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Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

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Tres personas vieron a Santiago Maldonado en dos eventos distintos el 27 y el 29 de julio en El Bolsón. Otra cuenta en exclusiva que llevó al joven en auto a la Pu Lof en Resistencia en la mañana del 31, un día antes de ser visto por última vez. lavaca reconstruyó estos testimonios que desmontan la operación del Estado respecto a las hipótesis que difunden los medios comerciales sobre que Santiago no estuvo en la comunidad o que fue herido días antes, para desviar el eje: la desaparición forzada en manos de Gendarmería. En tanto, la CIDH otorgó una medida cautelar para que el Estado adopte “las medidas necesarias para determinar la situación y el paradero” del joven y estableció un plazo de 10 días para que informe periódicamente qué está haciendo para buscar a Santiago. La familia exigió a través de un comunicado su participación activa y el control en la investigación.
Luego de negar que Santiago Maldonado fuera víctima de una desaparición forzada, difundir los datos personales de un testigo protegido y defender el accionar de Gendarmería del 1 de agosto diciendo que “no iba a tirar ningún gendarme por la ventana”, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, sugirió la posibilidad de que el joven de 28 años haya sido herido el 21 de julio en un ataque atribuido a la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) a un puestero de Benetton de la localidad chubutense de Epuyén. La versión tomó impulso en los medios comerciales que, lejos de apoyarse en los testimonios de la comunidad, la familia, la Defensoría Federal y los organismos de derechos humanos, propagaron que Maldonado podría haber sido herido – hasta de muerte- a cuchillazos. Incluso, el periodista de La Nación, Francisco Olivera, llegó a preguntarse al aire en el programa Odisea Política del 21 de agosto “qué pasa si a Santiago Maldonado no lo mató la Gendarmería, sino un mapuche”.
Sergio Maldonado y Andrea Antico -hermano y cuñada de Santiago- dijeron a lavaca que esa hipótesis busca desviar el eje de la participación de Gendarmería en la desaparición forzada: “¿Qué van a hacer? ¿Decir que estuvo ahí y que la sangre es de él? Si van a hacer eso, ya está: ya sabemos cómo es. Que inventen otra cosa”.
El director ejecutivo del CELS, Gastón Chillier, dijo en otra entrevista que la desaparición forzada funciona, en general, para encubrir otro delito. “Si vos no manejás esa hipótesis y la rechazás de plano, estás favoreciendo la impunidad. Eso es grave y más grave aún que esté sucediendo cuando los hechos están siendo investigados. Nos parece gravísimo cómo se está manejando el caso de Santiago Maldonado desde el Gobierno. A esta altura podríamos decir que desplegó una campaña de desinformación para desviar la investigación”.
lavaca habló con tres personas que confirmaron haber visto y estado con Santiago en dos fiestas distintas el 27 y el 29 de julio en El Bolsón. Una cuarta revela que fue quien llevó a Santiago hasta la Pu Lof el 31 de julio por la mañana.

“Estaba impecable”

Una de las personas que vio a Santiago es María Eva Babarini, del Colectivo FM Alas.
“A Santiago lo conocí en un folklombe, una noche de folklore y candombe que hicimos en la Estación de Cerveza de El Bolsón. Fue el 27 de julio. Es una estación que se hizo en el predio de la Feria Franca donde todos los jueves de la no temporada se hacen eventos para compartir música regional y que se extienden viernes y sábado. Son espacios muy lindos, donde va gente grande, chiquitos, adolescentes, de mediana edad. Ese jueves nos juntamos a las 9 de la noche y estuvimos hasta las 2 de la mañana. Es un lugarcito reducido y Santiago estaba sentado en uno de los banquitos sobre el piso, tratando de ver de qué se trataba la chacarera. De hecho, se sumó con una de las chicas para tratar de aprender a bailar unos pasos. Una persona muy agradable, muy dulce, muy amorosa. Y cuando empezaron las marchas por la aparición de Santiago, que ahí nos enteramos que era el mismo chico que habíamos visto, me entero que el 13 de julio él le había hecho un tatuaje a uno de mis hijos y a otros amigos. Él tatuaba a domicilio en El Bolsón. Pasaron un día hermoso, diez horas juntos. Ese es Santiago”.
-¿Vos lo viste el 27 de julio?
-Sí. Estaba impecable, perfecto, caminaba muy bien, se relacionaba con la gente maravillosamente, no tenía ningún tipo de rasgo de haber tenido algún encuentro desagradable con nadie y, mucho menos, que lo hayan lastimado en el cuerpo.
-¿Y vos te enteraste en la marcha que era el joven que estaba desaparecido?
-Cuando sale la primera foto de Santiago, que se hace viral y pública, se lo ve con muchas rastas, la barba larga. No era el Santiago que vimos ese jueves. Estaba con el pelo recogido, bastante menos barba, otra mirada. Yo me di cuenta en la primera marcha. Estábamos en la calle, todos mal, angustiados. Se acerca una amiga y me dice: “¿Viste quién es Santiago? Estuvimos con él, el 27”. Ahí me cae la ficha. A la tarde me llama mi hijo, llorando: “Ma, ¿viste el chico que te conté? Es Santiago”.

