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Nueva moneda cooperativa para intercambiar producción sin psicosis inflacionaria

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El lema en los billetes es: “La cooperación supera a la competencia”. Este sábado 1° de octubre será presentada la Moneda de Intercambio Argentina (MIA) un mecanismo de pago creado por el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas para el sector autogestivo y quienes quieran sumarse. El evento ocurrirá de 12 a 19 en la Cooperativa El Mercadito (Cnel. Ramón Falcón 2714, Flores, Buenos Aires) con la presencia de las propias cooperativas y sus productos, feria gastronómica y números musicales.

El MNER plantea el lanzamiento de la moneda como una propuesta que «apunta a fortalecer a empresas, trabajadores y trabajadoras, y productores de la economía popular, a partir del intercambio de productos y servicios».

En esta nota de la revista MU Eduardo Murúa (Director de Políticas de Inclusión Económica) explica cómo funcionará la MIA, el vigente antecedente suizo de una moneda cooperativa y otros proyectos que vislumbra frente a la crisis: sustitución de importaciones y una ley para consolidar a las cooperativas sin patrón. Datos de un proyecto que busca, entre otras cosas, que la vida sea más productiva y más llevadera. Por Sergio Ciancaglini.

El actual Peso argentino cumplió 30 años. Nació el 1º de enero de 1992 como equivalente a 10.000 australes y a un dólar, cuando gobernaban personas que hicieron y deshicieron demasiadas cosas. 

Hoy el Peso argentino sirve para comprar dos banditas elásticas mientras se estira la inflación. O un tercio de sobrecito de azúcar que se puede diluir en 1,33 gramos de café, o en la realidad. Alcanza, cash, para dos (2) fósforos, seres de la familia de lo efímero, 0,7 gramos de asado, 0,2 gramos de dentífrico, 0,8 gramos de tarta vegana, 3,4 centímetros de papel higiénico, 6,25 mililitros de leche (120 gotas) si es que eso que venden en los súper es leche; la misma cantidad de agua embotellada, 1,5 gramos de yerba, 3 gramos de pan, 1,2 milímetros de cigarrillo, el 1,30 por ciento de una medialuna. Es un mercado molecular, una moneda subatómica destinada al  nanoconsumo, y no se sabe si las cosas serían mejores o peores de otro modo, aunque siempre conviene estar en alerta. Al salir esta MU a la calle es posible que las proporciones aquí detalladas se hayan convertido en micropartículas aún más imperceptibles.   

“La moneda no vale nada. Entonces dijimos: cuando nos sacaron las fábricas, las recuperamos. ¿Nos sacaron la moneda? Vamos a recuperarla. Hagamos nuestra propia moneda”. 

Así lo relata el Vasco Murúa (su nombre de pila, casi fuera de circulación entre quienes lo conocen, es Eduardo). Es fundador del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) y todo lo que logró esa organización en base a desesperación por salir del desempleo, inteligencia y tozudez, hizo que el actual gobierno designara a Murúa en el Ministerio de Desarrollo Social como Director de Políticas de Inclusión Económica dedicado en la práctica al sector de empresas sin patrón (por su mecanismo horizontal de funcionamiento). Son más de 400 y el lanzamiento del Renacer (Registro Nacional de Empresas Recuperadas) permitirá confirmar que involucran a unas 18.000 personas demostrando que es posible trabajar con una lógica diferente de producción y de relaciones.  

Más allá de su rol como funcionario, describe al Estado como colonial, o como “estúpido, bobo y maligno” al hacer cosas como haber subsidiado a las corporaciones vía ATP durante la pandemia con la mitad de los salarios, incluso los altos, “mientras a nuestro sector le entregaban planes Potenciar Trabajo que eran la mitad de un salario mínimo”. Ese apoyo fue importante (todo lo es para las cooperativas de trabajo), pero a la vez fue percibido como casi una limosna por lo que Murúa cuestionó: “No nos ven ni nos escuchan, siento que hay una subestimación con respecto a nuestros compañeros”.    

Desde fines del siglo pasado el MNER es uno de los grupos que reunió a experiencias obreras conformadas como cooperativas de trabajo que se hicieron cargo de las empresas en las que trabajaban frente a la quiebra, vaciamiento y/o fraudes perpetrados por las respectivas patronales. La marca de agua del movimiento, su hilo de seguridad, es una trilogía de acciones: Ocupar, Resistir y Producir. 

