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Instrucciones para enloquecer a la gente

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Cortes de luz y movilización vecinal: ¿cómo agradecer a EDESUR los servicios no prestados? Psicosis de la vida cotidiana. Pollo podrido y lucha de fases.¿Se corta la luz, o la cortan? Comuneros PRO y K. La genética privatizadora. Sistema, ansiolíticos y el hallazgo de los vecinos.

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Vecinos de la Asamblea de Almagro, en Mario Bravo y Rivadavia


“Se cortó la luz a las 11 de la mañana. A las dos horas el pollo empezó a agarrar olor, y más ese día de 40 grados” dice Pablo, de la granja San Fran, pequeño local de Rivadavia al 3500. “Pensé que la luz volvía, pero no. Y yo ya estaba todo impregnado del olor, y tenía que tirar 130 kilos de pollo…”.Antes de que Pablo termine su relato ante lavaca, a las 21.10 y como dándole la razón, desaparece la luz y nos quedamos hablando entre tinieblas en la vereda.A pocos metros enciende su linterna Ramón, encargado del edificio del 3561. “Hace 4 meses empezaron los cortes. Ahora es una fase y deja sin luz a 20 de los 60 departamentos. Un día una fase, otro día otra. El peor hasta ahora aquí fue de 45 horas. Pero en la esquina hubo un corte de cuatro días seguidos. Este edificio tiene 13 pisos y cuando hay corte no andan los ascensores”. En la entrada Juan Carlos Petrone estudia si subir o no la escalera hasta el 6° piso: tiene 87 años. “Voy a esperar hasta las 10 de la noche y después me mandaré a ver si llego”. Ramón: “El otro día un señor un poco más joven, en el edificio de la esquina, quiso subir al 12° pero se descompuso, lo bajaron, lo internaron y tuvieron que hacerle un bypass”, comenta mientras me alcanza un volante de la Asamblea Vecinal de Almagro (ya suma al menos 200 vecinos interconectados por mail y celular) que llama a reunión en la esquina de Rivadavia y Mario Bravo en la que se estudia una próxima movilización a EDESUR, San José al 100. Algunos proponen ornamentar dicha sede con comida podrida, entre otras cosas: un modo de devolver las atenciones recibidas por la empresa en estos tiempos.
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Pablo: tuvo que tirar 130 kilos de pollo y se le quemó la cámara de frío

El call center de EDESUR

“Hubo muchos cortes en octubre, más en noviembre, y desde diciembre fue un desastre” explica Ramón, el encargado de la linterna. Los integrantes de la Asamblea Vecinal de Almagro contabilizaron, según los casos, 168 horas de cortes, y cientos de reclamos, incluidos casos como el de la esquina de Mario Bravo y Rivadavia, 18 pisos, con cuatro días seguidos sin luz, ascensor, ni agua (y luego con cortes “breves” de no más de 18 o 24 horas). Para aliviar la situación, los vecinos que están en una fase cortada se “cuelgan” de la luz de los pasillos, o arman alargues mutuos y cadenas de “zapatillas” entre distintos departamentos de distintas fases para poder enchufar las heladeras. Ramón: “Nos salvamos porque tenemos una bomba monofásica para llenar el tanque de agua. Otros edificios no la tienen y ahí sí, entre el corte y la falta de agua, imagínese”.
Marcelo y los reclamos: “Ahora se supo que todo EDESUR te atiende con un call center de 12 personas. Con la cantidad de reclamos que hay, te dejan colgado de la maquinita y no te atienden nunca. Y si te atienden es peor. Uno no quiere maltratar a nadie, pero el otro día llamé, le dije al operador que no tenía luz y me contestó que no podía ser, que que a él no le figuraba el corte. Me puse loco. Mi señora terminó dándome un calmante porque estaba por reventar”.Y agrega: “En realidad sabés que a ellos también los usan para filtrar los reclamos de la gente”. (Vicente, un rato antes, me hablaba de lo mismo en la regalería: “La burocracia es una forma de poder”).
Marta escucha a Marcelo, y habla al límite del llanto: “A mí se me reventó la insulina después de 3 días sin luz, por la falta de frío, y ayer tuve una descompensación por el estrés de todo esto, con pérdida de memoria”. No quiere decirme mucho más, salvo: “Fue horrible”. Sus vecinos la rodean en silencio, acompañándola mediante el antiguo arte de escuchar al otro. Ramón: “Nos cambió la vida, todos se saludan, conversan. Antes andaba cada uno en la suya”. Marta coincide con que lo grupal ayuda a escapar de esa locura cotidiana: “Parecería que tiene que pasar algo malo para que nos demos cuenta de lo bueno que nos rodea”.

