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La literatura del terror
¿Quién iba a decir que la sesión de hoy comenzaría con un pedido de suspensión de la audiencia? A las 10.47, la defensoría, en representación de Astiz y otros, realizó esa solicitud al Tribunal por el motivo de la recusación (remoción, en este caso por no demostrarse fielmente la imparcialidad) a uno de los jueces que lo integran. En ese caso todo el trayecto recorrido hasta aquí en la causa ESMA quedaría nulo.
Yanzón, abogado querellante, dijo después: «Fue una idiotez porque ya lo plantearon varias veces otros defensores. Pero Obligado -presidente del Tribunal- estuvo bien. El juez le respondió: «Señor, si quiere hacer un planteo de esa naturaleza, puede hacerlo en las cuestiones preliminares, es decir, cuando se terminen la totalidad de las acusaciones, previo a comenzar las indagatorias y la producción de la prueba. Sigamos leyendo.» En síntesis: no le dio ni bola.
Las inverosimilitudes continuaron: se ordenó a los asistentes no «expresar ni pensamientos ni emociones.» Previo a la aparición del Tribunal, los imputados cuchicheaban entre ellos como compañeros de clase esperando el examen de un profesor no muy estricto.
A continuación, el secretario abordó su lectura. En cuanto a responsabilidades de los imputados, el documento explicaba el caso del nazi Adolf Eichman, teniente coronel de las SS:
«La teoría tradicional de la participación no podía aprehender de modo adecuado los delitos de genocidio juzgados. La resolución del Tribunal consistió en hacer aumentar la responsabilidad jurídico-penal prácticamente invirtiendo la teoría habitual de la participación en la medida en que la distancia hacia el hecho fuera mayor. De modo que se arribó a la conclusión de que el hombre de atrás a los sucesos poseía una mayor responsabilidad que el autor directo.»
«…La teoría de la medida de la responsabilidad se ve incrementada en cuanto más nos alejamos de aquel que pone en funcionamiento el arma homicida y llegamos a las jerarquías superiores.»
Como siempre se supo, la realidad puede impactar aún más que la ficción. Uno de los testimonios que leyó el secretario recordaba el famoso cuento de Cortázar, Casa Tomada, aunque en modalidad violenta y con un desenlace más adverso «…Ese día fui despertado por mi esposa quien me manifestó que había escuchado ruidos extraños en la puerta de entrada del domicilio. Al levantarme y salir junto a mi esposa al patio, nos encontramos con que nuestra casa había sido ocupada por seis o siete personas vestidas de civil y con armas largas en las manos. Uno de ellos, el que me apuntó con el arma tenía puesto un chaleco, y me manifestó que hacía rato que me andaba buscando. A este le contesté que hacía veinte años que vivía en esa casa. Como toda respuesta me obligaron a tirarme al suelo y le dijeron a mi familia que se quedaran quietos y que entraran a una pieza. Estaban mi esposa, mis tres hijos, mi suegra y un muchacho amigo llamado Nicolás. Después fui llevado a mi dormitorio, donde me colocaron mirando a la pared con las manos apoyadas en la misma y revisaron tirando todo al suelo y sobre la cama. Una vez terminada su tarea fui encapuchado con una camisa.» Su casa había sido copada también por la parte de adelante. Lo subieron a un auto.
Alejandro Monforte fue secuestrado el 10 de noviembre de 1976 a la 1.30 de la mañana en su casa de Munro, localidad de Buenos Aires. Fue liberado catorce días después. Cuando volvió a su casa se encontró con los «mismos bienes generales», a excepción de cuatro millones de pesos que le habían robado. Sus represores no solo sustrajeron dinero u objetos, sino que también se empeñaron en dejar algo: como secuela de aquella noche, la hija de Alejandro todavía tartamudeaba.
Fuera de estas narraciones del horror, las tediosas lecturas por momentos se convierten en pasajes de somnolencia. Por suerte, a las exactas 12 del mediodía se otorgó una pausa para tomar algunos minutos de sol. Los acusados debieron permanecer en la sala. Fuera del tribunal algunos nerviosos fumaban cigarrillos. Los comentarios: Cavallo continuaba en el hotel-hospital Pedro Mayo.
A pesar de los pedidos de ayer realizados por la querella de Víctor Basterra, a cargo del abogado Yanzón, la prisión domiciliara para el represor García Tallada es hoy por hoy un eufemismo grave. Luego de terminada la audiencia pude verlo enclenque, su traje como vistiendo un esqueleto móvil, caminando por los pasillos de Comodoro Py sin esposas, sin custodio alguno. Escoltado por tres señoras pulidas a la moda, bajó las escaleras de los tribunales con esa extraña pausa entre paso y paso que utiliza al caminar. Algunos pudieron filmarlo, tomarle fotos. Ingresó en un auto gris, de patente DAU 566, y se fue quién sabe a donde.
Según Yanzón esto «se puede explicar porque es un criterio que ha adoptado el Tribunal Oral. La gente que tiene arresto domiciliario se puede ir de propia voluntad contrariamente a lo que había decidido Torres, el juez federal que investiga el caso. A los que tienen arresto domiciliario les ponía una custodia para cualquier salida del lugar de detención. Esto es algo que tiene que cambiar el Tribunal Oral. Nosotros le hemos dicho que vimos a coronel irse también sin custodia. La semana que viene vamos a decir que vimos García Tallada. Esto es responsabilidad de los jueces del Tribunal Oral, que tienen que cambiar su criterio.»
En uno de los cuartos intermedios, se pudo observar a Astiz hablando amigablemente con uno de sus custodios. El policía lo palmeaba; Astiz sonreía. Que los imputados se encuentren presos en el penal de Marcos Paz es una hipótesis no comprobada: «Yo creo que sí están en el penal, pero no puedo asegurarlo plenamente porque estos señores pueden disponer de distintos mecanismos para eludir la cárcel. No son subordinados de ellos -por el Servicio Penitenciario-, son una fuerza de seguridad que no tiene dependencia de la Armada, ahora si tienen complicidad ahí dentro, es otra cosa. Esto depende del Ministerio de Justicia, no del Servicio Penitenciario. Las autoridades son civiles» decía Yanzón unas horas después.
Mañana, siempre en Comodoro Py, continuarán las todavía vastas lecturas de elevación a juicio correspondientes.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
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La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
Entradas por Alternativa Teatral

