Nota
Pueblo chico, carnaval grande
Un viaje imperdible al realismo mágico del Carnaval de Lincoln, provincia de Buenos Aires, donde siempre hay razones para celebrar.
Por Pablo Marchetti
Fotos: Martina Perosa
Lincoln es pequeño. Treinta mil habitantes, contando todos los pueblos que lo rodean. Algunos, que forman parte del mismo municipio y están a 100 kilómetros de la ciudad. Eso, ciudad. Los porteños que llegamos hasta allí podemos caer en la tentación de decirle “pueblo”. No, pueblo no: ciudad.
Los linqueños y las linqueñas se autoperciben como habitantes de una ciudad. Sí, linqueños y linqueñas. Ese es el gentinlicio. No quiero usar aquí el llamado lenguaje inclusivo (o no exclusivo) porque si digo “linqueñes”, es probable que fuera de Lincoln nadie entienda nada.
Linqueñas y linqueños. El término para denominar a les habitantes de una ciudad que fue fundada para honrar a Abraham Lincoln. Un honor express, según un proyecto de quien años después sería gobernador de la provincia de Buenos Aires: Dardo Rocha.
Abraham Lincoln fue asesinado el 15 de abril de 1865. Y el 19 de julio de ese mismo año se fundó la ciudad de Lincoln, por decreto del Poder Ejecutivo de la Nación, donde se encontraba lo que hasta ese momento se denominaba paraje del Chañar.
Actualmente, en la Municipalidad hay varios retratos y citas de Lincoln.

Foto: Martina Perosa
El colegio secundario y terciario más importante de Lincoln es la Escuela Normal Superior Abraham Lincoln. La escuela normal es pública y tiene un himno. Y la letra del himno dice así:
Vidente ciudadano
de las conciencias libres
con Washinton patriarca
y apóstol sin igual.
En la democracia, un día
te saludarán los hombres
hermanados en el ideal
de tu grandeza,
bella bandera de paz
en un cielo de estrellas.
Grande en el pensamiento
cual hijo de la gloria,
modesto en la virtud
y honrado en el poder.
¡Sublime leñador!
La escuela de Sarmiento
invoca tu memoria
y a las almas esclavas
redimidas con tu muerte.
¡Repúblico eminente!
¡Sublime leñador!
¡Loor al gran Lincoln!
¡Al gran Libertador!
Lamentablemente, en ningún momento el himno del colegio normal Abraham Lincoln, de Lincoln, provincia de Buenos Aires, dice “Lincoln, Lincooooln/ qué grande sooooosss!. Lamentablemente.
*
Lincoln es plano. Tan plano como para darles la razón a los terraplanistas, esas personas que dicen que la tierra es plana. Lincoln está sobre la inmensidad de la llanura pampeana, sobre una planura que parece eterna.
En Lincoln hay pocos árboles, excepto en el Parque General San Martín, un enorme y bellísimo predio arbolado de 87 hectáreas, con una gran pileta municipal a la que cualquiera puede acceder por un precio casi simbólico.
La gente va al Parque General San Martín a correr, a hacer ejercicio, a hacer un pícnic o un asado (hay parrillas allí), a caminar, a pasear, a descansar. Si uno se mete por algunos sectores, el parque casi parece un bosque. Un bosque como un oasis en medio de la llanura pampeana.
Contrariamente a lo que dice el himno de colegio, no parece haber muchos leñadores por aquí. Y no parece ser un lugar amigable para los leñadores. Pero quién sabe de qué lugar de Filadelfia viene esa épica remota evocada en el himno.
No, árboles no. Y mucho menos leñadores. Lo que sí hay es mucha soja, por supuesto. Pero
también es una zona lechera. Muchas de las marcas de quesos gourmet vienen de allí. Soja, leche, maíz, trigo: como sea, Lincoln vive del campo. Y en Lincoln hay un buen nivel de vida.
Los comercios de la avenida Massey, la calle más céntrica de Lincoln, tienen las vidrieras sin persiana cuando cierran. Durante el carnaval, el máximo acto de vandalismo que sufrió un comercio fue que pintaran uno de los vidrios con espuma.
Lincoln es de esos pueblos… perdón, ciudades, en las que se duerme la siesta. Llegar después del mediodía significa llegar a un lugar donde no pasa absolutamente nada. El trazado de la ciudad es totalmente cuadrado, sin diagonales, con manzanas idénticas y, salvo algunos edificios, totalmente plana.

