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Despidos en INTI: el ajuste injusto

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Los despidos en el INTI, como en el Posadas, no se explican sólo como parte del ajuste: los despedidos fueron profesionales que controlaban empresas, que desarrollaron  políticas sociales y, la mayoría, delegados sindicales. El tejido social que se intentó romper sigue en el acampe a la vera de la General Paz más fuerte que nunca: de un lado al otro de la reja pasan mates, bizcochos y medidas de lucha por la reincorporación bajo el lema «en INTI no sobra nadie».
Tocan bocina.
Más allá, en un árbol al lado de la General Paz, hay un cartel que te invita a tocar bocina.
Y los autos tocan y tocan.
También los colectivos, camiones y motos que pasan por la colectora.
La bocina es un abrazo. Los trabajadores del INTI contestan con aplausos.
Esa es la melodía en la puerta del Instituto Nacional de Tecnología Industrial: bocina, aplausos, bocinas, aplausos sostenidos.
Es un diálogo: una forma de decirse que uno y otro están en la misma. 
La otra forma de acompañarse y sostenerse se da de un lado y del otro del alambrado.
Lo que parece dividido se une en un ritual: mate y galletitas que se pasan por arriba. Y se completa con las manos tocándose por los agujeros que deja el entramado.
Afuera, trabajadores sostienen un acampe en la vereda. Están sentados en grupos, muchos con los mismos compañeros que forman diariamente equipos de trabajo.
Adentro otros trabajadores repiten la escena.
Así desde que a finales de enero 254 trabajadores fueron despedidos. Las autoridades dieron desde entonces asueto al resto de los trabajadores. Hasta ayer.
“Lo levantaron parcialmente avisando a trabajadores del área de finanzas, suministros, y recursos humanos que tenían que presentarse a trabajar», explica del otro lado del alambrado Giselle Santana, Secretaria Gremial y trabajadora del área de metrología del INTI. «Era una maniobra para probar si se podía funcionar normalmente a pesar de nuestra permanencia y si lograban dividirnos. Estuvimos desde muy temprano recibiendo a los compañeros, explicándoles la situación y que era importante que nos mantuviéramos unidos, que aunque a ellos les hubieran levantado el asueto pararan y se quedaran con nosotros en la permanencia”.
¿Y qué pasó? “Fue un éxito. Están todos acá. Esto está más fuerte que nunca”.