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Relato salvaje guaraní: una perla en el teatro

Una actriz que cautiva. Una historia que desgarra. Música en vivo. La obra Perla Guaraní volvió de la gira en España al Teatro Polonia (Fitz Roy 1475, CABA) y sigue por dos domingos. El recomendado de lavaca esta semana.
Por María del Carmen Varela
La sala del teatro Polonia se tiñe de colores rojizos, impregnada de un aroma salvaje, de una combustión entre vegetación y madera, y alberga una historia que está a punto de brotar: Perla es parte de una naturaleza frondosa que nos cautivará durante un cuarto de hora con los matices de una vida con espinas que rasgan el relato y afloran a través de su voz.
La tonada y la crónica minuciosa nos ubican en un paisaje de influjo guaraní. Un machete le asegura defensa, aunque no parece necesitar protección. De movimientos rápidos y precisos, ajusta su instinto y en un instante captura el peligro que acecha entre las ramas. Sin perder ese sentido del humor mordaz que a veces nace de la fatalidad, nos mira, nos habla y nos deslumbra. Pregunta: “¿quién quiere comprar zapatos? Vos, reinita, que te veo la billetera abultada”. Los zapatos no se venden. ¿Qué le queda por vender? La música alegre del litoral, abrazo para sus penas.

La actriz y bailarina Gabriela Pastor moldeó este personaje y le pone cuerpo en el escenario. Nacida en Formosa, hija de maestrxs rurales, aprendió el idioma guaraní al escuchar a su madre y a su padre hablarlo con lxs alumnxs y también a través de sus abuelxs maternxs paraguayxs. “Paraguay tiene un encanto muy particular”, afirma ella. “El pueblo guaraní es guerrero, resistente y poderoso”.
El personaje de Perla apareció después de una experiencia frustrante: Gabriela fue convocada para participar en una película que iba a ser rodada en Paraguay y el director la excluyó por mensaje de whatsapp unos días antes de viajar a filmar. “Por suerte eso ya es anécdota. Gracias a ese dolor, a esa herida, escribí la obra. Me salvó y me sigue salvando”, cuenta orgullosa, ya que la obra viene girando desde hace años, pasando por teatros como Timbre 4 e incluyendo escala europea.
Las vivencias del territorio donde nació y creció, la lectura de los libros de Augusto Roa Bastos y la participación en el Laboratorio de creación I con el director, dramaturgo y docente Ricardo Bartis en el Teatro Nacional Cervantes en 2017 fueron algunos de los resortes que impulsaron Perla guaraní.
Acerca de la experiencia en el Laboratorio, Gabriela asegura que “fue un despliegue actoral enorme, una fuerza tan poderosa convocada en ese grupo de 35 actores y actrices en escena que terminó siendo La liebre y la tortuga” (una propuesta teatral presentada en el Centro de las Artes de la UNSAM). Los momentos fundantes de Perla aparecieron en ese Laboratorio. “Bartís nos pidió que pusiéramos en juego un material propio que nos prendiera fuego. Agarré un mapa viejo de América Latina y dos bolsas de zapatos, hice una pila y me subí encima: pronto estaba en ese territorio litoraleño, bajando por la ruta 11, describiendo ciudades y cantando fragmentos de canciones en guaraní”.
La obra en la que Gabriela se luce, que viene de España y también fue presentada en Asunción, está dirigida por Fabián Díaz, director, dramaturgo, actor y docente. Esta combinación de talentos más la participación del músico Juan Zuberman, quien con su guitarra aporta la cuota musical imprescindible para conectar con el territorio que propone la puesta, hacen de Perla guaraní una de las producciones más originales y destacadas de la escena actual.
Teatro Polonia, Fitz Roy 1475, CABA
Domingos 18 y 25 de mayo, 20 hs
Más info y entradas en @perlaguarani
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