CABA
Pensar Cromañón: trilogía en el Once
Durante cinco encuentros mensuales, y con un promedio de 300 personas por cita, los familiares de Cromañón fueron los anfitriones de una propuesta: pensar. La invitación fue abierta y múltiple, a partir de ejes concretos, que convocaron a una multiplicidad de personalidades para ejercitar la reflexión sobre un tema que no pasó ni pasará sin dejar huella. En todos y cada uno. Este domingo el último encuentro es a las 14.30 en el Santuario de Once con una trilogía: Ycuá Bolaños, Atocha y Cromañón. Hablarán integrantes de cada una de esos movimientos que tuvieron que desafiar a la máquina de impunidad. El ciclo cierra con los pies: como cada 30, la invitación es marchar hacia Plaza de Mayo. Esta charla con Diego Rozengardt, organizador del ciclo, repasa el recorrido de lo hablado y escuchado y lo que todavía es necesario recordar: justicia, ministros y políticos que invitan a la amnesia.
-¿Qué objetivos se propuso esta invitación a Pensar Cromañón?
-Eran objetivos múltiples y los voy a enumerar en desorden. Uno tenía que ver con una suerte de desafío dirigido a ese universo de intelectuales o -no sé muy bien cómo denominarlo- personas que producen pensamiento y que, ni siquiera en el momento más álgido, tuvieron un compromiso crítico con el tema Cromañón. Se dijo mucho, es cierto, pero en general boludeces, y en los últimos tiempos ni siquiera eso. Es como si el estereotipo del “familiar violento” producido por los medios comerciales hubiese sido funcional para dar por terminado el tema y así lograr que Cromañón quedara en el olvido. En ese sentido, claramente este ciclo fue una apuesta para pensar “junto a” algo que no nos pasó solo a nosotros.
-Casi como darle otra oportunidad a quienes se llamaron a silencio…
-Exactamente. Pero el ciclo también fue un desafío dirigido a la sociedad, produciendo un espacio concreto para que se animara a venir, a escuchar, a preguntar. Y por eso las charlas se pensaron abiertas, con el micrófono disponible para que cualquiera pudiese intervenir, decir, interrogar. Por un lado, entonces, invitamos a un universo de profesionales de lo más variado –psicólogos, periodistas, sociólogos, filósofos, referentes de organizaciones de derechos humanos- pero a los que se le propuso siempre un eje concreto desde el cual abordar el tema, a partir de cual cada uno podía decir lo que quería. Pero otro de los objetivos apuntó a reconstruir nuestra tan vilipendiada imagen: la de los familiares.
-¿En qué sentido reconstruirla?
-En el sentido construido desde la prensa al asociar nuestro reclamo a una conducta violenta. O algo peor. En ese sentido, no puedo olvidar –nunca- ese artículo que publicó Página 12, titulado La sinrazón doliente, de un tal Alejandro Kauffman, donde nos describía poco menos que como un grupo de chiflados, incapaces de digerir el hecho de que Cromañón había sido un accidente, y a los que nos convenía quedarnos en casa llorando y dejar que los que sabían y no estaban atravesados por el dolor, reflexionaran sobre el tema. Fue un golpe bajo, no el único, pero sí el quizá mejor construido, que marcó el punto de distancia, el abismo, lo solos que estábamos. En este año bisagra, donde el juicio penal todavía no iba a empezar y el juicio político ya había terminado, nos pareció muy oportuno crear un espacio donde la sociedad pudiese juzgar lo que pasó.
-El regreso de Ibarra a la política también marcó este año ¿cómo impactó en el Movimiento Cromañón?
-Fue muy difícil digerirlo. Estamos muy cansados, desgastados es quizá la palabra más correcta. Y si bien es cierto que muchos nos dicen “pero ustedes destituyeron a Ibarra, tienen preso a Chabán, procesados a la mayoría de los responsables” y sabemos que eso es más que lo que se ha logrado con casos como el atentado a la Amia o la embajada de Israel, y tantísimos más que siguen exigiendo justicia, no por eso nos tenemos que conformar. La destitución de Ibarra no significó para nosotros, por ejemplo, una garantía de que se haya destituido la lógica política que permitió que Cromañón sucediera. Es algo que tenemos muy en claro los familiares, desde el primer momento. Desde esa perspectiva, también el ciclo fue un desafío dirigido a ese universo “progresista” que se acomodó a la imagen de que somos “funcionales a la derecha” para sacarse el problema de encima y dejarnos solos. En suma, creímos que más allá de que pienses que Ibarra estuvo mal o bien destituido, que Chabán debe o no estar preso o de que Callejeros tiene o no una responsabilidad, un ciclo como este era un espacio adecuado para poner en juego esas opiniones. Sin embargo, tuvimos la total indiferencia por parte de la prensa comercial, lo cual no hizo más que confirmar la posición que tuvo siempre ante Cromañón que es la de ignorar olímpicamente todas las actividades indiscutibles que hacemos los familiares, como la muestra de fotos, la murga, las marchas de cada mes.