Enero de despidos

El Instituto Nacional de Tecnología Industrial fue creado en 1957. Tiene 51 centros de servicio distribuidos en todo el país que construyen una red nacional de innovación, soporte a la calidad y desarrollo tecnológico.
Está dividido en las áreas: asistencia regional, comercialización, cooperación económica e institucional, metrología, calidad y ambiente, desarrollo y proyectos especiales. Cada una de ellas tiene sus propias ramificaciones.
Giselle explica: “Hay áreas completas que han desaparecido, agricultura familiar por ejemplo, y centros de extensión que había en el interior: Pergamino, Viedma, Cruz del Eje, están todos despedidos. Detrás de los despidos hay una política de eliminar tareas que tienen que ver con asistencia a la base social, cooperativas, economías regionales; y por otro lado controles que quieren eliminar, en algunos casos privatizarlos, en otros casos directamente eliminarlos también para favorecer empresarios amigos. Y el denominador común es la persecución política sindical: hay 40 delegados entre los despedidos, compañeros que fueron delegados anteriormente en otras listas o son compañeros que participan activamente de las asambleas”.
Hoy los trabajadores reciben a trabajadores del Movimientos Nacional de Empresas Recuperadas, Frente de Organizaciones de Lucha, Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y Cooperativa de Trabajo Bronces Brass Root, para seguir fortaleciendo alianzas.
“Entre otras razones estamos luchando porque no sólo somos trabajadores del INTI, sino también parte de la población que beneficia si el INTI existe”, dice Giselle. Y sigue: “Si a mi sobrino le doy la mamadera, se la doy tranquila porqué sé que el INTI plástico ha certificado que no tiene elementos tóxicos. Si el INTI no existiera y no hiciera este trabajo, no podría ni tomar tranquila una gaseosa, porque no podría saber si la botella de plástico tiene migraciones de partículas que no corresponden o no”.
Victoria, trabajadora del área de química, del otro lado del alambrado agrega: “No solamente trabajamos en control de calidad, sino también en desarrollo”. Su voz se agrieta cuando piensa un por qué para la situación: “No las entiendo las razones, me deja pasmada, me parece una barbaridad. Pienso que el pueblo argentino no votó esto, no creo que quiera esto”.
Una de las trabajadoras, que prefiera no dar su nombre, suma otra perspectiva: “Muchas cosas de las que nosotros hacemos tiene un impacto directo en la salud de la población general, imagínate si estas cosas tan sensible pasan a manos privadas, sabiendo todos los intereses que se mueven en las manos privadas. Es serio lo que está pasando, no solo para los trabajadores, sino el impacto que va a tener después en la sociedad”.
Los despidos del INTI se inscriben dentro de los 6639 despidos que hubo durante el mes de enero según el último informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). El 58 por ciento corresponde al ámbito público.
Giselle analiza: “No creemos que seamos una isla. Estamos en el mismo barco que todos los demás. Nosotros sabemos que el INTI en el proyecto político del gobierno no encaja, por eso sobramos. Tampoco encaja la salud pública, los derechos de los trabajadores, ni la educación pública. Es difícil, suena terrible, nos sentimos muy mal. A la angustia del despido, de saber que te quedas sin el pan se le suma un agravio innecesario de tener que escuchar a los funcionarios decir que somos ñoquis, que somos vagos. Compañeros que tienen 20 años de laburo, algunos con especializaciones que podrían estar trabajando en cualquier lugar del mundo, en cualquier empresa privada, ganando muchísimo más. Acá hay una enorme convicción de que no sobramos, de que lo que hacemos en importante, de que lo que hacemos en lugar de servir para incrementar las ganancias de algún empresario amigo del gobierno o de los que gobiernan sirve para la población”.

El tejido

El conflicto comenzó en diciembre; primero no se iba a renovar beca a seis becarios, con organización se logró que no suceda. Después quisieron rescindir contratos de profesores del jardín, pero también se frenó.
Una trabajadora, en ronda de mates, alerta: “Es la torpeza que tiene esta gente que vino y no conoce cómo nos organizamos en el INTI. Si hay algo que es intocable acá es el jardín: tocas el jardín y tocaste a todos”.
Después comenzaron a llegar los 254 telegramas. “Encontraron una reacción descomunal como la que estamos dando”, dice Giselle. Sigue: “En el cuerpo se siente tremendo: esta no es mi voz por ejemplo, estamos cansados, tenemos sueño, tenemos ganas de comer un poco más rico, estamos traspirados, tenemos calor. Anímicamente es contradictorio: se extraña mucho la familia, muchos no salimos nunca porque sabemos si salimos después es complicado volver a entrar entonces por ahí viene la familia y te visitan del otro lado del alambrado y sacamos la manito así y charlamos un rato”.
De un lado y del otro del alambrado. Familias, hijos, compañeros, tomándose de la mano por un agujero entre el metal.
Se emociona: “Después está la fuerza de los compañeros que te sostiene todo el tiempo, los que estamos acá la aguantamos adentro y los que no, habiendo asueto hace 13 días vienen a las 8 de la mañana, que es el horario que entrábamos, y se sientan ahí. Vienen y se juntan los sectores de trabajo entero, nos pasamos los mates, charlamos. Hacemos asamblea y hablamos para un lado y el otro, vamos pasando el micrófono. Estamos orgullosos de lo que estamos haciendo, eso te mantiene fuerte”.
Medardo, trabajador con siete años de antigüedad y uno de los despedidos: “Lo llevamos con mucho orgullo. Ahora estamos más fuerte pero los primeros días cuando no sabíamos ni siquiera a quienes iban despidiendo era un velorio: sino estabas llorando porque te despidieron a vos, estabas llorando porque veías al compañero destrozado porque lo habían despedido. Despidieron familias enteras, matrimonios con chicos acá en el jardín”.
“Tenes que ser muy perverso para tirar a una familia a la calle directamente, no le das ninguna chance, le sacas el laburo al mismo tiempo a los dos y además le sacas el jardín a los chicos. Le tienen que explicar a sus hijos que además de que no tienen trabajo, ellos no van a ver más a sus compañeritos, a sus maestras. Te sacan todo, pero por eso vamos a ganar”, suma Giselle.
Irene, jubilada de 74 años, llega a media mañana. Trabajó 30 años en el INTI. Lo resume así: “Uno acá pone la vida, se trabaja con todo. Uno sabe que es útil al país y a las industrias”. Ella trabajaba en el área de corrosión y protección, recuerda que en el 76 también despidieron a delegados. “La diferencia es esto”, dice mientras mira el acampe. “Esto es maravilloso”.
De un lado de la reja, está la realidad. Del otro lado, también. La única irreal es la reja.