Y esta novedad con forma de billetes implica otras tres palabras: Moneda de Intercambio Argentina, MIA. 

Nueva moneda cooperativa para intercambiar producción sin psicosis inflacionaria

Mujeres trabajando

«Veníamos estudiando el tema desde hace años, como necesidad de tener una moneda para intercambio dentro de la economía popular” explica Murúa. 

La idea tiene alcances simbólicos y también políticos: “El Fondo Monetario Internacional (FMI) controla la economía, incluso no te deja emitir y en esa discusión sobre la emisión está uno de los impedimentos para crecer. Si el Estado capitalista no facilita desde la emisión la producción y el consumo del pueblo, entonces que emita el pueblo. Lo proponemos desde un sector humilde que son las empresas recuperadas pero es una idea que dejamos abierta, no queremos hegemonizarla. Es una forma de plantear que hay otras formas de construir otros mercados”. 

Nueva moneda cooperativa para intercambiar producción sin psicosis inflacionaria
El acto del MNER en Aceitera la Matanza, en el que se lanzó el proyecto de Ley de Recuperación de Unidades Productivas, para que las empresas rescatadas por sus trabajadorxs sigan consolidando su funcionamiento.

Los billetes son de dos denominaciones. El de 500 MIA (equivalente a 500 pesos, al menos por ahora) es azulado, con la imagen de una persona haciendo un trabajo metalúrgico de soldadura. En el reverso se ve el mapa argentino rodeado de manos entrelazadas bajo una frase: “La cooperación supera a la competencia”. Al logo del MNER, y la denominación “Moneda MIA” se agregan dos palabras: “Bien común”. 

El billete de 1.000 MIA tiene rasgos similares pero se diferencia por su color verde y en el frente muestra a tres mujeres trabajando con barbijos. Son de la sección empaque de la Cooperativa Mielcitas Argentinas de La Matanza –recuperada bajo la oscuridad macrista– en la que 66 de las 88 personas que se hicieron cargo de la producción son mujeres sin patrón: el billete es un reconocimiento impreso y expreso a quienes lograron imponerse a la destrucción del trabajo.

¿Cómo funciona?

La experiencia ya está en marcha con un plan piloto entre algunas cooperativas como Farmacoop (antes Roux Ocefa, primer laboratorio recuperado del mundo), y Recoop, distribuidora mayorista de producciones de empresas recuperadas, principalmente comestibles (yerba, aceite, quesos, dulces, pastelería, embutidos, entre muchas otras ofertas) y también sanitarios (alcohol, barbijo, cremas), o de línea blanca, acumulando más de 350 productos. 

Explica Bruno Di Mauro, de Farmacoop: “Distribuimos para empezar 1.000 MIA a cada uno de los 45 integrantes de la cooperativa, que pueden comprar en Recoop y en una red de unos 50 mercaditos barriales que se está expandiendo cada vez más. La ventaja es que en Recoop pueden comprar a precio mayorista. Con las MIA que recibe, Recoop hace compras a Farmacoop. Entonces el mecanismo se va haciendo más fluido y se incentiva la compra al propio mercado cooperativo. Y cuando ves que un queso o cualquier otro producto hecho por las cooperativas encima es mejor que lo que te venden afuera, empieza a cambiar todo”. Otra idea: “Fidelizar a los proveedores que compran productos en empresas recuperadas para que se vayan sumando a la dinámica. No queremos que quede solo en el intercambio entre cooperativas, sino que pase fuera de las recuperadas para que comercios o empresas compren en Recoop con MIA”. 

Bruno describe una posible ventaja de esta idea: “En momentos de escasez de circulante no nos veríamos tan afectados, podríamos financiarnos con este sistema. Estamos hablando de la moneda, que es un símbolo máximo del capitalismo como forma de intercambio. Pero la MIA puede reforzar un concepto de economía circular dentro de la economía popular, empezar a apropiarnos más de mecanismos que nos permitan autonomía e independencia. Si te agarra una etapa como el macrismo, no tenés un peso, te pagan a 90 días y no podés bancar ese desfasaje. Tener una moneda propia te permite financiarte, seguir consumiendo y hacer girar la rueda”. 

