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 La manifestación al Congreso Nacional contra la reforma previsional terminó otra vez en represión y cacería – que volvió a tener a la prensa como víctima- y detenciones arbitrarias como las que ocurrieron el jueves pasado. La multitud fue dispersada con gases y palos y cuando todo parecía haber terminado, comenzó a hacerse oir con una clásica sinfonía política: el tronar de las cacerolas. Crónica de un día que rompió moldes, relatos y creó un nuevo escenario, todavía en definición.

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Fotos: Nacho Yuchark para lavaca


“¡No nos traicionen!”, le grita un grupo de jubilados asentado en Riobamba y Perón a los autos polarizados que trasladan a los diputados que tratarán la reforma previsional en el Congreso.
Son las 12 del mediodía y todavía los autos alternan con formaciones de Policías de la Ciudad que también van pasando hacia el otro lado del vallado que cerca el Congreso de la Nación. A ellos, los jubilados les gritan otra cosa: “¡Piensen en sus madres!”.
Hasta las primeras horas de la tarde este fue el diálogo de sordos entre los ciudadanos más ancianos y los uniformados más jóvenes. Rodolfo aclara que son parte del Frente de Adultos Mayores y dice a lavaca: “Está viniendo mucha gente, así que si vuelven a provocar como la vez pasada, tirando gases y eso, va a volver a ser otro escándalo. Si logran aprobar la reforma puede ser que tiren un tiempo más, pero en algún momento va a explotar. Lo que están es comprando tiempo. Ahora, gracias a sacarle plata a los jubilados. Están tratando de disfrazar una cosa que, la mires como la mires, nos roba la plata. La realidad en un momento te aplasta”.
Por esas horas, y a pesar de los pactos difundidos Marta, otra de las jubiladas que integra este coro, se anima a pronosticar qué puede pasar en la sesión del Congreso: “Los gobernadores no son los diputados. No sabemos. Estamos acá para ver qué pasa”. Rodolfo: “Suponete que ganen esta batallita. Es una, pero hay otras. Los más grandecitos vamos a seguir metiendo el cuerpo. Después, quizá otros que se sensibilicen. Esto logró una unidad de sectores”.
De fondo ya se empieza escuchar el cántico que fue hit el jueves y será también el de hoy: “Unidad, de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode”.
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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca


La prensa como blanco
Los policías de la Ciudad comen una barra de cereal antes de meterse al perímetro del Congreso. Varios de ellos son muy jóvenes: “No se saben poner las armaduras. El que está a cargo les dijo recién ´sáquense el reloj”, comenta el señor que vio la ceremonia de preparación de esas tropas policiales. Luego, este bautismo se transformó en el gesto que un cronista de lavaca pudo presenciar: el abrazo entre dos agentes que acaban de detener a un manifestante.
El operativo tuvo, cerca de las dos de la tarde, refuerzos de dos fuerzas federales: la Policía Federal Argentina y la Gendarmería Nacional, a pesar de que los gobernadores habían pactado con el gobierno que no actuara esa fuerza, protagonista de la represión del jueves.
Fue entonces que se agudizó la violencia, que tuvo como blanco, otra vez, a trabajadores de prensa. Tomás Eliashev, secretario de Derechos Humanos del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA): “Sufrimos una doble agresión: como manifestantes y como trabajadores de prensa. Una compañera del archivo de Télam, Suyai Serrano, fue atropellada por los móviles de la Policía de la Ciudad, que doblaron a toda velocidad por Avenida de Mayo y Sáenz Peña. Por suerte sólo fue un golpe, pero está muy shockeada por el susto. Toda la secuencia fue de terror”.
Pablo Velázquez, de FM La Patriada, informó a lavaca el número de detenidos, tras la cacería en Congreso. “Se llevaron a cuatro compañeros: Diego Murrone, Lorena Sfeir, Juan Pedro Valle y Eva Luna Lillo. Se llevaron un reportero gráfico de Diario Popular, Gustavo Figueredo. Una total salvajada. Dijeron que no iba a haber armas y hubo armas: nos tiraron gas pimienta a toda la prensa. Cuando yo preguntaba, me pegaban. Dejar en claro esto: en Argentina estamos viviendo un virtual estado de sitio”.
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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca


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Fotos: Nacho Yuchark para lavaca


Un relato, una síntesis
Lejos del epicentro de la televisada represión,  un costado de la 9 de julio, María Alejandra está sentada en el condón de la vereda, expectante de la sesión que define la reforma adentro del Congreso. Su relato sintetiza la convocatoria masiva, que desbordó los límites de gremios, organizaciones y partidos políticos:

  • “Es un día especial para los argentinos. Empezamos a tomar conciencia que las políticas neoliberales nos están dañando. Quieren empezar con los más débiles, nuestros abuelos, que tanto han trabajado por la Argentina”.
  • “La mayoría de la gente hoy está convocada porque quiere estar, quiere ser parte. Nosotros no somos soldados de nadie. Venimos acá porque queremos estar mejor, porque consideramos que hoy un sueldo de 4 mil pesos que gana un cooperativista, que encima está catalogado como un “negro” choriplanero, no le alcanza para vivir.
  • “Yo tengo en el barrio un merendero donde le doy la leche a 50 criaturas. Tengo que salir a hacer una rifa, a pedir donaciones para poder darles de comer, porque lamentablemente los padres no llegan ni a los diez días de comida. Está pasando que pocas familias pueden comer carne. Y eso me da bronca, me da impotencia, me da pena por mi país, por la sociedad que tiene un poco más y cree que nosotros somos la grieta. Nosotros no somos la grieta. Somos gente humilde con capacidad para trabajar, pero este gobierno no nos da trabajo para hacerlo. No somos unos negros que vivimos en una villa. Trabajo mucho para sacar adelante a los nenes del barrio. No tengo sueldo por hacer eso, no cobro nada. Lo hago porque me nace hacerlo, porque estoy viendo el sufrimiento de esas madres. La marcha pasada que vine y vi cómo lastimaban a los viejos. Y yo llevo esa información a mi barrio, porque quiero que mi barrio sepa lo que está pasando. No quiero vivir esto en mi país. No quiero vivir lo que viví en el 2001”.
  • “Quiero que en este país la gente tome conciencia y empiece a pensar que no somos culpables de ser pobres nosotros. Nosotros tenemos dignidad. A nosotros no nos pagan para venir acá. ¿Nos ve comer un choripán a nosotros? ¿Nos ve tomar una gaseosa? No, porque nos alcanza”.
  • “Los que destrozan están mandados por el grupo de choque de ellos para lastimarnos, para hacernos daño. Para que digan ‘mirá los negros de mierda estos como vienen a romper todo’. No es verdad. La gente no sale a la calle por gusto, porque quiere estar abajo del sol, porque quiere sufrir. Toda la gente que está acá no tiene dinero ni para comprarse una gaseosa”.
  • “Mi hijo tiene 22 años, ha tirado como 50 curriculums este mes. Es trabajador, y no consigue trabajo. Entonces tenemos que empezar a pensar qué país le estamos ofreciendo”.
  • “No somos la grieta. No somos el kirchnerismo. No estamos de un lado ni del otro. Queremos vivir mejor”.

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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca


La cacería
La sesión había comenzado y, al mismo tiempo, la represión en el centro de la Plaza Congreso, provocada por un grupo que tiró piedras y desató los gases y palos policiales. Salvo en ese cuadrilátero, el resto de la multitud está expectante, siguiendo desde celulares y pantallas de bares y móviles de tevé la sesión. La avenida 9 de Julio es una gran sala de espera, con gente sentada, compartiendo la comida y la charla. Poco después de las cuatro de la tarde, la onda expansiva de la represión comenzó a expandirse, al ritmo que le marcan los helicópteros policiales que surcan el cielo de la Avenida de Mayo. A prisa, la multitud comienza a moverse hacia el Obelisco, buscando alejarse de la violencia, sin suerte. No hay refugio posible en esta cacería. Los gases llegan, incluso, hasta bajo tierra: el subte A se convierte en una nube de gases que penetran los vagones.
Es el momento más dramático y desolador. Heridos, detenidos, corridos y apaleados, ese movimiento social que quiere expresarse  hoy ante el Congreso se disgrega por calles laterales, hasta diluirse.
La postal más representativa de lo que significa este momento es la pila de zapatos que está en el medio de la calle Rivadavia, a la altura de Paraná: hay una docena de zapatillas, una sandalia roja, dos pares de mocasines y una ojota del tamaño de un bebé. De fondo, la caballería policial, con todas las motos en fila y con las luces rojas encendidas.
En la Avenida Corrientes, donde todavía quedan manifestantes en grupos, treinta y dos camiones de Gendarmería Nacional dan vueltas como en calesita, exhibiendo tropas y armas. En cada ronda, cosechan más gritos. “Asesinos”. Son doce las que necesitan para que esos gritos se transformen en un canto. “Yo sabía, yo sabía, que a Santiago lo mató Gendarmería”. A la número 13, comienzan los gases y las corridas. La portera del edificio que linda con el Centro Cultural de la Cooperación está filmando con su celular toda la escena. “Son provocadores profesionales”, sintetiza antes de refugiarse en el pallier.
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Fotos: Nacho Yuchark para lavaca


