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Una mirada política desde Las Heras al más acá: Petróleo y derechos humanos

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¿Cómo se vive, se trabaja, se compra y se descansa en Santa Cruz, tierra dominada por las petroleras que determinan casi todo, desde la política hasta el trabajo y el consumo? Jorge Mansilla, trabajador de Caleta Olivia, tras denunciar ante el CELS la situación de uno de los presos por reclamar empleo, contó a lavaca sus impresiones sobre la vida monopolizada por las petroleras, el estilo también monopólico del kirchnerismo, y lo que ocurre en la zona norte de la provincia, cuando reina eso que algunos llaman normalidad.
Jorge Mansilla tiene 31 años, sabe lo que es trabajar en el petróleo a 20º bajo cero, sabe lo que es hospedarse ocho meses en una cárcel, hasta que finalmente el Tribunal Supremo de Santa Cruz le anunció a la ciudadanía en abril del 2005 que la crisis social no se puede reprimir con el código penal, y lo liberó junto a sus cinco compañeros presos.
Pero ahora Mansilla está en una Buenos Aires abrasadora y poco abrazadora: su nueva prisión es estar otra vez sin trabajo desde enero, debido a que políticos y empresas rompieron las promesas laborales que les habían efectuado a los desocupados.
Sin embargo llegó a la Capital no tanto por lo suyo, sino para denunciar la situación de otro petrolero, Cristian Ruiz, detenido desde julio del 2005 en Cañadón Seco por lo mismo que Mansilla había sido liberado.
Efectuó la denuncia ante el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS): “Me recibió Gustavo Palmieri, con muy buena predisposición y mucho interés en comprender cómo es la situación en el sur. Ellos estuvieron a fines del año pasado en la zona y la idea es ver qué se puede hacer para solucionar esta situación”.
Jorge camina por la 9 de Julio, y no lo asombran tanto el calor y los bocinazos insufribles, ni el movimiento de gente, como el anuncio que detectó en un pequeño café y pizzería, sede de la conversación con lavaca: “Mirá esa pizza, a 4,80. Allá una pizza pelada, que casi ni muzzarella tiene, no te baja de los 13 o 14 pesos”.
El tema puede parecer menor (a quienes no comen pizza), pero Jorge percibe en esos detalles una cuestión a la que atribuye el origen de parte los conflictos en Santa Cruz:
-Cuando los trabajadores salieron en Las Heras a reclamar por el impuesto a las ganancias, demostraron que el problema no es solo para los desocupados –que imaginate cómo estamos- sino también para la gente que tiene un trabajo que se supone bien pago.
-Mucha gente no entiende el conflicto porque los salarios, comparados con los de otras provincias, son elevados. Tanto, que caen en el impuesto a las ganancias.
-El costo de vida tiene mucho que ver en todo esto. Acá en Buenos Aires vas a comprar cualquier cosa a un peso, y allá te cuesta tres. Hoy en día si querés alquilar una casa en Caleta Olivia, Pico Truncado o Las Heras, lo primero es encontrarla, porque casi no hay. Y si encontrás, no te baja de 900 pesos. Después tenés que comer, vestirte, moverte. Cada pasaje que pagamos nosotros a Truncado son 10 pesos de ida y 10 de vuelta. Entre Caleta y Las Heras son 20 y 20. No hay líneas urbanas de colectivos, entonces según el recorrido tenés que usar taxi o remis, y el mínimo es de 3,75. Vas sumando, y aunque uno gane 2.000 pesos o más, termina endeudado.
-¿Es tanta la diferencia?
-Un kilo de carne barata cuesta 17 pesos. A mi hijita de dos años estoy obligado a comprarle leche de la de larga vida, porque de sachet no hay. Antes de venir compré la de larga vida a 5,25, de una marca que la conoce el que la hizo y nosotros. Un paquete de fideos, los más baratos, no te baja de 2,75. Y comprás eso, o nada porque tenés un solo lugar donde comprar esa sola cosa. Y si hay otro, te vende lo mismo al mismo precio.
-Libertad de mercado sin maquillaje: monopolios.
-Claro, no hay competencia de mercado, no es como aquí que podés elegir dónde comprar. Allá tenés uno solo, un solo precio. Hasta ir a bailar es un lío. En Caleta hay un solo lugar, de cumbia y otro con otra música. Pero en Las Heras y Truncado no tenés ni uno. Y otra cosa: pagamos la luz y el teléfono más caros del país.
-Pero la Patagonia produce energía eléctrica.
-Por eso no se entiende. Y te digo más, tenemos la posibilidad de la energía eólica. Pero nadie la lleva adelante.
Viento del sur
La energía eólica se produce a partir de los viento que pulen la Patagonia. Es permanente, renovable, barata, no contamina: casualmente, todo lo contrario del petróleo.
Podés generar la electricidad para toda una ciudad. En Caleta con un molino alcanzaría. Los molinos de Comodoro le dan electricidad a todo el parque industrial. Ahí tenés otra locura: las empresas petroleras y las fábricas de Comodoro usan la energía eólica, pero nosotros, la gente, los vecinos, no tenemos acceso siendo que sería mucho más barata. Lo único un poco más barato para nosotros es el gas, si no nos morimos de frío. Eso hace que la prioridad siempre para nosotros sea pagar los impuestos para no quedarte sin el servicio.
-¿Y el teléfono?
El teléfono es indispensable, porque quedás incomunicado. Lo mismo que estamos obligados a tener televisión por cable porque televisión por aire no hay. Con el teléfono, cuidándote, sin llamar a celulares ni a larga distancia, pagás unos 900 pesos. Si te descuidás te vas mucho más arriba. Y no tenés franjas horarias ni nada de eso. Lo maneja una cooperativa que en realidad está formada por gente de la municipalidad, y tampoco tenés opción para elegir otra cosa.
Ganar y perder

