CABA
Las fábricas de derechos

Gisela Bustos forma parte del movimiento que ha logrado que las empresas recuperadas presenten nuevamente en 2022 un proyecto de Ley de Recuperación de Unidades Productivas. Es parte de una estrategia para cambiar una inercia nacional: la del desconocimiento, ninguneo e indiferencia hacia un movimiento que logró, con trabajadoras y trabajadores concretos, organizados en cooperativas, de modo autogestivo, poner en marcha más de 400 fábricas y empresas en las que la gestión patronal había resultado un fracaso.
Todo eso ocurrió durante uno de los fracasos históricos del país, el que cruzó la frontera entre el siglo 20 y el 21, del menemismo al delarruismo con el neoliberalismo como bandera, en medio de la mayor desocupación y recesión de la que se tenga memoria.
Gisela Bustos es hija de esa historia, que en el tiempo presente la instaló en lugares entonces inesperados: es la Directora de Fomento y Evaluación de Proyectos del INAES (sigla del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, que reúne al mundo cooperativo y mutual del país).

“Cuando yo trabajaba en la metalúrgica 19 de Diciembre, incluso como abogada, el INAES era para mí el lugar al cual venir a reclamar la matrícula de las cooperativas del MNER (Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas). Ni siquiera sabíamos que había un despacho como este, una Dirección con herramientas para el fomento de las cooperativas. Hoy al menos puedo decir que tenemos el 100% del presupuesto que nos corresponde ejecutado”.
Bustos ha sido una de las voces del MNER durante la presentación del proyecto de Ley en Diputados, junto a Eduardo Vasco Murúa, titular de la Dirección de Programas de Inclusión Económica del Ministerio de Desarrollo Social, (más nombrada como Dirección de Empresas Recuperadas). En ambos casos, el rol de funcionarios se da paralelamente a la participación en un movimiento social.
¿Cómo describir la relación entre esa militancia y la función estatal? Gisela ríe: “De amor-odio. Digamos: es una relación de tensión, nunca de comodidad. Algunos sectores querrían que sea de subordinación, pero nunca lo va a ser. Las recuperadas tienen un aporte muy importante que hacer a la economía social y popular. Tenemos que seguir trabajando en cada fábrica y también en los espacios institucionales para correr los límites que muchas veces nos quieren imponer. Ese es nuestro trabajo, para lograr cosas concretas”.
La historia de Gisela corre entrelazada a las empresas recuperadas desde su trabajo cotidiano de los últimos 20 años hasta su doctorado en Ciencias Jurídicas en la Universidad de Morón, aprobado con la tesis Ocupar, Resistir y Producir Derechos, publicada luego por la editorial Ciccus.
“Un tema que busqué resaltar es la relación entre los derechos del trabajo con los derechos humanos. Tenemos la mirada puesta en la dignidad, la solidaridad, el bien común. Pero no es una teoría romántica, algo abstracto o poético. Hablo de algo que se percibe apenas se conoce cada una de estas experiencias”.
De la asamblea a la metalúrgica
Vivió siempre en Adolfo Sordeaux, Malvinas Argentinas, Los Polvorines. Gran Buenos Aires en estado puro. Padre ya jubilado que fue administrativo en una fábrica, madre profesora de yoga y gimnasia, hermano que estudió para contador, y Gisella entró a abogacía.
Todo tranquilo, parecía, hasta que llegó el 2001: “Me llegó la movilización tremenda de esos días. En mi casa nadie hablaba de política, había un temor, el no te metas. Algo que les venía desde los 70. Pero el 2001 se llevó todo puesto. De repente, el pueblo estaba en la calle”. Apareció la asamblea vecinal, Gisela corrió hacia allí. “Había mucho impulso de compañeras de un partido trosko, el MST, que después tuvo varias rupturas. Yo empecé a militar con ellas. Había que salir o salir, organizarnos. Éramos los dueños de la calle, de las plazas, existía la idea de estar en la discusión y en la toma de decisiones. Eso ya no era cosa de otros: era cosa nuestra”.