El pibe de los tatuajes

La amiga de Eva que le avisa en la marcha es Yanina Aleuy, docente. Había visto a Santiago en una feria en junio: “Es muy sociable. Me habló de sus tatuajes. Hay mucha información que por ahí sale y es grave: dicen que Santiago había ido a apoyar a la RAM. Y no es cierto: es una más de las mentiras que están armando”.
¿Qué recordás del 27?
-Estábamos escuchando música. Alguien me toca el hombro, me doy vuelta y lo saludo: era Santiago. Charlamos un ratito, de cómo andábamos, qué estábamos haciendo, de la vida, de los viajes, que había llegado hacía poco. Lo vi un rato largo en el lugar. Él estaba con un grupo de chicos. Estaba ahí: entero. Yo no sabía que él era Santiago Maldonado: me doy cuenta cuando llega su foto. Él era El Brujo acá. Ese día (el 1 de agosto) llega un mensaje diciendo que en la Lof estaban reprimiendo, que había un desaparecido, pero nos llegaba un mensaje con un dato, después con otro, porque al principio lo buscaban con el apellido de la madre: Peloso. Hasta que llegó la foto. Y ahí dije: “Ese es el pibe que yo vi, el pibe que hace los tatuajes”.

Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

Los conocidos reconocieron a Santiago gracias a las fotos. Recuerdan sus últimos días con un aspecto similar a esta imagen, más que a la foto con el pañuelo.

“Estuvimos tomando unas cervezas”

Facundo Herrera Aquino conoció a Santiago en junio en la casa de unas amigas. “Nos juntamos una noche y ellas se iban a tatuar. Él viajaba de esa manera: tatuando y compartiendo con la gente. Ahí nos vimos por primera vez. Entre charla y charla quedamos buena onda y me pasó su número porque me quería tatuar. Cuando le dije que no tenía plata, me dijo que él no siempre aceptaba: hacía trueque. Me dijo: ´Si tenés algo para darme yo te lo acepto y hablamos´. Le pregunté qué necesitaba y me dijo que una campera. Yo tenía, así que se la pasé y empezamos”.
-¿Cómo siguió la relación?
-Nos empezamos a cruzar bastante seguido, en FM Alas, en la plaza del centro. Nos quedábamos charlando. Me contó que tenía ganas de irse de El Bolsón, que estaba juntado plata. Siempre decía: “En un mes ya me voy”. Fines de julio, principios de agosto. Su idea era irse a su casa en Buenos Aires para visitar a su mamá y a su abuela que andaban diciendo que lo extrañaban mucho. La última vez que lo vi fue el finde antes que desaparezca.  Lo vi el sábado y todo esto salió el martes.
-El sábado era 29 de julio. ¿Dónde lo viste?
-En un evento en Alas de rap femenino. Estuvimos charlando un rato, tomando unas cervezas. Siempre muy sonriente, de hacer chistes. Muy buena onda. Sabía mucho de geometrías sagradas y, cuando hablaba de tatuajes, decía que a unos amigos les tatuaba cosas que no tenían que ver con la otra, pero todas unidas armaban sistemas de protección. Para las malas energías y la vida en general.
-¿Sabías que iba a ir a la comunidad?
-No. Me enteré el martes con la primera imagen que vi que compartían todos: Santiago Maldonado, su DNI, la historia de represión, Gendarmería, última vez que se lo vio, difundir. Me quedé: “Esto es mentira”, pensé. Lo compartí. Veía comentarios y todos ponían lo mismo: “¿Apareció? ¿Apareció?”. De repente, se empezó a correr más la bola. Empezó a ser más serio. Me dejó medio shockeado: lo había visto dos días atrás.
-¿Cómo lo viste?
-Te juro que lo vi saltando, agitando. Estaba disfrutando, cantando, bailando. Como siempre. Es súper energético: el chabón no se quedaba quieto ni un segundo. Si lo hubieran apuñalado no habría podido hacer las cosas de esa manera.