-Es decir, cualquier cosa que no refuerce el estereotipo de violencia que es lo que aisla el reclamo.
-Exactamente. Incluso ahora, cuando esos tres padres que estaban tan, pero tan mal que decían cualquier cosa, ya no las dicen más, no hay noticias sobre los familiares. Las únicas noticias sobre Cromañón son sobre la causa penal. Mirá cómo se ha privatizado la responsabilidad de tal manera, que el caso Cromañon quedó reducido a nombres: Chabán, Ibarra, Callejeros, algún que otro funcionario procesado y punto. Y ya está. Cromañón ni siquiera es la justicia: es una causa penal. De esta manera se prepara el terreno para que el juicio –tenga el resultado que tenga- sea el punto final del tema.
-Ese ocultamiento ¿no es proporcional a la importancia que tiene pensar Cromañón en cuanto impacto social?
-Para nosotros es muy difícil pensarlo así, en términos de cuanto menos se habla, más importancia tiene. Pero es cierto, al menos en parte: ahora somos unos 500 en las marchas de cada mes y nos siguen poniendo la misma cantidad de tanques que cuando llenábamos la Plaza de Mayo. También es cierto que no nos importa puntualmente lo que diga Julio Blanck ( editor de la sección política del diario Clarín) ni Pasquini Durán ( columnista de Página 12) o Jorge Fontevecchia ( dueño del diario Perfil), pero sí cómo construyen opinión en mucha gente.
-¿Crees que pueden influir en la justicia, que es la que más sensible se muestra a la opinión que construyen los medios comerciales?
-Es posible. De todas maneras, la causa penal pasó por tantas manos que quedó evidente cuál era el juego.
-No es tan claro ¿cuál fue?
-Y… otra sería la situación si tuviese que declarar Aníbal Ibarra o Aníbal Fernández
-¿Qué tendría que explicar, por ejemplo, el ministro Fernández?
-Debería responder por la actuación de la Policía Federal. Debería responder, concretamente, porqué el comisario procesado por cohecho, por cobrar coimas, era el mismo que organizaba la “seguridad” de nuestras marchas. Y esto no es algo que nos contaron: lo vimos nosotros. Yo se lo dije personalmente la única vez que participé en una reunión de familiares con el ministro. En esa reunión, que se realizó en febrero de 2005, Aníbal Fernández se comprometió a darnos una lista oficial de víctimas. Y hasta el día de hoy no la entregó. La única lista de víctimas que tenemos es la que hicimos nosotros, investigando en las morgues, en los hospitales, con los familiares. Es decir, que hasta hoy ni siquiera contamos con la tranquilidad de que ese trabajo lo haga otro. Está claro cómo funciona el manto de impunidad. Y que la justicia no se puede meter con él. Es decir, que si Cromañón es una muestra de la vulnerabilidad de nuestras vidas en cuanto a un Estado que se desentiende de sus responsabilidades, el post Cromañón vuelve a demostrar lo mismo: la reacción trucha del Estado, la reacción trucha de los medios de comunicación.
-La importancia que le das al rol de los medios ¿tiene que ver con el reclamo de justicia o de condena social?
-Exactamente: la condena social es la construye la justicia. A mi no me importa lo que piensa el editor de un diario, pero sí que con su trabajo contribuya a la consagración de la impunidad. Cada vez que yo me encuentro con alguien que no me conoce y me escucha hablar de Cromañón pasa lo mismo: se sorprende porque soy “razonable”. O repite la historia de la guardería que funcionó en el boliche que es falsa, pero no habla del mecanismo de recaudación del dinero negro de la política, que sí es un hecho comprobado, a tal punto de que está demostrado que un policía contaba la cantidad de público que entraba porque la coima era proporcional. Se trata de un delito de cohecho que involucra a instituciones nacionales, como lo es la Policía Federal, que depende del Ministerio del Interior. Eso para mi es una comprobación de hasta dónde llega el recorte del tema Cromañón impuesto por la prensa.
-Pero convengamos algo: creerle a los medios comerciales es algo más que un acto de fe. Hay algo, por ejemplo, en el razonamiento que desplegaba el artículo que citás de Kauffman que revela otras cosas: por ejemplo, su análisis sobre el rol de la víctima. Esa víctima que debe sobrellevar el impacto de lo siniestro, la exigencia de justicia frente a la impunidad y, además, la elaboración de pensamiento sobre las consecuencias de lo que pasó. El artículo de Kauffman juega con el estereotipo de la sinrazón que puede producir el dolor como contrapartida de la razón que podrían producir solo aquellos que estuvieron “a resguardo”. Y con esa construcción ignora que en la Argentina tenemos una larga historia de víctimas que han producido pensamiento y acción como no fue capaz de producirse desde ningún otro lado.