Se sumó a las calles, a las plazas y al partido. “La idea de las compañeras era participar, empujar, y también captar, y yo me sumé, obviamente. En esa militancia, fue que acompañamos el conflicto de la autopartista 19 de Diciembre. Esa fecha de 2002 se había tomado la fábrica. Hubo un festival solidario, pero cuando conocí esa empresa quedé enamorada, porque esos compañeros hacían todo lo que realmente había que hacer. Recuperaban los medios de producción. Yo sabía lo poco que me habían dado para leer, algo de Marx, algunas discusiones… pero en la 19 de Diciembre estaba todo sintetizado. Se apropiaron del lugar para no quedar en la calle, y autogestionaban la empresa en medio de ese contexto de movilización popular”. Gisela se recibió de abogada en 2003 y en 2006 entró a la fábrica a la parte contable. Al poco tiempo la asamblea decidió que fuese abogada de la cooperativa. Y finalmente en 2010 ingresó como socia. “Me fui del partido, porque en las sucesivas rupturas que iba teniendo no daba respuesta para la experiencia de las fábricas recuperadas. Yo veía una cosa dogmática aferrada a planteos de 150 años atrás. No sé si era el partido en sí, o quienes lo manejaban. Yo decía: ‘amigo, aggiornate, no sigas cargando la cosa en los muertos, animémonos a debatir los que estamos vivos, a discernir, a polemizar”.
¿Quiénes son desclasados?
Recuerda debates raros. “En el partido me decían ‘ustedes son unos desclasados, los trabajadores de una empresa recuperada ya no tienen patrón. Entonces, si no tienen patrón, ya no son trabajadores sino pequeño burgueses’”.
El planteo –dirigido a los obreros metalúrgicos de la 19 de Diciembre por parte de militantes partidistas– merecería formar parte de alguna antología futura de Capusotto y Saborido.
“En un momento dije basta. Las discusiones en el partido eran para participar y empujar, yo lo comprendo, así como para captar gente. Pero al estar ya en contacto con fábricas concretas, como en el partido yo veía que no entendían, decidí irme a trabajar directamente al MNER”. Una sorpresa en el relato”: El primer apoyo concreto para la 19 de Diciembre llegó de La Bella Flor” cuenta Gisela en referencia a la cooperativa de reciclado de basura de José León Suárez. “Es toda una red de organizaciones que hay en San Martín. Tenemos incluso una Mesa de Recuperadas”. Eso hizo que ella se hiciera cargo como abogada de un número cada vez mayor de fábricas y empresas que buscaban una especie de utopía práctica: que las reconocieran formalmente para poder trabajar.
Empapelados de subsidios
Gisela empezó a observar cómo desde ámbitos externos a las empresas y fábricas recuperadas se hablaba y teorizaba sobre ellas. “Pero nuestras humildes empresas tenían mucho para aportar a lo que hasta la OIT (Organización Internacional del Trabajo) incluyó en sus informes sobre el futuro del trabajo. Pero a la vez me hacía pensar: ¿nosotros no tenemos nada para decir? En 2019 todavía estaba el gobierno de Macri, con el que estábamos obtuadísimos, pero se hizo un congreso en España de la OIT, presentamos una ponencia, nos convocaron a exponerla allí mismo para contar cómo fue que recuperamos las fábricas y las venimos sosteniendo durante más de 20 años. En Europa eso solo había ocurrido en momentos efímeros, la experiencia aquí ha sido totalmente diferente en el tiempo y en los resultados”.
Como abogada se hizo cargo o colaboró con otras empresas, seguía siendo docente pero finalmente todo se volcó al MNER. “Y en la 19 de Diciembre además creamos un Centro cultural, la biblioteca Popular, cosas abiertas a la comunidad y que los mismos compañeros se plantearon como una forma de devolverle al barrio la ayuda que habían tenido durante la recuperación de la fábrica”.
Sobre el anterior gobierno kirchnerista define: “Fuimos muy críticos de todo lo que faltó. Y no hablo de algo coyuntural, o de dinero. Lo que faltó fue el reconocimiento histórico. Y eso es que había muchos intereses de fondo. Como que la política era: te empapelo de subsidios pero no te reconozco. Ahí había alta tensión. Como que la pregunta era: ¿pueden los trabajadores arrebatarle al patrón una fábrica, y además autogestionarla? Eso es lo que mucha gente no aceptaba, y es la prueba que las empresas recuperadas de Argentina pasaron sobradamente. Y eso es mucho más que lo que aguanta mucho progresismo que se queda en lo cosmético”.
En esos tiempos pre 2015 las empresas podían acceder a algunas líneas de subsidios. “Pero nosotros queríamos que nos compren producción para poder trabajar, y lograr el histórico planteo de leyes de expropiación. Hoy seguimos sin una normativa que nos reconozca de fondo. Seguimos con parches”.