Cuarto intermedio
Poco después, con la plaza vaciada a gases y a palos, Eduardo Murúa, presidente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, hace un primer balance: “Tenemos algunos compañeros golpeados, algunos tiros en la espalda, en la oreja. Algunos palos también. Todos reprimidos, pero con el ánimo bien porque vimos que nuestro pueblo está dispuesto a luchar y a defender lo que tiene que defender, independientemente de lo que hagan nuestros diputados hoy. Y lo digo porque no confiamos en lo que hagan: si no la sacan con los votos del Congreso, lo harán con DNU. Lo importante es demostrar que el pueblo está en la calle y pelea. Y que este Gobierno perdió toda legitimidad, más allá de las elecciones de hace dos meses. Querer impulsar una ley de esta manera, más temprano que tarde termina mal. Lamentablemente puede terminar en caos, pero si somos inteligentes y nos organizamos y empezamos a pensar cómo gobernar después de que se vayan seguramente le ahorraremos tiempo a nuestro pueblo”.
Hugo Godoy, ATE nacional, suma la postal de Capital: “Lo que pasó en estos días es un cambio de coyuntura política, de la que sale debilitado el gobierno. Hemos viso un grado muy alto de participación, de rechazo a este proyecto, y de organización. Pero esa organización busca ser deslegitimada por el gobierno, que a través de sus provocadores de siempre, quiere dar la imagen de los malos de la película, los violentos, que vendríamos a ser todos los que nos hemos manifestado pacíficamente. Nunca encuentran a esos encapuchados que agredieron a algún periodista o a policías, pero estoy viendo ahora mismo, mientras hablamos, cómo en Bernardo de Irigoyen, en un bar, entra la policía tirando gases y se llevan a todos los que están ahí. ¿Y cómo se van a justificar? Acusando a los que tiraban piedras, pero nunca agarrándolos a ellos. Lo que el gobierno quiere lograr con todo esto es naturalizar la represión en el país. Mientras tanto adentro del Congreso están los “buenos”, que son los que discuten la ley que perjudica a los jubilados, pero no dicen que el edificio está vallado y están desconociendo a toda la gente que se manifiesta afuera. Pero de todos estos días ha surgido una conciencia sobre lo repudiable y antipopular de estos proyectos”.
Marcelo y Natalia, del Hotel BAUEN: “Así no se puede. Esto es un desastre: es una vergüenza cómo pegaron a la gente, a los abuelos, se metieron con la gente grande. Es una vergüenza que el Gobierno haga esto”.
Desde Rosario, Gustavo Martínez, secretario general dela CTA local, informa: “Aquí se hizo el paro, y convocamos a la Plaza San Martín de Rosario con una pantalla gigante para seguir la sesión de Diputados. Terminó siendo un gran acto, multisectorial, que nos sorprendió por la fuerza y cantidad de trabajadores movilizados de gremios que en otros momentos no se manifestaban así, como como Obras Sanitarias y Luz y Fuerza. Es todo un indicador de algo que está cambiando”.
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Lo que parecía el final
Son las ocho de noche y la Plaza Congreso no está desierta: está ocupada por fuerzas de todo tipo. Camiones, motos, patrulleros y ambulancias aúllan. Con esta postal de fondo, reflexionan algunos referentes:
Hugo Godoy, ATE nacional: “Esto está provocando un realineamiento de cantidad de organizaciones que empezaron a estar juntas en la calle. Las organizaciones de San Cayetano (CTEP, CCC, Barrios de Pie) con las que hemos actuado en conjunto, son la expresión de la fuerza de los movimientos sociales. No nos olvidemos que esta semana de conflicto comienza con esas organizaciones marchando por la emergencia alimentaria. Y el otro protagonismo en estos días ha sido el de las mujeres, coherente con las movilizaciones que el año pasado fueron las más importantes del país. A todo ese nivel de organización lo quieren silenciar poniéndonos como los violentos. Aunque todos sabemos quiénes son los verdaderamente violentos en esta historia”.
Horacio Arreceygor  Secretario General del Sindicato de Televisión (Satsaid): “Esto recién empieza. Acá empezó un proceso de ajuste permanente con represión. Lo que van a tratar de imponer ahora es la reforma laboral. Con la reforma previsional ya tenías un 80% de gente en contra. Y si bien la participación en la calle ha sido enorme, mucha gente no marchó por temor a la violencia de las fuerzas de seguridad. Pero eso va a ir cambiando. Porque lo otro que se viene son tarifazos que mucha gente directamente no va a poder pagar. Vamos a ver cuál es la reacción. Pero si hay un ajuste permanente, va a haber una resistencia permanente. Estos días me parece que han generado más conciencia sobre cómo se le ha mentido a la sociedad. En campaña decían que no iba a haber reforma previsional, ni laboral, ni nada. Y ahora están cada vez más apurados por meterlas como sea”.
Marcelo y Natalia, del Hotel BAUEN: “Ojalá se levante la sesión y la ley no sea aprobada, pero hasta que no haya muertos esto no va a parar. Toda la situación me recuerda mucho a 2001”.
Eduardo Murúa, referente del Movimiento de Empresas Recuperadas: “Si sale la ley, tendrá un tiempo más. Si no sale, los tiempos se acortan para el Gobierno. Vamos a depender de lo que pase hoy. Lo nuestro es seguir haciendo lo que hacemos: resistir en cada una de nuestras fábricas, nuestros trabajos y nuestros barrios, de cara a un salto cualitativo que tenemos que dar en la dirigencia. Lo que hoy nos falta es constituir un liderazgo común de todas las organizaciones, más cuando las grandes centrales se borran. Hoy lo que se vio es que el pueblo desde el llano fue quien dio la batalla”.
Gustavo Martínez, secretario general dela CTA Rosario: “Toda la movilización y el reclamo ha sido muy fuerte. También la represión. Pero estamos reclamando los que tenemos algo que perder. Y los que todavía no hablaron, no se han expresado, son los que no tienen nada que perder. Aquí en Rosario hoy hubo síntomas de situaciones conflictivas en varios barrios de la zona sur, entre los núcleos más castigados alrededor de supermercados pequeños. Y se están viniendo el 19 y 20 de diciembre. Pero esas situaciones detención son un síntoma de lo que está pasando, y lo que nadie contempla. El gobierno parece que juega al desastre, pero hay una ruptura con estos sectores que te digo, los que no tienen que perder, no tienen plan B. Y lo que puede pasar ahí es algo que no se puede saber o adivinar. Así como el femicidio apareció como palabra de algo que existía y no podíamos expresar, en lo social lo que está ocurriendo en esos sectores es algo para lo que nos faltan palabras. Lo que ha hecho el gobierno no es un error, sino un mensaje. El mensaje de que van a redoblar la apuesta, que pueden ser algo más que duros: pueden ser hasta crueles. Están anunciando cómo van a ser las cosas de aquí al final de su mandato. Hay cero expectativas de que bajen el nivel de represión. Creo que han demostrado que lo que quieren hacer es elevarlo. Ya no es ni siquiera la zanahoria y el garrote, es la pura violencia. No hay zanahoria”.
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Fotos: Lina Etchesuri para lavaca