Foto: Martina Perosa
La llanura y la cuadratura no hacen más que profundizar la idea de vacío, valga el contrasentido. Pero así son las cosas en Lincoln. Ni un río, ni un lago, ni un lugar donde encontrar una excepción a la obviedad a la que la ciudad parece condenada. Por suerte, las cosas casi nunca son como parecen.
Es imposible imaginar que allí, por la noche, sucede una fiesta enorme, con muchísima gente en la calle, chicos y chicas tirándose espuma y agua, grandes comparsas que desfilan, infinidad de gente bailando y las carrozas de cartapesta, esas que son la identidad de la ciudad.
Durante el día nadie puede imaginar lo que va a pasar por la noche. Pero el carnaval de Lincoln es cosa seria.
*
Además de autopercibirse ciudad, Lincoln se consideró siempre a sí misma como la Capital Nacional del Carnaval Artesanal. Lo decían todo el tiempo. Tanto, que nadie en la ciudad podía imaginar que las cosas, en realidad, eran de otra manera.
Lincoln recién fue declarada oficialmente Capital Nacional del Carnaval Artesanal el año pasado, en octubre de 2018, por una ley aprobada en el Congreso de la Nación. Y desde entonces, el Carnaval tomó un nuevo impulso. O al menos eso pretenden sus autoridades.
En realidad, hace muchos años que el carnaval de Lincoln es un fenómeno único, un espectáculo al que asisten unas 70 mil personas, algo más del doble de las personas que viven en todo el municipio.

Foto: Martina Perosa
En el carnaval de Lincoln desfilan agrupaciones de las más variadas. Hay comparsas al estilo del carnaval carioca y hay camiones con músicos tocando, al estilo del trío eléctrico del carnaval de Bahía, en Brasil.
Hay también delirios mecánicos, con autos tuneados con mucha fantasía, que hacen movimientos disparatados. Pero el carnaval de Lincoln es artesanal por sus muñecos, cabezudos y carrozas hechas en cartapesta.
La cartapesta es un material con el que se pueden realizar figuras de todo tipo, con muy bajo costo de materiales. La cartapesta se hace con tiras de papel de diario o similiar, y engrudo. O sea, harina y agua.
Hay que ir colocando capas de papel, que se van untando con engrudo. Cuando esto se seca, queda un material bastante duro, que se puede pintar de colores. La cartapesta es una técnica muy utilizada en escenografía y, específicamente, en varios carnavales europeos.
Las características máscaras del carnaval de Venecia, por ejemplo, se hacen en cartapesta. O se hacían, las originales. Ahora se pueden conseguir, más baratas, hechas en plástico y en China.
El carnaval artesanal comenzó en 1928, cuando el profesor Enrique Alejandro Urcola decidió incorporar a las carrozas de carnaval en Lincoln la técnica que había aprendido en su trabajo como escenógrafo del Teatro Colón de Buenos Aires. Desde entonces, se creó una tradición de trabajo en cartapesta.

Foto: Martina Perosa
Hoy es raro encontrar alguien en Lincoln que alguna vez no haya pegado algunos papeles con engrudo. Ya sea como mero intento o como aprendices de algunos de los maestros que trabajan para el carnaval.
Batata tiene 50 años de Carnaval y se jacta de haber sacado más de 60 carrozas. En su casa tiene un enorme taller, donde tiene estacionada su carroza de este año, un enorme bebé haciéndole cosquillas a un dragón en la panza.
“Hace años que sueño con esa figura y recién este año la pude hacer”, cuenta, entusiasmado. Pero dice que a último momento, tenía todo listo, y sintió que le faltaba algo. Entonces, la noche anterior se puso a hacer un “cabezudo”, una enorme cabeza de cartapesta, que representa a algún personaje, y que
la persona que lo lleva lo sostiene sobre los hombros y desfila sola.
Batata se pasó toda la noche trabajando y el cabezudo está listo en cuanto a la construcción. Pero le falta un pequeño detalle: pintarlo. “Lo pinto ahora, a la tarde”, dice Batata. Es la una del mediodía y el cabezudo tiene que desfilar a las diez de la noche. No parece ser algo muy fácil, pero Batata está tranquilo: “Las autoridades saben que llegamos medio jugados y el primer día no te ponen puntuación”.
El carnaval de Lincoln se viene haciendo de manera ininterrumpida desde fines del siglo XIX. En 1928 empezaron las carrozas en cartapesta y la tradición sigue hasta hoy. ¿Y qué pasó durante la dictadura? “Nada”, responde Batata. “El carnaval es un fenómeno muy suerte, si alguien quería prohibirlo, se le pudría todo”.
La democracia fue mucho mejor para el Carnaval. Sobre todo porque empezaron a aparecer las boletas electorales. Y se sabe que las boletas que sobran de una elección, en Lincoln se utilizan para hacer cartapesta. Un motivo que, además, hace pensar que esta ciudad sea el último bastión de los diarios en papel.
Ni los diarios online ni los votos electrónicos son buenos para la construcción de las carrozas del carnaval de Lincoln.

