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Recibir una epifanía para enfrentar una agonía: respuesta de María Galindo a los textos pandémicos de Paul Preciado

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El filósofo trans Paul Preciado escribió dos textos tempranos sobre la pandemia que marcaron debate: Aprendiendo del virus y Estábamos haciendo la revolución cuando llegó el virus. Invitada por el teatro y centro de espectáculos Hebbel am Ufer de Berlín y en el marco del ciclo «Intentional mutation», la activista boliviana María Galindo elaboró una interpretación en respuesta a esos textos que leyó en el marco de la actividad y comparte en exclusiva con lavaca.

La mirada del pensamiento decolonial latinoamericano. Qué significa la cosmoagonía. La fasicistización de la subjetividad. El recrudecimiento del orden colonial. La comunidad versus la familia. Las mutaciones intencionales. Y la revolución como algo que ya está aconteciendo: «Todas y cada una de las luchas desplegadas contra el régimen patriarcal colonial extractivista pre pandemia tienen hoy post pandemia tanto o más sentido. La revolución no exige un acto sacrificial de inmolación, tampoco exige un acto heroico, no es la búsqueda de una redención, sino una necesidad urgente e ineludible”.

Texto elaborado para el debate «Intentional Mutation» organizado por el teatro Hebbel am Ufer, de Berlín.

Por María Galindo

Amado Paul:

Con tu llamado a la revolución post-Covid me he hecho un manto de palabras con el que asistir al largo funeral que ha representado la pandemia en Bolivia y he usado el texto “Aprendiendo del virus” como apoyo corporal para mi propio cuerpo cuando, como si hubiese estado herida, me han faltado las fuerzas para sostenerme en mis propias piernas.

Sé que sufriste el virus y que levantándote aun débil de una cama solitaria y febril escribiste el primer artículo; y el segundo, aún convaleciente, fue escrito también desde el encierro.

Ambos textos tienen un aura epifánica: el primero explica con detalle como si de una posología farmacéutica se tratara los componentes del virus  y sus contraindicaciones; y el segundo tiene un ritmo vital de pulmón que en lugar de ser conectado a un respirador lo conectas a una oxigenación de otra índole, que consiste en un llamado a sumarse a una revolución en curso.

Te escribo desde la invención de una práctica subversiva en confinamiento.

No obedecí, no me encerré, no me calle, no me protegí. No por negacionismo, ni menos aun por arrogancia, sino por instinto animal. Traté de inventar una practica política, de trazar una estrategia para subsistir, tuve miedo no de morir, sino de enmudecer por el dolor, de padecer no el virus, sino la desactivación de la esperanza.

Concretamente me he dedicado a escuchar vía ondas radiales cotidianamente a cientos de personas primero sobre el encierro y lo que sentían, luego sobre el hambre, luego sobre la muerte inminente y por último transforme el estudio de la radio en una sala funeraria radial donde me dedique no sólo a despedir a l@s muert@s, sino también a escucharles. Mi cuerpo se fue convirtiendo en una especie de recipiente inflamado de palabras y llantos ajenos que se depositaron dentro mío como en un buzón.

Hicimos ollas comunes con y para las trabajadoras sexuales, fabricamos alcohol en gel casero, fricciones y ungüentos prohibidos para sostener nuestro trabajo.

Cuando empezaron a popularizarse las bolsas para muertos y las fosas comunes porque no habían ya ataúdes y las tumbas se habían convertido en un lujo, fabricamos ataúdes de cartón pintados a mano y personalizados para la celebración de velorios simbólicos. En una ciudad vacía y militarizada donde se podía circular solo para cuestiones urgentes nos dedicamos a grafitear frases como “Quédate en casa no es lo mismo que cállate en casa”.