Cooperativas y propiedad privada
En 2020 en plena pandemia, ya con Murúa en la dirección de empresas recuperadas, el MNER presentó un primer proyecto de Ley Nacional de Recuperación de Unidades Productivas. “Tampoco es que inventamos la pólvora, sino que el proyecto toma ideas anteriores y las actualiza. Pensamos que en pandemia era muy importante dotar de la mayor protección posible a los trabajadores de las cooperativas, pero el proyecto no tuvo tratamiento”.
La idea que plantea bustos: “No queremos que se expropie para que la empresa pase a ser de la cooperativa. Queremos que el Estado expropie, tome ese dominio, esa propiedad, y le ceda el uso a la cooperativa en tanto la cooperativa siga adelante con su proyecto productivo autogestionado, e incluso con la función social que desarrolla en la comunidad a través de los bachilleratos populares, centros culturales, escuelas, jardines, radios comunitarias y tantas cosas más. Pero así quitamos el concepto de propiedad privada, ver quién se queda con la empresa”.
Dice Gisela que eso no está en debate en este proyecto: “Lo que ponemos en debate es el derecho al trabajo. “Y en las propias cooperativas han estado de acuerdo con que ese era el camino. Los trabajadores no quieren quedarse con la propiedad, sino con la posibilidad de trabajar. Y eso me consta y lo puedo decir porque es lo que hemos discutido con mis compañeros”.
Ese derecho al trabajo es lo que se conoce como un derecho puente: “El que te permite el acceso a otros derechos. Al poder trabajar tenés acceso a otra calidad de vida, el esparcimiento, el disfrute”.
Lo esencial es invisible
En el INAES Gisela comenzó su gestión con el ya fallecido Mario Cafiero como presidente, sucedido por Alexandr Roig. “La pelea que tanto en la dirección del Vasco como acá podemos dar es intensa: tratar de traccionar para que el Estado escuche más los planteos de los protagonistas de todo esto que son los trabajadores. Y que entonces lleve adelante políticas públicas que se necesitan. De nuevo: no hay que inventar la pólvora. Se trata de escuchar y tratar de dar respuestas”. Su rol involucra desde el INAES no solo a las recuperadas sino a todo lo que incluye la economía solidaria y popular, cooperativismo, mutualismo”.
Este año se está impulsando además el ReNacER, Registro Nacional de Empresas Recuperadas. “Es algo que no existía, y no es por nada que no existía en el Estado un registro de las empresas: era una forma más de invisibilizarnos, de ignorarnos. Íbamos a reclamar y nos decían: ¿cómo sabemos quiénes son las empresas recuperadas? En 20 años, nadie había hecho un registro oficial. Esto lo estamos haciendo de forma colaborativa, es una herramienta disponible”. El ReNacER permite que las empresas se anoten y entren en diálogo con la Dirección que encabeza Murúa.
Calcula Gisela que por ahora puede considerarse que existen unas 400 unidades productivas recuperadas en el país, que ocupan a 18.000 personas. El registro permite detectar que el rubro metalúrgico (muy fuerte en las primeras recuperaciones alrededor del 2000) se ha ido diversificando, del mismo modo que la participación femenina en las cooperativas de trabajo.
¿Vale fabricar balas?
Otro dato: “Las empresas recuperadas tienen una baja tasa de mortalidad, lo cual significa que las brutales criis que atraviesa nuestro país no se tradujeron de forma lineal en arrasar empresas recuperadas, como sí pasó con las privadas. Y eso ocurre porque nosotros tenemos otra elasticidad frente a la crisis, una forma de encararlas que surge de valores que no son el lucro. Acá se bancan las situaciones, se reparten de forma solidaria las horas de trabajo y los ingresos. Y obliga a crear, a hacer un poco de magia”.
¿Por ejemplo? “En la crisis global 2008-2009 cayó la industria automovilística. La 19 de Diciembre es autopartista. ¿Qué íbamos a hacer? Nos inventamos unas pinzas magnéticas para sacar las piezas de los balancines (las máquinas que cortan las chapas) reciclando un montón de cosas que había en la fábrica. Fue un éxito, hoy todavía seguimos vendiendo esas pinzas”. Otras magias: “Como el Estado no podía comprarnos autopartes, ls fabricamos canastos de basura, cartelería y hasta piezas para la construcción de viviendas”.