“Vamos para la Lof”

L.T no se llama L.T. Prefiere mantener su nombre bajo reserva. Su testimonio permite unir las voces que ubicaban a Santiago en El Bolsón con los hechos que sucedieron el 1 de agosto: es la persona que llevó en auto al joven hasta la recuperación el 31 de julio. Dentro de la desinformación del Estado y las operaciones de prensa, su relato es uno más que se ajusta a lo que desde el minuto uno ha denunciado la familia, la comunidad, los abogados, los organismos de derechos humanos y la Defensoría Federal.
Esto es: a Santiago lo vieron por última vez el 1 de agosto en medio de una violenta irrupción de Gendarmería sin orden judicial a la comunidad de Vuelta del Río. La principal hipótesis sigue siendo la misma: desaparición forzada.
Dice en exclusiva a lavaca:
“Al Brujo lo conocí en el verano. En marzo. Justamente lo conocí cuando por la zona había problemas de tierras y se hizo una movilización a Viedma de comunidades mapuche. Recién estaba llegando de viaje de Chile. Era amigo de uno de mis hijos. Estaba parando en la Bilio (la Bilioteca del Río, el espacio que allanó el juez Otranto en El Bolsón). Nos vimos un par de veces más porque iba para allá, le dejaba algo, nos quedábamos charlando y entonces empecé a conocerlo un poco más. Que contara las vivencias que había tenido. Te contaba historias que te hacían morir de risa. Él siempre me decía: ´Cuando tengas un pedacito vamos para la Lof´. Yo sabía que era vegetariano, entonces bromeaba: ´Estás loco, te vas a espantar: son todos carnívoros´. Siempre que él quería ir estábamos muy llenos por una cosa o por la otra. Unos días antes de todo el despiole, fuimos para Esquel y vio el campo de pasada. En Esquel conoció a algunos de los que iban y quedó mucho más enganchado de conocer el lugar. A la vuelta, lo dejamos en la Biblioteca. Quedamos en que el lunes iba a haber una movida y que yo iba a salir temprano para el campo. Entonces pasé a buscarlo a él y a un amigo”.
-¿La primera vez que ingresó a la comunidad fue el 31?
-Sí.
-¿Cómo fue ese día?
-Lo paso a buscar a la mañana. En el camino levantamos a más gente. Alguna gente que tenía ganas de ir porque se estaba pidiendo la liberación de Facundo (Jones Huala, en ese momento hacía poco más de un mes que estaba preso). Llegamos al campo.
-¿A qué hora?
-Entre 9:30 y 10 habrá sido. Él estaba con su amigo. Se lo presenta.
A partir de aquí el relato de L.T coincide con lo que la comunidad describió a lavaca en su visita a la Pu Lof: comenzaron los cortes de ruta parciales, mientras desde Bariloche llegaba la información de nueve personas detenidas en la represión a la protesta que exigía la liberación del lonko frente al Juzgado Federal de esa ciudad. “A la tarde llegó Gendarmería: leyeron por megáfono que teníamos que despejar la ruta”.
L.T cuenta que Santiago pasó la noche en la guardia de la comunidad. Es una casita de madera. Al no ser mapuche, no podía adentrarse en el territorio. No estaba solo.
A la mañana, comenzó la represión.
“Vimos que la Gendarmería avanzaba por toda la ruta. Todos los lamienes (hermanos y hermanas) estaban del lado de adentro”. La comunidad relató a lavaca que los gendarmes siguieron disparando a pesar de que ya estaban dentro del campo
-¿Qué pasó después?
-Empezaron a hacer autodefensa con hondas de revoleo. Busco a mis hijos, al Brujo, a otro chico más, y cuando quiero ver si están bien por si necesitan algo, baja una balacera. Me cubrí con una capucha para que no me diera en la cabeza. No sé cómo no me dio, pero al lado mío cayeron dos piedras que tiraron desde la ruta. De pronto escucho que gritan “la tranquera”. Fueron segundos. Los veo a todos los gendarmes en fila. Veo el Unimog y escucho un ruido como que chocan algo. Veo que entra y no vi nada más porque lo único que hice fue correr para la guardia porque estaban mis nenes afuera. Cuando voy me cruzo al Brujo que agarró su mochila y salió corriendo para abajo. Nos metimos con mi hija a la guardia. Llegó un gendarme re sacado, empezó a revolear todo preguntando dónde los teníamos escondido. No había nadie. Salió afuera y empezó a dar directivas para todos lados. Alcanzo a ver que sale un Unimog y veo que se estaciona con la culata para el lado del río. Llega una camioneta después, hacen un cordón de gendarmes. Todo esto mirando de lejos. Veo que suben algo y la camioneta arranca. No supe que faltaba el Brujo hasta las 6 de la tarde.