Este conjunto de prácticas sencillas muy concretas han sido difíciles de sostener, pero se han convertido en un ramillete de resistencias cuya originalidad ha tenido un efecto no sólo balsámico y sanador, sino que han tenido la facultad de abrir un espacio metafórico de acción, un espacio que podríamos entender como laboratorio de ensayo de mutaciónes microscópias para usar tus términos; un espacio de procesamiento experimental de cada uno de los elementos constitutivos de la pandemia para actuar sobre esos componentes uno a uno.

Después de haber desplegado estas fotografías que te desubiquen del departamento desde donde tu escribiste, paso a responderte.

Dejo claro que asumo tus textos como una base conceptual fundamental que no pretendo rebatir sino releer desde su reverso, es decir la perspectiva inversa a la que has escrito.

Esto no es un detalle, ya intenté antes cuando los leí por primera vez escribir una respuesta y no lo hice porque no habitamos un mismo mundo; porque no hay un lugar común de pensamiento y porque en aquel momento pensé que debíamos inventar primero ese espacio para pensar juntos. Hoy estamos aquí frente a esta hermosa ocasión[1] y siento que ante la ausencia de un espacio común de pensamiento necesito marcar la distancia conceptual, que no es una discrepancia.

Estamos -como bien lo dices en tu texto- frente a una forma planetaria de gobierno, pero eso no quiere decir que estamos teniendo la misma experiencia. Miramos lo mismo desde ángulos antagónicos. Eso hace que esta discusión sea urgente y absurda al mismo tiempo y sobretodo que sea tan difícil de agarrar.

Nos encontramos en ángulos de mirada que no pueden sintetizarse en uno y hacerlo seria caer en el error de negar la perspectiva del “otro”.

La pandemia no es la misma en el norte que en el sur, no significa lo mismo para los cuerpos, ni para las economías, ni para las geografías.

Este no es un problema que se inaugura con la pandemia, es un problema que ya fue nombrado por todo el pensamiento decolonial y descolonizador[2] pero que frente a un fenómeno planetario como es una pandemia se convierte casi en una ironía

Lo que puedo decir al respecto y que comparto contigo con la misma pasión es la necesidad de conocer la perspectiva del “otro” para confabular. No hay salida posible ni reinvención que no se haga sin poder obtener los códigos del otro lado o de cada uno de los “otros” lados que son muchos y básicamente circulares y múltiples y no dos, ni menos aun binarios.

COSMOAGONIA

Para que las transiciones tecnológicas que señalas en tu texto sean posibles las sociedades del mundo de donde se succionan las materias primas debemos permanecer ancladas a formas de extracción pre industrial.  No en un relacionamiento de primer a tercer mundo, no de civilizado a primitivo. No es que el minero que esta extrayendo a mano y con combo el mineral no tenga en su bolsillo un celular y no tenga una cuenta de Facebook,  y sus hij@s de la misma manera. Claro que la tienen, pero su incorporación a esa tecnología no es la del sujeto tecnopatriarcal, radicalmente individual, etc. Su acceso a esa tecnología no supone que este viviendo esa transición, sino que esa transición tecnológica será sin duda ninguna a costa suya y de la sociedad entera.  A eso el neoliberalismo ha llamado globalización, ha llamado globalización al hecho de que cientos o miles o el numero necesario de niñeras, enfermeras o trabajadoras del hogar viajen desde Ecuador, Bolivia o Paraguay a asumir los cuidados que los hombres de las sociedades que están viviendo esa transición tecnológica se niegan a asumir. Podría perderme en ejemplos y mas ejemplos de formas de extracción que transitan de la extracción de materias primas, a la extracción de seres humanos, de afectos o de conocimientos.

De hecho la extracción afectiva que suponen estas miles de “exiliadas del neoliberalismo en los trabajos de cuidados en los nortes donde van suponen muchas veces la contención emocional de niñ@s y ancian@s mas importante e imprescindible y suponen también una suerte de cuña de contención de la relación heteropatriarcal familiar.