Lo inesperado
Cuentan en España que cuando la policía desalojó por la fuerza la Plaza del Sol y la militarizó, la multitud se retiró cantando: “Quédense con El Sol, nosotros con la ciudad”. En las calles de la ciudad de Buenos Aires lo que se canta en otra cosa. Un clásico: “Si este no es el pueblo, el pueblo dónde está”. La entonan mujeres, hombres, niñas, niños, veteranos y veteranos, al ritmo de las cacerolas.
Si el objetivo de la represión fue dispersar la manifestación, fue un éxito. La protesta se desparramó por los barrios, sacudiendo con la batucada más pacífica, más política y más destituyente, los rincones imprevistos no sólo por el operativo policial, sino por los pronósticos políticos. Sorprendió a dirigentes, desbordó a organizadores y organizaciones, sacudió discursos mediáticos y relatos y habló, por sí sola, en esa voz colectiva que siempre encuentra una manera de expresarle al poder lo que tiene que transmitir.
Si este no es el pueblo, cantó.
No para quien quiera oir, sino para aquellos que hoy se hicieron los sordos.
A la hora de cerrar esta crónica, el final está abierto.
Eso es justamente lo que quería decirle hoy la sociedad al Estado.
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4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

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La familia de la joven asesinada en Capilla del Monte volvió a viajar de Buenos Aires a Córdoba para reclamar que se asigne urgentemente un fiscal en la causa y que se investigue su femicidio. Hace 4 años el cuerpo de Cecilia fue encontrado luego de estar 20 días desaparecido; su familia denuncia una trama local que involucra a la última persona que la vio con vida, el ex boxeador Mario Mainardi, jamás investigado, y la complicidad de la justicia de Cruz del Eje, representada por Paula Kelm, que buscó inculpar a un perejil. Gracias a la lucha familiar se logró anular esa línea de investigación, que culminó en un juicio nulo, pero desde entonces no se retomó la instrucción; y pese a que en diciembre se anunció que un nuevo fiscal tomaría la causa, eso no sucedió, y las dilaciones siguen. Crónica de una nueva reunión con promesas y sin hechos, cuando la impunidad se hace cada vez más grande y el reclamo, también: “Verdad y justicia para Cecilia Basaldúa”.

Por Bernardina Rosini

Daniel y Susana, padre y madre de Cecilia Basaldúa ya perdieron la cuenta de las veces que han viajado desde la ciudad de Buenos Aires a Córdoba con el único objetivo de lograr justicia por su hija. Han perdido esa cuenta pero no la cantidad de días que contabiliza la impunidad: 1460, es decir, cuatro años. 

En efecto, hace cuatro años (el 25 de abril de 2020) encontraron el cuerpo de Cecilia Gisela Basaldúa en un codo del Río Calabalumba en Capilla del Monte, luego de veinte días de estar desaparecida. Cuando Daniel y Susana llegaron ayer a los Tribunales en Córdoba Capital, se los ve invadidos por la bronca y el hartazgo. Son cuatro años sin Cecilia y a la par sostienen que las líneas de investigación han sido deliberadamente manipuladas y el material probatorio  de contundencia, ignorado

La última vez que estuvieron parados sobre esa vereda fue el pasado 7 de diciembre, tras reunirse con el Fiscal General Juan Manuel Delgado. Celebraban la noticia: “Tenemos fiscal, vinimos con 3.000 firmas de apoyo pidiendo fiscal y lo tenemos. Es el Nelson Lingua y comienza el 1° de febrero, después de la feria judicial”. Cinco meses después, otra vez viajan 700 kilómetros para golpear la puerta del Palacio de Justicia pues tal designación no sucedió y la causa acumula once meses sin fiscal a cargo de la instrucción.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas
Daniel Basaldúa y Susana Reyes, papá y mamá de Cecilia: viajaron desde Buenos Aires para mantener una reunión y reclamar justicia por su hija.

El baile del fiscal

Mientras los Basaldúa llegaban el 25 de abril nuevamente a Córdoba para pararse frente a Tribunales y exigir justicia, fueron notificados que la Fiscal General Adjunta Bettina Croppi los convocaría a una reunión. 

Antes de ingresar al edificio Daniel comparte la situación actual de la causa “Nos vienen diciendo que no designan fiscal porque falta una firma: me cuesta creerlo. No puedo hacer nada más que venir y reclamar. Hasta ahora la única justicia que logramos fue que no metan preso a un inocente”. 

Hoy le cuesta hablar; tiene un nudo en la garganta y el rostro de su hija estampado sobre el pecho. “Sólo espero que esta investigación vaya tras los verdaderos sospechosos, tras Mario Mainardi, última persona que vio a Cecilia con vida, quien tenía pertenencias de ella y las regaló; la policía y la fiscal Paula Kelm contaban con ésta y más información y nunca lo investigaron. No podemos creer que Mainardi, que dijo trabajar en Uber porque no podía acreditar ingresos, tenga más poder que Diego Concha, quien fue durante décadas Director de Defensa Civil de la provincia y sin embargo hoy está preso”. 

