Nota
Teatro abierto por el corazón de las mujeres

Propuestas para que el arte nos dé otras miradas sobre la vida: un recorrido sobre las mujeres que llevaron adelante en el país el primer periódico anarquista; una obra de las hermanas Marull que, con humor y ternura, cuenta la historia de una mujer que viaja al pueblo de la infancia y recupera su propia naturaleza; un show musical en la voz de Andrea Bazán y un dispositivo que combina la instalación, la música y la fotografía, entre otras disciplinas. para que el arte nos dé otras miradas sobre la vida.
Arenga – La voz de la mujer
La voz de la mujer fue un periódico anarquista, el primero escrito íntegramente por mujeres en la Argentina, editado a partir de enero de 1896. Con nueve ediciones y una tirada de entre 1000 y 2000 ejemplares, en su tapa aparecía la leyenda: “Sale cuando puede”. Ese material periodístico histórico es la inspiración de Arenga – La voz de la mujer, un recorrido performático que incluye música, danza y poesía en MU Trinchera Boutique. Este evento artístico abraza a estas luchadoras que soñaban un mundo con más justicia y alegría: “Serenas, sin temor, siempre avanzando / Siempre altivas marchamos por doquier”, decían confiadas en el primer número del periódico que expresó su lucha, su pasión, su voz. Algunos de los titulos de los artículos pubicados son: “El Amor Libre. ¿Por qué lo queremos?”, “¿Amemos? No. ¡Luchemos!”, “El Divorcio” y “La inmunda cloaca clerical”.
“La idea de esta experiencia performática surgió en una conversación con Carolina Fernández —bailarina, actriz, docente— luego de haber grabado el podcast con los distintos episodios del periódico en donde intentamos representar lo que se planteaba en aquella época”, cuenta Yael Blanca, licenciada en Comunicación y docente, hacedora del podcast La voz de la mujer, integrante de la productora de contenidos Miel de Arcilla. Luego del episodio en el que Carolina le pusiera la voz a la anarquista conocida como Pepita Ghera, ambas pensaron que sería buena idea reunir en un proyecto común a otras voces que acordaran con la propuesta. Invitaron a Proyecto Avenoir, un grupo de bailarinas malambistas creadoras de una obra que también llamaron La voz de la mujer, dirigida por el bailarín Alvaro Melián. También contactaron a la cantante, poeta y compositora de décimas feministas Nayla Beltrán. “Pensamos si era posible armar una experiencia desde diferentes lenguajes como es la danza, la actuación, la vociferación y armar alguna letra, pensando en las décimas, que representaran el contexto y los reclamos, que aún siguen vigentes. Frente al entusiasmo de todas las partes que conformamos esta experiencia surgió la posibilidad de armar este dispositivo en torno a La voz de la mujer”.
Para Carolina fue muy movilizante haber grabado la voz de Pepita Gherra en el podcast: “Es un escrito que fue pensado, sentido, parido por varias mujeres hace tantos años atrás. Me sentí un poco continuadora de esa tradición. Algunas de las cosas que promueven esos textos son consignas llenas de sentido, aún hoy”. De cara a la nueva propuesta, Carolina se ilusiona con esta oportunidad de tejer redes “con otras experiencias artísticas que también se inspiran y recuperan estas luchas de mujeres anarquistas. Estamos invitando al público a una experiencia poética, donde se entrecruzan varios lenguajes, donde estamos recuperando, difundiendo y revitalizando la voz de nuestras compañeras anarquistas de fines de 1800”. Carolina y la artista Patricia West serán las “arengadoras”, les seguirá la música, la danza, la impronta de quienes hicieron camino en la búsqueda de la libertad.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Jueves 3 de noviembre, 19.30 hs
Reservas: lavaca.org/trinchera
@argoutis
@caro.baila
@proyectoavenoir
@nayla.beltran
@miel_de_arcilla_contenidos
Lo que el río hace