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Desde que se inició este año desde el Observatorio de Violencia Patriarcal Lucía Pérez registramos 100 femicidios, casi 1 por día. 

La víctimas fueron desde mujeres de 83 años, como Ana Angélica Gareri, en Córdoba, a una adolescente como Pamela Romero, de 16, en Chaco; y una bebé de 3 años en González Catán. 

En este 2025 ya registramos 85 tentativas de femicidio.

En el 2025 registramos en todo el país 77 marchas y movilizaciones que se organizaron para exigir justicia por crímenes femicidas. 

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En nuestro padrón de funcionarios denunciados por violencia de género, podés encontrar el registro clasificado por institución estatal y provincia. Hasta la fecha, tenemos contabilizados 161 funcionarios del Poder Ejecutivo, 120 del Poder Judicial, 72 del Poder Legislativo, 71 de las fuerzas de seguridad y 71 de la Iglesia Católica. 

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En el padrón que compila datos oficiales sobre denuncias de violencia de género, podés encontrar datos sobre cantidad de denuncias por localidad y la frecuencia con que la recibimos. Un ejemplo: este mes la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación informó que durante el primer trimestre de este año recibió un promedio de 11 denuncias por día de violencia contra las infancias.

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Otro: el Ministerio Público Fiscal de Salta informó que no alcanzan al 1% las denuncias por violencia de género que son falsas.

En nuestro padrón de desaparecidas ya registramos 49 denuncias.

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Lo que revela toda esta información sistematizada y actualizada es el resultado que hoy se hace notorio con una cifra: 100.

Más información en www.observatorioluciaperez.org

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5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

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Pasaron cinco años del femicidio de Cecilia Basaldúa en Capilla del Monte. Tres años de un juicio que absolvió a un imputado sin pruebas. Cuatro fiscales, cuatro policías presos y numerosas movilizaciones, desde Buenos hasta Córdoba, para exigir la verdad, ese compromiso que aún es la certeza que falta.

Fotos y crónica de María Eugenia Morengo para cdmnoticias.com.ar

25 de abril. Cruz del Eje. El GPS calcula unos 2 kilómetros. La entrada a la ciudad está envuelta de un aire viscoso. Una avenida se extiende en silencio y después de atravesarla, la llegada a los Tribunales se convierte en un ritual: una reminiscencia de lo que fue, una promesa de lo que debe ser. El pedido por Verdad y Justicia, es una demanda que crece. Cada letra se ubica en el mismo lugar que ocuparon tres años atrás. Las escaleras de la justicia cruzdelejeña son de un cemento gastado. Raspan, duelen.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

¿Qué pasó en Capilla del Monte? El papá y la mamá de Cecilia, Daniel Basaldúa y Susana Reyes, están cargados de bolsas, llenas de carteles con el rostro de su hija, multiplicado. Son como una red que se estira a lo largo de esos 868 kilómetros que conectan a Buenos Aires con el noroeste de Córdoba. El camino recurrente que transitan para llegar a la verdad..

