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Una ganada por las estudiantes: la Ciudad aprueba el protocolo contra la violencia machista en secundarios y terciarios

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Después de años de lucha y tras la toma conjunta de colegios por el #AbortoLegalYa, el Gobierno de la Ciudad envió esta semana el protocolo de prevención e intervención en casos de violencia machista y de identidad. El documento que recibieron rectores de secundarios y terciarios fue elaborado por las estudiantes junto a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad. Define las distintas modalidades de violencia (física, psicológica, económica) y plantea la creación de un equipo docente para el seguimiento de situaciones. Los centros de estudiantes analizan la letra del documento, presionan por su aplicación y siguen organizados de cara a la votación en el Senado.
“Protocolo de acción institucional en escuelas secundarias y establecimientos terciarios para la prevención e intervención ante situaciones de violencia de género y discriminación basada en la orientación sexual e identidad de género o su expresión”. Tal es el largo título que lleva el documento que esta semana recibieron los rectores de los colegios de la Ciudad de Buenos Aires. El protocolo fue una demanda concreta de los estudiantes durante las tomas del año pasado, y se hizo realidad luego de que, en medio de la votación en Diputados por el aborto legal, se volvieran a tomar 13 colegios con los mismos reclamos: Implementación de la Ley Sexual de Educación Integral, implementación de protocolos contra la violencia, y aborto legal.
Las más jóvenes ya habían creado sus propias estrategias ante la falta de respuesta estatal de estas demandas. Tomaron cursos de capacitación para impartir educación integral entre ellas mismas; y generaron distintos protocolos internos para actuar ante casos de violencia machista. Surgieron además grupos de denuncia como “No es No”, y de acción y reflexión como  “Mujeres empoderadas” y “Varones Antipatriarcales”.
Ahora, en plena ebullición por la media sanción del aborto, las estudiantes ven los frutos de su lucha: “Que hayan bajado los protocolos después de haber tomado 14 colegios en donde uno de los reclamos era que no tenemos protocolos es una victoria tangible para nosotres”, dice a lavaca Natalia Mira, vicepresidenta del centro de estudiantes del Carlos Pellegrini, uno de los colegios pioneros en crear un protocolo propio.
El protocolo estatal tiene 15 artículos que van desde el marco de actuación, la definición de las violencias enmarcadas y las situaciones posibles, hasta las capacitaciones que deberán recibir quienes intervengan ante los casos concretos. Es, básicamente, un documento teórico que contempla la complejidad que los alumnos le han impreso a la cuestión. Natalia Mira aporta: “En términos generales no esperábamos este protocolo, que es completo. Se incorpora el abuso psicológico, no simplemente físico. Ahora tenemos que hacerlo valer en la práctica».
Los centros de estudiantes de los distintos colegios recibieron con alegría la noticia, pero no dejan de marcar la cancha. Las dudas: «El protocolo no especifica bien cómo va a ser elegido el equipo docente que va a estar trabajando los casos. Dice que tiene que ser interno a la escuela, lo cual puede ser problemático. Y va a ser elegido a dedo por una cuestión de que no está establecido», dice Mira, que cuenta que todavía están analizando el documento, recientemente bajado a los centros. «Las instituciones ya lo tienen y ahora que lo conseguimos nosotres lo estamos haciendo circular y leyendo y analizando».
Los reclamos que siguen son los de siempre: «Venimos pidiendo que se aplique la Ley de Educación Integral desde el 2006. Por los protocolos venimos pidiendo desde el año pasado: tomamos 30 colegios por ESI y por protocolo. A partir de ahí logramos una particular visibilización gracias a un contexto social que está discutiendo feminismo. Crecen las propuestas feministas en las tomas. Que se haya logrado efectivamente la escucha del reclamo y que lo hagan concreto, sí, es una victoria. El gobierno entiende que el consenso social se tiene que construir con feminismo en la sociedad, con protocolo y ESI».
El Pellegrini fue uno de los 14 colegios tomados la semana que se votó en Diputados la media sanción del aborto legal. Ahora, con el partido en Senadores en plena disputa, Natalia cuenta cómo sigue la organización estudiantil: «En principio estamos discutiendo posibilidades de volver a hacer una vigilia. Nos estamos organizando y vamos a seguir articulando con distintos espacios que nos dan respaldo. Hay que seguir manteniendo el debate en las escuelas y en los colegios porque no solo conseguimos media sanción gracias a la lucha estudiantil, sino que también conseguimos el protocolo».

EL PROTOCOLO COMPLETO

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La venda en los ojos: la justicia frente al abuso sexual contra niñas y niños 

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El 42% de las denuncias de violencia sexual corresponden a menores de 17 años en la ciudad de Buenos Aires. El ministerio de Justicia bonaerense reveló que entre 2017 y 2022, de más de 96.000 causas por abuso sexual, 6 de cada 10 tuvieron como víctimas a menores y se duplicó el número de denuncias: el 80% fueron mujeres, principalmente niñas y adolescentes de entre 12 y 17 años. ¿Cómo recibe el Poder Judicial a las infancias que se atreven a denunciar abusos? Las víctimas convertidas en “culpables” de un delito que padece a nivel mundial entre el 15 y el 20% de la niñez. La campaña conservadora y oficial: desestimar denuncias y motosierra. Lo que no quiere ver la justicia. Cómo encarar estos casos, y la enseñanza de Luna. Por Evangelina Bucari.

