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Jornadas La protesta social no es delito: Reclamos y definiciones

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Más de dos mil personas marcharon el viernes 11 hacia la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación para reclamar respuestas concretas contra la criminalización de la protesta. Los detalles de la reunión con el secretario Eduardo Duhalde, los reclamos y las respuestas.

Una vez finalizado el alegato público en las escalinatas de Tribunales, la delegación de Alerta Salta comenzó la marcha avanzando por la avenida Corrientes. En el Obelisco, se unió una nutrida columna del Movimiento Teresa Rodríguez (MTD) y en la Avenida Corrientes y 25 de Mayo se sumaron los integrantes del MTD de Solano y del MTD Maximiliano Kosteki, de Guernica.
Al llegar a la puerta de la Secretaría, la policía los esperaba con un cordón que custodiaba la entrada del edificio. Sin embargo, en el quinto piso, el asesor Daniel Ciesa recibió a la delegación con una frase inesperada:
-«No estábamos al tanto de esta reunión».
La carta presentada ocho días antes, los llamados telefónicos para confirmar la entrevista, la publicación en los diarios de la marcha hacia la Secretaría o, finalmente, los gritos que provocaron las palabras de Ciesa consiguieron que, finalmente, el secretario Eduardo Duhalde y el jefe de gabinete de asesores, Rodolfo Mattarolo, se hicieran presentes en la sala de reuniones. La delegación de Alerta Salta estaba compuesta por Marina Schifrin- docente procesada por participar de un reclamo gremial- Pepino Fernández y la doctora Mara Puntano –de la UTD de Mosconi, con record de imputados- y representantes del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Solano y Guernica, el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), la Red de Intelectuales, Artistas y Académicos, la Universidad Trashumante y la vaca.org. También se sumaron a la reunión dos integrantes de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora: Nora Cortiñas y Mirta Naravalle.
En concreto, los reclamos planteados fueron:


  • Se solicitó un pronunciamiento explícito de la Secretaría en contra de la criminalización de la protesta.
  • Se pidió que, en particular, exprese su oposición con respecto a los fallos de la Cámara de Casación, en los casos de Marina Schiffrin y los trabajadores ferroviarios, y sobre el acoso judicial a Pepino Fernández.
  • Que la Secretaría se comprometa a que los derechos sociales postergados -causa impulsora de las protestas- no desaparezcan de la agenda pública.
  • Que la Secretaría se comprometa a monitorear de cerca la situación de Salta y San Luis, como focos de conflicto de los derechos humanos hoy.
  • Que el Poder Ejecutivo envíe al Parlamento un proyecto de ley de amnistía para acabar con los procesos judiciales iniciados y comience a trabajar, consultando a los propios damnificados, para reformar el Código Penal en aquellos puntos que entran en conflicto con los derechos civiles garantizados por la Constitución.


La respuesta del Secretario Duhalde y el jefe de gabinete, Mattarolo fue:


  • Que trasladarán estas preocupaciones al Presidente.
  • Que estaban decididos a implementar una delegación de la Secretaría de Derechos Humanos en Salta
  • Que ya habían comenzado a trabajar en un informe sobre la situación de los derechos humanos en San Luis


Ante esta respuesta, se solicitó una audiencia con el Presidente, con carácter de urgencia, para reiterar los reclamos.

Las definiciones más importantes

La primera en hablar fue la docente Marina Schifrin, condenada por un corte de ruta en defensa de la escuela pública, hace siete años en Bariloche. Preguntó, concretamente, qué había sucedido con el proyecto de la ley de amnistía.
El secretario Duhalde contestó:
-Para nosotros la amnistía no soluciona el problema de fondo, sólo soluciona hacia atrás. Pero no para adelante. Nosotros formamos una comisión de juristas y movimientos sociales para reformar el Código Penal, sobre todo el artículo 194 que es el que se utiliza mayoritariamente para criminalizar la protesta. Pero no se llegó a un consenso sobre los alcances de esa reforma. Y la decisión del gobierno era ir adelante con el tema sólo si había consenso de las organizaciones interesadas.
Luego, explicó que la principal dificultad residía en elaborar una ley de amnistía que englobe casos tan disímiles. Y confesó: «El Gobierno Nacional no tiene una política definida en cuanto a la criminalización de la protesta social»


La ley de la criminalización


Schifrin y Roberto Martino (MTR) coincidieron en expresar que la falta de consenso no exculpaba al gobierno de su obligación de elaborar una solución para estos casos. «Si hay un proyecto mejor que el que existe, el gobierno debe enviarlo al Congreso», dijo Schifrin. Viki, del MTD de Guernica, aseguró que, si bien una ley de amnistía era necesaria para terminar con las causas abiertas, también era necesario trabajar «para adelante», reformando el Código Penal.