Amelia tiene una profesión,un trabajo, una jefa, un marido, una hija, una casa y parece no tenerse a ella misma. En medio de su ajetreada rutina de escritora y ama de casa, la muerte de su padre hace que viaje a Esquina, el pueblo donde pasó su infancia y en el que deberá ocuparse de la venta de un terreno. El viaje inesperado le trae situaciones que intenta resolver con la rapidez que emplea en su cotidiano, pero allí el tiempo transcurre con otra cadencia. Poco a poco se irá sumergiendo en otra sintonía, donde el calor pegajoso, la familiaridad de la música y el pasado que se vuelve presente, acompañarán este recorrido tan fascinante como necesario.
Una vez más, las gemelas Marull nos invitan a un viaje sensible. Ambas encarnan a Amelia y ese desdoblamiento nos permite conocer aún más todo lo que atraviesa sus propósitos y emociones. “Trabajamos sobre algunas imágenes relata María— sobre una primera escena que teníamos que era la llegada de una mujer al hotel, donde se encontraba con un recepcionista. Trabajamos con el universo de volver a un lugar del pasado, el reencuentro con diferentes personajes y situaciones”. Suma Paula: “Solemos escribir a partir de imágenes que no sabemos muy bien a donde nos llevan, o preguntas que no sabemos qué respuesta tienen. Teníamos muchas ganas de usar el parecido físico de alguna manera, encontrarle un procedimiento poético-teatral y también eso fue algo que buscamos, una historia para poder contarla de a dos, utilizando el recurso de la duplicidad”.
Asegura Paula que las preguntas que dan vueltas por sus cabezas en determinado momento de sus vidas son las que las motivan a crear. “En el momento en que empezamos a escribir la obra en el 2019, estábamos haciéndonos muchas preguntas sobre el tiempo, esta sensación de que se nos iba el tiempo y que no sabíamos en qué. Desde lo cotidiano hasta cosas más existenciales, había algo con el tiempo que nos estaba haciendo ruido”. Amelia vive a contrarreloj, en Esquina se reencuentra con una parte de sí misma que parece intacta, pese al tiempo transcurrido. Este retroceso en el paisaje, que la conecta con otras realidades, da lugar a cuestionar la propia identidad: “Preguntarse sobre quién es una, quién fue, quién no fue, quién hubiera sido y no fue. Volver a la infancia, revisar algo para poder seguir adelante. El contacto con la naturaleza como lugar, con la naturaleza propia. Amelia empieza la obra aturdida, desdibujada, alejada de ella msima y poco a poco al acercarse a la naturaleza va apareciendo su voz, su propia naturaleza, la obra habla de reencontrarse con eso también”.
Lo autorreferencial siempre se cuela de alguna manera. La ficción se nutre de lo vivido. “Los personajes y los mundos se van armando siempre del universo propio —refiere Paula— que tiene que ver con las vivencias que una tuvo. En este caso apareció el padre que se parece basante a nuestro padre, Esquina, que es un lugar que nosotras conocemos, el hotel existe, eso convive con otras cosas que son puramente ficción. Dejamos que aparezca lo autobiográfico y nos pareció que estaba bien así”. La historia de Amelia, su reencuentro con los lugares conocidos, con un viejo amor, con la inmensidad del río y sus misterios, sorprende con una buena dosis de humor y un barniz de ternura.
¿Cómo eligieron a las actrices y actores? “Fue una elección fácil, porque es gente querida y talentosa”, asegura María. El actor Mariano Saborido es el recepcionista del hotel, con sus irónicas acotaciones es el encargado de rasgar la seriedad inicial de Amelia y uno de los responsables de las carcajadas del público. William Prociuk encarna al novio de la juventud, quien luego estudió abogacía y formó una familia con el personaje de la actriz Débora Zanolli. Allí se generan tensiones que la risa descomprime. La actriz Mónica Raiola es la encargada del hotel y recibe a Amelia como si el tiempo no hubiera pasado. “Acostumbramos a armar los elencos con gente que admiramos y que queremos y si no, gente que admiramos y que vamos a querer después de trabajar”, dice Paula. María agrega que la música fue compuesta especialmente para la obra por el músico correntino Antonio Tarragó Ros. El tiempo, las decisiones que tomamos, los sueños, preguntarse quiénes somos y si somos quienes queríamos ser, confluyen en este río en el que, afortunadamente, nos bañamos cada día.
Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530, CABA
Miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos, 20 hs, hasta el 27 de noviembre
@soymariamarull
@paulamarull
Pa´despenar