Daniel pasa lista de todos los uniformados que participaron del caso y que hoy se encuentran desplazados, procesados o presos por distintas causas: el común denominador es la violencia de género. 

Mientras las abogadas ingresan junto a los padres de Cecilia a la reunión, afuera les esperan periodistas, agrupaciones feministas, trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos y familiares víctimas de violencia institucional. Repiten el colgado de banderas, los carteles con rostros de otras víctimas, y los cantos que se recitan como mantras: “¡¡Queremos fiscal, queremos fiscal, queremos fiscal!!” y “¡¡Justicia, justicia, justicia!!”.

Al salir, Giselle Videla -una de las abogadas de la familia- comparte lo conversado en la reunión: “Para iniciar nos han pedido disculpas puesto que en noviembre nos dieron la seguridad que tendríamos fiscal apenas finalizada la feria judicial. Como hoy no hay fiscal, y están subrogando fiscales de otros territorios que toman la causa por un plazo corto de tiempo, el avance es mínimo. Nos informaron en relación a esta situación que la designación de Nelson Lingua espera la firma del gobernador, Martín Llaryora. Ahora bien, nos enteramos que será designado como Fiscal reemplazante, y no como Fiscal titular puesto que Lingua no ha rendido el concurso que lo habilita para ese cargo; debe rendirlo ahora y recién en julio- agosto podremos saber si será finalmente el fiscal titular de la causa”. 

Para que se entienda: desde que el tribunal absolviera a Lucas Bustos en julio del 2022 reconociendo su inocencia y su no vinculación al crimen, y ordenara una nueva instrucción para dar con los responsables del femicidio, la causa demoró meses en ser asignada a un fiscal. Luego recaería en el Dr Raymundo Barrera de Cruz del Eje, fiscal que, hábil con el calendario, entre feria judicial y licencias llegó a junio del 2023, mes en el que se jubiló. 

Por la presión de la familia Basaldúa, en diciembre el mismísimo Fiscal General anunció la designación del Lingua el 3 de febrero; eso no sucedió y no hay certeza de que Lingua resulte el fiscal que definitivamente dirigirá la instrucción, puesto que no cumple con los requisitos.

4 años sin Cecilia Basaldúa, sin fiscal y sin respuestas

Preguntas sin respuesta

Es mediodía y el cielo se refleja en las ventanas del edificio neoclásico de la calle Caseros; da la impresión que adentro estuviera vacío, que sólo es una fachada. “Hoy, 25 de abril se cumplen cuatro años de la aparición del cuerpo sin vida de Cecilia Gisela Basaldúa” lee Susana de la pantalla de su celular; ella también lleva una remera con el rostro sonriente de su hija. Sigue:

Cuatro años de impunidad y de violencia sistemática por parte del Poder Judicial a quienes pedimos y exigimos justicia por ella. La causa volvió a foja cero en el 2022 luego de pasar por un juicio vergonzoso.

El tiempo pasa y los asesinos de Cecilia siguen libres e impunes. No tenemos fiscal ni respuestas” y continúa “¿Cómo vamos a llegar a la verdad? ¿Qué fue lo que pasó con Cecilia? ¿Por qué tardó tanto en aparecer? ¿Dónde está Mario Mainardi? ¿Por qué la fiscal Paula Kelm ordenó tan rápidamente detener a un joven sin tener pruebas? Todas estas preguntas nos conducen una y otra vez a un círculo cerrado de impunidad entre funcionarios judiciales que se jactan en demostrar un abuso de poder constante”. 

La carta leída en la vereda, casi sobre la calle, concentra todas las preguntas que la investigación del femicidio debiera responder. 

Y la carta también cierra como se espera que cierre la investigación: “Verdad y Justicia para Cecilia Basaldúa”.

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La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Séptima entrega del registro colaborativo de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, realizada por la fotógrafa de lavaca Lina Etchesuri.

Toda la producción será entregada a ambas organizaciones de Madres y al Archivo Histórico Nacional. Invitamos a quienes tengan registros de las rondas realizadas estos 40 años a que los envíen por mail a [email protected] para sumarlos a estos archivos. Esta iniciativa es totalmente autogestiva.

Ese jueves hacía 38 grados de calor pero parecían 43. El calor quemaba y picaba.

Faltaba el aire, el que había estaba caliente y la humedad pegoteaba.

El día que acompañé a la Ronda haciendo fotos para este proyecto, fui descubriendo imágenes a medida que los pasos y las sillas de ruedas daban vuelta como siempre, hace 2392 jueves.
La ronda siempre me emociona. Mucho. Las miro a las madres y veo proyectada las fotos de sus hijxs en su mirada, hacia delante, repitiendo Presente como un mantra de presencia y resistencia. Lxs veo a ellxs en imagen, mirando de frente en su juventud detenida. Veía a Elia, que ronda en silla de ruedas, con la foto de su hijo Hugo Meidan, desaparecido el 18 de febrero de 1977, hace 47 años, y pensaba si ese día hizo tanto calor, si la luz tenía esta misma inclemencia.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

En las rondas transcurre un tiempo extraño, persistente y atemporal. Las hermanas abrazan las fotos de sus desaparecidxs, gritan sus nombres con contundencia, caminan junto a las madres, junto a nosotrxs.