El secretario Duhalde preguntó, entonces, si todos los presentes estaban de acuerdo con la amnistía. La respuesta fue positiva. Luego, preguntó si todos estaban de acuerdo también con la reforma del Código Penal. La respuesta fue también positiva. Martino, del MTR, le aclaró entonces que una cosa no quitaba la otra: «Queremos la ley de amnistía y también la reforma del Código. El consenso se construye en la medida en que se avance en dirección a la no criminalización. El Ejecutivo podría entonces mandar el proyecto de ley de amnistía y trabajar, con más tiempo, el consenso alrededor de la reforma del Código».
La delegación señaló, entonces, el porqué de la urgencia de resolver estos temas: el punto de inflexión lo han marcado los fallos del Tribunal de Casación en las causas de los trabajadores ferroviarios y en el de Marina Schiffrin. En esos fallos, los jueces han dejado por escrito no solo que se considera un delito el reclamo de derechos humanos impostergables, sino también la participación popular.

«La única forma legítima y verificable de la expresión soberana del pueblo, es el sufragio. Por medio de éste, el pueblo rechaza o acepta las alternativas que le propone la clase política. Otros tipos de presunta expresión de la voluntad popular, distintos del sufragio (tales como reuniones multitudinarias en plazas o lugares públicos, encuestas, huelgas, lock-outs u otros medios de acción directa, vayan o no acompañadas por las armas, etc.) no reflejan realmente la opinión mayoritaria del pueblo, sino a los sumo, la de un grupo sedicioso», dice textualmente el fallo del Tribunal de Casación que confirmó la sentencia de tres meses de prisión en suspenso y dos años de prohibición de participar en manifestación de la docente Marina Schifrin . Palabras que, con idéntico sentido, han repetido los jueces que condenaron a los trabajadores ferroviarios y procesaron a Pepino Fernández. Esta coincidencia no es casual: desnuda una misma política.
El secretario Duhalde coincidió en la similitud de los fallos.
La abogada Mara Puntano preguntó cuál es el sentido de una Secretaría de Derechos Humanos si no puede actuar en situaciones concretas de violación de esos derechos. Y recordó que no le mandaron un fax ni un mail para adjuntar a las causas, a pesar de que ella les remitió los datos de los 600 procesados. También subrayó que la criminalización de la protesta social es una política del gobierno y citó al jefe de Gabinete Alberto Fernández, quien prometió perseguir a los piqueteros con el Código Penal en la mano. Duhalde manifestó su desacuerdo con esta lectura de la política oficial. Dijo que para él, este gobierno no criminalizaba la protesta. Que esa fue una manifestación puntual ante los hechos ocurridos en el Ministerio de Trabajo y, a modo de prueba, recordó que el ministro Tomada ahora tiene denuncias por falso testimonio por haber retirado la demanda contra aquellos piqueteros.