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Walter, Glenda y Jessica: ni los milagros del Pastor Giménez pudieron con EDESUR

Asamblea en la esquina

Son unas 20 personas junto a un contenedor lleno de escombros. Héctor lo señala como parte del paisaje: “Esto está desde noviembre”. Planean diferentes encuentros, la creación de un contacto vía facebook y acuerdan con la idea de ir armando un acto frente a EDESUR. “Y nos tenemos que conectar con la gente de Chacarita, Villa Crespo, Lugano 1 y 2, y todos los otros que todos están también como nosotros”.
Ana, de Juan B. Justo 2331, había pasado un rato antes contando que allí llevan, en los últimos tiempos, 190 horas de cortes, el equivalente a casi 8 días sin luz. Ana hablaba con una intensidad hecha de indignación y asombro, como pensando que quien la escucha no va a creer lo que dice.

La temperatura del sistema

Llegan dos de los seis integrantes de la Comuna 5 que abarca Boedo y Almagro, casi el centro geográfico de la ciudad: Ignacio Delgado y Carlos Benítez. Cuentan que estuvieron en EDESUR, gestionando justamente una reunión para los propios vecinos. “En la sede de Lacarra ni nos quisieron atender, hicieron pasar a uno solo. Dijeron que la temperatura crítica es 30º y de ahí en más empiezan los cortes” explica Ignacio. Carlos: “Te hacen toda una sanata, decían que el problema es que hay mucho consumo”.
Luego contó algo que les revelaron en la sede Senillosa, una frase que acaso deba incluirse en los próximos manuales de ciencias políticas y sociales: “En ‘off the record’ nos dijeron que el sistema está obsoleto”. Delgado asintió a su lado.

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Gloria, con rebajas en su regalería para compensar las pérdidas

La edad de los cables

En toda esta aventura se descubrió que los cables de la zona siguen siendo de la época de la empresa Italo, o sea que son preexistentes a la época de Internet, de los celulares y corresponden a la era en la que periódicos alternativos como La Nación o activistas como Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, propagandizaban las ventajas de las privatizaciones que salvarían al país del atraso gracias a sus inversiones. Héctor: “Recién ahora están estudiando cómo cambiar la red, o sea que no invirtieron absolutamente nada. Y el que pretende cambiarla es el Estado, así que la privatización ya vemos para qué sirvió”. Marcelo: “Mi temor es que la empresa esté provocando todo esto para irse y dejarnos el muerto, como han hecho otras privatizadas”.    

Macrismo y K

Los comuneros escuchan. Benítez pertenece al Frente para la Victoria. Delgado al PRO. Los miro tratando de detectar en qué momento intentarán copar la parada o liquidarse mutuamente pero Fernanda, una de las vecinas, me advierte: “Estoy fascinada porque los comuneros vinieron a colaborar, en ningún momento pusieron el partidismo adelante, y se suman para ayudarnos”. Héctor, del grupo senior: “Yo también me sorprendí. Hacen lo que les pedimos nosotros y acordamos juntos, y no al revés, como pasa siempre con los políticos”.
Todos los vecinos están en una sintonía similar. “Es que todos podemos tener nuestras ideas. Yo mismo soy del PO (Partido Obrero) y todos lo saben, pero aquí tenemos que ver cómo solucionar el problema entre todos” dice el más joven del grupo, Gabriel, ante los gestos afirmativos del resto. La combinación de kirchnerismo, macrismo, y troskismo puede darse en una asamblea, forma organizativa de las personas comunes (si es que existe alguna persona común) que acaso esta vez zafe de que intenten engullírsela.
“Acá no corren los partidos sino que se haga lo que planteamos nosotros, que somos la sociedad”, señala Marcelo: “Por suerte en esta Comuna ganó el diálogo y no la mezquindad y eso ayuda a que trabajemos todos juntos”. De hecho los comuneros están ahí, a las 10 de la noche, parados junto a los escombros con los vecinos, y no acumulando lípidos en un despacho. Es un enigma cómo seguirá esta relación. Jorge dice: “EDESUR no se fija si te gusta el macrismo o el kirchnerismo. Te la corta igual” sentencia, como hablando de una mutilación.
Frente a las corporaciones, las viejas teorías políticas quedan en suspenso: acaso haya que hablar de lucha de fases.

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Ramón, encargado de uno de los edificios con cortes de luz desde hace 4 meses

¿La luz se corta o la cortan?

La asamblea discute algo que plantearon los comuneros: “Los de EDESUR, bajo cuerda, te reconocen que arreglan los problemas cuando los presionan”. Lanzo una pregunta: ¿La luz se corta, o la empresa va cortando premeditadamente por sectores? Marta: “El 23 de enero cortaron. Salimos a cortar la calle. Como vinieron canales de televisión, a los 15 minutos había luz otra vez”.
Gloria, de la regalería, me había dicho: “Ese día devolvían una hora a uno, cortaban, le daban luz al otro, y así. Como nos hemos ido conectando entre los comercios, andábamos de aquí para allá, como el baile de los locos”. Pablo, de la pollería: “el muchacho del kiosko me trajo el freezer para que no se le derritieran los helados, pero me cortaron a mí y me tuve que enganchar con la regalería”. La granja (por el consumo de sus heladeras) paga 3.000 pesos mensuales de electricidad y 7.800 entre alquiler y expensas. La regalería no tiene tanto gasto eléctrico. Gloria: “Ni el aire acondicionado prendo, porque hemos perdido muchísimo. El día de Navidad sin luz ni teléfono ni pos net, no pudimos vender. Este año tuvimos menos ingresos que hace un año, siendo que las cosas valen el doble. Alquiler y expensas subieron de 5.000 a 8.000 pesos”. Detalle: ni siquiera tuvieron linternas para vender: “Como son chinas, está trabada la importación y quedaron en los contenedores, recién nos van a traer en marzo, dicen”.
Ramón: “Para mí la cortan, te das cuenta por los horarios. Vienen los de EDESUR, esta mañana por ejemplo. Miraron el buzón, hicieron algo con los fusibles. Les pregunté: ¿qué pasó? Me contestaron: ‘ya tenés luz, chau’. No puedo creer que no inviertan en poner un cable mejor”.