Los últimos días de Santiago: cuatro testimonios que desmienten la hipótesis del gobierno

Una de las últimas fotos de Santiago, antes de ser visto por última vez el 1 de agosto en Chusamen.

El derecho a saber la verdad

La familia de Santiago emitió un comunicado junto a su abogada Verónica Heredia.

  • “Santiago es víctima de desaparición forzada desde el 1 de agosto de 2017 en la Provincia del Chubut, Argentina;
  • La desaparición forzada es un delito que comienza con la privación de la libertad de Santiago por personas del Estado –Gendarmería- seguida de la falta de información de su paradero y la negativa a reconocer su privación de la libertad por parte de las autoridades;
  • La desaparición forzada es un delito que solo lo comete el Estado;
  • Es un delito continuado: todos los días se comete desaparición forzada hasta que aparezca Santiago;
  • Por eso la causa penal no puede archivarse hasta que se encuentre a Santiago, se esclarezcan las circunstancias de su desaparición, se identifiquen a los responsables materiales y a los autores intelectuales, y se determinen las responsabilidades penales, administrativas y políticas;
  • Tenemos el derecho a que no se presuma el fallecimiento de Santiago y exigimos que las autoridades respeten nuestro derecho;
  • Hasta la fecha la única hipótesis sustentada en elementos objetivos es la desaparición forzada. Por ser un delito de Estado la carga de la prueba se invierte y debe el Estado corroborar que tal hipótesis es falsa para recién luego avanzar en otras hipótesis;
  • Al despejar todas las dudas sobre la hipótesis mayor se llegará a cualquiera menor. Por el contrario el paso del tiempo garantiza la impunidad;
  • La impunidad garantiza la repetición de los hechos, como los de Iván Eladio Torres Millacura, Sergio Avalos, Julio López, Luciano Arruga, Facundo Rivera, Daniel Solano, César Monsalvez, entre otros;
  • La familia y la sociedad tenemos el derecho absoluto a conocer la verdad”.

En ese sentido, exigen a las autoridades judiciales y políticas que se tomen todas las medidas necesarias para garantizar:

  • “La inmediata aparición con vida de Santiago;
  • Se inicie una investigación imparcial, seria, eficaz y pronta que establezcan las circunstancias de la desaparición de Santiago y a los responsables materiales e intelectuales y determinen las responsabilidades penales, administrativas y políticas;
  • Se requiera la colaboración del Dr. Mario Coriolano a fin que se conforme un equipo de investigación a cargo del Dr. Alejandro Mejías Fonrouge;
  • Se garantice a la familia la participación activa en la investigación y su control;
  • Garantice seguridad física y psicológica a los familiares, amigos y a todas las personas que colaboran con la investigación en calidad de testigos”.

Diez días

Horas después que la ministra Bullrich, el ministro de Justicia, Germán Garavano, y el secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Claudio Avruj, se levantaran de una reunión con organismos de derechos humanos que exigían una respuesta clara ante la desaparición forzada de Santiago, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó una medida cautelar para la protección de los derechos del joven. Fue en respuesta a la solicitud que la organización Naturaleza de Derechos presentó ante el organismo el 7 de agosto. La CIDH “tomó en cuenta las denuncias de los solicitantes”, que sostienen que el joven “fue objeto de una desaparición forzada”.
La CIDH solicitó al Estado que:

  • “Adopte las medidas necesarias para determinar la situación y paradero de Santiago Maldonado, con el fin de proteger sus derechos a la vida e integridad personal”.
  • “Informe sobre las acciones adoptadas a fin de investigar los presuntos hechos que dieron lugar a la adopción de la presente medida cautelar”.

Naturaleza de Derechos calificó de “paupérrimo y vergonzoso” el informe presentado por el Estado argentino en respuesta al requerimiento elevado por la CIDH.

