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Las Blondis: la película debut de Dolores Fonzi como guionista, directora y protagonista

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Hoy se estrena la ópera prima de Dolores Fonzi: Blondi narra la relación entre una madre y su hijo varón, entre la crianza en soledad, el cannabis, el humor y el amor. En esta nota para la revista MU contamos cómo la filmó: el equipo, los trucos, la tecnología de la sororidad, las inspiraciones, los actos de fe, en medio del desfinanciamiento del cine argentino. Ahora compartimos la mirada de Claudia Acuña sobre qué representa ser una Blondi.

Por Claudia Acuña

1.La primera escena de Blondi es una patada que desordena todo. Entre otras cosas, lo que pensábamos que íbamos a ver y lo que creíamos que sabíamos del cine argentino, que hoy por hoy es el único noticiero que nos muestra la actualidad. Así, con un perfecto trailer que va de la cama hasta el auto –dos escenarios centrales de esta historia- Dolores Fonzi nos lleva de la mano por los caminos de Blondi. Y no nos suelta más.

2.Lo que nos atrapa es una red tejida con puntadas sensibles. La primera es el guión, escrito por Fonzi y Laura Paredes, con diálogos precisos y escenas que hacen hablar a la cámara. Es esa conversación entre textos e imágenes uno de los mayores logros de esta película que hace reir –mucho- y también llorar –un poco- a un ritmo que no es ni vertiginoso ni moroso: Blondi fluye. Es cierto que el tema se centra en formas de maternar que hasta ahora nunca había sido registradas en la pantalla, que nos hace ver modos de ser y de criar que son otros, nuevos para la industria de la imagen y cotidianos para las personas, y que eso es, de por sí, un mérito, un aporte y un hallazgo en términos de qué novedad nos representa que una directora tome por primera vez el mando. Pero lo que hace que esta historia no sea letra, sino música, aquello que nos mueve los pies de la mirada –que es alma- es la precisión, la secuencialidad. El humor hace explícita la exigencia de sincronizar exactamente la velocidad mental del interlocutor para saber qué hace falta decirle y qué no. Un chiste explicado aburre, síntoma de lo que ofende. Lo contrario, lo que entretiene, es lo exacto. Y para alcanzarlo es necesario crear para quien ve, necesitarlo y creerle. El revés de Flaubert: Blondi no es Fonzi. Sos vos. No como espejo, sino como universo.

3.Aquello que podríamos llamar “la mujer y el cine” (odio esta etiqueta, pero así estamos) nos hace ver cosas invisibles. Una es la cama. Vemos en el cine camas, por supuesto, pero las camas que nos hace ver Lucrecia Martel en La Ciénaga no son las que habíamos mirado en la pantalla hasta su gloriosa llegada. Recordé esas escenas –tan distintas a estas, tan distintivas con respecto a otras, a cualquiera: Martel es única- cuando la cama de Blondi apareció en esa primera escena, perfecta. Me esforcé, luego, para encontrar algo en común, eso que nos señala la mirada femenina como síntoma de su imaginario. ¿El nido? Es pregunta.

4.Criar películas a partir de sueños y pesadillas: quizá sea ese un punto de partida. En Blondi sin duda lo es, aunque su protagonista no sueñe. Ella es toda realidad, sin tiempo para agobiarse. Blondi actúa. Hace lo que hay que hacer como puede. No juzga ni se juzga, y si alguien se atreve a hacerlo, no lo entiende. Como si le hablaran en chino: no conoce ese idioma.

5.Si Miss Mary –gloria y honor a María Luisa Bemberg- es la pampa, si La ciénaga – me pongo de pie para teclear Martel- es Salta; Blondi es Liniers, el borde. ¿Territorializar las historias biográficas es otro eslabón en común? Es pregunta.