Sin previo aviso, adentro del edificio de Tribunales Daniel y Susana se anuncian. Quieren ver al todavía fiscal Nelson Lingua, quien aún está a cargo de la investigación de la causa, antes de que asuma como nueva fiscal, Sabrina Ardiles. Afuera todavía se respira la niebla. La espera alerta a los policías. Quieren saber si van a venir más personas.

      – Lo hacemos para cuidarlos –dice la mujer de uniforme.

Piden datos, intentan tomar nota de lo que es una rutina inventada.

–La policía a nosotros no nos cuida –reacciona Susana y en un intercambio sin sentido, se alejan.

Silvia Rivero es la prosecretaria de la fiscalía, se acerca afuera y los llama. El fiscal se hizo un lugar en la agenda del día viernes. Adentro, el reflejo del piso de tribunales es como un espejo que se extiende, entre mocasines, tacos, alpargatas y zapatillas.

La preocupación de la familia es evidente. El recibimiento del fiscal es cordial. Se explica ante los recientes cambios que pronostican para el mes de mayo a Sabrina Ardiles, como la persona que estará sentada en el mismo sillón inmenso de cuerina, desde donde ahora, les habla Lingua. La dra. Rivero, también explica, y confirma que nunca se dejó de investigar. La necesidad de la confianza es una tregua durante esa hora de reunión, los tecnicismos se suspenden y las palabras se abren en una cronología de datos, guardados en la memoria indeleble de Daniel Basaldúa.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La medida del tiempo de la causa, son las fojas de expedientes que se acumulan. La inspección judicial realizada en el mes de agosto del año 2024, por los posibles lugares donde Cecilia pudo haber estado en Capilla del Monte antes de su muerte, dejó en evidencia la dudosa hipótesis de la anterior fiscal de Instrucción de Cosquín, Paula Kelm, quien había asegurado que Cecilia había llegado por sus propios medios al lugar donde apareció sin vida. Mientras que en el transcurso de estos años, cada vez son más los policías que estuvieron en la búsqueda e investigación, presos por violencia de género:

Adrián Luquez, ex sub comisario, detenido por amenazas con armas de fuego a su pareja. Hoy en libertad, se fue a vivir a San Luis. Ariel Zárate, ex sub comisario de la Brigada de Investigaciones de la Departamental Punilla Norte –preso por violencia de género.  Diego Concha, ex director de Defensa Civil, encargado de la búsqueda –condenado a prisión perpetua por el crimen de Luana Ludueña y por la causa de violencia de género hacia su ex mujer, y Diego Bracamonte, ex comisario departamental, a cargo del operativo de la búsqueda –preso por violencia de género.

El tiempo de la justicia es una curva enredada, en apariencia, inofensiva. El tiempo de la justicia es el de las burocracias que definen su forma de proceder. El tiempo, es de una lentitud que lastima. Las letras se vuelven a guardar.

Son las cuatro de la tarde y el sol avanza en la siesta de Capilla del Monte. En la plaza San Martín, alrededor del Jardín de la Memoria, se arman los gacebos, se pone un aguayo, se llena de flores. Rojas, amarillas, lilas, celestes, el monte aún está florecido. Contrayerba, lavanda, romero, palo amarillo, incayuyo, ruda, los sahúmos se arman. Una compañera comienza a preparar el fuego.

Más lejos, sobre la calle Pueyrredón, en la puerta de la Secretaría de Turismo, la concentración crece. Llegan de todas las direcciones. Con tambores y repiques, con banderas y ofrendas. Una combi estaciona, descienden vecinos y vecinas que subieron en Córdoba y en distintas partes del Valle de Punilla.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

La batucada suena, es un comienzo en cuenta regresiva. La marcha avanza a contramano. Hay una indignación que toma el ritmo de los tambores, trepa en el repique y todo se hace canción. La calle techada de Capilla del Monte es un anfiteatro de barricadas. Los sonidos viajan a través de la mejor acústica para el reclamo: ¡Vecino, vecina, no sea indiferente nos matan a Cecilia en la cara de la gente. Cecilia presente!

