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Primavera con florazos y verdurazos en Congreso para que el acceso a la tierra sea ley

La Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra (UTT) inauguró el primero de los dos días de acampe frente al Congreso de la Nación para exigir el tratamiento de la Ley de Acceso a la Tierra. Este 21 de septiembre vendrá con Florazo incluido. La norma, crucial desde el punto de vista de una alimentación más sana para la sociedad, fue presentada por tercera vez el año pasado (siempre pierde estado parlamentario por falta de tratamiento). No se trata de una reforma agraria sino que propone la creación de un Fondo Fiduciario para otorgar créditos a familias agricultoras para que compren su propia tierra, reformen sus viviendas y mejoren su infraestructura. El proyecto busca además que tierras del Estado en desuso se destinen a crear colonias de producción de alimentos agroecológicos, como ya está ocurriendo en diversos municipios del país. “La ley tiene que ver con algo estratégico, en medio de un mundo con pandemia, como el acceso a los alimentos. Ahora es cuando pensar un modelo agroalimentario que nos dé realmente de comer”, proponen. El proyecto completo.
Eran las 11:52 de este lunes cuando el tractor rugió y el cielo de un día gris en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se coloreó de verde: cientos de puños elevaron al cielo lechugas, acelgas, espinacas, remolachas y rabanitos, entre otros alimentos agroecológicos y cooperativos, que la Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Tierra (UTT) destinó en un nuevo verdurazo, que inauguró el primero de los dos días de acampes previstos frente al Congreso de la Nación.
El motivo lo resumía una de las banderas que, junto al tractor y al canto de ‘alerta, alerta, alerta que camina / la lucha campesina por América Latina’, dieron la vuelta manzana al Palacio donde debe tratarse el proyecto que impulsa un sueño bajo el siguiente nombre:
- “Ley de Acceso a la Tierra”.

En medio de esa caminata, Agustín Suárez, uno de los referentes del gremio que representa a 20 mil familias campesinas, explica a lavaca la urgencia: “La ley es muy sencilla y está pensada para que pueda aprobarse sin tanta discusión. Establece un mecanismo que apunta hacia un PROCREAR, pero rural, donde pequeños productores, campesinos y cooperativas puedan acceder a créditos para comprar tierra e insumos, infraestructura, y con eso poder mejorar la producción. También pone en discusión las tierras del Estado, que hay muchas y sin uso, para que puedan ser destinadas a creación de colonias agroecológicas”.
La UTT explicó que el proyecto se presentó por tercera vez en octubre del año pasado, luego de perder estado parlamentario en 2016 y 2018. En mayo, las comisiones de Agricultura y Asuntos Legislativos de Diputados lo trataron pero no llegaron a ningún dictamen.
“Hay que dar un sacudón”, dice Rosalía Pellegrini, una de las fundadoras de la organización. “Tiene que ver con algo estratégico, en medio de un mundo con pandemia, como el acceso a los alimentos. Ahora es cuando pensar un modelo agroalimentario que nos dé de comer. Ahora es cuando, y con un Congreso así: si bien fueron unas PASO, vemos unas elecciones que dejan un saldo de un sector que no va a apoyar una Ley como esta. También nos sentimos defraudados, porque todas las fuerzas políticas te dicen que es justo, pero cada fin de año se da una dinámica que es perjudicial para avanzar en conquistas para el pueblo. Ahora es cuando y es urgente”.
No es reforma agraria