Jorge –debe aclararse- no es un promotor del libre mercado ni integra la llamada escuela económica de Chicago, sino el FOS (Frente Obrero Socialista). Pero su razonamiento apunta a revelar de qué modo estas zonas de la Patagonia viven una situación de encierro cotidiano, hasta en el consumo: “Es como vivir en un latifundio. Parece más un latifundio que una sociedad democrática”.
En los latifundios los trabajadores cobraban –cobran- vales para comprar los productos más elementales en el almacén de los propios latifundistas. Más allá de lo económico, el único rol del habitante de esos lugares es la obediencia y el trabajo. La idea de sociedad democrática pertenece a otros planetas. Pensar esta realidad como la vida en un latifundio modernizado es un ejercicio inquietante.
Sostiene Jorge:
-Pero además te descuentan un impuesto por trabajar. Yo no sé cómo lo pueden llamar “ganancias” si el trabajador no gana nada, y pierde bastante. Para colmo, la vida ahí es durísima.
-¿En qué sentido?
-Yo trabajé en Las Heras. Viajé para allá en los 90 por las promesas de Kirchner, cuando llegó a la gobernación, de que iba a haber cantidad de trabajo. Al principio había, pero después vino la crisis de fines de los 90, el petróleo a 6 dólares, y las petroleras dejaron a la gente y los yacimientos abandonados, empezó a haber pueblos fantasmas. Después nuevamente hubo reactivación, pero para el que mantuvo su trabajo hay que reconocer que las condiciones son tremendas.
-¿Por qué?
-Cada semana tiene seis jornadas de 12 horas de trabajo en el campo, en Los Perales, y cuatro horas más entre ida y vuelta. Las Heras es la ciudad, pero Los Perales es el campo donde están los pozos (y se lo considera uno de los más productivos del país) . después de esas 16 horas, uno tiene que hacerse la comida, la comida para el día siguiente, lavarse la ropa, y entre una cosa y otra, al final dormís tres o cuatro horas, y ya tenés que volver al campo.
A una mesa de distancia, el encargado del pequeño café, un típico porteño sesentón, locuaz, con acento tanguero y voz áspera de mucha noche transitada, le cobra a un parroquiano y anuncia mirando hacia el vértigo de la 9 de Julio, mientras palpa el billete que acaban de darle: “La platita, che. La platita no es nada. Papelitos. Los argentinos somos unos turros. Cada uno en la suya. Por culpa de la plata estamos como estamos. Qué se le va a hacer”.
Los hombres solos
Las Heras tiene 15.000 habitantes. Hacia 1990 eran la tercera parte. En Caleta la cifra explotó de 25.000 a 40.000. Los momentos de reactivación fueron un imán. Los trabajadores petroleros se dividen entre los que viven allí con sus familias, y una enorme proporción de los que forman ese paisaje de hombres solos tan característico de la zona. Son quienes llegan desde otras ciudades, a las que regresan cuando reúnen francos suficientes como para pasar un par de días: “El que vive en Las Heras está casi todo el día afuera. Sale de la casa a las seis de la mañana y vuelve a las diez de la noche. O de seis de la tarde a diez de la mañana. A los hijos casi ni los ve. Pero además muchos trabajadores viven solos porque son de otros lugares, y cuando vuelven a la casa son como extraños. Es muy complicado, muchos se vuelcan al alcoholismo y es muy común que las familias se rompan porque los chicos se acostumbran a vivir sin el padre, la mujer sin el esposo. Va generando un conflicto y en tiempo de vacaciones se producen las crisis y divorcios”.
La superación de este tipo de situaciones no parece darse precisamente a través de un incremento de la sociabilidad y las relaciones comunitarias. Cuenta Jorge: “No, hay gente se pone violenta, es un clima complicado. Además no hay contención en esas ciudades, ni para los adolescentes ni para nadie”.