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“Este es un día especial y este lugar es especial porque tiene mucho que ver con lo que le pasó a Cecilia”, comienza Daniel en la puerta de la comisaría de Capilla del Monte, “hay muchos policías involucrados en el caso. Ya lo hemos denunciado muchas veces, pero parece que no alcanza”, dice mirando a los uniformados que permanecen parados como  granaderos.

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Daniel les recuerda que durante el año pasado, la policía de Capilla debió haber realizado  notificaciones a tres personas para declarar en los Tribunales de Cruz del Eje, pero no lo hicieron. Las testimoniales pudieron efectivizarse, porque intervinieron los abogados de la querella, Daniela Pavón y Gerardo Battistón. En ese mismo reclamo, la abogada Pavón  se acerca y también hace pública la falta de atención institucional que hay para las víctimas de violencia de género en la localidad.

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Susana, Daniel y Daniela Pavón

La familia de Ezequiel Castro, asesinado por la policía de Córdoba, se adelante y los abraza. Alguien grita que ahí mismo, en la comisaría, apareció ahorcado Jorgito Reyna, hace 12 años, atado con la manga de su campera a la reja de una ventana, pocos centímetros más alta que él. Que su causa, también sigue impune y que los golpes que tenía no fueron suficientes para demostrar  que lo habían torturado. Que a pesar de no bajar los brazos, las familias sienten que el duelo es un proceso tan profundo, como inacabado.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

Susana y Daniel permanecen frente a una multitud, observan hacia adelante y hacia atrás. Saben que la comisaría es señalar lo que siempre llega al mismo lugar: complicidad. “A las chicas les pedimos que no tengan miedo, que denuncien -acentúa Susana- que no se dejen asustar con los policías ni con nadie, nadie tiene derecho a venir a violentarnos”.

 El espacio público es un canal clave para recordar que los asesinos de Cecilia están libres, “y que muchos andan dando vueltas por acá”, dice Daniel y remarca que no dejarán de venir a Capilla del Monte, hasta que los responsables del femicidio de su hija, estén presos.

La llegada a la plaza San Martín es un círculo de candombe que la nombra. Hace cinco años que se insiste en las mismas palabras, como un tajo que se abre en el cemento, una cicatriz que se agranda en medio de la incertidumbre: ¿Qué pasó con Cecilia?

Tal es el encubrimiento que las responsabilidades se hacen obvias.

La ronda se acerca al altar. Es un asedio a la justicia que falta. Desde el micrófono se invita a dejar una ofrenda en memoria de Cecilia, a conjurar entre todas y todos ese momento, esa memoria. En el  centro de una plaza que se anochece, resuena una voz grabada -desde algún punto del Abya Yala- Lolita Chávez, lideresa maya de los pueblos K’iche de Guatemala, habla entre los yuyos que comienzan a perfumar lo que no se puede detener. Cada rama seca que se enciende se hace una intención, un pájaro que se dispara, restos del día que se van:

 “Hoy 25 de abril levantamos nuestra fuerza sagrada, y nuestro poder popular feminista. Reconociendo la memoria, la historia, el vientre en la sangre, de Cecilia Basaldúa. Ese femicidio no debe quedar en la impunidad (…). Con la fuerza de nuestras ancestras, con los fuegos sagrados que encendemos, levantamos nuestra expresión de indignación  y lo comunicamos a los cuatro puntos cardinales. Para que nunca más haya este tipo de violencias contra nuestras vidas”.

Las copleras y la poesía toman el escenario. Las y los músicos hacen de Cecilia esa canción y en el centro del caldero caliente, el humo abre el cielo: hay una memoria que se desprende y una vida que cambió de idioma.

5 años sin Cecilia Gisela Basaldúa: crónica desde Cruz del Eje

En medio del algarrobo que sostiene los carteles de Memoria, Verdad y Justicia, una placa de cerámica con el rostro de Cecilia, también observa. El día queda atrás y en el fondo de la noche, las palabras todavía están en suspenso, son un silencio que pronto dirá.


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