Transforman el tiempo y la imagen en un futuro posible.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Sobre Lina

Soy Lina Etchesuri. Fotógrafa, editora y docente

Soy parte de la cooperativa Lavaca desde hace más de 12 años donde hago todo lo que me describe y más. Me hace sentir muy orgullosa y feliz.

Estudié con Filiberto Muganini en el Rojas durante los 90s. Hice la carrera de fotógrafa en la Escuela de foto y artes visuales de Avellaneda, durante el 2001 y los años siguientes. 

Me seguí formando en talleres visuales con mi querida Julieta Escardó y muchxs más.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

Viajé haciendo fotos durante algunos años: conocí al subcomandante Marcos y le saqué una foto en la que se está riendo. Estuve en Cisjordania, Palestina, durante 3 meses, viviendo retratando la vida bajo la ocupación. 

Junto con algunas personas y amigxs fundamos MAFIA en 2012, un colectivo de fotógrafxs que sigue hasta hoy.

Coordino talleres de foto e imagen.

Soy mamá de Fermin.

Y me encanta hacer todo lo que hago.

La imagen proyectada: La Ronda en la mirada de Lina Etchesuri

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Un abrazo contra la motosierra

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Sin presupuesto actualizado (“cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2” informa el rector de la UBA) las universidades y los hospitales en “modo ahorro” deben cortar la luz, los ascensores, reducen cirugías, no tienen insumos. La imagen del Clínicas, uno de los más importantes del país: “Los pacientes se están quedando sin comida”. Hoy una gran concentración frente a ese hospital escuela simbolizó un abrazo en defensa de la salud y la educación pública, mientras el gobierno nacional juega a pelearse con las prepagas, y el de la Ciudad a subvencionar a quienes mandan a sus hijxs a colegios privados. ¿Qué pasa con lo público? ¿Cuándo comenzó el desastre? Distintas voces (directores de hospitales, rectores de universidades, trabajadorxs) relatan la realidad y los datos motosierra; la organización como única salida; y el canto “la UBA no se vende”, mientras la realidad, o los números, parecen indicar otra cosa.

Por Francisco Pandolfi

Un abrazo contra la motosierra

“Se defiende, la UBA se defiende”, fue uno de los hits / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Clarisa y Caetana acaban de salir de cursar dermatología. Clarisa tiene 24 años y lleva puesto un ambo azul marino. Caetana, de 23, uno verde oscuro. Son alumnas desde hace seis años de la Facultad de Medicina y hace tres caminan por los pasillos del Hospital de Clínicas, ya en la etapa de las prácticas. “Hace un rato terminamos una clase en la que no teníamos vendas”, dice Clarisa. Su compañera agrega: “El otro día, en un práctico, nos faltaba vaselina para curar las úlceras; sí, vaselina, probablemente el producto más básico y barato que se necesita”.

Alrededor de ellas hay una multitud, con ansias de visibilizar la gravedad de la situación.

Clarisa, Caetana y la marea contra el ajuste / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“Estamos funcionando al 30%”, comparte Marta, médica desde hace 38 años en el Clínicas.

“Los pacientes se están quedando sin comida”, cuenta Susana, auditora. 

“Soy empleado de limpieza del hospital, monotributista, trabajo cinco días por semana, siete horas por día y mi sueldo no supera los 150 mil pesos”, confiesa Diego Ruiz.

“Ya debimos reducir las cirugías y no atender a algunos pacientes”, expresa Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas.

“Estamos económicamente por debajo de un 80% sobre el presupuesto que deberíamos tener. Cada 10 pesos del año pasado, hoy tenemos 2”, precisa Ricardo Gelpi, rector de la Universidad de Buenos Aires.

Un abrazo contra la motosierra

Susana Dionisio, y la esperanza que genera el juntarse / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tiempos de abrazos

“La biblioteca destinada a la educación universal es más poderosa que nuestro ejército”.

José de San Martín.

Al libertador de la patria se lo homenajea con su nombre en calles y avenidas; clubes deportivos, teatros y centros culturales; plazas y parques; hospitales y universidades.

Y también en un hospital-escuela: el Hospital de Clínicas José de San Martín, dependiente de la Universidad de Buenos Aires y dedicado a tres ejes clave para el desarrollo de cualquier sociedad: la asistencia, la docencia y la investigación.

Son tiempos de clases abiertas; de paros y movilizaciones; de una marcha nacional universitaria a realizarse el próximo martes 23 de abril. Son tiempos de contar en cuántos meses y en cuántos días las universidades se quedarían sin presupuesto hasta cerrar sus puertas.

Son tiempos de abrazos.

Uno de ellos se forma con un montón de brazos, este jueves por la mañana, en la puerta del Hospital de Clínicas. Médicos, docentes y no docentes, estudiantes, le brindan un espaldarazo simbólico al Hospital de Clínicas, ubicado en el límite de los barrios porteños de Recoleta y Balvanera. Sobre la Avenida Córdoba, miles de personas se reúnen en la puerta principal para reclamar por el recorte presupuestario en todas las universidades del país, y en particular de las universidades escuelas.

Hay equipo en el Hospital de Clínicas /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Los cuerpos aplauden. Están vestidos con guardapolvo blanco; con ambos celestes y azules; con chaquetas bordós y verdes. De fondo, un telón negro enorme sirve de súplica para estos momentos. Es un ruego a la sociedad toda; y una exigencia, también, puertas adentro: “Defendamos la UBA”. Delante de la banderota se sostienen grandes letras blancas, hechas con cartulina, a mano, a pulmón, a necesidad de que el reclamo se vea un poco más. “La salud se defiende”, se lee, mientras se canta al unísono: “No se vende, la patria no se vende”. Minutos después, se cambia sólo una palabra: “No se vende, la UBA no se vende”.

