CABA
Liberación o Microsoft
gcoop, cooperativa de software libre. Unieron dos formas de hacer y pensar y crearon una cooperativa de desarrollo de sistemas que le ofrecen al sector libertad y eficiencia, contra el virus de Microsoft.La calificación de “libre” es el adjetivo que, en realidad, se aplica a los individuos que utilizan este tipo de software y la esencia de esa libertad se traduce en cuatro acciones básicas e imprescindibles:
Emplear el software en lo que el usuario desee.
Hacer cuantas copias sean necesarias y distribuirlas entre quienes estén interesados en utilizarlas.
Adaptarlo a las propias necesidades.
Compartir las mejoras con la comunidad para que todos puedan ejecutarlas y disfrutarlas.
El software nació para ser libre y cobrar patentes por su uso es una de las tantas porquerías que es capaz de hacer el mercado. Pablo Vannini y José Massón forman parte de los que dan batalla para liberarlo de esas garras. La trinchera es gcoop, una cooperativa que se dedica al desarrollo e implementación de sistemas con herramientas libres, en la cual lograron unir desde el comienzo el software libre y el cooperativismo, una combinación que hace cuatro años funciona con éxito. “Elegimos ser una cooperativa sin estar muy seguros, un poco por intuición. Y fue la mejor decisión, la más coherente, teniendo en cuenta de dónde venimos”, anuncia José, estudiante avanzado de Ingeniería Industrial. Pablo, sociólogo y miembro fundador de la cooperativa, cuenta: “Teníamos la percepción, hoy corroborada, de que el cooperativismo y el SL estaban unidos por las mismas ganas de compartir y podía ser la forma de organización que nos permitiera trabajar como nos gusta. Estamos en contacto con otras cooperativas, intentando mostrar nuestra idea de cómo nos gusta trabajar, de cómo somos felices haciendo lo que hacemos, intentando reivindicar la importancia del trabajo social”.
En la actualidad son once socios y trabajan para empresas a las que les ofrecen soluciones informáticas según los requerimientos de cada cliente, siempre bajo la órbita del SL. También organizan eventos de economía social, talleres de difusión y cursos de capacitación.
Remedio y enfermedad
El software privativo es similar a la industria farmacéutica, sintetizan Pablo y José. Esta afirmación apunta a establecer un paralelo entre algunas de sus costumbres: gastan un 70% en marketing, un 10% en investigación y el resto en producción. A través de muestras gratis y estrategias de cooptación que naturalizan su consumo, logran acaparar mercado. La industria farmacéutica recurre al visitador médico que reparte medicamentos gratuitos entre los profesionales, con la recurrente sugerencia de recetarlos a sus pacientes. La industria del software provee computadoras a las escuelas a precios muy bajos, con la condición de que el software a utilizar sea el que ellos comercializan. De esta manera se aseguran un “ejército de reserva”, un público cautivo que hará las delicias de sus ganancias, ya que sólo ejecutan el software patentado y no les es permitido acceder al código fuente. ¿Y eso qué significa? “El código fuente –informa José– es la serie de instrucciones que le dice a la computadora lo que tiene que hacer. El negocio pasa por cerrarte esa parte, no permitirte que sepas cómo se obtiene. Nos hacen creer que programar es muy complejo y la verdad es que no es así. De esa manera mantienen el conocimiento en pocas manos, cuando debería construirse colectivamente, cada uno aporta un granito de arena y nos beneficiamos todos con el arenero”.
Bueno y mejor
¿Qué tienen en común el software y una semilla? “En sus inicios el software era libre, un conocimiento compartido. Luego, los principales grupos económicos se dedicaron a la privatización de ese conocimiento. Microsoft, Monsanto y cualquier industria cultural de las grandes se basan en la expropiación a los autores”, cuenta Pablo. Y a mediados de los 80 llegó Richard Stallman, gurú del SL, que cuenta con seguidores en todo el mundo, y le dio impulso a otro espacio de intercambio de saberes. ¿Usar SL es solamente utilizar Linux (sistema operativo del SL que equivale al Windows)? No. Aclaración: “Si entraste a Internet, usaste SL porque la base de datos más usada es libre, el servidor web más usado es libre, gmail o Facebook están hechos con herramientas libres, que también están en los cajeros automáticos, en máquinas, en los semáforos”. Está presente en más lugares que los que sospechamos. Si bien ya lleva treinta años de conciencia activa, recién ahora cada vez más gente lo utiliza, o conoce a alguien que lo usa, o escuchó hablar del SL. También las empresas se vuelcan a su implementación por una cuestión de costos. En Argentina, luego de la crisis económica, muchas desistieron de pagar licencias y eligieron el SL como una alternativa económica y eficiente, ya que no sólo desembolsan menos dinero sino que funciona mucho mejor que el privativo.
“También sería interesante que el Estado nacional utilice solamente SL. No es una cuestión de capricho, sino que el Estado maneja información que no le pertenece, que es de todos, y la única manera de que se le garantice al pueblo que dentro de cincuenta años va a poder acceder a la información que generó con las herramientas de hoy, es si esas herramientas que se utilizaron y los formatos usados para generar esos contenidos son libres y abiertos. Esto le permite al Estado obtener soberanía tecnológica y no depender de ninguna multinacional”, agrega José.
¿Cómo se hace para usar SL en la computadora que utilizamos habitualmente? Es mejor ir de a poco, dando pequeños pasos, hasta llegar a la instancia de no utilizar software privativo. Utilizar el navegador Firefox en lugar del Explorer, e ir reemplazando cada programa de Windows por su correspondiente en Linux. La mejor garantía es que quienes lo prueban, se quedan.
La cooperativa gcoop está trabajando en la confección de un software denominado “Gestión cooperativa”, que va a ser útil a otras cooperativas porque va a alivianar el trabajo de recolección de datos, entre otras virtudes.
¿Y cómo se llega al SL? La experiencia de José es una de las maneras de practicar la tecnología de un modo diferente, una filosofía que explora lo cotidiano desde otra óptica. “Yo llegué al SL buscando una solución técnica, porque Windows se colgaba a cada rato, busqué otras opciones y encontré que había algo que se llamaba Linux, andaba bien y proponía construir colectivamente. Yo estudio Ingeniería Industrial y en el primer año de la carrera entré en una suerte de crisis, veía que el único objetivo de mis compañeros de la facultad era llegar a ser gerentes no importa de qué y una de las cosas que me planteaba era que estaba aprendiendo un montón de cosas que sirven para echar gente en las empresas. Después de un tiempo llegué a la conclusión de que lo malo no eran los conocimientos que yo estaba aprendiendo, sino cómo se iban a aplicar. Mi idea es aplicarlos en cooperativas y en fábricas recuperadas”.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.