Luego de la marcha con el tractor alrededor del Congreso, la primera jornada de acampe continuó con un verdurazo y yerbatazo que, mientras descargaban cientos de cajones de verduras, congregó una cola de media cuadra. En otra mesa de madera había productos cooperativos y agroecológicos: talitas ($66), aceitunas ($287), dulce de leche ($50), yerba ($360 el kilo, uno de los hits del día). También hubo una asamblea de nodos y de la Red de Comedores por la ley, un taller de huerta a cargo del Consultorio Técnico Popular (CoTePo, un equipo de técnicos y técnicas conformados por propios productores y productoras).
El martes continuará con radio abierta, otro verdurazo, un florazo por el Día de la Primavera, otro taller a cargo del área de Alimentación y de la Red de Comedores, una charla sobre trigo transgénico que realizará Plataforma Socioambiental, y un cierre con festival en las músicas y voces de Eruca Sativa, Susy Shock y Sudor Marika, entre otros artistas.
“En Argentina, sólo el 13% de la tierra está en manos de pequeños productores que producen más del 60% de alimentos que circulan en el mercado interno, mientras que el 1% de las empresas agrarias controlan el 36% de la tierra cultivada en nuestro país”, explica la UTT en el texto de difusión de los acampes.
Desde el Congreso, otro de los referentes del gremio, Lucas Tedesco, amplía: “Ese modelo es el que genera que vayamos a la verdulería, a la panadería o al almacén y nos encontremos con los precios de hoy en día. Cada vez hay menos tierra para producir alimentos, y hay gobiernos que apuntan a que los dueños de la tierra sean justamente quienes generan los commodities, los que especulan, los que atentan contra este Gobierno. Los lock-out patronales vienen de ese sector, y si hay algo que se fortaleció en estos años fue el modelo agroindustrial, el mismo que te discute a ver si puede fumigar por arriba de una escuela mientras hay chicos en clase. Nosotros venimos a pedir, dentro de los cánones del capitalismo, simplemente poder pagar un crédito accesible. A partir de ahí, concientizamos a la población de que esta ley favorece a todos: consumidores y productores”.
El artículo 1 de la Ley propone la constitución de un Fondo Fiduciario Público de Crédito para la Agricultura Familiar, administrado por el Banco Nación, como política rural de promoción del derecho a la vivienda, a un hábitat digno, al desarrollo económico y social.
Suárez plantea que la ley no propone ninguna reforma agraria, cuco que siempre atemoriza a todo ese sector concentrado: “Estamos lejos de eso. Nadie puede estar en contra: es un mecanismo de crédito para el sector. Sí puede haber un proceso de mayor discusión respecto a las tierras del Estado. Pero hoy parte de esas tierras están en uso con nuestras colonias agrícolas, mostramos que sirve, que da vida digna, y alimentos sanos para el pueblo. Si mejoramos el sector productivo, vamos a generar más alimentos sanos para la población”.
¿Dónde está la política?

Suárez y el impacto de la ley: “El 90% del sector campesino y pequeño productor es el que produce las verduras que están acá. Y más del 90% no tiene tierra propia. El impacto es alto, no sabemos cuánto porque depende del Fondo, pero es muy simbólico para el sector. Es algo estructural en Argentina: en un país con mucha tierra en pocas manos, hablás de redistribución, y que la tierra del Estado, en vez de ser vendida, pueda ser parte de colonias”.
Pellegrini apunta: “Imaginate lo que significa para todas estas familias, que pagan 15 mil pesos la hectárea todos los meses, poder acceder a la tierra propia, arriesgarse, poder tener una vivienda digna de material. Hoy se vive muy mal, en casillas precarias, y somos familias que no solo estamos garantizando alimentos a precios justos, sino también agroecológicos. Somos más de 20 mil familias organizadas demostrando que es posible, y sin embargo no hay ni una sola política pública que no sea de la boca para afuera”.
Un ejemplo: “Para tratar el tema de los precios se juntan con los grandes y lo único que hacen es desarrollar políticas de acuerdos con los supermercados para que bajen unos productos una semana y después vuelvan a subir”.
Desde el Covid, las elecciones y la actual crisis política e institucional, los factores que fueron retrasando el tratamiento de la ley –indican- son múltiples. Pellegrini: “Estamos viviendo una crisis de represión política muy grave, porque pareciera que la política está en otro lado. Cuando digo política me refiero a actos como este, que resuelvan los problemas de la gente, del ciudadano de a pie. La política, hoy, no está en lo que se debate. No vivimos solo con vacunas y hay una demora en resolver estas cuestiones”.
¿Fue la semana donde esa evaluación más que nunca quedó en evidencia?
“De alguna manera hay que escuchar. Es lo que te genera la democracia: poder escuchar a la gente. Hoy la mayoría del salario se va en combustible, en moverte y comer, cosas súper esenciales. Hoy resolver el precio de los alimentos es discutir el modelo agroalimentario: acceso a la tierra, agricultura sustentable, financiamiento a cooperativas, desarrollo de economía social en almacenes, venta directa y ferias. Todo lo que se ve que se habla de soberanía alimentaria es de cartón, detrás no tenés a las familias directamente vendiendo lo que se produce”.
El proyecto completo
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
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