilidad, con el dolor en los ojos por el gas que le tiraron. Tiene los ojos muy hinchadas: le tiraron gas directo en la cara”.

Este dato del gas directo a sus ojos explica a la vez la pérdida del equilibrio, desechando por tierra las mentiras del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, que aseguró que se “cayó sola”. También el título de la empresa La Nación que habló de que la jubilada “atacó” a la policía previo a su “caída”: “Ella le tocó con su bastón para que se diera vuelta, para que la escucharan, no golpeó a nadie. Habría que mostrar los videos enteros donde la Policía increpa primero a los jubilados para que se suban a la vereda, con la agresividad que suelen tener”.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Beatriz Blanco, tras los gases recibidos y el golpe posterior. Foto: Lina Etchesuri.

El caso de Beatriz es uno de los dos -junto al del fotógrafo Pablo Grillo- denunciados por la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) ante la Cámara del Crimen. En esas denuncias a las que accedió lavaca, el organismo que se encarga de monitorear a las fuerzas -en estos tiempos, con menos entusiasmo- presenta como “pruebas” distintos recortes periodísticos alrededor del ataque a Beatriz. Y solicita a la justicia que requiera al Ministerio de Seguridad el personal policial afectado a los lugares de ambos ataques, así como los datos de la “sala de operaciones” a la que reportaban los agentes a cargo del operativo.

Por otro lado, la propia familia de Beatriz presentó una denuncia contra los dos agentes de la Policía Federal y contra la propia ministra Bullrich. Narra en su presentación lo mismo que refiere su hija en esta nota: “Siendo aproximadamente las 16:10 hs me encontraba en las inmediaciones de la esquina de las avenidas Entre Ríos y Rivadavia de esta ciudad (…) cuando fui rociada con una sustancia lacerante por un efectivo de la Policía Federal. Inmediatamente después, y también a manos de un efectivo de la PFA, recibí un golpe en la cabeza, con un elemento que creo se denomina ‘tonfa’, lo que provoca mi caída al piso”.

Tras el golpe, Beatriz fue derivada al Hospital Argerich, donde diagnosticaron lo producido por el ataque: traumatismo encáfalo craneano, herida cortante e irritación ocular.

Por eso, por un lado, reclama la identificación de los dos efectivos que la atacaron, plausibles de ser responsables de “delitos de lesiones leves” agravadas por tratarse de personal de la fuerza. Y por otro, califica a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich como “autora mediata” por ser responsable del operativo y algo más: la valiente presentación habla de que estos hechos son parte de un plan sistemático.

La causa de la caída: la denuncia de Beatriz Blanco, la jubilada gaseada y golpeada por la Policía

Una síntesis del plan sistemático. Foto: Juan Valeiro.

“Como en los momentos más aciagos de nuestra historia, desde el Poder Ejecutivo se ha montado un Programa de Miseria Planificada cuya consecuencia natural es la Protesta Social. Y sabido es que este tipo de políticas socioeconómicas sólo resultan aplicables cuando se pone a disposición de las mismas al aparato represor del Estado”.

Firma toda esta historia la propia Beatriz, acaso poniendo en contexto lo que representan los golpes que sufrió, su historia y el futuro por el que pelea junto a sus hijas. “Nosotras somos fieles a las marchas que son para los derechos del pueblo”, cuenta Paula, una de ellas. “No militamos en ningún partido político, siempre vamos independientes y solas”, aclara por si hiciera falta.

Paula habla siempre en plural femenino, pensando en su madre y su hermana. Desde ese lugar cuenta: “Nos están sacando todo. Nos están metiendo miedo para que no salgamos a las calles. Están imponiendo todo lo que quieren imponer. Siempre estamos atentas a todas las luchas. Esto va a por todos, no es solamente por los jubilados. A mi me han robado plata con la AFJP a pesar de que ya tengo 30 años de aportes. Estos vienen por todo, por todo lo que conquistamos”.

Junto a Natalia, las jóvenes militan tocando tambores en Batuka, uno de los conjuntos que lleva el ritmo a la calle y es la banda de sonido de la protesta social y la lucha. Hoy, del lado de la víctima, Paula asegura: “Estamos luchando para que esto no vuelva a suceder. Para que tengamos memoria y el pueblo no se duerma. No tenemos miedo. Ya la verdad que queda poco por perder”.

Esta lucha incluye, claro, a Beatriz: “Está más fuerte que nunca. Está enojada, muy enojada. Pero está fuerte para seguir la lucha”.

La lucha, ahora, es por justicia: “Solamente queremos que los responsables tengan justicia, sean los policías o la ministra de Seguridad: que la justicia trabaje a favor del pueblo. Y que no salga nadie más impune”. 

¿Tenés esperanzas? “Y no. Pero hay que hacerlo igual: nos corresponde”.

La esperanza tal vez siga estando en la calle, mientras estas jóvenes sin contención psicológica ni asistencia estatal de ningún tipo enfrentan los golpes: “Estamos nosotras, las hijas, para cuidarla y para que se reponga de esto”.

¿Necesitan algo? “Sí: paz”.

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