Foto: Martina Perosa
*
Todas las fuerzas vivas del pueblo dicen presente: está la Sociedad Colombófila de Lincoln, está la
Sociedad Española, la Peña Boquense Flaco Schiavi, en honor a uno de los linqueños más famosos. Cada una tiene un puesto de comida o de bebida. O de ambas. El carnaval es el momento de recaudar.
Pasan familias con chicos que se tiran espuma o agua; pasan pibes y pibas que quieren divertirse; pasan personas mayores que reservan mesas o algún lugar en alguna de las tribunas. El carnaval tiene unas diez cuadras de largo y hay gente de todas las edades, todos los gustos, todos los orígenes sociales.
Hay chori, pati, parrilla, panchos. Hay vino, gaseosa, cerveza artesanal, fernet y licuados. Hay hamburguesas de cordero, sushi, bondiola caramelizada, tacos y humus. Hay precios populares y un patio de comida gourmet, justo enfrente de la iglesia principal, frente a la plaza.
El cura de la iglesia no quería saber nada con el carnaval, con el patio de comida gourmet con todas sus mesas, justo frente a la casa de Dios. Entonces llegaron a un acuerdo con las autoridades: la iglesia consentiría el carnaval, a cambio de que le adjudiquen dos puestos para vender espuma en aerosol.
Los dos puestos de venta de espuma que maneja el clero están a los costados de la iglesia. En un momento, el cura párroco sale de la iglesia con un paquete con aerosoles de espuma en cada mano, y se los entrega a uno de los vendedores.
Al lado del puesto donde el cura entrega la mercadería hay un busto gigante de Madre Teresa de Calcuta. Se trata de una imagen algo
caricaturizada y, por supuesto, hecha en cartapesta. Como para que quede claro que la fe católica no iba a estar ausente en el Carnaval de Lincoln.