-A lo largo del ciclo esto fue algo que fue dicho desde diferentes voces. Tomás Abraham, en particular, se refirió al tema de la política y el dolor, recordando que los últimos 30 ó 35 años toda la historia argentina está signada por el rol activo que toma la víctima. Estamos hablando de Madres, Abuelas e Hijos, pero también del asesinato de Carrasco que termina con el servicio militar obligatorio o del asesinato de María Soledad Morales que desnuda la trama de la política feudal, o del caso de Walter Bullascio que impuso en la agenda el tema del gatillo fácil y así al infinito. Está claro entonces desde dónde se construyó siempre la condena social y justamente por eso atacar a las víctimas es clave para debilitarla.
-De alguna manera Cromañón incomoda a todos aquellos que apostaron a una progresía light porque confronta esa utopía política con un resultado siniestro. En ese marco ¿cómo fue digerido por los familiares la alianza electoral de Ibarra con Carlos Heller y Miguel Bonasso?
-Es absolutamente imperdonable, porque Heller y Bonasso son la gente que posibilitó la legitimación de Ibarra. En ese sentido, no es lo mismo que vaya con Filmus y el oficialismo. Es claramente peor. Ibarra utilizó Cromañón para ser electo y reconstruir su imagen política que estaba claramente dañada, destruida, incluso antes de que saliéramos nosotros a la calle. Utilizó Cromañón y la idea del “golpismo institucional” donde nos metía en la misma bolsa a nosotros y al macrismo, para hacerse un lugar que ya no tenía en el negocio político. Y los que hicieron alianza con él utilizaron la lógica contable: cuántos votos aportaba. Es la misma lógica de la policía comiera que contaba cuántos pibes entraban al boliche para hacer su caja. No hay moral, sólo uso cínico.
-De todo lo escuchado durante le ciclo ¿hubo algo que aportó a lo ya elaborado por ustedes?
-Nosotros tenemos una experiencia muy especial. A través de muchas instancias, distintas y diversas, hemos venido debatiendo a fondo todos los temas. Pensá que tenemos una reunión semanal del grupo de articulación, tenemos foros virtuales que han sido núcleo de debates y discusiones profundas, de gran intercambio, producimos un documento por mes donde tenemos que plantear nuestra mirada. Así que el ciclo fue una manera de reafirmarnos, medirnos y elaborar Cromañón dentro de un marco más amplio. También nos sirvió para saber qué podemos esperar. Concretamente, si lo que planteamos es que Cromañón genere un antes y un después, un después positivo, con qué contamos. No en el sentido que vemos ahora, que ese después se reduce a que cierren todos los boliches y las bandas chicas tengan que emigrar al Gran Buenos Aires, sino el buen después en el que podemos pensar cuando vemos que al ciclo vinieron muchos chicos. Chicos que se acercaron en una proporción mayor a la que nos acompañan a las marchas, por ejemplo, y que pudieron compartir un momento con nosotros, a pesar de que la prensa –insisto- no dijo una palabra..
-De todas maneras ustedes previeron cómo compartir con otros lo que allí se dijo: reseñaron en la página web cada una de las charlas…
-Y vamos a editar un libro y un documental, porque todo fue grabado y filmado.
-El domingo es el cierre ¿cómo lo organizaron?
-La charla es a las 14.30 en el Santuario de Plaza Once. Y así como hasta ahora tuvieron voz los llamados “intelectuales” esta vez la voz la tenemos las víctimas. Vienen familiares de la masacre de Ycúa Bolaños, de Paraguay, y de la Red Ciudadana de España que se formó a partir del atentado de Atocha. La idea es compartir desde cada persona y cada experiencia colectiva cómo se tuvo que enfrentar una maquinaria política, de prensa y de justicia, que quiere imponer otra evaluación sobre las responsabilidades de lo que pasó, de manera de garantizar la máquina de la impunidad.
-El ciclo termina con los pies: marchando hacia Plaza de Mayo.
-La idea de terminar el 30 de setiembre estuvo desde el origen. Porque está claro que para nuestro movimiento el pensamiento es algo importante –aunque la sociedad no lo entendiera así- pero es la calle la que nos juntó. El Movimiento Cromañón se construyó en la calle. A la primera semana ya se habían hecho dos marchas. Y mientras marchábamos, nos organizábamos. Ahí empezamos a vernos los unos a los otros, a conocernos, a hacer juntos algo que, como dijo uno de los panelistas, logró que tanta diversidad no confluya en algo banal. Me gusta pensarnos así, como un colectivo de familiares, sin experiencia política previa, que a tres años de andar, todavía mantiene una marcha mensual a la que van distintos grupos articulados desde la diferencia y en el consenso.
CABA
El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
CABA
Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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