Murúa: “La oferta de productos va a ser cada vez mayor, incluso de empresas privadas, con dos objetivos: potenciar la demanda de las empresas, y bajar el costo de vida de nuestras compañeras y compañeros”. El sistema va a funcionar en el arranque como un aumento en los retiros (los ingresos de los cooperativistas). “Yo no lo planteaba como aumento. Decía: a quien cobre 50, hay que darle 45 y 5 en MIA, ya eso es un beneficio porque con la MIA tiene más poder de compra. En cualquier caso, habrá que ir despacio para no tener inconvenientes porque esto no es común, nunca lo hicimos. Pero tenemos mucha confianza”.  

Dice Murúa que el caso que más lo impulsó a pensar la nueva moneda nació en Suiza, con la experiencia del Wir, moneda que funciona desde 1934 a partir de Wirtschaftsring-Genossenschaft (Cooperativa del Círculo Económico) que se maneja con pequeñas y medianas empresas y creó además el Wir Bank. Wir significa “nosotros” en alemán. Tiene 50.000 miembros, realiza el 17% de los negocios de Suiza, tiene ingresos anuales de 1.500 millones de euros y el intercambio en esa moneda abarca entre el 1 y el 2% del PBI de ese país. “No estoy inventando nada” ríe Murúa, “pero el Wir te muestra hasta dónde puede llegar una propuesta bien fundada”.  

Duda. Mucha gente puede pensar que el mundo del trabajo no tiene que meterse con las autopercibidas “ciencias económicas” y menos aún crear una moneda, pero siempre ocurrió lo mismo con las empresas recuperadas. Parecía absurdo que obreras y obreros sin conocimiento de gestión, marketing, administración, liderazgo, pudieran hacerse cargo de las empresas muertas, revivirlas como con un desfibrilador de ideas y acciones, ponerlas en marcha, y que pese a los hundimientos de los últimos años estén aquí, de pie y generando trabajo. Donde fracasaron los empresarios y gobiernos de todos los signos, triunfaron estas experiencias.  

Al mismo tiempo el universo está plagado de economistas de supuestas “escuelas”, ortodoxos o heterodoxos, oficialistas, opositores y reversibles, haciendo sus negocios a través del panelismo televisivo, el asesoramiento y/o ocupar ministerios y situaciones de poder. Como pontífices de la actualidad y/o “celebrities” solo se vieron levemente amenazados durante la cuarentena por los infectólogos. Pero la realidad  económica continúa ensimismada por la incertidumbre y la descomposición que cualquiera percibe en un mundo cada vez más desigual, concentrado y en posible vía de autodestrucción (ambiental, climática, social) casi como única idea de “desarrollo”. 

Tal vez la MIA esté simbolizando otros caminos (la cooperación supera a la competencia) para una propuesta modesta y a la vez transformadora: que la vida cotidiana sea más llevadera.

Lo que viene

Murúa considera que todo este proyecto es legítimo “pero lo estamos estudiando a fondo porque sabemos que nos van a atacar, como siempre. Estamos acostumbrados a transformar la legitimidad en legalidad. Queremos que el pueblo tenga capacidad de trabajar, producir y consumir, lo que además va a generar más trabajo y más organización”. 

Mirada sobre el presente: “Estamos en una fragmentación y una desmovilización frente al poder internacional y al local. Cuando ven a la gente muy enojada, te dan unos pesitos, un bono, un plan, para aguantar un poco más. Si no salimos de esa lógica, no salimos. No tenemos soberanía industrial, ni monetaria, ni alimentaria.Desde la dictadura para acá, este es un Estado que no pudimos cambiar, que acepta lo que quiere el poder mundial, sean norteamericanos o chinos: que vivamos de la sojita y de las vaquitas, con una renta extraordinaria que generan nuestro pueblo y nuestra tierra y que se va por un tubo con las exportaciones y la fuga de capitales”. 

¿Y qué se siente ser parte de ese mismo Estado? “Estamos acá como producto de la debilidad de mi organización y de toda la fragmentación del pueblo. Si hubiera lucha en la calle, no estaríamos participando dentro del Estado. Lamentablemente, lo poco que alcanzamos a hacer para las recuperadas ya es más que lo que hicieron los anteriores gobiernos en 22 años”. 