Foto: Martina Perosa
*
Lo que sigue es el vértigo de algunas cosas que pasan en la primera noche de la edición 2019 del Carnaval Artesanal de Lincoln:
-Pasa una chica rubia, de anteojos, que atiende en el supermercado. En la caja parecía tímida, con poca confianza en sí misma. Ahora, bailando samba en una comparsa, en tanga y con el cuerpo semidesnudo y lleno de brillos, la imagen que refleja es otra completamente distinta a la de la tarde.
-Pasa el camión musical de El Indio. Se llama “Indio querer fiesta” y arriba los músicos tocan cumbia. El Indio trabaja el resto del año como albañil, pero en el carnaval es una estrella. Y el resto del año también lo intenta y, cuando puede o lo contratan para alguna fiesta, va a tocar un poco de cumbia con su banda.
-Pasa una carroza con un muñeco con la cara de Christine Lagarde y detrás otro muñeco, con la cara de Mauricio Macri, acatando órdenes de la francesa directora del FMI.
-Pasa otra carroza, también con muñecos, donde aparece Jorge Lanata y algunos denunciados por la causa de los cuadernos.
-Pasa Costumbres Argentinas y parece interminable. La comparsa simula una lección de zumba donde bailan montones de chicos y chicas, canciones como La felicidad, de Palito Ortega; o Ji ji
ji, de los Redonditos de Ricota. En un momento pasa bailando la dueña de la casa donde estamos durmiendo los periodistas invitados al carnaval. Nos saluda, nos reímos. Tampoco la hubiera imaginado nunca bailando así.
-Pasa otro camión con músicos, Los Diablos Carnavaleros, que hacen el tema Cariñito en versión cumbia. El guitarrista del grupo es Ruly, que cuando no es carnaval trabaja como peluquero.
-En el escenario central hay un locutor y una locutora que van contando de qué se trata cada una de las propuestas. Cuando pasa una comparsa con mucha percusión o una banda, se callan para que se escuche la música. Pero cuando pasan números sin música o hay un bache, hablan y ponen canciones de fondo.
-Cada tanto suena el Himno del Carnaval de Lincoln. El tema tiene 60 años y fue compuesto e interpretado por Héctor “Pueblo” Serazzi y su Orquesta Montecarlo. La letra dice así:
A disfrutarla en carnaval,
a divertirse en carnaval,
para gozarla en carnaval,
venite para Lincoln, capital del carnaval.
Serán días hermosos que en Lincoln pasarás
paseando por sus plazas, su parque San Martín.
Con su añosa arboleda, su lago artificial,
sus juegos para niños, pileta y rosedal.
-Pasa otro camión con músicos. En la banda, quien canta y toca la guitarra es Carlos, un h
que tuvo un intento de suicidio. Carlos se pegó un tiro en la sien, pero algo salió mal (o bien, quién sabe) y sobrevivió. Pero quedó ciego. En el pueblo se dice que desde entonces sólo sale para el carnaval.
-Pasan varias carrozas y carros que hacen alusión a La Casa de Papel, con muñecos gigantes en cartapesta y músicos, todos con los atuendos de la serie española. Suenan un par de versiones de Bella Ciao, pero en ritmo de cumbia.
-Pasan los Autos Locos, coches a los que los intervinieron para que tengan ruedas ovaladas, por ejemplo, y anden haciendo piruetas. De repente me invitan a subir y me pasean en un coche antiguo que se para sobre las ruedas de atrás y da vueltas a toda velocidad. Termino mareado de tanto carnaval.

Foto: Martina Perosa
-En Mastur Banda baila una chica con síndrome de down. En Mister Banda simulan una escena de Moulin Rouge. Ambas son las batucadas más poderosas de la noche. Y ambas tienen legiones de fans.
-Pasan unos cabezudos. El número se titula “Papá de mellizos”, y son dos cabezudos con las caras de Guillermo y Gustavo Barros Schelotto. Adentro de uno de ellos va Leonardo Michelli, un funcionario de carrera que está hace unos 30 años en la función pública, y que actualmente es responsable del Palacio Municipal.
-En los alrededores del desfile, entre las mesas y las tribunas, hay dos linqueños ilustres: uno es Toto Lescano, que figura en el libro Guinness por ser la persona que más tiempo estuvo bailando malambo: 100 horas; el otro es el boxeador Eduardo
“El Gato” Benavent, ex campeón argentino y sudamericano de los súperligeros, un tipo que fue a boxear a Europa y al Luna Park. Ambos, Toto y el Gato, actualmente venden papas fritas entre los espectadores del carnaval de Lincoln.
*
La chatura de Lincoln, la cuadratura de Lincoln, lo predecible de Lincoln: todo eso parece una idea concebida en los prejuicios. Una idea que sólo puede ser refutada por algo tan contundente como el carnaval de Lincoln.
Un carnaval hecho para el disfrute de la gente del lugar. Para que la cajera no tenga que ser sólo la cajera, y el albañil no tenga que ser sólo el albañil. Un carnaval inclusivo, de cuerpos de infinitas bellezas, de travestis orgullosas y de hombres que se animan travestirse por una noche. Un carnaval hecho para que lo baile quien quiera bailarlo.
Foto: Martina PerosaEs entonces cuando recuerdo que Lincoln está apenas a 40 kilómetros de General Villegas, el pueblo en el que Manuel Puig nació, vivió su infancia y adolescencia, y utilizó como escenario de sus libros La traición de Rita Hayworth y Boquitas pintadas.
Tal vez sea en el noroeste de la provincia de Buenos Aires donde la llanura pampeana decidió ofrendarnos una cantera del realismo mágico.
De nuestro realismo mágico.
Del realismo mágico que supimos conseguir.
Tan real y tan mágico como el carnaval de Lincoln.
La reina pop: Agustina Gómez, monarca del Carnaval de Lincoln
Nota
Fin de campaña de Adorni: crónica de un país olvidado
Todo lo que se narra a continuación sucedió mientras, en el Congreso, la policía reprimía a mansalva a jubilados, periodistas –incluido Lucas Pedulla, integrante de lavaca– y personas que se acercan a movilizarse cada miércoles. Fin.
Crónica de Franco Ciancaglini. Fotos de Sebastian Smok.