Se considera a Las Heras como un lugar récord en el rubro de los suicidios de jóvenes. Por ejemplo, una serie de muertes por mano propia de 22 chicas y chicos por debajo de los 20 años producida a fines de los 90, motivó que Unicef (el fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) enviara técnicos para aplicar un programa de resolución de conflictos. Todo en pleno estallido de la crisis y la desocupación de fines de los 90, con el gobernador Kirchner buscando un lugar en la política nacional. “La desocupación, la ausencia de contención social, la falta de expectativas laborales y de estudio, aparecen como desencadentantes de esas trágicas determinaciones” declaró en aquel momento Ángel Gómez, secretario de Bienestar Social de Las Heras, según se transcribe en el libro Los suicidios del fin del mundo.
La ola de suicidios amainó pero no se detuvo. Los organismos internacionales quizás no puedan transformar la vida cotidiana de las personas, o el malestar del alma.
La mala fuerza
Sigue contando Jorge.
“El otro tema es que no hay casi nada. No hay cultura, esparcimiento, y cada vez que hay un conflicto termina siendo muy duro, y no siempre con claridad sobre qué se quiere lograr. Todo conflicto es durísimo. Como es duro el trabajo. Imaginate lo que es estar a 20 grados bajo cero”.
Dato técnico: la temperatura de un freezer oscila entre los 18 y 25 grados bajo cero. El lector puede barruntar lo que significa trabajar en un lugar donde se puede congelar la comida dejándola a la intemperie.
Jorge: “Para trabajar en invierno se usa ropa de abrigo, más un mameluco, más el mameluco térmico, más los guantes. Vas por el campo con nieve hasta las rodillas. Los trabajos de movimiento de tierra por derrames de petróleo (¿habrá contagio en la Patagonia de la experiencia de Gualeguaychú?) son increíbles porque cuando pegás con la pala, la tierra está dura como el asfalto. Está todo congelado y con escarchas de 5 o 10 centímetros. Usás medias para no congelarte los pies, pero cuando hay nieve terminamos todos mojados”.
Estas cuestiones explican, según Jorge, que la mayoría de los petroleros, “desde los 35 o 40 años, queden destruidos”. Él mismo ya tuvo que operarse de una hernia de disco: “Es por la mala fuerza” dice refiriéndose a los esfuerzos que deben realizar. “Es por la explotación”, sintetiza.
Pero Mansilla, una vez liberado por la justicia local hace casi un año, no volvió al petróleo. “Y eso que tengo antecedentes laborales excelentes. No lo digo yo, sino los certificados de las propias empresas en las que trabajé. Pero ahora me discriminan por haber participado en un conflicto”. Que el máximo tribunal de Santa Cruz haya fallado a favor de los trabajadores, no les quita a éstos el estigma de haber intentado defender sus derechos.
A Jorge el gobierno le adjudicó un extraño empleo en la construcción de obras públicas: “Yo soy petrolero, no albañil, pero nos dieron ese trabajo a muchos de los que estábamos reclamando. La promesa era por cuatro años, pero duró apenas unos cinco meses, y en enero volví a quedar en la calle”.
Lo extraño de su trabajo surge de que fue contratado por una de las tantas empresas que terciarizan obras estatales: “Los dueños de esas empresas son muchachos relacionados con el gobierno, que hasta hace poco eran trabajadores como nosotros. Nadie entiende muy bien cómo lograron hacerse empresarios. Pero lo raro también es que cuando íbamos a reclamarles algo, nos mandaban a hablar a la municipalidad. Y después los veías juntos, a estos empresarios, con los empleados municipales”.
Política de salida, o de reacción
Todos los que entraron a trabajar en obras públicas en Caleta Olivia eran obreros y empleados petroleros desocupados.
-Son pequeñas empresas, construyen cordones de veredas, cunetas, adoquinado. Nos mandaron a hablar al municipio y ahí nos dijeron que van a cambiar las concesiones, así que hay que esperar para volver a tener trabajo. Mientras tanto, no cobramos nada.
-Esas empresas son subsidiadas.
-Claro, y son intermediarias entre nosotros y el gobierno. La plata viene de la Nación, dicen, a la provincia, y de ahí a la municipalidad. Les dan la mitad del presupuesto a estas empresas de antemano.