Sobre los movimientos sociales: “Lo que plantean en varios casos es que salir a reclamar, a confrontar, no nos llevaría a una mejora en la vida de la gente, sino a más caos con respecto a las grandes estructuras internacionales. Como diciendo: ‘che, no la pudramos, que después no estamos a la altura de conducir lo que pase’. Yo estoy convencido de que hay que seguir en la calle y discutiendo mano a mano las políticas con el Estado. Hasta en pandemia había que hacerlo. Si lo hubiéramos hecho, me incluyo, el gobierno podría haber negociado mejores condiciones con el FMI”. Diagnóstico: “Sabíamos que íbamos nuevamente a un divorcio total entre el pueblo y  la clase política. Cuando intentamos juntar dirigentes sindicales, sociales, políticos, nos fue mal. Por las buenas, uno podría decir que ‘no hay coincidencias’. Por las malas sería: ‘Estoy cómodo, no me comprometo, negocio, y me hago el distraído’. Como pasó con tantas dirigencias y diputados que se quedaron piolas entre 2015 y 2019, y después con la pandemia. Entonces la derecha aprendió y se está llevando un pedazo del descontento social que acumulábamos las organizaciones populares. La derecha habla boludeces, pero concentra esa bronca hacia la clase política y el Estado”.  

¿Y frente a eso? “Tratamos de discutir las nuevas formas de trabajo y decimos que así como recuperamos las fábricas podemos demostrar que con la autogestión, planificación del Estado, y el conocimiento de las universidades, podemos hacer un proceso de sustitución de importaciones y convertirnos en lo que alguna vez fuimos, un país con soberanía, con recuperación en serio de puestos de trabajo. Y podríamos ahorrarnos en dos años el 50% de los dólares que se van con importaciones chinas o de otros lugares. El Estado sabe qué se importa. Si investigamos cómo se hace ese producto, podemos armar empresas de autogestión gracias a que la tecnología está cada vez más barata. Ya hicimos estudios: en 14 meses se paga esa inversión en maquinaria. Y podemos competir en los precios porque no somos empresarios que quieren renta o plusvalía, sino que lo que buscamos es generar trabajo. Eso cambiaría totalmente al país”.

Murúa tiene una angustia: “Desde la dictadura hasta hoy no hemos podido tener una dirigencia que no se equivoque tanto. Pero si el año que viene el pueblo se equivoca como en 2015, yo creo que es una catástrofe”.  

Mientras percibe que nada se moviliza demasiado, salvo la bronca y la fragmentación, el MNER avanza no solo con la nueva moneda y el debate sobre sustitución de importaciones, sino una Ley de Recuperación de Unidades Productivas que termine con la inseguridad jurídica de las actuales y futuras empresas recuperadas. El acto principal se hizo en Aceitera La Matanza a comienzos de mayo con la presencia del presidente Fernández. El proyecto establece la expropiación de las empresas quebradas o vaciadas y su cesión a las cooperativas. 

Murúa: “Es una Ley que no perjudica a nadie, porque vamos a compensar los créditos que tiene el Estado en la quiebra, y los créditos que tienen trabajadoras y trabajadores. Y nos vamos a quedar con la empresa para producir mientras exista la cooperativa. Todos los espacios que no usemos para la producción, como siempre, serán para generar escuelas técnicas, bachilleratos populares y cultura”. Las empresas recuperadas siguen siendo fábricas de productos, de servicios, de nuevos modos de organización y de producción, de ideas y hasta de monedas. Al Ocupar, Resistir y Producir le agregan otro concepto altamente filosófico: la creatividad. “Ya aprendimos que si no creamos, ahí sí que estamos en el horno”.

(Esta nota fue publicada originalmente en la revista MU de mayo 2022) 

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La Estela: tierra guaraní en escena

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Las actrices Casandra Velázquez e Ivana Zacharski crearon un unipersonal sobre una niña litoraleña que descubre aventuras al amparo del monte misionero. El calor agobiante, la siesta obligatoria, los árboles de yerba mate y las leyendas de ese territorio se cruzan con la inspiración de Clarice Lispector como punto de partida.