En ese momento les propusieron además fabricar casquillos de balas para las fuerzas de seguridad. Sorpresa: “La asamblea lo rechazó. No es que sobrara plata, pero la asamblea planteó que no estaba de acuerdo con esa provisión para el Ministerio de Seguridad, sabiendo las veces que todo eso fue usado contra los propios trabajadores”.
Las fábricas recuperadas tienen sus consejos de administración, pero las decisiones fundamentales se toman en asamblea. Eso permite críticas por una supuesta ineficiencia. “Es falso. Lo ineficiente es si la fábrica está en asamblea permanente. Nuestro lema es Ocupar Resistir y Producir. Y producir con calidad, con autodisciplina. Y producimos no solo lo que hace la fábrica, sino que también tenemos que producir reflexiones, derechos, debates. Es mucho que producir, y eso lleva a una organización. No es la caricatura de decir que hay que hacer asamblea para cambiar el foquito del baño. Lo que sí hace la asamblea es abrir la discusión al conjunto y así hemos sorteado las crisis más difíciles debatiendo, conversando y viendo colectivamente cómo encarar las cosas”.
El sexo del Estado
Cree Gisela que el futuro del trabajo no es necesariamente la precarización y el empobrecimiento, “sino uno que tenga como centro a la mujer, al hombre, a la comunidad, para pelear por la defensa de los derechos. Se viene todo un avance tecnológico frente al cual tenemos que preguntarnos cómo ponerlo al servicio de los derechos de los trabajadores. Tal vez sea reducir la jornada laboral. Es algo a debatir. Pero yo creo que se puede lograr trabajar en mejores condiciones, e incluso menos, porque no hay una crisis de la riqueza. Todo lo contrario: hay mucha riqueza, pero mal distribuida. Entonces hay que ponerle una mirada social, solidaria y popular al tema de la riqueza. Qué pena que muchas veces los sindicatos no propicien estos debates. Pero nosotros tenemos la mirada puesta en los derechos, la dignidad, la solidaridad, pero no como algo teórico o abstracto ni romántico. Es una solidaridad concreta para generar trabajo incluso a quienes fueron expulsados del sistema educativo”.
La invisibilización, considera, viene a varias bandas: “Los empresarios no nos pueden ver con simpatía”. Previsible: las cooperativas hacen funcionar experiencias productivas en las que los propios empresarios fracasaron.
“Y el Estado tampoco nos ve con buenos ojos, necesariamente. No es un Estado asexuado, no ha dejado de ser durante décadas el que maneja los hilos que responden a ciertos intereses del sistema capitalista. Por eso ahora es importante consolidar los avances que se están teniendo, para que se transformen en nuevas políticas de Estado”.
Sobre la confianza en que eso ocurra. “Nosotros no confiamos en nadie más que en nuestros compañeros, compañeras, y en nuestra movilización. Tenemos que seguir trabajando hacia adelante en las fábricas y empresas, en los espacios institucionales, correr los límites que tenemos y que nos imponen”.
Tenedores para la sopa
Gisela pone un ejemplo de las tradicionales políticas estatales: “Llueve sopa y me regalás un tenedor. Te digo que no me sirve, me lo sacás y me pegás con el tenedor. Si fuera que me arreglaste la vida, todo bien. Pero no es así, entonces hay que bajar un poco, y aprender a escuchar y a dialogar”. Tiene en la oficina imágenes de Santa Rita, Perón, Marx, el Che, un Gauchito Gil y otra imagen de Diego Duarte, adolescente desaparecido en 2004 en los basurales de José León Suárez.
Tiene una frase del Papa Francisco: “¡Las cooperativas lo desafían todo, incluso desafían la matemática pues, enuna cooperativa, uno más uno da tres! Y enuna coooperativa un fracaso es medio fracaso. Eso es lo bonito de las cooperativas”.
Gisela propone: “Somos muy cabeza duras, pueden invisibilizarnos, ignorarnos, pero nunca van a poder dejar de reconocer que somos cabeza duras, consecuentes. No lo digo, como te decía antes, por una mirada romántica. Lo digo por una mirada situada. ¿Estamos hablando de héroes anónimos? Sí, no te podés perder esa parte de la película, o de la realidad, por estar en un laboratorio. Si eso lo entendieran los que tienen cargos, funciones y posibilidad de tomar decisiones, estaríamos mucho mejor. Para eso se necesita humildad y diálogo… tampoco son cosas tan difíciles”.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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