-¿Quiénes son los dueños?
-Para mí son representantes de otros porque de un día para el otro no te podés hacer empresario, pero no tenemos información concreta. Lo que sí, cuando hay algo que discutir, te mandan para el municipio. Ahora estamos sin trabajo y sin saber cuándo volveremos a tener uno. En ese sentido estamos más complicados que los compañeros de Las Heras.
-Para mucha gente el sur es una promesa de trabajo y progreso. ¿Qué le dirías al que piensa ir a instalarse?
Si no tiene familiares con un espacio para darle, o si no tiene muchos oficios o estudios, que piense bien. No es un lugar como el que te quieren pintar los medios. Allá hay hambre, se empezaron a ver cosas que nunca veías: chicos pidiendo en la calle, gente revolviendo basura buscando comida. Los supermercados llevan a los basurales los productos vencidos y la gente va atrás a ver qué puede rescatar.
-Este señor del café hace un rato decía que aquí está cada uno en la suya. ¿Toda esta situación en el sur refuerza el encierro y el aislamiento –cada uno en la suya- o hay formas colectivas para tratar de salir adelante?
-Mucho tiempo funcionó el sálvese quien pueda. El que más trabaja tiene más posibilidades. Había un egoísmo hacia el vecino. Si el otro no tiene, problema suyo. Hoy es distinto. Cada vez que hay un conflicto hay apoyo. Es cierto que la gente se cansa de tanto lío y tanto piquete, pero sabe que los que logran insertarse en el mercado laboral o logran un aumento, terminan volcando esa mejora a la ciudad, al resto. Por ahí no hay inversión del gobierno, pero ese poquito que puedan aportar los trabajadores lo gastan en el pueblo y eso reactiva al comercio, y eso genera algún empleo. Por suerte, además, muchos colaboran con los que están luchando, que no son grupos aislados ni nada de eso: son sus propios vecinos. Supongamos que hay un reclamo de los municipales: ¿quién no tiene un familiar municipal? Lo mismo con la policía: ¿quién no tiene un familiar policía? ¿O petrolero? Todos estamos vinculados con todos.
-Aquí se ha publicado en los diarios que muchas esposas de policías son de izquierda, y alientan los piquetes policiales.
-(Se ríe) Eso es lo que dice el gobierno. ¿Sabés lo que pasa? Que para ellos todo el que reclama es de izquierda. (Dato ilustrativo: el abogado de los presos en Caleta Olivia, el doctor Ramón Amaya, también lo fue de los policías auto acuartelados en la provincia). Hasta han expulsado gente del propio kirchnerismo cuando participó en algún conflicto, o por decir lo que está pasando. Y la gente piensa: está bien, decime de izquierda o de derecha, pero dame una solución. Lamentablemente el gobierno no ha tenido una política de salida de esto, sino una política de reacción. Siempre está reaccionando ante las situaciones. Pero los conflictos no son casualidad. Nosotros lo vemos como simples trabajadores sin un gran intelecto, y más de una vez se nos ocurren las soluciones, pero el gobierno parecería que no lo ve, no ve nada, y cuando la situación se pone tensa no reacciona solucionando, sino reprimiendo. Reacciona tarde y de forma violenta. La política actual de Santa Cruz es muy violenta.
Monopolio político
-En esa comparación con el latifundio, ¿Quién es el latifundista? ¿Quién manda?
Las petroleras, clarísimo. El gobierno trabaja para ellas. En cada elección los candidatos andan con los empresarios y prometen inversiones de las operadoras. Cuando hay un conflicto, las petroleras dicen que eso pone en riesgo los sueldos de los trabajadores públicos, porque no va a haber regalías que el gobierno usa para pagar los sueldos. Otro problema es que se viene una crisis real, cuando deje de haber petróleo, y eso todos sabemos que es algo para lo que no falta demasiado. Y ahí, cuando se acabe el petróleo ¿qué se va a hacer? Porque hay minería, energía eólica, hidráulica, hay muchas posibilidades para ir poniendo en marcha. Pero nadie está pensando en esas cosas. Y para colmo, la otra cuestión es que la tecnología también va expulsando cada vez a más gente del trabajo.