Estamos hablando de una extracción enajenante que te despoja de la condición de product@r, ni siquiera de depositario de nada. La condición de pobreza esta medida por la condición de despojabilidad absoluta y no por la falta de ingresos.  

Ese proceso de despojo que el estractivismo implica al mismo tiempo cae fuera de la consciencia de quien habita una sociedad hipertecnlogica como la que describes.

Esa doble enajenación simultanea es lo que llamo como cosmoagonía que será la incapacidad de explicarnos el universo y la imposibilidad de hablar en términos universales, inclusive en un contexto pandémico.

La cosmoagonía sería la consciencia de no poder hablar en términos universales, la consciencia de la necesidad de abandonar el modelo en el que el mundo y sus procesos se explican desde el norte, desde el sujeto hegemónico. Pero también sería la consciencia de la imposibilidad de la explicación del mundo desde l@ despojad@/despojable, la cosmoagonía seria la consciencia de la necesidad de construir no una visión común, pero si visiones paralelas que deben ser concatenadas.

La cosmoagonía es la identificación de la crisis terminal del “sistema/mundo” así como la comprendemos.

Se ha hecho trizas también el calendario gregoriano y las nociones capitalistas que nos indicaban que el tiempo es dinero, pero tampoco podemos apelar al calendario maya o inca porque es el sentido del tiempo el que se ha interrumpido en busca de nuevas formas de vivirlo: eso también se llama cosmoagonía.

En síntesis la cosmoagonía son todos los quiebres de los sentidos de mundo que teníamos.

FASCISTIZACION DE LA SUBJETIVIDAD

Ese sujeto del tecnopatriarcado que tan detalladamente describes es posible de ser constituido a partir del miedo al contagio como elemento principal y luego a partir del miedo a la perdida de su espacio vital como elemento central del lugar que ocupa. Es el sujeto al que los medios de comunicación y los gobiernos se dirigen, es el sujeto al que la policia protege. Es el eje principal de una sociedad de control y vigilancia introyectada. Pero desde ese sujeto no se puede explicar la revuelta contra el asesinato policial a George Floyd, ni la revuelta chilena por la constituyente, ni una serie no documentada de eventos de desobediencia masiva que tienen un alcance descomunal que esta soterrado. Ese sujeto del tecnopatriarcado que esta en un proceso de fascistización abierta de su subjetividad esta circundado por una masa más o menos visible, más o menos nítida, más o menos politizada de gentes que han necesitado procesar sus miedos para subsistir, que han generado mecanismos de resistencia al virus que pasan por otro tipo de practicas de intercambio afectivo, de información, de alimentación y de desplazamiento. Todas practicas fundadas en la desobediencia, en la ausencia de alternativas y en la creatividad. Ese otr@ sujet@ que si tiene manos, que no tiene mascarilla, que no esta conectad@ a las redes porque no tiene acceso a ellas, que no tiene trabajo ni esperanza alguna de conseguirlo, ese sujet@ que para sobrevivir está llamado a unirse a l@ que esta al lado y que no puede esperar nada de institución alguna, ese sujet@ anuncia la apertura de muchas grandes y pequeñas revueltas que tendrán como eje principal su/nuestra propia subsistencia.

RECRUDECIMIENTO DEL ORDEN COLONIAL

Mientras hablamos avanza el incendio descomunal de bosque en Bolivia incendio provocado para la producción de necrodiesel, para la exportación de carne a la china y para la producción agrícola industrial con transgénicos. Mientras se quema ese bosque hay un “ejército” de biólog@s jóvenes mal pagados que precariamente están intentando recoger a mano lagartija por lagartija y reptil por reptil, buscan persuadir a los animales a que no se estresen y se dejen atrapar para llevarles desde el incendio a una nueva zona y que el desastre sea manualmente sujetado, ell@s están en una guerra anticapitalista y animalista.