La historia comienza así: el partido del gobierno La Libertad Avanza organizó un acto de cierre de la campaña del vocero presidencial y candidato a legislador porteño Manuel Adorni, en Plaza Mitre, Recoleta.
El montaje del escenario afirma: “Adorni es Milei”.
Se espera que ambas personalidades estén y hablen hoy.
Pero falta para eso.
Media hora antes de la convocatoria, en distintas esquinas de la avenida Libertador, hay grupos de personas que, muy organizadas, esperan.
En las esquinas la mayoría va vestida de negro pero, en un acto de magia política, luego se las verá llegar a la plaza con la misma remera violeta, puesta arriba de sus verdaderas remeras o incluso de buzos y camperas.
Un notero de TN primero y luego de C5N hablaron con estas personas, que confesaron haber sido convocadas para trabajar en “prevención” bajo la promesa de una paga de 25 mil pesos.
El Whatsapp de la convocatoria, revelado a cámara por uno de ellos, decía: “Ahy (sic) un acto político de 17 a 21. 25 mil pesos. El que quiere se anota”.
Finalmente no era para prevención, sino para “presencia”.
Pero lo peor no es nada de esto, sino que finalmente no les pagaron los 25 mil, sino que quisieron darles 10 mil; ante la presión, algunos recibieron 20 y otros, nada: “Porque no me quiero poner la remera esa sucia no me quieren pagar”, denunció el más sincero ante las cámaras.
Fin.


Lo cierto es que estas columnas de unas 50 personas cada una fueron las que lograron ocupar una plaza Mitre que estaba semivacía.
Temprano, los remera violeta se negaban a hablar con la prensa, aún disciplinados por la promesa de la paga. Luego, ante la deflación de lo prometido descargaron su bronca ante las cámaras dejando en evidencia cómo trabaja el puntero Sebastián Pareja en la provincia de Buenos Aires, de donde provenían estas personas, para el cierre de una campaña porteña.
Alicia es jubilada pero no está marchando alrededor del Congreso, sino que está acá, colándose entre los violetas para saltear unas vallas y pasar más rápido hacia el sector del escenario. Hace un año y medio que se afilió al partido en la Comuna 13 Belgrano, Núñez. Habla de Milei como obnubilada, apurando su paso como ansiosa por la posibilidad de verlo en vivo. Faltan, al menos, dos horas.
Describe a Milei como un “bocho en economía” y se ríe al recordar que en la última elección, hace dos años, votó al actual jefe de gobierno, Jorge Macri. Está claro que no repetirá voto: “Está la ciudad muy abandonada. Mucho linyera, ratas por todos lados. En mis 82 años nunca había visto ratas en la ciudad”. Voto cantado: Adorni, a quien define como “alguien muy correcto”.
Sobre el otro Macri, el Mauricio, dice que “en su momento gobernó bien” pero ahora lo ve fuera de escena. No está al tanto de sus últimas apariciones contra Caputo, Karina y al propio Presidente, o no le interesan.
Alicia prefiere no hablar más y busca un lugar cerca del escenario para ver a su Presidente.