Pero la realidad no parece indicar lo mismo. 

Problemas de fondos

Luego del abrazo, se rodea al hospital y en otra de las puertas de la institución, sobre la calle Paraguay, se lleva a cabo una conferencia de prensa. Marcelo Melo, el director del Hospital de Clínicas, va al hueso: “Ya tuvimos que optimizar los recursos, que son insuficientes; no podemos comprar insumos, ni hacer transferencias porque no hay licitaciones de presupuesto que avalen las compras. Mientras, tenemos un montón de pacientes internados”. Sigue: “Es muy difícil no usar la luz en un hospital; no usar los ascensores cuando los pacientes necesitan usarlo… Lo mismo pasa con la calefacción. El año pasado estábamos orgullosos de haber comprado y cambiado la caldera, y este año no sabemos si va a funcionar, porque el modo de ahorro va a estar en el gas, en la luz, en todo”.

Le cambia la cara. Se tensa, aún más. “Poner a un hospital en modo ahorro es una agresión al médico. Es muy difícil mi lugar, el tener que decirle a mis colegas si pueden atender o no a alguien. No estamos haciendo una buena medicina con estas cosas”.

Un abrazo contra la motosierra

Marcelo Melo y Ricardo Gelpi en conferencia de prensa /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

A su lado está el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, acompañado por el Secretario de Hacienda Matías Ruiz. Juntos, definen lo terrible: “La UBA tiene dos partes principales en las que se divide el presupuesto. Una es la salarial, que consume entre el 85% y el 90%; y después está el gasto de funcionamiento, que consume entre el 10 y el 15%”. Desmenuzan: “En lo salarial hubo un recorte en términos reales ajustado por inflación del 35%, lo que significa que si en noviembre un docente o un trabajador cobraba 100 pesos, hoy cobra 65”. 

Sobre los gastos para el funcionamiento: “Lo dividimos en salud y en educación. En educación este año las partidas arrancaron congeladas al presupuesto del año 2023; hubo una actualización parcial del 70% desde marzo; pero en términos interanuales eso significa un 58% de actualización, comparado con una inflación de casi un 300% interanual. Por el lado de la salud, empezamos el año sin presupuesto, ya que la partida devengada del año 2023 no había sido asignada hasta esta semana”.

Tomar la calle en defensa propia / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Peligro de cierre

¿La partida ya firmada –pero aún no depositada–, es un remedio? “No, para los hospitales universitarios será de la misma magnitud nominal del año pasado. O sea, no es una actualización, ni un incremento”. Subraya el rector: “Estas partidas no están ajustadas por inflación, lo que significa que sólo podrán estirar un tiempo esta situación, pero estamos lejos de estar conformes. Si se mantiene esa partida, podremos funcionar como venimos dos o tres meses más. Y después, así las cosas, la UBA cierra, porque si no hay plata, no hay plata”.

El Secretario de Hacienda suma un dato, que agudiza el cuadro: “El pago de la energía eléctrica en el último año se multiplicó por siete. Y si comparamos con febrero de este año, sólo los últimos dos meses, se multiplicó por cuatro”. Y ejemplifica con una cuenta que no cierra: “El crecimiento del gasto, sumado a las partidas congeladas, hace que crezca más rápido el gasto que tenemos la universidades y empeorando cada vez más el funcionamiento”. 

Un abrazo contra la motosierra

La educación, la salud y la ciencia, en juego; en venta / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

“El mal funcionamiento es de hace años”

La falta de recursos no empezó en la era Milei. Marta, médica desde hace 38 abriles, describe: “El mal funcionamiento viene de años, como consecuencia de malas administraciones anteriores. Y ahora, este recorte presupuestario es el tiro de gracia”. ¿En qué se venía mal? “De 12 quirófanos funcionan 5 y hay numerosas salas cerradas; cada vez se va achicando más la estructura, deteriorando y no hay presupuesto para mantenerlo”. 

Clarisa, alumna, añade: “El edificio tiene un montón de falencias, es muchísima la cantidad de arreglos que harían falta y esto viene desde hace años. Con este recorte, el único futuro que veo es que se caigan las paredes… Me da mucho miedo e impotencia”.

Florencia trabaja hace 10 años y el amor que siente por la entidad viene de familia: “Mi mamá trabajó ahí; mis dos hijos fueron a ese jardín; le salvaron la vida dos veces a mi mejor amiga; curaron a mi papá, a mi abuela”.

Admite que el hospital “siempre tuvo pocos recursos; siempre hubo carencia de insumos”. Profundiza: “La situación no viene bien hace mucho; las personas que deben hacer el presupuesto no valoran la calidad humana ni la cantidad de atenciones que se realizan por día. El hospital siempre tuvo lo básico, y en muchas oportunidades debimos conseguir insumos por fuera, siempre tardó en llegar el material que se necesitaba”.