La laboriosidad de lo que están haciendo no tiene comparación. Salvar al mundo persiguiendo lagartijas, osos hormigueros, tucanes, pumas o osos perezosos, llamados así porque son los animales más lentos del reino animal. Hasta hace poco esos osos eran tantos que comían tranquilamente hojas en los arboles de la plaza del pueblo y te los encontrabas en cualquier recodo mirándote amigablemente.

Es@s jovenes, lo digan o no, han dejado de pertener a un Estado para pasar a pertenecer al bosque, ell@s han cambiado la comunidad humana, por la comunidad animal y la intensidad de su experiencia provocara en ell@s una mutación profunda por reconocer.

Los Estado no son soberanos, son meros administradores de proyectos capitalistas supraestatales coloniales de máxima concentración de poder y capital. La lucha social de cara a los estados es una lucha agotada que pierde día a día sentido. El recrudecimiento del orden colonial rediseña las fronteras de poder politico. Cuando hablamos de concentración del capital no sabemos de quien o quienes estamos hablando.

Dices que las fronteras se han trasladado a la puerta de tu casa para convertirte en un confinado vigilado como se vigila al extranjero ilegal. Te pregunto: si no podemos recoger lagartijas, ¿qué hacemos entonces, qué luchas tienen y tendrán sentido?

LA COMUNIDAD VS LA FAMILIA

Este régimen multigobernativo mundial no sólo ha empujado a la construcción del sujeto technopatriarcal radicalmente individual, sino que ha reimplementado el modelo familiar como el único espacio posible de afecto, para romantizar la reclusión y fascistizar no sólo la subjetividad individual, sino tambien la subjetividad del grupo familiar como unico grupo de intercambio de afecto, como unico grupo de pertenencia, como único espacio de contención emocional posible. El individuo ha sido llamado a tener miedo no sólo para protegerse, sino sobretodo para proteger a “los suyos”.

Al mismo tiempo esa reclusión familiar ha puesto en evidencia  esa otra pandemia mundial que es la violencia machista. En cuanto las mujeres han vuelto a estar a cargo de l@s niñ@s y en un espacio domestico las 24 horas la familia se ha revelado como estructura reaccionaria y retrograda de succión de las energías de las mujeres, también a costa de sus propias vidas.  

La comunidad incompleta como espacio de sentido para las mutaciones que buscamos provocar en nuestra subjetividad no es la suma de familias, sino la contencion emocional y afectiva por fuera de la logica familista consanguinea y jerarquica.

Si la comunidad para ser tal necesita estar dispuesta a subvertir permanentemente sus límites, si para ser un espacio de experimentación colectiva de mutaciones intencionales necesita asumirse como incompleta, es urgente entender la comunidad no como la suma de familias, ni tampoco como la suma de individualidades, sino como la activación de espacios metafóricos de experimentación colectiva de mutaciones intencionales. La comunidad puede ser el espacio para transformar y procesar el dolor y el miedo, la comunidad puede ser el espacio para transformar y procesar las identidades, puede serlo y convertirse en tal bajo estas dos condiciones la ruptura del criterio de homogeneidad y la ruptura del criterio de la suma de individualidades o la suma de familias.

LA REVOLUCIÓN ES LO QUE ESTÁ ACONTECIENDO

De todos los andamios que has construido en estos dos artículos tu llamado a retomar todos los hilos de las revueltas en las que estabamos antes de la pandemia es para mi el llamado mas profundo, mas osado y mas conmovedor.

La pandemia no es una causa que provoca una interrupción de un orden neoliberal con limites aceptables de libertad, hacia formas autoritarias tiránicas y fascistizantes de control. La pandemia es una consecuencia del orden colonial patriarcal estractivista y esto por muy sencillo que parezca me parece muy importante de tener presente, al mismo tiempo esta base coloca tu propuesta en el centro de las esperanzas. Todas y cada una de las luchas desplegadas contra el régimen patriarcal colonial extractivista pre pandemia tienen hoy post pandemia tanto o más sentido.

