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Dos mujeres solas, cientos de uniformados armados y desfile militar: así fue el “rastrillaje” de hoy a la comunidad mapuche
A 15 días de la desaparición de Santiago, el juez Otranto rastrilló la comunidad mapuche donde fue visto el joven por última vez, con una ocupación militar que incluyó desfile. En simultáneo, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich se presentó en el Senado para responder preguntas sobre el caso. Desde Esquel, lavaca habló con organismos que estuvieron presentes en el rastrillaje y con familiares que desmienten las hipótesis del gobierno y exigen que se ordenen las medidas que faltan: quiénes participaron del operativo el día de la desaparición y listado de llamadas realizadas.
El juez Guido Otranto se presentó hoy a la mañana con cuatro fuerzas policiales diferentes y peritos para rastrillar la comunidad. Julio Saquero, de la APDH regional estuvo presente en el allanamiento: “Fuimos al Pu Lof con dirigentes mapuche que pidieron que los lleváramos, pero a ellos no los dejaron ingresar -relata Saquero- A nosotros sí, por ser parte del habeas corpus”. Según relatóla Revista Cítrica, tampoco dejaron avanzar a la prensa que se acercó a cubrir el rastrillaje. Al contrario: los que terminaron siendo filmados fueron los periodistas.
Saquero relata cómo era el paisaje en Chusamen: “Cuando pudimos ingresar ya estaba operando un enorme operativo de fuerza de intervención. Policía Aeroportuaria, Federal, una sección de perros amaestrados; Criminalística y Prefectura Naval. Había 25 vehículos de distinto porte. Un helicóptero y dron: todo eso bajo batuta del juez Otranto. También estaba la fiscal Ávila y, a último momento, llegaron los defensores. Había dos mujeres mapuche solas haciéndose cargo de unos 200 o 300 integrantes de la fuerza, que habían desbordado todo. Tenían armas de guerra y equipamientos militares sofisticados. Parecía Medio Oriente”.
El desfile militar
Qué buscaban: “Nunca supimos el objeto, en realidad. La werken (jefa de la comunidad) se le plantó y les preguntó qué estaba buscando, pero no le respondieron. Fue un dialogo áspero. Estuvieron varias horas recorriendo el territorio. Finalmente el rastrillaje ,en un momento, se concentró en medio del barro, llegaron al borde del río y encontraron -o ya habían encontrado, porque fueron a un lugar señalado- un pequeño collar que terminaba con un pequeño distintivo de cuero. Lo marcaron, lo fotografiaron y lo pusieron en un sobrecito para mandarlo peritar a los laboratorios en Buenos Aires».
Sigue: “Cuando preguntamos cómo había llegado ese collar allí dijeron que un perro lo encontró. Una historia que no nos convenció mucho: Anderson pregunto por qué levantaban el collar sin tomar muestras de tierra y agua para certificar que ese collar realmente estuvo ahí. No lo hicieron. Después, en el rastreo no nos consta que hayan agarrado nada. O sea que todo ese operativo tuvo algo de amedrentamiento, estigmatización. Estábamos todos muy indignados. Nunca pensé que iba a presenciar un desfile militar al frente de un operativo. Y fue así, cuando se retiró el operativo hubo un desfile militar; marcharon a paso militar por el medio del lof hacia la tranquera. Era como un ejército de ocupación”.
Sensaciones: “Era muy grande el territorio y muy disperso el despliegue de todas las tropas. Podrían haber hecho cualquier cosa, que era la preocupación de la comunidad. El juez Otranto estaba todo el tiempo rodeado con una custodia con escudos”.
Saquero presenció el rastrillaje junto a con Mabel Sánchez, presidenta de la Regional Noroeste, Norma Ríos, presidenta de la APDH nacional, y Guillermo Anderson de la Comisión Provincial por la Memoria, en representación de los organismos que acompañan la medida de “habeas corpus”.