  • “En primer término, con el ardid de eludir responsabilidades y la obligación de responder ante el organismo interamericano -demostrando un desconocimiento del derecho internacional publico y del reglamento de la CIDH-, el Estado Argentino planteó burdamente la existencia de una litispendencia internacional (es decir, un “juicio pendiente”), pretendiéndola basar en la coexistencia de una petición de acción urgente del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, como si esta última con el sistema interamericano de derechos humanos fueran procesos ordinarios de contiendas judiciales”.
  • “En segundo término, el Estado Argentino argumentó que la medida cautelar de la CIDH no era necesaria porque las autoridades locales ya habían adoptado diligencias para determinar la situación de Santiago. Sin embargo pesó mas, para la CIDH, las pruebas y las alegaciones de los peticionantes, en cuanto a que las diligencias a las que refiere el Estado Argentino, fueron durante las dos primeras semanas, no investigar a la fuerza (Gendarmería Nacional) que había intervenido en los hechos represivos del 1 de Agosto de 2017 y que está involucrada directamente con la desaparición de Santiago”.

Por esa razón -subraya la organización-, para la CIDH “el Estado argentino no cumplió con la carga de demostrar que la persona afectada -Santiago Maldonado- no se encuentra en una situación de gravedad, urgencia e irreparabilidad”. Los hechos del 1 de agosto se sumaron a un expediente en curso que la CIDH abrió luego de la violenta represión de Gendarmería a la Pu Lof el 10 de enero.
Ahora, el organismo le otorgó al Estado un plazo de 10 días al Estado para que informe de forma periódica qué acciones está tomando para buscar a Santiago Maldonado.

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Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

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Tiempo, emoción y galletitas. Memoria, humor y lucidez. Esos fueron algunos ingredientes de una reunión histórica y nutritiva ocurrida en 2010 entre Hebe de Bonafini y María Isabel Chicha Mariani. Una charla para recordar un día como hoy, 4 de diciembre, en el que Hebe cumpliría años, porque cuenta parte del nacimiento de un inédito tipo de movimiento social conformado por mujeres desesperadas ante la desaparición de sus hijas e hijos, nietas y nietos, tras el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿Por qué recordar? Porque quienes olvidan todo o tienen amnesia, no saben quienes son hoy, en este momento.

Este encuentro de 2010 ocurrió en La Plata entre dos vecinas: Hebe (fallecida en 2022, quien era presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo) y Chicha (quien fallecería en 2018, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo). Estaban distanciadas desde hacía 29 años, y la propuesta de nota en MU permitió reunirlas. ¿Qué nos dicen sobre el presente los primeros tiempos en la historia de lucha por la aparición de sus hijos y nietos? Los viajes, las gestiones, las anécdotas, la causa de la pelea, sus reflexiones e intercambios, en los principales tramos de esta conversación inolvidable.

Por Sergio Ciancaglini

A las 6 de la tarde sonó el timbre, con una puntualidad de los tiempos en que vida o muerte podían depender de la exactitud de las citas de madres, abuelas y familiares de desaparecidos. En la casa de la fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, había una mesa con tetera, tazas y medialunas, que por un rato desplazaron expedientes judiciales, recortes de diarios y denuncias de su creación más cercana, la Asociación Anahí. A esa casa de la calle 47 de La Plata, llegó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, con masas, un huevo de Pascua (enviado por Alejandra, su hija) y galletas dietéticas.
Besos, abrazos. Chicha ha perdido casi totalmente la vista. Por eso es Hebe la que dice: “Nos vestimos igual. Estamos en la misma murga”. Las risas ayudaron a sobrellevar la emoción de este encuentro en el que cada palabra y cada silencio tuvieron una carga que mejor que adjetivar, es conocer.
Chicha tiene 86 años, Hebe 81, y ambas una lucidez sin edad.
Se habían distanciado hace 29 años. Se volvieron a ver en marzo, en una exposición sobre Clara Anahí, la nieta que Chicha busca desde noviembre de 1976. Hebe fue a esa muestra en Canal 7, y del reencuentro fugaz nació la idea de una charla con MU. Con tiempo, té y galletitas.