La revolución no exige un acto sacrificial de inmolación, tampoco exige un acto heroico, no es la búsqueda de una redención, sino una necesidad urgente e ineludible.

LAS MUTACIONES INTENCIONALES

No se identificar cuales son pero siento dentro mi propio cuerpo el crujir de mis interioridades.

Intuyo donde es que pueden constituirse esas mutaciones, donde pueden generarse.

Las mutaciones enraizaran en nuestras debilidades y fracturas es eso lo que necesitamos excavar y explorar; las vulnerabilidades y los quiebres.

Las mutaciones pueden instalarse en el luto y la perdida para canalizar y transformar ese dolor en otra cosa.

Las mutaciones pueden instalarse en el miedo y la incertidumbre del mañana para desencadenar procesos de radicalizacion de la rabia y la capacidad de reacción.

Las contenciones sistémicas de las que antes disponíamos como: la promesa de un trabajo, la promesa de una deuda, la promesa de una ayuda social, la promesa de una legalización se han caído todas y eso nos radicaliza, es ahí donde también puede ascirse una mutacion intencional.

L@s de arriba, por llamarles de algún modo han caido en ridículo, un día ordenan usar las mascarillas y al día siguiente ordenan lo contrario, consideran peligroso bailar y bioseguro trabajar, sus máscaras se han caido les podemos desmitificar, el rey está desnudo y tod@s lo sabemos. Ahí también puede anidar otra mutación intencional.

Todas nuestras sensibilidades se han despetardo, agudizado y abierto. Las palabras no han cambiado de significado, pero suenan distinto.

Podemos considerarnos sobrevivientes.

Podemos considerarnos receptor@s de una suerte de regalo, de una suerte de prenda que es la vida.

La revolución no es la que está por venir; no se nos ofrece como una meta finalista por conseguir, sino que es esa que viene aconteciendo, que no tiene dueño único, que no tiene vanguardia, que no tiene propósito único. La revolución como la dibujas -multicolor, multiforme y deliciosa- es la imagen de la revolución que más me seduce.

Gracias por tus dos bellísimos, pandémicos y virales textos.

P.D He tenido que dejar fuera la provocación que lanzas del ritual como espacio propiciatorio de mutaciones, porque se hacía muy largo y porque es un tema en sí mismo.


[1] Me refiero al debate abierto en la HAu: https://www.hebbel-am-ufer.de/en/programme/pdetail/intentional-mutation/?fbclid=IwAR0KOdRMDj3y543Ah18bMLVT3OngMX_ybyr4w1Fantzc8GTONSQRf_MQylk

Que fue pensado como debate presencial, pero no pude asistir debido al hecho de que Bolivia en este momento figura en el mapamundi como zona roja viral desde donde no se puede ingresar a países como Alemania.

[2] Incluyo tanto los términos decolonial como descolonización puesto que primero hay una gran confusión entre uno y otro, no son lo mismo ni son equivalentes, pero nombro ambos debido a la gran “popularidad” de la denominación decolonial en los ámbitos intelectuales europeos, yo por mi parte me siento parte de las construcciones descolonizadoras que tienen su raíz en esta parte del mundo y en la lucha social y no en la academia.


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De la idea al audio: taller de creación de podcast 

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Aprendé a crear y producir tu podcast desde cero, con herramientas concretas para llevar adelante tu proyecto de manera independiente.

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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

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Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.

Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Darío Santillán.

Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Maximiliano Kosteki

Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.

El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.

Siguen faltando los responsables políticos.

Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.   

Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.

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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

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Pablo Grillo
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83 días.

Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.

83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.

83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.

83 días y seis intervenciones quirúrgicas.

83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo. 

83 días hasta hoy. 

Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro. 

Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”. 

Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).

Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca. 

El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”. 

La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».

La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería. 

Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.

Esta es parte de la vida que no pudieron matar:

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