6.El nido tiene raíces en cartografías precisas, de clase, de culturas y de destinos pre anunciados para las mujeres que allí habitan. El de Blondi registra esos barrios de la periferia urbana con masculinidades ausentes o desteñidas, en donde las mujeres solas o aburridas deben criar…¡varones! Y así como una generación tuvo que ponerse a escribir manuales de crianzas masculinas más divertidas y menos violentas, así es como Blondi inscribe una forma de hacer crecer sexos más creativos y menos soberbios, mostrándonos otras formas de cuidados menos trillados y por eso mismo, menos esclavos. No recuerdo muchas películas que registren lo que significa para estas maternidades amorosas dejar volar a sus pichones. ¿Star Wars quizá? Es pregunta. Si así fuera esta película es su antítesis: no hay guerra entre las luces y las sombras, se convive con ambas, siempre, y en continuado. Hay vida.

7.Blondi termina como comienza (no es spoliler: es la cama) y al terminar la función del Bafici en donde pude verla antes de su estreno en cines, Fonzi sintetizó ese final con una frase que dice mucho sobre ella y sobre su película: “Blondi no se empodera sola”. Aplica, entonces, a ese guión que transformó en cine un equipo de artistas. Javier Juliá, a cargo de la dirección de fotografía –el mejor, sin duda de este “nuevo cine argentino (sí: también odio esta etiqueta)-, Micaela Saiegh a cargo de la dirección de arte (el cuarto de Blondi es un delicadísimo cuadro pintado con objetos, texturas, matices y más), además de un elenco (Rita Cortese –de pie, again- Carla Peterson, Leonardo Sbaraglia y –atenti con este nombre- Toto Rovito) que funciona como una coreografía sincronizada al milímetro y que mereció la excepción de que el Bacifici en la categoría Mejor Actuación premiara por primera vez a todas y cada una, lo cual habla de lo que representa el debut de Fonzi como directora: brilla y hace brillar.

8.No recuerdo films de mujeres que escribieran, protagonizaran y dirigieran una comedia. ¿Barbra Streissand? Es pregunta.

9.Pienso que quizá, por motivos que van desde el humor hasta la contemporaneidad, pasando por lo urbano y lo transgresor, Fonzi represente algo así como Wooda Allen, la hija feminista de Allen, pero quizá esta asociación es producto de un deseo personal y re-sentido. Lo que sí estoy segura es que siempre, siempre, el cine de las directoras que admiro nos transmitieron a nosotras, sus espectadoras, algo de la época, una actualidad política y social imprescindible que solo se hizo evidente luego, en el después del temblor. Miss Mary se estrenó el 31 de julio de 1983, dos días después de que Argentina ganara el Mundial y meses antes de que se desatara el debate sobre el divorcio legal, que fue aprobado un año después. La ciénaga iluminó las pantallas el 12 de abril de 2001 y ya esbozaba las tensiones sociales, el derrumbe de una forma de estar juntas, lastimadas. ¿Qué nos anticipa Blondi? Es pregunta.

10. Nos nos empoderamos solas. Nunca, y menos ahora. Quizá eso nos está anunciando Blondi.

Las Blondis: la película debut de Dolores Fonzi como guionista, directora y protagonista

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Proyecto Litio: un ojo de la cara (video)

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En un video de 3,50 minutos filmado en Jujuy habla Joel Paredes, a quien las fuerzas de seguridad le arrancaron un ojo de un balazo mientras se manifestaba con miles de jujeños, en 2023. Aquella represión traza un hilo conductor entre la reforma (in) constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Pero Joel habla de otras cuestiones: su pasión por la música como sostén. El ensayo artístico que no se concretó aquella vez. Lo que le pasa cada día al mirarse al espejo. La búsqueda de derechos por los hijos, y por quienes están siendo raleados de las tierras. Y la idea de seguir adelante, explicada en pocas palabas: “El miedo para mí no existe”.

Proyecto Litio es una plataforma (litio.lavaca.org) que incluye un teaser de 22 minutos, un documental de casi una hora de duración que amplía el registro sobre las comunidades de la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, que a la par es zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. 

Además hay piezas audiovisuales como la que presentamos aquí. La semana pasada fue Proyecto Litio: el paisaje territorial, animal y humano cuando el agua empieza a desaparecer.

Esos eslabones se enfocan en la vida en las comunidades, la economía, la represión y la escasez del agua en la zona.

Litio está compuesto también por las noticias, crónicas y reportajes que venimos realizando desde lavaca.org y que reunimos en esta plataforma.

Un proyecto del que podés formar parte, apoyando y compartiendo.

El video de 3,50 minutos

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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