Este viernes MU Trinchera Boutique será nuevamente nido del ciclo que se lleva a cabo una vez por mes: Pa´despenar. La cantautora Andrea Bazán, presenta su primer disco solista, que reúne catorce canciones y un poema que vienen surcando distintas geografías desde hace tiempo, planteando el despenar como acto de resistencia. Susy Shock, su hermana, es quien la impulsó y produjo el disco. “Susy es mi primera referente”. En el disco Andrea le dedicó a Susy un tema, Mana, que dice: “Juntas en las andanzas, suceden brotes, vida de serenata, rompes vos mis amarras, canta voz hermanada”.
¿Por qué despenar? Andrea admite que el tema debe haber nacido de algún desamor de momento. Pa’ despenar recorrió varias gargantas y guitarras y hoy regresa a quien le dio vida. “Soy de creer que la música sana. Conmigo lo hizo. Por eso no tiene que ver con la tristeza, de sacar penas, sino con una manera de ayudar a que resistamos. Habla del río, del cauce y de volver siempre, de volver a una misma: eso despena cualquier cosa”.
En esta oportunidad, Andrea contará con la participación de las músicas Solana Biderman, Caro Bonillo y un invitado especial: el músico y compositor Gabriel Sainz quien tocó el bandoneón en uno de los nuevos temas de Andrea. Una noche imperdible para habitar el espacio cultural de la cooperativa lavaca. Podés venir acompañadx o solx, de cualquier manera habrá clima de amistad para que te sientas como en casa. Y no faltará el momento del baile: la chacarera siempre invita a moverse.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 4 de noviembre, 21 hs
Reservas: www.lavaca.org/trinchera
Entrada a la olla
@andrea_bazan
@caro_bonillo
@solanabiderman
@gabsainz
Apolo Gía

De un lado y del otro, lxs asistentes ubicadxs sobre una tarima de madera nos convertimos en cercanxs observadorxs. En el medio, un cuerpo que apenas se mueve, con la mirada perdida, mientras la incertidumbre avanza. Ese cuerpo está sufriendo y desde arriba lo vemos, lo sentimos. ¿Qué hacer? Estamos tan cerca que podríamos tenderle la mano. La música y las luces conspiran para crear el clima en el que Apolo Gía se zambulle una vez que se cierra la puerta.
La bailarina y coreógrafa Valeria Polorena, egresada del Taller de danza contemporánea del Teatro San Martín y Maestra nacional de danza, comenzó el proceso de creación de la obra en su etapa post operatoria. “Como no podía moverme, desde mi cama comencé la creación de un documental. Escribí y registré aquello que podía hacer desde ese lugar reducido, todo lo que por mi cabeza pasaba, la angustia, la soledad que me invadía, mi trayectoria de vida, los daños que sentí, la vida que construí y como mi cuerpo en un instante me dijo basta. El presente era lo único que me dejaba constatar todo ese dolor desde mi cama y necesitaba crear este archivo personal”.
¿Cuáles eran los temores de Valeria? “Pensé en mi muerte, en el olvido total de mi persona. Constantemente mi cabeza giraba en torno a los recuerdos y el futuro”. Su cuerpo se fue recuperando y en ese renacer del movimiento, tomó la decisión de que no sea un documental sino “un acto artístico vivo”. Así fueron surgiendo las preguntas sobre las que trabajó: “¿Qué es la libertad? ¿Qué es estar vivx? ¿Hasta cuándo alcanza con estar respirando? Me pregunté mucho sobre el daño y las cicatrices que se van creando en el cuerpo pero que no son visibles y un día estallan”.
Un proceso personal se transforma en un hecho artístico, como una forma de exorcisar el dolor físico y propiciar el reverdecer del alma. “La exposición era una necesidad, también luego de la pandemia, para mi algo cambió en el teatro, tengo en este momento la necesidad de contar en carne viva y que les espectadores experimenten conmigo y se sientan parte de la historia, porque lo son en mayor o menor cercanía conmigo y con les otres. Quiero que estén adentro de la escena interpelar la posición del espectadore, nadie es testigo de nadie y eso me interesa muchísimo”.
Apolo Gía es un dispositivo que combina la instalación, la fotografía, la música, la iluminación y la proyección visual. Es una obra incómoda, que sacude y perturba. Y en su aspereza, exhala un perfume persistente que echa por tierra el temor al olvido. Valeria se entrega al movimiento, se reconstruye, entonces, vive.
Atelier La Maternal, Av. De mayo 881, CABA
Viernes 4 y 11, Domingos 6 y 13 de noviembre, 20 y 21.30 hs
@almgaleria
@valepolorena
Nota
Orgullo

Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.
Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.
Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.
Y no es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org


Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org
Nota
Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?
El podcast completo:
Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.
Nota
Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.
Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla
Fotos Juan Valeiro
El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.
Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.
Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.
Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.
La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”.

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:
- “Que no te vendan gato por león”.
- “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”.
Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:
Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.
Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.
Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.
Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.
Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.
La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.
Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.


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