Por María del Carmen Varela

A la hora de la siesta el pueblo entra en una pausa obligatoria barnizada por un calor agobiante. Ni el sueño ni el sofoco detienen a la niña, que abandona su cama con sigilo y logra escapar al amparo del monte. Encuentra en la intemperie el abrigo que no es costumbre en su casa. Cada día la espera una aventura distinta, aunque no siempre hay juego y risas. Rebelde, divertida, decidida, busca compañía para sus andanzas y si no la encuentra, transita en soledad.  La salvación a cielo abierto, la naturaleza como sostén y una fascinación: “La Estela”.

La actriz y bailarina Casandra Velázquez y la actriz y directora de teatro Ivana Zacharski dieron luz a esta niña litoraleña sumergida en la vastedad de un paisaje indómito y deslumbrada por Estela, la joven esquiva con mirada de pantera. Ivana y Casandra se conocieron a sus 18 años tomando clases de actuación con Pompeyo Audivert en el Teatro Estudio El Cuervo, poco tiempo después de que cada una viniera a estudiar teatro a la Capital. Casandra nació en Rosario y creció en Venado Tuerto (Santa Fe), Ivana es de Apóstoles, Misiones, donde se desarrolla esta historia que juntas llevaron a escena. Este universo, recorrido por Ivana, de tierras guaraníes surcadas por árboles de yerba mate y leyendas de peligros a la hora de la siesta, fue la inspiración para La Estela.

Ivana tenía ganas de dirigir un unipersonal y eligió a su amiga Casandra para actuarlo. El punto de partida fue un cuento de Clarice Lispector: La relación de la cosa. Casandra: “Los primeros encuentros fueron sin texto, nos acercamos a la obra desde el cuerpo, la respiración y la carne. En los primeros ensayos bailé un montón, unas danzas extrañas, medio butohkas, transpire, canté, corrí, toqué el bajo. Ivana empezó a escribir y yo a probar y actuar todos esos textos e hipótesis, el insomnio estaba presente, la obsesión con el tiempo, los fantasmas del futuro, algo vinculado a la materialidad del agua y el devenir del río. Aparecieron unos cuentos protagonizados por distintas niñas en paisajes litoraleños. Nuestro personaje de ese momento: una mujer en medio del insomnio, se contaba esos cuentos a ella misma para poder dormir”.

La Estela: tierra guaraní en escena

Foto: Gentileza La Estela.

Después de que Ivana hiciera un taller de escritura con Santiago Loza y Andrés Gallina, la historia fue tomando fuerza. Cuenta Casandra que algo se abrió y comenzó a aparecer la trama: “La obra apareció y nos empezó a hablar. Nos metimos adentro de esos cuentos, de esos paisajes y de esas niñas y dejamos de lado todo lo demás. Apareció algo muy mágico entre nosotras, algo de eso que las obras permiten, que es crear un universo común, descubrir conexiones y relaciones nuevas. Sentía que la obra estaba apareciendo y tenía voz propia, apareció el cuerpo de la obra y una forma de narrar”. Casandra recorre el escenario y su fuerza expresiva invita a adentrarse en la historia de esta niña llena de vitalidad y asombro. La vemos en su habitación, presa del calor de la tarde, en busca de libertad y juego, invocando protección divina cuando algo se le escapa de las manos, trabajando en el puesto rutero, pateando una pelota, como se patea a la injusticia, hipnotizada al descubrir la mirada felina de “la Estela”.

El entusiasmo de la juventud, las tragedias inesperadas, las súplicas, el goce de la novedad caben en ese cuerpo palpitante de sueños. Ivana y Casandra apelaron a sus propias vivencias para hilar la narración. Casandra: “Las dos pasamos nuestras infancias y adolescencias medio punkis en distintos paisajes litoraleños, lejos de esta ciudad, sus ritmos y velocidades. Había algo de ese universo común, de elegir siendo muy chicas irnos de las ciudades donde crecimos, que empezó a operar, casi telepáticamente. El ejercicio de revisitar esos paisajes y poblarlos de ficción fue fascinante, mirar el mundo con ojos de infancia nos abrió mucho permiso y nos devolvió mucha vitalidad, nos permitió vincularnos con la violencia, el dolor y la crudeza de crecer desde un lugar de mucho delirio y mucho juego. La obra es bastante impune en ese sentido, el relato no pide permiso, ni da explicaciones, sólo sucede. Justicia poética, decimos, un conjuro de liberación”.