En otro tramo de la conversación, Duhalde reconoció que el gobierno no era homogéneo y convivían distintas posiciones sobre el tema.
Duhalde expresó que no cree que el gobierno tenga intención de criminalizar, pero que la justicia, sobre todo en algunas provincias, van en esa dirección. «Es cierto que el gobierno nacional no impulsó ningún proyecto para despenalizar la protesta, pero hay varios estamentos del gobierno que lo estudian», aseguró. «Hacemos mucho trabajo invisible» se justificó.
Vicky, del MTD de Guernica, preguntó entonces porqué no es visible una política de derechos humanos. «No nos pueden decir que no quieren ser mediáticos. Nosotros necesitamos que lo sean. El conjunto de los luchadores tiene que saber que no están solos».
Pepino Fernández preguntó cómo una secretaría de Derechos Humanos permite que torturen, o fumiguen a la gente, como ocurrió cuando fue preso en Salta. El secretario Duhalde admitió tener límites jurisdiccionales. Aseguró que como forma de solucionar esas ausencias decidieron crear una delegación de la Secretaría en Salta. “Ya hay dos: una en Santiago del Estero y otra en Neuquén”, aseguró.
Jojó Lucero Belgrano (Universidad Trashumante) expuso sobre la situación en San Luis. Denunció los abusos a los derechos humanos ejercidos por el gobierno provincial. La vigencia del artículo 242 del Código de Procedimiento Criminal que autoriza a la policía a allanar y detener personas sin orden de un juez. Y describió cómo se comenzó a criminalizar la protesta: a través de la persecución (física e ideológica) a referentes sociales y la detención y luego encausamiento de los detenidos en movilizaciones. Reclamó, finalmente, por la demora de la Secretaría en pronunciarse al respecto e incluso, de presentarse en San Luis cuando más se los necesitaba. Y recalcó que esa provincia está abandonada y silenciada por los medios nacionales, situación que obliga aún más a que dicha Secretaría se pronuncie clara y contundentemente.
El secretario Duhalde comentó que la Secretaría decidió instalar un Observatorio en San Luis. Dicho observatorio, precisó ante el pedido de detalles, consistirá en una persona de la Secretaría que coordinará actividades con organizaciones sociales y cátedras de Derechos Humanos de San Luis, pero no estará de manera permanente en la provincia. También aseguró que ya se estaba trabajando en un documento sobre la situación de los derechos humanos en esa provincia.
El secretario Duhalde se excusó de poder hacer más, alegando los escasos recursos humanos y económicos de la Secretaría. También dijo que hay poderes judiciales provinciales y ejecutivos provinciales con más poder juridiccional que los nacionales. Ejemplificó con Salta. Roberto Martino le respondió: «Estamos reclamando por los derechos que establece la Constitución Nacional. Los que están en falta son otros. Nosotros somos las víctimas», sostuvo. Destacó el gesto del juez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, quien recibió la semana anterior a Pepino Fernández y representantes del MTR. «Son gestos: en Salta lo tratan como a un delincuente y aquí lo reciben en el Palacio de Justicia. Esos gestos también dicen algo. Y no se necesitan recursos para llevarlos a cabo, sino políticas claras.» Reclamó, entonces, que el Secretario se pronuncie públicamente en los momentos oportunos para dejar en claro ante la opinión pública qué significa un compromiso con la defensa de los derechos humanos: «Es un obligación de esta Secretaría pronunciarse, por ejemplo, en los casos de los fallos del Tribunal de Casación o cuando un fiscal quiere filmar a los manifestantes».
La doctora Puntano señaló: «En el campo popular con poco se hace y se puede lograr mucho. El fundamento de que no tienen fondos ni medios para cubrir todas las situaciones provinciales se deshace cuando nosotros, sin un peso y con mucha voluntad, logramos revertir situaciones de injusticia y de abuso de nuestros derechos”.
El secretario Duhalde prometió entonces transmitir las preocupaciones expresadas en esa reunión en una charla con el presidente Néstor Kirchner. Neka Jara (MTD Solano) opinó que eso no alcanzaba: que era necesario un pronunciamiento público de parte de la Secretaria.
Los funcionarios de la Secretaría solicitaron a los presentes que valoren, cuanto menos, la política llevada a cabo con respecto a la memoria, lo cual les ha valido presiones y amenazas. Maristella Svampa (Red de Intelectuales, Artistas y Acad�micos) fue quien reflejó hizo explícita esa valoración, pero señaló que el secretario Duhalde tiene la obligación de pronunciarse no solo respecto del pasado, sino sobre los derechos humanos hoy.
Duhalde se defendió: «No somos nostálgicos”. Y agregó: «No crea que no hay resistencias».

Por último, los presentes remarcaron la urgencia de las respuestas a los reclamos presentados.»¿Vamos a esperar que las causas de Pepino lleguen a cien? No pueden contemplar los tiempos políticos cuando hay semejantes necesidades. Así es la defensa por los derechos humanos: urgente e impostergable».
El jefe de gabinete, Rodolfo Mattarolo y reiteró:
-Trasladaremos estas preocupaciones al Presidente.
-Le pedimos, entonces, que tramiten en forma urgente una reunión con el Presidente, así podemos expresarles estas preocupaciones directamente, expresó Neka Jara para finalizar la reunión.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Orgullo

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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