¿De quién es EDESUR?

Cuando hago la pregunta los vecinos se miran entre ellos. “Creo que es española” dice marcelo. “No, brasileña” dice Marta. En realidad todo es un laberinto. Dos empresas, Distrilec (53%) y Enersis (43%) tienen la mayoría accionaria. Pero Distrilec es de Enersis y de Petrobras Energía que a fin de enero decidió irse de EDESUR. Enersis a su vez pertenece a una corporación chilena, que es propiedad de Endesa de España. De hecho el gerente de EDESUR es el español de Endesa Josè María Hidalgo. Pero la española Endesa no es española sino que en un 92% pertenece a la estatal italiana Enel.
Todo este himno a la transparencia se completa con el enfrentamiento cada vez más claro de la empresa con el gobierno argentino, por la falta de inversiones y la realidad de miles de cortes de luz de los cuales en un 70% correspondieron este año a EDESUR, afectando sólo en Capital a 2.300.000 personas. EDESUR denuncia que el problema es el atraso tarifario, el gobierno retruca denunciando que vive subsidiando a la empresa (y es obvio que querría introducir allí a empresarios más afines, sin que se pueda intuir aún en qué terminará el combate, desde el punto de vista de los vecinos).
Héctor: “El asunto es que los vecinos somos como la pasta que unos, otros o ambos, usan para esmerilarse entre ellos”. Gloria en cambio cree que “nos quieren esmerilar a nosotros” (la pasta esmeriladora va limando el vidrio y opacándolo para rebajarle los bordes cortantes y poder usarlo como adorno; la comparación con lo social queda a cargo del público presente).

Claustrofobia social

La asamblea intercambia mails y teléfonos. Ana y Betty viven en un piso 18 y quieren aprovechar para ir a su casa en ascensor ahora que parece que hay luz. Paula, médica: “El otro día operaron a una vecina, y tuvo que subir la escalera con un banquito: hacía un piso y se sentaba, otro piso y volvía a sentarse”, narra en una reescritura posible de las Instrucciones para subir una escalera, de Cortázar. Jorge cuenta de un vecino suyo que quedó atrapado en el ascensor, y sufre claustrofobia: “Logró abrir a golpes la puerta y casi se cae 10 pisos por el hueco”.
Los vecinos andan sanamente claustrofóbicos, queriendo salir a la calle. Gloria: “Es que los que mandan, las empresas o los gobiernos, siempre quieren distraer mentes, y si nosotros no salimos a hacer las cosas, nadie va a reclamar por nosotros”.
Sobre la pelea Medios-Gobierno, Gloria dice lo mismo: “Son formas de distraer mentes. Para mí la Presidente es culta e inteligente. La atacan porque es mujer. Pero creo que no está bien acompañada”. Pablo, de la granja: “Hay muchos insultando al gobierno, pero por lo menos se trabaja. A lo mejor es egoísta, pero mis hijos van a la escuela y yo estoy más o menos bien, más allá de lo que está pasando con los cortes. Unos dicen una cosa, otros otra, yo miro que se tiran entre Macri y Cristina… que hagan lo que quieran. Que si el ABL, que si los planes sociales. Yo al que puteo es a EDESUR. Capaz que está mal, pero eso pienso”.
Ramón hizo un cálculo: “Los medios dicen la verdad, pero sólo un 30 o 40%”. Sería el viejo truco de decir algo de verdad, para hacer creíble el otro 60 o 70% que no lo es. “Lo único bueno de todo esto es que la gente se saluda, se hace más afín, ojalá siga eso hacia adelante”. Unas cuadras más allá en el ex cine Roca, también buscan la luz aunque de otro modo, en los encuentros evangélicos del Pastor Giménez: “Aquí se hacen milagros para vos y tu familia” anuncia un cartel. Ni con milagros evitaron los cortes. Jessica: “Orábamos con la luz de emergencia o nos veníamos más cerca de la calle” dice y no omite el proselitismo: “Hubo un día que sí, se prendió solo acá. No se si fue un milagro, pero se prendió”.
Marta no sabe cómo será el futuro que se está amasando al interconectar vidas, zapatillas y conversaciones en medio de los cables pelados. “Todo dependerá de lo que hagamos nosotros mismos”.

Asamblea Vecinal de Almagro

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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

Un abrazo contra la motosierra

La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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