Al cabo de dias de ensayo, la voz de la niña litoraleña comenzó a asomar y Casandra hizo un trabajo específico con la coach vocal Mariana García Guerreiro. El actor Iván Moschner también se sumó a pulir el fluir de la voz. Escuchar radios misioneras, discos y entrevistas a Ramón Ayala y otrxs artistas misionerxs colaboró con esa tarea. La niña que sube el escalón hacia la adolescencia, la que se enfrenta al monte y sus amenazas, se abre paso en la oscuridad con la lumbre de su irreverencia. Salvar y ser salvada, desafiar la imposición de la siesta, para correr a soñar despierta.

La Estela

El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960, CABA

Sábados a las 18  hs, hasta el 27 de septiembre

@laestela.obra

@casandravelazqz

@ivanazacharski

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Litio: nace un nuevo documental

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Este viernes 29 de agosto se presentará un nuevo contenido de Cooperativa de trabajo lavaca: Litio. Un documental dirigido junto a Patricio Escobar que refleja la lucha de las comunidades originarias y el paralelismo entre la reforma (in)constitucional de Jujuy, como experimento hacia la Ley Bases votada a nivel nacional.

“Te cuento esta historia, si me prometés hacer algo. ¿Dale?”.

Así arranca el documental Litio, una historia de saqueo y resistencias, que continúa…

Un documental independiente y autogestivo de cooperativa lavaca y dirigido en conjunto con Patricio Escobar, que traza un hilo conductor entre la reforma (in)constitucional de Jujuy votada a espaldas del pueblo en 2023, y lo que pasó un año después a nivel nacional con la aprobación de la Ley Bases y la instauración del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones).

Este proyecto tiene algunas particularidades: por un lado, no se trata de una única pieza audiovisual, sino de varias. Una más larga, de 22 minutos; y otras más cortas, de menos de 6 minutos. Por otro lado, se propone un documental en construcción permanente, al que se le irán agregando nuevas piezas de una cadena extractivista que parece no tener fin. Para esto, creamos una página web (que también estrenaremos el viernes 29) en la que iremos agregando los nuevos eslabones que surjan a futuro relacionados al oro blanco. 

LITIO muestra cómo viven las comunidades de la puna jujeña en la cuenca de las Salinas Grandes y Laguna Guayatayoc, una de las siete maravillas naturales de Argentina, y a la par, zona de sequía y uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Dato insoslayable: para obtener un kilo de carbonato de litio se utilizan hasta dos millones de litros de agua. Las imágenes se entrelazan con los ostentosos congresos mineros, la represión policial a las manifestaciones por la reforma (in)constitucional y la resistencia de un pueblo que no otorga la licencia social a la explotación minera.

“¿Cuánto cuesta, cuánto vale… nuestra Pacha?”, cantan las comunidades originarias. Esa bandera hecha canción – y esa pregunta- se construye a través de distintas entrevistas a las comunidades Santuario de Tres Pozos, Lipán, El Moreno, Tres Morros, Potrero de la Puna, así como a otros actores. También evidencia el silencio de las autoridades, que no quisieron hacer declaraciones públicas. “Todas las Salinas están cuadriculadas de pedimentos mineros. Allí viven las comunidades y debajo, en el subsuelo, están las minas”, cuenta Alicia Chalabe, abogada de las comunidades.

El documental plantea una premisa: la reforma (in)constitucional de Jujuy en 2023 impuesta por el entonces gobernador Gerardo Morales –a merced de la explotación del litio, ya que modificó el régimen de agua, de tierras fiscales y de la propiedad privada, y ratificó la propiedad exclusiva de la provincia sobre los recursos naturales, entre los que incluye el subsuelo y el mineral de litio– fue el experimento que sirvió de antesala a la Ley Bases aprobada en 2024. Esta profundizó no sólo la matriz extractivista mediante enormes beneficios fiscales a empresas mineras, petroleras y del agronegocio, sino también las relaciones carnales con Estados Unidos y particularmente con Elon Musk, dueño de la empresa Tesla que construye autos eléctricos, para lo cual el litio es fundamental.

LITIO termina con tres palabras, y se erige como punto de partida:

“Esta historia continuará

¿Dale?”.

Te invitamos a seguir construyendo esta historia, este viernes 29 de agosto a las 20, en MU Trinchera (Riobamba 143, CABA).

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CABA

Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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