-Conclusión: en una situación ideal y esplendorosa, las petroleras generan cada vez menos empleo.
-Sí, a lo sumo subsidian otros empleos para que no andes dando vuelta y reclamando.
-Ese control de las petroleras, ¿se dio también con Kirchner como gobernador?
-Sí. Él en la campaña a presidente decía “acá no se van a seguir levando el petróleo si no aumentan las regalías”. Decía: “Yo mismo me voy a subir a los tanques y les voy a cortar las válvulas para que no se envíe el petróleo y el gas a Buenos Aires”. Pero terminó regalándole todo a las empresas.
-¿Por ejemplo?
El caso más evidente es que crea Enarsa (Empresa Nacional de Energía Sociedad Anónima), que hace el trabajo más caro y que menos ganancias tiene, la exploración. Les hace la exploración a las multinacionales, les dice dónde está el petróleo, las empresas vienen, chupan, se llevan todo, se van y dejan todo devastado. Pero la exploración la hizo Argentina. Las empresas nunca lo hacen, porque nuestro petróleo no es como el de Irak o Venezuela: nuestros pozos son más profundos y hay que trabajar mucho para que produzcan.
-¿Fue una sorpresa la actitud de Kirchner al asumir la presidencia, con respecto a los derechos humanos y tantas otras declaraciones que atrajeron a sectores progresistas y de izquierda?
-No, es la política de él. Es muy audaz. Allá para decir que había pleno empleo contrataba mucha gente en la administración pública. En Caleta hay 3.500 trabajadores municipales, que es una barbaridad. Esos trabajadores se pueden sentir un poco más independientes, más libres, porque tienen empleo, pero todo se logró por las luchas que se fueron dando y después de 14 años donde los municipios te contrataban en negro. Kirchner dice que es de los derechos humanos, pero lo que hace es repartir planes, comedores y demás para solucionarte el día. No que tengas una solución de fondo, sino el día. En vez de generar trabajo, prefiere darte un bolsón de comida. Lo hace con el ministerio de Desarrollo Social. Y vos pasás a ser un mendigo en vez de un trabajador. Esa es la política suya. Pero la gente en la provincia ya no le cree. Antes hacían un acto y se llenaba. Hoy tienen que arrastrar a la gente de los planes, y ni así llevan a muchos. Por eso los actos los hacen en lugares cada vez más chicos.
-No parece haberle ido mal, ni siquiera tiene oposición.
-La destruyó. Kirchner tiene esta política: estás con él o te destruye. Por eso hizo esas maniobras hasta con Bielsa (el zarandeado ex canciller) o con lo que se le ponga adelante. Antes hablábamos de monopolio. Él hace como un monopolio de la política. Y como destruyó en la provincia, va a destruir a nivel nacional.
-¿Y cómo se sale de esa situación de encierro que describís en la zona petrolera?
-Ojalá tuviera una receta. Yo creo que hay que organizarse y participar en la vida política y económica del país. Lo tienen que hacer los trabajadores. Porque si no no te queda ninguna oportunidad. Yo veo que este puede ser un año conflictivo en Caleta, en Truncado, en Las Heras. En los lugares donde hubo paritarias no se logró ni un mínimo de lo que se estaba pidiendo. Hay un desacuerdo de los trabajadores hacia el gobierno y la patronal, inflación cada vez más elevada, el costo de vida imposible. La gente salió a vender sus cosas. Yo mismo tenía un autito y lo vendí porque no podía ni cargarle la nafta. Pero yo creo que la gente no se va a quedar quieta.
Antes de concluir la charla, el encargado del café vuelve a observar unos billetes, levanta el índice, y repite estentóreamente parte de su monólogo: “La platita… acá está el problema. Por eso dicen que la panza es reina y la plata es dios”. Señala hacia la marea autos cocinándose bajo el sol de la 9 de Julio y anuncia: “Esto así no va. Somos unos turros. Qué se le va a hacer, che”.