En tanto, a la misma hora, la ministra Patricia Bullrich estaba respondiendo en el Senado: “No sé qué está pasando, no pude hablar allá porque hay muy mala señal”.
Las respuestas de la ministra

La ministra de Seguridad Patricia Bullrich fue citada hoy por el Senado de la Nación para que dé respuestas sobre la desaparición de Santiago Maldonado. Durante más de dos horas, desplegó cuatro ejes de argumentaciones:
- Sacar del centro de la escena a la Gendarmería Nacional: “No aceptamos que se quiera encuadrar el hecho en una sola hipótesis: no damos por sentado que fue Gendarmería ni que no lo fue”.
- -Rebatir la hipótesis de una desaparición forzada: “No hubo ningún tipo de señal de que podría haber alguien en las camionetas, de que podía suceder lo que se dice que sucedió”.
- Estigmatizar a la comunidad mapuche: “Los mapuches son un grupo de extrema violencia”.
- Deslizar la hipótesis de que Santiago Maldonado está en la zona de la comunidad: “Todos los estudios de olores apuntaron al río. Hay que ver en esa zona a ver si hay algún indicio más”.
También se refirió a Pablo Noceti, Jefe de Gabinete de su Ministerio, quien estuvo presente en el día y lugar donde desapareció a Santiago: En las fotos que probaron su participación del operativo se lo ve hablando por teléfono. “No vamos a separar a nadie hasta tanto no haya una medida judicial que lo señale”.
Los testimonios
A través del equipo de la Procuraduría de Violencia Institucional, que le ofreció a los mapuches resguardo de identidad, tres miembros de la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen aportaron su testimonio en la Justicia.
Los tres testimonios apuntaron la misma hipótesis: mientras la comunidad mapuche cruzó el río escapando de Gendarmería, Santiago Maldonado se quedó del otro lado, aferrado a las raíces de un árbol, con el agua hasta las rodillas. Esa es la última imagen que describe la comunidad, para luego conectarla con otra: testigos dicen haber visto a gendarmes golpeando a una persona, subirla a un camión y, luego, a una camioneta blanca.
Según publicó ayer el diario Página 12, https://www.pagina12.com.ar/56845-a-punta-de-pistola-disparando-disparando una de las mujeres que declaró reconoció que era Santiago, por su campera.
Un día antes, la revista Cítrica recogió testimonios en la comunidad que señalan la misma versión, que contradicen a la ministra.
Lo que falta
La abogada de la familia Maldonado, Verónica Heredia, dijo a lavaca que no existe otra hipótesis que la de la desaparición forzada: “Además de lo que dice la comunidad y de los peritajes a las camionetas que estamos esperando (https://www.lavaca.org/notas/huellas-manchas-y-cabellos-veedores-revelan-los-hallazgos-en-el-escuadron-de-gendarmeria-de-el-bolson/), la otra hipótesis que tiene el juez es que Santiago haya cruzado el río ese día. Esto tampoco es lógico, ni racional, ni posible porque hace exactamente una semana se hizo un rastrillaje en el lugar y el perro hizo el recorrido y llegó hasta la punta del río, confirmando que Santiago estuvo ahí y no cruzó. Además, Santiago no sabía nadar. Pero supongamos que hubiera cruzado: ¿por dónde andaría? ¡La comunidad está ahí! ¡Lo hubieran encontrado! Es irracional cualquier otra hipótesis: la única hipótesis lógica es la desaparición forzada. Y eso acá todavía no se empezó a investigar”.
Por su parte Andrea, cuñada de Santiago, señaló las medidas que hacen falta para que la investigación se ponga en marcha: ““Las pericias concuerdan, ya testificaron personas. O sea: esa etapa ya está. A dos semanas ni siquiera hay una lista de los efectivos que intervinieron, de los llamados telefónicos que se hicieron ese día, de las camionetas que estuvieron. Ahora tienen que tomar indagatoria a quienes estuvieron en el operativo”.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: