CABA
La herida absurda
Félix Bruzzone. Nació en 1976 y es hijo de desaparecidos. Su primer libro de cuentos lleva esa fecha de origen y esa impronta trágica, que logró transformar en pura y buena literatura. Luego, llegó la novela Los topos, nuestra fervorosa recomendación para este verano.Félix Bruzzone llega acompañado por su tío, quien me saluda y luego, discreto, nos deja charlando a solas. Nos encontramos en la confitería del Hospital Naval: después de la nota, Félix visitará a su abuela, que está internada aquí. Ese universo de tíos y abuelos, de padres desaparecidos, está presente en la vida de este escritor nacido en 1976, y también en su obra, compuesta por dos libros poderosos: 76 y Los Topos.
El primer libro de Félix, 76, puede ser leído como una novela construida a partir de relatos autónomos o como un libro de cuentos sobre un mismo tema. A lo largo de 76 aparecen los temas característicos de la vida de los hijos de desaparecidos: la crianza con los abuelos, la visita a los antropólogos forenses, el cobro de la indemnización pagada por el Estado, la pertenencia o no a la organización hijos, la mirada sobre el futuro, la comparación con el futuro con el cual soñaron los padres, la búsqueda de datos sobre esos mismos padres.
¿Qué opina tu familia sobre tus libros?
Mi abuela ahora está desvariando bastante, pero me ha dicho varias veces ´No puedo creer que hayas pasado por todo esto, decime que no es verdad´ (risas) y yo le digo, ´no, es una novela…´ (Risas) Tampoco es taaan traumático, hay millones de situaciones más traumáticas. Por ahí están un poco azorados, no me dicen demasiado. Unos tíos me dijeron ´tenemos que juntarnos a conversar, vamos a poner los puntos sobre las íes´, pero al final nunca nos reunimos. En mi familia es un déficit el tema, al menos conmigo, no sé si habrán hablado entre ellos. No es un tabú, pero tampoco un tema recurrente. Siempre noté esa distancia y la soledad, y empezar a darse cuenta de que todos tienen un padre y una novia…
Un relato de la orfandad, algo más que la ausencia física: un desamparo…
Claro, no contaba con la posibilidad de reponer esa ausencia con los familiares. Tengo tíos, abuelos, tenía un tío en San Luis que estaba completamente loco. Siempre que iba para allá me llevaba para un campo de Villa Mercedes, de donde era mi viejo. Tenía una camioneta hecha pelota, la ponía en marcha cuando yo iba, y me decía ´acá venía tu viejo, y acá vive tal, que militó con él, y acá…´ Salvo ese tío, que era muy insistente, nunca se habló demasiado del tema.
Lecturas tramposas
En su comentario sobre Los topos –que aludía, de paso, a 76–, Beatriz Sarlo escribió: “Parece que sonó la hora. Félix Bruzzone, un hijo de desaparecidos, pone su experiencia a girar en una procesadora literaria que no es políticamente correcta. Su primer libro de relatos, 1976 (sic), era poco convencional, pero esos cuentos aún no habían desatado el tema desaparecidos de sus lazos; más bien lo tomaban al sesgo, desde perspectivas que obstaculizaban el ingreso de la lengua codificada por la ideología”.
La de Sarlo es una lectura tramposa: la incorrección política y la ausencia de ideología son dos cosas distintas. Como si fuese posible una lengua sin ideología…
Los topos tiene un espíritu de época. Habla de la dictadura y esas cosas con otros códigos, desde otro lado. Es un libro triste. Sarlo lo propone como divertido, como humorístico, dice algo así como “qué bueno, ahora se puede hacer humor con eso”…
Es una visión reaccionaria: pasteurizar tu novela convirtiéndola en “humor”…
Si hay humor es para soliviantar, o porque hay humor en cualquier situación, pero hay humor negro en todo caso, tampoco quise hacer una “comedia romántica”, como dice Sarlo. Y lo de lo literario (Sarlo habla de “distanciar el tema de su tratamiento más previsible y ponerlo a funcionar dentro de los géneros literarios”) menos que menos… Yo no pienso en esos términos cuando escribo. Tengo mis ideas sobre la literatura, pero me parece que ambos libros son más de experiencia que de lenguaje o metaliterarios. Obviamente que siempre hay intertextualidades, pero no es que haya trabajado sobre eso.
Quizá lo novedoso es la libertad imaginativa que te tomás para contar historias sobre estos temas: Los topos parece más cerca de César Aira que de alguna novela naturalista…
Me interesa más lo cotidiano que lo naturalista. El naturalismo es una construcción literaria, me parece que la construcción de lo cotidiano incorpora una visión mucho más parcial. Cuando uno habla con alguien encuentra su propia forma de hablar.
La manera de que tu discurso sea tuyo y no estándar…
Claro, pero la situación no se plantea desde el delirio, como podría suceder en una obra de Aira: lo que le pasa al personaje es delirante porque el personaje se vuelve loco. La presencia de Aira está en la medida en que el libro se permite esas libertades. El protagonista, hijo de desaparecidos, se enamora de una travesti, la travesti puede llegar a ser su hermana…
Es una posibilidad inquietante: cualquiera puede ser tu hermano…
¡Claro! (risas) En mi caso, como hijo, nunca tuve una revelación portentosa, de telenovela. Sin embargo, la vida del familiar de desaparecido siempre tiene esa posibilidad. Al no saberse algo básico, que es dónde está su cuerpo, qué pasó, se presta a cualquier cosa.
Últimas noticias
En Los topos, la novia del narrador, que no es hija de desaparecidos, va a HIJOS, pero el narrador no… Como si quisieras correrte de la versión institucional del hijo de desaparecidos…
Cuando uno entra en ese mundo descubre que hay muchas posibilidades. No es sólo el militante que escribe consignas, por suerte… Por eso Los topos es una novela experimental.
¿Vas a seguir escribiendo historias de hijos de desaparecidos?
Es un tema recurrente que va a estar siempre: bah, no sé si siempre, pero va a estar. Ahora hay una historia familiar alrededor de Campo de Mayo: resulta que mi familia, antes de saber que mi vieja había estado detenida ahí, se fue mudando a lugares que rodean Campo de Mayo. Y ahora yo también vivo a 5 cuadras. Estoy haciendo una investigación que quizá se convierta en algo, llamale “literatura” (risas)… Yo vivo de un lado de Campo de Mayo y mi tía vive del otro: para ir a lo de mi tía hay que pasar por adentro, es un camino de tránsito libre. El otro día reparé que hay gente que sale a correr por adentro. Es un lugar relindo, reagreste, aparte de las instalaciones militares hay árboles, monte, y yo veía a los tipos corriendo por ahí y me imaginaba corriendo yo también… Por momentos me imagino que Los topos es una especie de codo que le salió a 76 y que voy a darle muchas manos, muchos brazos. Sería un proyecto posible, pero yo no soy muy disciplinado como para proponérmelo.
¿Escribís poesía?
Sí, pero con seudónimo (risas). Me dan vergüenza mis poemas, y me dan vergüenza ajena las lecturas, esa cosa solemne que tienen… Hace poco escribí una sobre un amigo medio facho, pero después la volví a prosa.
¿Tenés un amigo facho?
Sí, eh, estaba pensando en alguien que tuviera una mirada alternativa a la que tengo yo. Nunca me cagaría a trompadas por una cuestión ideológica.
¿Qué sabés sobre tus viejos?
No demasiado. Militaban en el erp. Mi viejo iba y venía, capacitando gente, no sé cuándo me concibieron, pero después cuando hicieron lo del adn era mi viejo, posta. El erp fue muy exterminado, entonces hay poca gente que uno pueda decir… a mi mamá la poca gente que hay capaz que ni la conocía. Sí una chica de Campo de Mayo que estuvo cautiva con ella, mi vieja militaba con ella, etc. De ella pude saber bastante, por dónde andaba, por qué zonas, curiosamente cerca de Campo de Mayo…
Usaste la palabra “exterminado” y en uno de tus cuentos (El orden de todas las cosas) el narrador revela su extrañeza cuando uno de los antropólogos usa esa palabra (Transcribo: “…y en un momento Darío que me dice: los que estaban en el ERP fueron muy exterminados, siempre es difícil encontrar algo, y mientras él anotaba algunos datos yo pedí de ir al baño, pasillo al fondo, y fui a lavarme las manos y la cara. Hacía mucho calor y yo había ido en bicicleta. Exterminados, pensé. Esa palabra la había escuchado en referencia a los judíos, nunca para hablar de alguien de mi familia, pero por lo que dijo Darío mis padres habían sido exterminados. ¿Cuántos en el ERP eran judíos?, ¿cuántas cosas idiotas pensé mientras intentaba refrescarme? ”).
Sí, desde ese día esa palabra me quedó fija. Nunca lo había pensado como un exterminio hasta que ese tipo me lo dijo. Eso ya forma parte de lo discursivo, ¿ves? Quizás en el cuento el personaje queda extrañado con la palabra, le parece una exageración. Sin embargo, a mí no. A mí me parece bastante propicia en un punto, porque le da otro carácter a la situación de la represión. Desde el punto de vista discursivo, vos decís “exterminio” y el imaginario te lleva a los nazis, cosas, no diría más nobles (risas), pero sí más importantes, más grandes…
¿Creés posible una lectura posestructuralista de tus libros, una lectura que prescinda de la figura del autor?
Ojalá que no… Para mí todo lo que sea salirse del texto está buenísimo, permite otro juego, otras lecturas. Cuando ves una película y ponen “Basado en una historia real”, me genera una curiosidad extra, son las mejores películas, las más atractivas. Hace poco vi Monster, muy buena, tremenda, muy brutal, la actuación de la mina es buenísima… Hay gente que piensa que las películas basadas en una historia real son una poronga, y para mí es mejor cuando desde el vamos no las podés analizar como mero “cine”.
Mientras conversamos, en el país suceden cosas relacionadas con la historia real en la que está basada la obra de Félix: la historia argentina de la última dictadura. El mismo día, en Córdoba, Luciano Benjamín Menéndez recibe su tercera cadena perpetua, esta vez por el secuestro, tortura y homicidio agravado del subcomisario Ricardo Fermín Albareda, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores. En Buenos Aires comienza el juicio oral contra 16 represores, entre ellos Alfredo Astiz, el Tigre Acosta y Ricardo Cavallo, por los crímenes de la esma.
¿Cómo se llamaban tus viejos?
Félix y Marcela.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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