Encuentro a la hora del té: Hebe de Bonafini, Chicha Mariani y una reunión para hacer historia

La reunión en casa de Chicha, después de 29 años distanciadas. Foto: lavaca.org

Sonrisas junto al paraíso

Hebe tiene dos hijos desaparecidos, Jorge y Raúl. A Enrique Mariani, el hijo de Chicha, lo mataron en 1977. En noviembre de 1976, un ataque de la Bonaerense bajo órdenes de Ramón Camps reventó literalmente la casa donde había al menos cinco personas que fueron acribilladas, entre ellas la nuera de Chicha, Diana Teruggi. Allí estaba Clara Anahí, tres meses de edad.
Hebe y Chicha se conocieron en noviembre de 1977, con la llegada a Buenos Aires de Cyrus Vance, enviado del presidente norteamericano James Carter, que iba a participar en un acto en Plaza San Martín. Chicha: “Yo había conocido a Licha (Alicia De la Cuadra, un hijo y una hija embarazada desaparecidos) y me dijo que podíamos ir a darle un ‘testimonio’ a Vance. Yo era una bruta, daba clases de Artes Visuales en el Liceo de La Plata pero no sabía viajar a Buenos Aires. Aprendí que un testimonio era un papel con mi caso. Cuando llegué me quedé paralizada. Estaban los funcionarios, todo lleno de milicos armados, los perros, en otro lugar había mujeres. Todas empezaron a gritar. Y se pusieron los pañuelos que tenían escondidos. Y yo sin saber qué hacer, con el papelito apretado contra el pecho. Vino una mujer corriendo, me dijo: ‘Dame el testimonio’, y se lo llevó a Cyrus Vance. Era Azucena Villaflor, la fundadora de Madres”.
Con Licha ya habían resuelto encontrarse allí mismo con otras mujeres que buscaban a sus nietos. “Nos juntamos abajo de un paraíso, frente al Colegio Militar. Nos debían estar filmando desde adentro. Conocí a Ketty (Beatriz Neuhaus) y me llevé una sorpresa: me saludó con una sonrisa. Y Eva Castillo, lo mismo. Pensé que no tenía que andar con esa cara de desgraciada, si ellas intentaban que el encuentro no fuera tan ingrato”.
Así, el 21 de noviembre, nacía Abuelas. Hebe, intencionadamente: “¿No era el 22 de octubre, entonces?” La diferencia de fechas es parte tal vez de las distancias nacidas con la salida de Chicha de Abuelas, en 1989. “Hubo cosas que no me gustaron y siguen sin gustarme, pero no quiero hablar de eso. No quiero que nada demore el trabajo de buscar a mi nieta”. Hebe: “Pero tu trabajo fue fundamental, y en los momentos más difíciles con vos al frente, fue que lograron recuperar a los primeros 60 chicos. Todos lo sabemos. Y por eso te quiero decir que todas las Madres te mandan un beso grande, te apoyamos totalmente en lo que necesites”.
Chicha se emociona, y me cuenta: “Pero aquel día, cuando me iba a volver, la veo a Hebe que dice: ¿quién va para La Plata? Cuando me acerqué, no me preguntó si quería que fuéramos juntas. Directamente me dijo: ¡vamos!” Se ríen y Hebe agrega datos no descartables: “Los pañuelos eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre, para poder reconocernos en una marcha a Luján. Las que nunca los usaron fueron Azucena, y Esther Careaga, porque decían que parecíamos monjas”. Azucena, Esther y Mary Bianco desaparecieron poco después, en diciembre de 1977, operativo de la ESMA alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz, merced a la infiltración de un falso hermano de desaparecidos, que en realidad era Alfredo Astiz.
 

Madre de la bombacha roja

Los viajes de estas dos mujeres recién comenzaban. Chicha empieza a reírse, recordando uno de sus regresos en colectivo, desde Quilmes.
 
Hebe: Yo iba con la carpeta de denuncias, paraguas, piloto, fiambres y chorizos.
Chicha: Y yo llevaba salamines, lo hacíamos medio para disimular, y para hacer algún mandado de paso.
H: Cuando llegamos, me paro, se me cae la pollera, y quedo en bombacha.
C: Escuché la risotada de Hebe, que para no largar los chorizos no se subía la pollera. No la veía bien porque yo iba agarrada a los salamines. Pensé que tenías combinación.
H: ¡No! Para mi las enaguas eran cosa de vieja, y para colmo me habían regalado una bombacha roja y era justo la que llevaba puesta. Más trola imposible.
Otra ronda de té. Chicha toca la mano de Hebe.
 