Carteles, ruido, sonrisas: estrategias contra el recorte / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Orgullo nacional 

El Hospital de Clínicas es considerado uno de los hospitales más importantes de la Argentina y de América Latina. Se fundó en 1881 y allí se realizaron varios procedimientos por primera vez. Algunos hitos que nacieron entre sus paredes que hoy yacen descascaradas: la aplicación de la insulina, el cateterismo cardíaco, las residencias médicas, las punciones de riñón, las operaciones filmadas. Dice la médica y hoy auditora Susana Dionisio: “En este hospital se formaron la mayor parte de los médicos de renombre que hay en toda la medicina prepaga”. Suma otro caso testigo: “Hay que acordarse de acontecimientos como el de la AMIA, cuando sucedió el atentado este hospital recibió a la mayoría de los heridos, y fue gracias a este hospital que se salvó a muchísima gente. Entonces, podés hacer un comité de crisis, pero si al mismo tiempo desfinanciás a la educación, está muy mal. El presidente se merece un juicio político y la oposición tiene que pararse y ser una oposición real, sino perdemos la democracia”.

Marta Cora Eliseht es médica de obstetricia del hospital de Clínicas y docente de la Facultad de Medicina. “El Clínicas es fundamental, un orgullo nacional; no sólo cumple funciones asistenciales, sino también de docencia en áreas de pregrado y postgrado; esta es la sede de infinidad de carreras. Somos especialistas en obstetricia y atendemos muchos embarazos de alto riesgo, casos que no se atienden en otros lados”. 

Un abrazo contra la motosierra

Marta es médica en el Clínicas desde hace 38 años /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

En el hospital trabajan más de 3.200 empleados y se atienden alrededor de 365 mil personas al año. En lo educacional, cursan por año cerca de 1500 alumnos. “Hay cinco cátedras y estudiamos 300 personas promedio en cada una. Este es el hospital escuela más grande del país”, explican Clarisa y Caetana, estudiantes de medicina. 

Las palabras de Sofía, que integra la comisión interna, laten: “El hospital-escuela literalmente es el corazón de la UBA, donde se retroalimenta la ciencia, la investigación, la educación, pero sobre todas las cosas la salud pública, con todo lo que conlleva ese concepto de gratuidad e inclusión. Queremos seguir brindando la atención de calidad a los y las pacientes, pero sobre todas las cosas contar con un financiamiento que nos permita que nuestra casa, como así consideramos al hospital, siga funcionando. No queremos tener el privilegio de pisar la UBA, sino el derecho de seguir en ella”.

Un abrazo contra la motosierra

Una que pedimos (casi) todxs /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Un dolor inenarrable

El hit se vuelve a cambiar: “Universidad de los trabajadores, y al que no le gusta se jode se jode”, se vocifera con angustia y con firmeza, en un clamor popular que hiela la sangre. Las y los laburantes le dan magnitud al problema. La obstetra Marta Cora Eliseht dice: “En el sector no tenemos espéculos, vidrios para hacer papanicolaou, guantes, gasas, algodón, lo básico. Los profesionales de la salud estamos intentando conseguir donaciones de entidades privadas para suplir las faltas”. Sintetiza: “Estamos sufriendo un ataque artero a la universidad pública”.

Susana Dionisio es médica desde hace 49 años. Quince los trabajó en el Clínicas, donde ahora es auditora. “Sentimos un dolor que no se puede narrar. Los pacientes se están quedando sin comida y solidariamente se intenta ayudar entre sindicatos, médicos y administrativos, pero los insumos médicos no los podemos comprar. Ya se está cortando la luz a cierta hora, no se puede creer”. 

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La potencia de Elsa Carrizo, la potencia de lo colectivo /Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Elsa Carrizo es delegada general de la comisión interna del Hospital de Clínicas. Tiene puesto un guardapolvo blanco, que lleva el logo de la institución. Se lee: “Fundado en 1881”. Dice: “Trabajamos con obras sociales, pero es impresionante la cantidad de gente sin obra social que viene, alcanza con ver las colas que se forman a la mañana. Ya no tenemos insumos ni para el mantenimiento, ¿con qué vamos a limpiar? Hay un combo de muchísimas necesidades en el hospital”.

“Últimamente no nos estuvieron entregando secadores”, detalla Diego Ruiz, empleado de maestranza. Cobra menos de 150 mil pesos por mes y sólo el monotributo para facturar (no está en planta permanente) le cuesta alrededor de 18 mil. “Estamos en una situación de mierda, personalmente para mí es imposible llegar a fin de mes”.

Un abrazo contra la motosierra

Diego cobra menos de $150 mil por mes. Y no es una joda / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

Tomás trabaja en el área de personal hace 5 años y es delegado de la comisión interna. “No hay paritarias y los sueldos quedan muy bajos. Tenemos poco más de 300 contratos que salen del bolsillo del hospital y son los que más corren peligro. Estamos hace un par de meses sin aumento y no hay respuesta del gobierno ni comunicación. Estamos estancados, no da para más”.

Carolina Nadal es empleada desde hace 30 años. Hoy es la jefa del departamento de Trabajo Social. “El presupuesto que se está ejecutando es el del año pasado y esto es inviable en términos de sostenimiento, de todo lo que se necesita para que funcione el hospital de manera integral. El gobierno va a tener que responder de una manera diferente a la que está respondiendo ahora. Siento mucha bronca e indignación, pero al mismo tiempo tengo la esperanza de que en las calles, con la resistencia, haya otro desenlace que no sea cerrar las puertas”.

“Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.

José de San Martín.

Clases abiertas, presupuestos cerrados / Fotos: Lina Etchesuri para Lavaca

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