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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

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Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.

Por Francisco Pandolfi

Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra). 

La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.

La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.

Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra. 

Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran: 

• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.

• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.

• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.

• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.

• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.

• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.

Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:

• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.

• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.

• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.

La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.

Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.

¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?

Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.

¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?

Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.

¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?

Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.

La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.

Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.

Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.

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Marcha de jubilados: balas y bolitas

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Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales. 

Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.

Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.

Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.  

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.

Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.

Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla. 

  • “Vacas gordas, jubilados flacos”.
Marcha de jubilados: balas y bolitas

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.

Números y un café

Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca  mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.

Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.

De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.

Abus en la calle 

Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.

En la marcha hubo muchos carteles al respecto: 

  • No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
  • Ni veto ni represión: fuera el FMI
  • No al veto a las leyes en jubilaciones
  • No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei). 

Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.

Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.

Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Jubilado hablándole a la pared.

Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”. 

Vallas a donde vayas

El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.

Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.

Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.

La violencia y las bolitas

Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando. 

Marcha de jubilados: balas y bolitas

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar). 

La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

Marcha de jubilados: balas y bolitas

¿Qué escudan los escudos?

Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”. 

Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.

Sin embargo, la gente no se fue.

La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió. 

“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.

Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.

De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.

Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:

–Juguemos a las bolitas.

Todos se rieron, por el absurdo de la situación. 

De nuevo, frente al horror, la creatividad social. 

Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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