C: Pero te quiero recordar algo más, también por el 77 o 78. Un día apareciste con vestido celeste, planchadito. La noche anterior se había escuchado un tiroteo. Viniste a avisarme que ibas a ver qué pasaba. Y llevabas una canastita con comida por si había alguien que necesitara algo. Te pregunté si querías que fuera con vos, dijiste que no. Fue una prueba de coraje. Yo no me atrevía a ir.
H: Esas cosas nacen pensando en que si tu hijo está en esa situación…
C: El tema es cómo superar el miedo sin paralizarse.
H: Las mujeres lo sabemos. Es como parir. No pensás en vos, ni en quedarte quietita, pensás que tenés que hacer fuerza para que nazca y sea sano. Pero además, se llevan a tu hijo ¿Hay algo peor, más horrible? Así que nada: hay que seguir.
C: Yo pensaba que si me llevaban no iba a aguantar ni dos minutos en la mesa de torturas. Soy muy sensible al dolor. Mi ilusión era morirme enseguida. Qué tonta, ¿no?
H: Una piensa estupideces. Yo andaba siempre con cepillo de dientes, calzoncillos y pañuelitos en una bolsita, por si encontraba a mis hijos. Todos éramos muy inocentes. Hasta los chicos. Un día entro al cuarto del mayor y estaba con unos amigos, todos atándose. ¿Qué hacen? “Practicamos cómo desatarnos por si nos agarran”. Creían que les iban a dar tiempo.
C: Nunca imaginaron la perversión.
H: Habían preparado todo para saltar a lo del vecino. Pobres. A uno de mis hijos lo encontraron por mi vecina, que dijo que había reuniones en la casa y pasaba algo raro.
C: Pensar que tanta gente pudo ayudar, pero se calló. No sé qué tenemos adentro. El enano fascista.
H: Pero fijate al revés: otro vecino salió a avisarle a mi hijo que lo esperaba la policía, y entonces se lo llevaron a ese vecino. Después lo soltaron, pero el tipo no quería ni verme. Es difícil juzgar.
C: Sí, pero yo veo que tenemos raíces. Hace mucho quiero hacer un libro, la Historia de la Infancia Argentina. Desde los españoles que llevaban chicos y chicas indígenas como esclavos y sirvientes, después los terratenientes con derecho a hacerles hijos a las mujeres campesinas y apropiarse de ellos. El derecho de pernada, que todavía existe, del patrón sobre la primera noche de cada niña. Hagamos un salto: llegan los militares, se llevan a los chicos, y mucha gente lo ve bien. Yo creo que es todo ese residuo ancestral, que produjo la enorme vergüenza de un pueblo que se supone culto, pero no abrió la boca, no tomó la defensa de ningún niño. Me atrevo a decirlo porque es mi pueblo. Pero no puede ser que haya parecido normal que los chicos sean secuestrados y apropiados.
H: Hacé el libro. Nosotras lo podemos imprimir.
C: Te cuento algo más. El secretario de Pío Laghi, monseñor Celli, les dijo a dos abuelas, Elba Ford y Delia Penela: “Dejen de molestar, imagínense los chicos están con familias que pagaron 4.000 pesos por cada uno, eso les dice que los van a cuidar bien”.
 
Hebe da un respingo. “Tengo una información muy importante que contarte cuando estemos solas”.
Les propongo apagar el grabador. “No, totalmente solas. Encerradas en el baño”, dice Hebe, entre las carcajadas de Chicha. ¿El baño es un lugar para intercambiar datos? Hebe: “Claro. Hay cagadas, pero de otra clase”. Chicha: “Me estoy divirtiendo. Mirá, cada una habrá hecho o dicho cosas. Pero somos leales”. En una época engañaron a Chicha diciéndole que podría recuperar a su nieta. “Le hice a Hebe un poder para que cuidase a mis padres por si yo tenía que irme al exterior. Todavía lo tengo guardado”.
 

