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Quién es Naomi Klein y porqué vino a la Argentina

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Naomi Klein nació en Montreal, Canadá, en 1970. Sus padres eran, por entonces, integrantes del movimiento progresista que, en la década del 60, decidió abandonar los Estados Unidos, en oposición a la
Guerra de Vietnam.

Radicados en Canadá, combatían a la sociedad de consumo con frecuentes excursiones familiares al campo, donde verdes praderas, montañas majestuosas y almuerzos con alimentos no envasados en los parques nacionales, los ponían en sintonía con la naturaleza. «A mí nada de eso me importaba -recuerda Naomi en su libro-.A los cinco o seis años, esperaba con ansias ver las figuras de plástico de los carteles de las sucursales de las cadenas de comida rápida que se sucedían a amboslados de la carretera, y alargaba el cuello cuando pasábamos ante los Mc Donalds, los Texaco y los Burger King. Mi cartel favorito era el de Shell».

Solo cuando el matrimonio Klein se sentía ideológicamente abatido por sus dos hijos accedía a una comida rápida en cajitas brillantes y laminadas sin resignarse -tal como señala la periodista- a que «habían engendrado dos
niños normales.»

Klein tampoco fue una adolescente de excepción. Era fanática de las marcas, le encantaba pasear por los centros comerciales, y hasta llegó a trabajar los sábados como vendedora de Esprit, la cadena de ropa que adoraba. Todavía hoy compra prendas de esa marca, pero les arranca las etiquetas.

¿Por qué esa adolescente fascinada por los logos devino en
una figura de referencia para los movimientos anti marca? El problema con
los corporaciones -apunta- es parecido al de los amantes: cuando uno le
promete al otro demasiado, nunca puede cumplir. Si las empresas solamente vendieran sus productos, quizás hubieran dejado satisfechos a sus seguidores. Pero si lo que juran es amor para toda la vida y no cumplen, el romance termina mal: aseguran felicidad y entregan una bebida light. Esa desilusión, en alguna medida, la vivió ella misma. Por eso llevó adelante su cruzada contra las marcas con fe de conversa.
«Vivimos en Canadá y no en Estados Unidos -le explicaron sus padres más de una vez- porque aquí no tienes que ser rico para enfermarte y puedes hacer documentales y el Estado paga». Por entonces, ambos trabajaban en el sector público: Michael Klein era médico; Bonnie preparaba documentales feministas y pacifistas.

Su madre era una activista aguerrida del movimiento antipornografía, que
consideraba a la pornografía como un acto de violencia contra la mujer y de
explícita subordinación al género masculino. Es una de las múltiples
preocupaciones (el nacionalismo, la violencia doméstica, la
antidiscriminación) que abarcó el feminismo en Canadá y, aunque su lucha fue históricamente acusada de conservadora y censora, tuvo –y todavía tiene– un gran peso en Canadá. De hecho, en 1992 la Corte Suprema de Justicia dispuso la prohibición de circulación de materiales que convirtieran a la mujer en un objeto de explotación sexual.

En 1980, Bonnie filmó Esta no es una historia de amor, película anti
pornográfica por la que recibió todo tipo de críticas: desde el titular de
un diario que la acusaba de fascista hasta la imagen de una revista en la
que la cara de su madre aparecía en un cuerpo de gorila. «Mientras estaba en el colegio sentía demasiado opresiva la gran exposición pública de mi madre feminista. No era cool, en 1980, filmar una película antipornográfica, no por lo menos en mi secundaria». La vergüenza que le provocaron las críticas a su madre la mantuvo alejada de la política. Hasta que ingresó a la
Universidad.

El 6 de diciembre de 1989 resultó el momento bisagra, la fecha de
la Masacre de Montreal, la peor tragedia ocurrida en un solo día en la
historia de Canadá. El penúltimo día de clases, antes de las vacaciones de
Navidad, catorce estudiantes fueron asesinadas a los tiros por Marc Lépine,
de 25 años, que entró a la Escuela de Ingeniería de la Universidad de
Montreal y abrió fuego al grito de «¡Odio a las feministas!»

Luego de la masacre, las autoridades municipales y provinciales declararon
tres días de duelo; la bandera del parlamento canadiense hondeó a media asta y fueron encendidas velas de vigilia en todo el país. La violencia de género dejaba de ser tema excluyente del movimiento feminista para instalarse en espacios que antes le habían dado poca atención. «Ese suceso me politizó enormemente -puntualiza Klein-. Por supuesto que después de esa matanza una debía llamarse a sí misma feminista».

En este sentido, sostiene, No logo es un libro feminista. «Es una vuelta a
las raíces del feminismo, al feminismo temprano, que estaba muy involucrado en acciones contra la explotación. Creo que el movimiento perdió su rumbo a fines de los 80, cuando se alejó justamente de esas raíces críticas frente al capitalismo y al consumismo» .

Fue precisamente la Federación de Mujeres de Québec, la organización que
llevó adelante la marcha Mundial de las Mujeres en marzo de 2000. Bajo la
consigna Pan y Rosas constituyó una significativa convergencia internacional de movimientos.

Militancia. En una oportunidad, Klein resultó amenazada -con una bomba en su casa y en la oficina- después de escribir un artículo, «De víctima a victimario», en el diario estudiantil donde sostenía que Israel no solo debía terminar con la ocupación sobre los palestinos sino también sobre su propia gente, especialmente con las mujeres.