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Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

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Daniel y Susana denunciaron que desapareció el cuerpo de su hija, Cecilia Basaldúa, que reclamaban para realizar nuevas pericias. La historia de lo ocurrido y el rol de la fiscal de Córdoba Paula Kelm “que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Por Claudia Acuña

El 7 de noviembre Cecilia Basaldúa hubiese cumplido 42 años y no hay festejo porque no hay Cecilia: la desaparecieron, violaron y mataron en abril del año 2020, en Capilla del Monte y en pleno aislamiento por la pandemia de Covid. Su familia, como cada año, reunió amistades y  familiares de otras víctimas de femicidios territoriales –el padre de Natalia Melman, el hermano de Laura Iglesias– en el mural que la recuerda en su barrio de Belgrano. Fue ese el marco elegido por Daniel y Susana, los padres de Cecilia, para compartir lo que significa buscar justicia para este tipo de crímenes. Con la voz partida por el dolor narró cómo fue la última reunión con la nueva fiscal responsable de la investigación:  es la cuarta. La primera – Paula Kelm– desvió las pruebas para atrapar a un perejil, que fue liberado en el juicio oral y así la investigación del femicidio de Cecilia volvió en punto cero; el segundo estaba a meses de jubilarse y pidió varias licencias para acortar su salida; el tercero –Nelson Lingua– no aprobó el examen para ocupar el puesto y, finalmente, desde hace pocos meses, llegó ésta –Sabrina Ardiles– quien los recibió junto a dos investigadores judiciales y los abogados de la familia. Antes se habían reunido con el ministro de Justicia de la provincia de Córdoba, Julián López, quien le expresó el apoyo para “cualquier cosa que necesiten”. Fue entonces cuando Daniel y Susana creyeron que había llegado el momento de trasladar el cuerpo de su hija hasta Capital, donde viven y, además, habían logrado conseguir que se realice una pericia clave para la causa y que siempre, en estos cinco años, les negaron. Fue la joven investigadora judicial quien soltó la noticia: el cuerpo de Cecilia no está.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Gustavo Melmann, que sigue buscando justicia por su hija Natalia, junto a Daniel Basaldúa y Susana Reyes, los padres de Cecilia.

Según pudo reconstruir la familia después del shock que les produjo la noticia, fue en 2021 –cuando todavía estaban vigentes varias restricciones originadas por la pandemia– cuando el cuerpo fue retirado de la morgue judicial, a pesar de que Daniel y Susana habían presentado un escrito solicitando lo retuvieran allí hasta que se realicen las pruebas por ellos requeridas. La fiscal Kelm no respondió a ese pedido ni notificó a la familia de lo que luego ordenó: retirar el cuerpo de la morgue y enterrarlo.

¿Dónde? La familia está ahora esperando una respuesta formal y sospechando que deberán hacer luego las pruebas necesarias para probar la identidad, pero no dudan al afirmar que con esta medida han desaparecido el cuerpo de su hija durante varios años y definitivamente las pruebas que podía aportar su análisis.

A su lado está Gustavo Melmann, en el padre de Natalia, asesinada en 4 de febrero de 2001 en Miramar, quien desde entonces está esperando que el Poder Judicial realice el análisis de ADN del principal sospechoso de su crimen: un policía local. Por el femicidio de Natalia fueron condenados a prisión perpetua otros tres efectivos policiales. Uno ya goza de prisión domiciliaria. Falta el cuarto, el del rango más alto.

Melmann cuenta que se enteró de la desaparición de Cecilia Basaldúa por su sobrina, quien había ido al secundario con ella. “Fue el primero que nos llamó”, recuerda Daniel. También rememora que no entendió por qué le ofrecía conseguir urgente a un abogado “si yo la estaba buscando viva. Hoy me doy cuenta de mi ingenuidad”.

El silencio entre quienes los rodean es un grito de impotencia.

Daniel y Susana lo sienten y responden: “Nosotros no vamos a parar. Nada nos va a detener. Ningún golpe, por más artero que sea, va a impedir que sigamos exigiendo justicia. Elegimos contar esto hoy, rodeados de la familia y los amigos, porque son ustedes quienes nos dan fuerza. Que estén hoy acá, con nosotros, es lo que nos ayuda a no parar hasta ver a los responsables presos, y esto incluye a la fiscal Kelm, que hizo todo lo posible para que los asesinos de Cecilia sigan hoy libres e impunes”.

Cecilia Basaldúa: el cuerpo desaparecido

Los padres y hermanos de Cecilia, junto al mural que la recuerda en el barrio de Belgrano.

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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

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Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez

Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.

Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.

En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.

Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.

A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.

En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.

Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.

Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?

Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.

Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.

Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.

La pregunta es: ¿por qué?

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