Lucía y Paula, también jubiladas, vinieron de Vicente López y prefieren mirar la escena desde atrás de todo. Es que llevan dos perritos de raza, o de diseño: Coca y Cola. ¿Qué les gusta de Milei? “Te puede gustar o no pero él habla desde el sentimiento. De lo que sentimos muchos”, dice Paula. Lucía suma: “Me gusta porque va a fondo”.
Sobre Mauricio Macri: “Yo lo voté. Ahora, de política no entiendo mucho, pero me da un poco de tristeza porque creo que tienen (con Milei) más coincidencias. Pero tiene que haber una oposición con responsabilidad. Tal vez Macri sea la oposición”.
Marta también es jubilada de 87 años bien llevados. Por qué vino acá (y no al Congreso): “Porque quiero escuchar quiero informarme quiero saber. Son tantos años de lo otro, que esto merece una oportunidad”.
Sigue sola: “El tono no me gusta. Cuando dice malas palabras es un mal ejemplo para la juventud”.
Qué le pedirías al gobierno a nivel Ciudad: “Por favor que saque las villas. La 31 es infernal”. Se pregunta y se responde: “¿Porque avanzaron tanto? Porque les han dado plata”.

¿Marra? “Sí, me gusta. Qué paso ahí, no sé. Me gusta, te soy sincera, pero ahora hay que unir fuerzas”.
¿Está de acuerdo con la medida anti-inmigratoria? “¿Vos te podés hacer ciudadano dinamarqués, o paraguayo? Acá entran todos. Los chorros, los burros. Y si no les gusta que se vuelvan a sus países”.
¿Y la pobreza? Marta cambie el eje: “Basta de decir ‘hagan lío’. Francisco se terminó. Basta de decir la iglesia de los pobres. Pepe Mujica era comunista. Se han hecho ricos con los pobres”.
Precisamente Mujica pareciera que no. Ella: “No sé. Déjame dudar. Pero basta”.
¿Qué representa para vos Mujica y qué Milei? “Apoyo a Milei y lo nuevo. Y que dios nos ayude”.
¿Y si sale mal? “Creo que ya no voy a estar con vida. Que se arreglen los que quedan”.
Fin.

A su lado hay un joven con una pala gigante. Posa sonriente para decenas de cámaras. Parece haber logrado su objetivo: llamar la atención.
Se llama Santiago y se tomó dos colectivos desde “la zona más fea de la provincia”, Florencio Varela, donde vive. Tiene 21 años, camisa manga larga a cuadros y una enorme mochila roja sobre la que ató un pañuelo celeste.
Cuenta sobre el sentido de la pala: “Hay que trabajar en este país. Nada se puede conseguir gratis. Todo es trabajo en la vida”.
De qué trabaja: “Soy Rappi y Pedidos YA”. ¿Cuánto gana? “Un poco, mi mamá me decía: muy bien Santiago, ese dinero lo sacaste de tus esfuerzos”. No dice números. Y finalmente revela que ahora ya no trabaja.
Al joven de la pala lo interrumpe Franco, otro joven, vestido de traje, que quiere sacarse una foto con el instrumento. Me da la cámara y posa de mil maneras para fotos que luego subirá a su Instagram. Franco Vera, sabré después, es un joven militante que ha irrumpido hace pocos meses en el colegio Nicolás Avellaneda de Palermo –estando él domiciliado en el conurbano- para postularse como Presidente del centro de estudiantes de la institución.
Franco Vera es de estatura pequeña pero en el debate del centro de estudiantes miró a sus contendientes de la lista oficialista, asociada al peronismo, y al ver que eran 8 personas dijo: “Yo estoy solo pero me la aguanto”. Primera gran ovación del público que recién lo conocía en un debate que ganó con comodidad con palabras clave como fútbol, Messi, Dios, diversidad.
Su lista, hasta antes del debate compuesta por él solo, se llama Ruge el cambio.

Ahora tiene una decena de seguidores, más después de su segunda jugada: hacerle una cámara oculta a la directora. En la cámara, subida a las redes, se ve cómo la mujer lo apercibe por una serie de hechos difíciles de entender desde afuera, supuestas actitudes de Franco desde que llegó al colegio. Es cierto, se lo nota sobre excitado y concentrado en su carrera estudiantil. Y si bien el video no lo muestra, él asegura que el objetivo de la directora es censurar a Ruge el Cambio para que no se presente –y gane- las elecciones del centro.
Así utilizó la cámara oculta para denunciar la censura institucional.
Su historia merece un documental aparte, que no entra en esta nota. Sobre la elección porteña, él no puede votar. Y pese a las preguntas sobre la actualidad él hablará como representante de los jóvenes de LLA en tono candidato y pedirá que sea a través de videos: “Menos Estado es menos peso al sector público. O sea… Si una persona no capacitada no nos sirve, ¿para qué lo vamos a tener como empleado? Necesitamos tener personas capacitadas. Hay que aprender en esta batalla cultural que los que nos gobiernan son personas normales, no son entes superiores, no tienen título de nobleza”.
¿Los Menem no serán parte? A Franco no le entra una bala: “Los jóvenes somos el cambio” responde en casete y mostrando su sonrisa de dientes con aparatos. Corta la charla para seguir sacándose fotos que subirá tanto a su Instagram como al de la agrupación Ruge el cambio, actividad que le sale muy bien: durante la tarde noche logrará cosechar selfies con personajes como el Gordo Dan o el diputado Martín… Menem.
Fin.