Después de la publicación de la nota la unión de estudiantes judíos
sionistas llamó a una reunión para discutir las medidas a tomar.

– Si yo alguna vez me encuentro con Naomi Klein la mato» -dijo una mujer.

-Yo soy Naomi Klein y soy tan judía como cada uno de ustedes -contestó la
autora. Tenía 19 años y, desde entonces, no recuerda un silencio tan cargado como el que se hizo ese día en la sala.

Klein interrumpió la carrera universitaria para trabajar como periodista en
el Toronto Globe and Mail y para editar una revista política alternativa. Se
fue de la universidad a princicios de los 90, convencida de que la
estrategia de la izquierda era pobre y aburrida.

Cuando volvió, en 1995, se sorprendió porque encontró un panorama renovado, donde los estudiantes organizaban campañas contra la invasión del espacio público por las marcas. La militancia anti-empresaria estaba en plena expansión.

Tal como desarrolla en uno de los capítulos de No logo, las empresas
ingresaron a los campus universitarios con estrategias de lo más variadas:
desde la obtención de la concesión de las cafeterías hasta el financiamiento
de equipos de investigación o la pegatina de avisos publicitarios en cuanto
lugar les era posible: hasta en los baños.

En este sentido -sugiere Klein- la respuesta más creativa fue la de los
estudiantes de la Universidad de Toronto, en donde también ella cursó.
Los integrantes de la autodenominada Sociedad de Agradecimiento a Escher se emplearon temporariamente en la agencia publicitaria que ponía los avisos en las minivallas de las facultades y se preocuparon de perder -a conciencia- los destornilladores que les daban para abrir los marcos de plástico. Muñidos de esos elementos, en un operativo comando reemplazaron todas las publicidades por grabados del artista holandés Maurits Cornelis Escher. Así, todo el alumnado pudo disfrutar de esas imágenes geométricas inicialmente elegidas por los estudiantes porque se fotocopiaban bien.

Fue ese heterogéneo movimiento gestado en las aulas el que la condujo hasta No logo: Klein sólo siguió el hilo de sus amigos universitarios. «Cinco años antes -recuerda-los temas que nos preocupaban eran la discriminación racial, la identidad étnica, el género y la sexualidad. Ahora esos temas se habían ampliado, habían incorporado el poder de las grandes empresas, los derechos de los trabajadores y un análisis relativamente desarrollado de los procesos de la economía mundial».

No logo se convirtió así en el best seller que es hoy, como símbolo de una nueva cultura política. El libro justifica en cada línea su éxito y prestigio. En primer lugar, porque es una investigación profunda, seria y sostenida con números, teoría y crónicas. Klein es consecuente con su ideología: si lo que importa en cómo se vive un política económica determinada, viaja hasta donde sea necesario para comprobarla. Pero, y quizás es lo mejor, No logo es un libro bien escrito. Aquí también, además de su talento, cuenta su lógica política: a Klein le preocupa su época, pero también su lector. Nunca lo aburre ni lo subestima. Y escoge las palabras con esa sensibilidad que se transforma en su marca característica.
Luego del éxito de No logo, llegó la revuelta de Seatlle. O viceversa. El libro es hijo de su época y Naomi se transformó en un voz potente y autorizada para hablar de ella.

Así llegó al Foro Mundial de Porto Alegre, realizado en enero del 2002, donde tomó contacto con las noticias que llegaban desde Buenos Aires. Decidió, entonces, llegar hasta aquí, luego de un curso intensivo de castellano que tomó durante 20 días en Montevideo.

Aterrizó en esta ciudad cuando todavía en Parque Centenario se reunían más de 3 mil personas a debatir su destino. Y fue testigo directo de las violentas intervenciones de los partidos de izquierda por tomar el control de ese espacio. Participó de la multitudinaria marcha con que se conmemoró el 24 de marzo y partió poco después, con la determinación de volver y quedarse el tiempo necesario para entender lo que aquí pasaba.
Su marido, el director canadiense Avi Lewis -una estrella de la tevé, por cierto- fue su cómplice y compañero en este proyecto. O viceversa.
Así, los dos se instalaron durante seis meses en Buenos Aires, frente a Parque Lezama, y con un equipo de jóvenes locales y cámaras internacionales, registraron todo lo que vieron. El violento desalojo de Brukman, con tres cámaras. La resistencia de Zanon, en Neuquén, con tres viajes. Las movilizaciones del 19 y 20, a un año de la protesta. El trabajo de los grupos piqueteros, fuera y dentro del piquete. Las reuniones de asambleas y las historias que había detrás de ellas. Sumaron, en total, 200 horas de filmación que estarán, ahora mismo, seleccionando y cortando con pasión y cariño. Porque Naomi y Avi así son.

Durante esos meses argentinos, Naomi escribió algunos artículos. Es una mirada interesada por transmitir al mundo lo que aquí ella veía. Eso que descubrió Naomi en la Argentina es algo que merece ser leído una y otra vez. Porque sirve para pensarnos desde otra lógica y otra perspectiva. Para debatir sobre la salud de nuestros ángeles y también de nuestros fantasmas. Pero, fundamentalmente, sobre aquello que Naomi intuyó desde un principio: sobre nuestra esperanza.

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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CABA

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
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  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
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  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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