El día que se distanciaron

Siguen las cataratas de diálogos:
C: ¿Te acordás cuando estuvimos con Sandro Pertini? (Presidente de Italia)
H: Estábamos en un departamentito vacío, con dos camas y dos colchones. Como éramos cuatro (con Elida Galetti y María Del Rosario Cerrutti) nos turnábamos: cama sin colchón, o colchón en el piso. Calentábamos agua en una jarrita para poder bañarnos.
C: Salimos de compras y vos llevabas la comida en una bolsita.
H: Comprar era un lío, como no sabíamos italiano, tenía que hacer el gesto de limpiarme el que te dije para que entendieran de queríamos papel higiénico.
C: Y de repente nos avisan que vayamos urgente al Quirinale, que Pertini nos iba a recibir. Salieron los del protocolo, agarraron nuestros tapados pero Hebe no quería darles el tapadito ni la bolsa de comida.
H: ¡Con lo que nos costaba la comida, mirá si se las voy a dar! Además yo había salido así nomás, con ropa medio feona, no quería sacarme el tapado. Pertini lloró con nosotras, denunció a la dictadura. No lo reconoció a Videla. Fue de los pocos.
C: Pero cuando salimos, en esos salones principescos, había un sillón de terciopelo con la bolsita de nuestra comida.
¿Cuándo se distanciaron?
C: Capaz que ni te diste cuenta. Yo me enojé con vos en la Catedral de Quilmes. Las Madres la habían tomado. Yo las acompañaba. Seríamos 20 entre todas. Hiciste un comentario de esos que hacés vos, fuerte. Yo dije: “No podemos seguir discutiendo”, y me abrí.
H: Ya me acuerdo, fue en 1981, después de la primera Marcha de la Resistencia. Claro, lo querían mucho al obispo (Jorge Novak) y yo le decía de todo. Fue así: terminó la Marcha y nos fuimos para Quilmes. Teníamos termos, frazadas, hasta walkie talkie (en la era pre-celulares y pre-Internet). Estábamos comiendo heladito en la plaza, todas separadas para que nadie se diera cuenta. Juanita Pergament se encargaba de la prensa. Pero llegó antes de tiempo con los periodistas, tiramos los helados y nos metimos corriendo antes de que nos cerraran la Catedral. Se armó un quilombo padre. Y ya ni sé qué le habré dicho al viejo ese. Me decían: “Claro, tomás la Catedral del que sabés que no te va a echar”. Y claro, no iba a ir a una donde nos rajaran. El ayuno duró 12 días, hasta Navidad. Pero es cierto, siempre fui una desbocada. Ella no (señalando a Chicha). Ella lo que tuvo es el rigor, la prolijidad para investigar todo. Impresionante.
C: Mi desesperación era encontrar a Clara Anahí. Todo lo que fuera distraer esa búsqueda para discutir, me sacaba de quicio. Pelear con Hebe no tenía sentido. Además, te acordás que una vez en tu casa te dije: mi hijo está muerto. Mi búsqueda es diferente. Las Abuelas tenemos que recurrir a la justicia. Las Madres tienen otro reclamo. Fue bueno que cada una fuera por su lado.
  

La hora del secreto

Hebe cuenta que a pedido de su hijo Raúl una vez sacó a una mujer y a un chiquito al Brasil, todos con documentos falsos, en plena dictadura. “Lo llevaba en brazos yo, porque si agarraban a la mamá, por lo menos se salvaba la criatura”. Chicha tuvo lo suyo, pero en democracia: “Con Mirta Baravalle, una valiente, llevamos a un chiquito a Brasil, donde tenía familia. La mamá había muerto ese día en el ataque a La Tablada (enero de 1989). Lo hicimos en secreto. Nunca supe de él”.
 
¿Cuáles son las claves para actuar en estas situaciones donde todo parece en contra?
C: Hay que aprender a mirar para afuera de uno, de la casa, captar todo lo que hay alrededor. Aprender todo lo que quepa en el cerebro, en el cuerpo y en la memoria.
H: Es cierto. No pensar en uno. El otro soy yo. Lo que le pasa al otro me pasa a mí. Y no parar. Como hizo Chicha. Lo que está haciendo ahora es muy importante con la Asociación Anahí. Hay que conocer eso. Porque ella tiene un modo especial que le llega mucho a la gente. Hoy como funciona la política, no sirve. Hay que cambiar el estilo. A nadie le interesa hablar de marxismo, trotskismo ni peronismo. No te dan bola. Funciona que haya gente como Chicha, o las cosas que hacemos nosotros con el Ecunhi (Espacio Cultural Nuestros Hijos, en la ex ESMA), con la Universidad, la radio y todo lo demás”.
 
Sobre el presente, Chicha dice: “El gobierno hizo avances, pero para mí falta que apuren a las fuerzas militares para que digan qué pasó con los desaparecidos y los chicos apropiados. Lo saben, tienen el material. Entonces, que digan la verdad”.
Hebe: “¿Te digo lo que te tengo que contar”. Chicha le responde “vamos” y zarpan las dos tras una puerta vaivén. La reunión no fue en el baño, sino en la cocina de la casa de Chicha. Vuelven, sin apiadarse del cronista.
Hebe: No sabés lo que te perdiste.
Chicha: Ya lo sabrás alguna vez.
Hebe: Ella sabe unas cosas. Yo sé otras. Es lo que hicimos siempre. Juntar lo que cada una sabe, y armar el mapa, para saber dónde estamos paradas.

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Orgullo

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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