Otras celebridades que se llevan las miradas:
El Zorro con la bandera de Argentina.
Mickey Mouse con un cartel que dice “Aguante Adorni”.
Lila Lemoine vestida como playera de YPF.
Una mujer que tiene tatuada en la cara, justo arriba de su ceja, la palabra “Castrate”. Hay que acercarse bien para entender bien de qué va… o no tanto. En su cachete izquierdo amplía las siguientes consignas:
- Castrá
- Adoptá callejeritos
- Educá
- No compres
- No + piroctenia
Son tatuajes.
En la cara.
Fin.

Franco Carcedo es autor de un libro recién salido del horno que se llama Milei: Conexiones filosóficas. Lo escribió junto a su esposa en La Pampa, donde vive, de donde llegó hoy 7AM y a donde vuelve hoy mismo a las 22. Vino, además de para ver a Adorni y Milei con el objetivo concreto de vender su libro. Lleva 5 ejemplares en la mano, y cuenta que ya vendió otros 5. “Es un camión”, anuncia. Y cuenta sobre su contenido: “El libro relaciona distintos acontecimientos que sucedieron durante la vida de Javier Milei, lo que hizo y muchas veces lo que dijo y dice”. ¿Un ejemplo?
Lo que sigue es literal y no está trucado ni escrito maliciosamente: es parte del libro editado por la editorial Dunken, que cualquiera puede comprar. Dice Franco: “Cuando habla de la felicidad él sin saberlo está hablando de algo que dijo Oscar Wilde en 1888”. ¿Cómo? “Cuando Milei dice que la felicidad es no tenerle miedo a la muerte. Oscar Wilde dice algo parecido”.
La pido mejor hojear el contenido; al inicio hay dos citas. Una de Napoleón que dice: “Los hombres excepcionales son parte de un momento excepcional”. Y otra de Javier Milei: “No seré reconocido como economista sino como rockstar”. Ahí nos vamos entendiendo.

En el libro, profundiza Franco, “hay referencias a Nietzche, Maquiavelo, hay cosas de Spinoza… y la frutilla del postre”. Atención: “La cita de Wilde de la felicidad es de 1888. Milei en 1998 funda una banda que se llama Everest. ¿Sabés cuantos metros tiene el Everest? 8848.88”. Ante mi mirada atónita, Franco Carceda prosigue: “Pero hay más. El día que nació Milei se jugó un partido amistoso para homenajear a Arsenio Erico (futbolista paraguayo muy querido en Independiente). En ese partido debutan Bianchi, Carrascosa y César Laraignée. Ese día nació Milei”.
¿Y entonces? Franco Carceda repite: “El día que nació Milei ellos debutan con la casaca argentina”.
¿Pero cuál sería la conexión filosófica: “Es algo piola porque Milei es fanático de Boca y Bianchi es casi el máximo ídolo de Boca, con Riquelme y Palermo, ponele”.
Vuelvo a pedirle el libro. Sobre el nacimiento de Milei, se informa también que nació el mismo día que el guardameta ruso «Araña» Yasín (¡dos arqueros!) y que se editó un álbum del conjunto Jackson 5 de donde saltaría a la fama Michael Jackson.
Fin.


Equivalencias y bebidas.
Una señora envía videos a un grupo y le responden “como quisiera estar ahí”, “cuidate” y le ponen emojis de un león.
Una nena con la careta de Milei y una motosierra posa para las fotos mientras la mamá, al lado, tiene una careta de Adorni, un caniche y muchos pañuelos celestes atados a la mochila, como si los hubiera llevado para hacerse unos pesos.
Un remera violeta grita “viva la libertad” y otros remera violeta, alrededor, lo miran y estallan en carcajadas. Él también.
Franco Vera me contará luego, orgulloso y dolorido, que le tocó la mano a Milei pero que eso le costó que, literalmente, que los seguridad lo tiraran al piso y le pisaran la cabeza: “Estoy bendecido”.
Suena en el escenario un tema con acordes punk cuya letra asegura que Milei es “el último punk” y “el último superhéroe de la libertad”; eso significa que están al caer el Presidente y también Adorni, a quien nadie parece esperar demasiado. Menos que nadie, los remera violeta.
Aparece más allá otro contingente de remeras violetas que ahora llevan bengalas violetas y tocan bombos violetas, siguiendo a una bandera sostenida por jóvenes prolijos y sonrientes sin remera violeta.
La inscripción de la bandera en la cabecera dice «Jóvenes LLA» y otra atrás “Lugano”. La entrada es de cancha: se canta “el domingo cueste lo que cueste” y “un minuto de silencio para Macri que está muerto”.
Otro de los hits son “El que no salta es radical” y uno que cambia la palabra “Perón” por “León”.

Un hombre de 40 y pico, vestido de traje, es el que saca las canciones y agita.
Lidera a la barra hasta meterla en el centro mismo del escenario.
Mientras este cronista anota otras cosas, como la presencia de francotiradores en las terrazas de Recoleta y al lado del escenario, se ve que el hombre sale del tumulto, ofuscado.
Le han robado el celular.
Habla con una persona de seguridad, que abre las manos en señal de “no puedo hacer nada”.
El hombre está visiblemente afectado, dice “no lo puedo creer” y pide un celular para “dar de baja las tarjetas”.
Consigue una cómplice, a quien le confesará lo que él cree es la razón del robo:
-Es que está lleno de negros.
Fin.

Nota
Cecilia Basaldúa: la sangre de un sospechoso
Mario Mainardi (en la foto tomada hoy), uno de los principales sospechosos por el femicidio de Cecilia Basaldúa cometido en Capilla del Monte, Córdoba, hace poco más de 5 años, finalmente fue citado por la fiscalía de Cruz del Eje para realizarle este martes una extracción de sangre. La abogada de la familia Basaldúa, Daniela Pavón, se enteró apenas un día antes de esta citación a Mainardi. El sospechoso (actualmente vive en Santa Fe) había sido encargado de alojar a Cecilia en Capilla, y fue la última persona que la vio con vida, el 5 de abril de 2020. Sobre su presencia hoy en Cruz del Eje, contó la abogada: “Sacó fotos a todo el edificio, selfis con tribunales de fondo y salió custodiado con personal de la policía de Córdoba. Se subió a un móvil y se fue”.
Las irregularidades y desinformación o manipulación en la causa han sido frecuentes en perjuicio de la familia y sus defensores (además de Pavón, el abogado Gerardo Batistón es querellante en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación). También ha significado un ocultamiento a la prensa. Audiencias para las que los testigos no eran notificados, falsos argumentos policiales para explicar su propia inoperancia, demoras incomprensibles en la causa, todos temas por los que hay iniciada una denuncia de la Dirección Nacional de Protección de Grupos en Situación de Vulnerabilidad de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la Dirección de Investigaciones de las Fuerzas de Seguridad. Además se solicitó a la Fiscalía de Cruz del Eje que la policía de Capilla del Monte, ya no sea la que realiza las notificaciones.
Queda pendiente ahora la información que se brinde a la sociedad sobre este trámite, que permitió ver a un sospechoso clave que nunca dio la cara. La causa ha sido siempre un laberinto sacudido en todo caso por numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad. Aquí publicamos la crónica de lo ocurrido hace menos de un mes, al cumplirse 5 años del hallazgo del cuerpo de Cecilia Basaldúa.
Fotos y crónica de María Eugenia Marengo para cdmnoticias.com.ar
25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..
Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.
– Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.
Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.
–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.
Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.
La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:
Adrián Lúquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género. Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.
El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.
Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.
Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como granaderos.

Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.
El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.
La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?
Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.
La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:
“Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.
Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.
Nota
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