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El Morenazo: docentes, entre amenazas y luchas

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Además del secuestro a la docente Corina de Bonis, las y los docentes sufrieron al menos otras diez amenazas. Cómo fueron. De dónde se sospecha que vienen. Cuál fue la reacción del gobierno provincial. Y cómo sigue la organización, entre ollas populares y acompañamientos pedagógicos para que no se pierda el año. POR EZEQUIEL SCHER
Luján no sabía que el infierno puede existir los viernes a la tarde. Salió de una reunión a eso de las 18.30, llegaba a su casa y vio que del portón sobresalía un papel. El último mes había sido un sacudón imposible: luego de años de denuncias, una escuela finalmente había explotado por un escape de gas y habían muerto Sandra Calamano y Rubén Rodríguez. El relato de quien encontró el cuerpo de la vicedirectora en el patio de su casa, a más de treinta metros de la escuela 49, después de haber volado por el aire, le rompió la cabeza hasta al más apolítico. La comunidad iba a asambleas y a marchas y a lo que fuera. Desde el 2 de agosto del dolor, las escuelas estaban cerradas: con escapes de gas, con cielo rasos en riesgo, con paredes electrificadas o con pozos ciegos rebalsados, no se abrían. Luján, entonces, miró la entrada de su casa y supo que la perversidad no había terminado: “Seguí jodiendo en las Asambleas de papis. Sabemos dónde vivís”.
El sábado fue a la fiscalía de Moreno y le caratularon la denuncia como “amenaza agravada”. Tenía miedo. Pidió custodia y le pusieron un policía en la puerta de la casa.
Sentía que ahí no se terminaba y exigió que cuidaran su escuela. Al lunes siguiente, cuando salía de la Rosario Vera Peñaloza, la 38, su lugar de trabajo, vio a un señor sacándole fotos con un celular desde enfrente. Tuvo más miedo. Pero no le pasó a ella sola. Al menos otras diez denuncias más están radicadas en la fiscalía número 5 de Moreno.
Un docente del Profesorado José Hernández manejaba, llegó a la esquina y se le cruzó un transeúnte. Bajó la ventanilla para pedirle que prestara atención, el otro se acercó y le dijo su nombre, sus horarios y que se dejara de joder.
En el jardín 906, dejaron un cartel que decía: “Métanse la continuidad pedagógica en el culo y cuidencen. Veso” (SIC).
Por el jardín 925, una camioneta sin patente se detuvo y le sacó fotos a un encuentro docente.
La escuela secundaria Nº36 -construida por familias de la zona- se hizo llamas durante una madrugada. Se incendiaron la preceptoría, la biblioteca y un salón. No hubo heridos, pero se perdieron documentos, boletines y legajos.
Para apretar a un docente llamaron a la casa de su expareja y lo amenazaron.
Jóvenes militantes llegaban a una manifestación por Sandra y Rubén, la policía los frenó, pidió documentos, uno no tenía y lo hicieron ponerse contra la pared.
“Moreno no puede ser tierra liberada”, pidió Mariana Cattaneo, de SUTEBA, en un acto en la Plaza Fuentealba, bajo el Acceso Oeste.
Difícil.
El infierno tampoco es sólo de los viernes a la tarde y la realidad anda tan sin piedad que, el 26 de septiembre, entraron a robar a la escuela 47, la escuela donde trabaja Mabel, la compañera de Rubén.

¿Quién amenaza?

Del 2 al 12 de agosto, no bajaron comida. El Estado se paralizó después de las muertes de Sandra y de Rubén. María Eugenia Vidal y Gabriel Sánchez Zinny, gobernadora y director de Cultura y de Educación en la Provincia de Buenos Aires, pidieron respeto para las víctimas y deslizaron el discurso de que los docentes “hacen política” con estos eventos. El gasista que había revisado el día anterior a la explosión en las instalaciones de la escuela Nicolás Avellaneda estuvo detenido unos días y después quedó en libertad. Sebastián Nassif, interventor del Consejo Escolar de Moreno, renunció. Las escuelas se inhabilitaron. Pero no dejaron de cumplir sus funciones básicas: es que en el oeste del oeste si las escuelas no dan de comer, las niñas y niños no morfan.
Entonces, las ollas populares.
Las amenazas empezaron apenas empezaron a hacer las comidas comunitarias. Sobre las veredas se hacían pirámides de fideos. Como los comedores están dentro de las escuelas y éstas no están en condiciones, las familias se llevaban su parte en platos o bandejitas. Al día siguiente del secuestro de Corina -la maestra a la que subieron a un auto, le pusieron una bolsa en la cabeza y le escribieron con un punzón en la panza “Ollas no”-, ese fue el sector apuntado por las voces del gobierno provincial: los comedores y los punteros políticos.
Más osados, algunos instalaron versiones relacionadas con el narcotráfico. Un testigo de identidad reservada declaró en la causa que las empresas proveedoras de alimentos podían estar vinculadas a las amenazas. La fiscalía que conduce Emiliano Buscaglia le pidió al gobierno provincial que le entregara los nombres de esas entidades: Blue catering, O.A.C y Komaku Catering. Aunque esa es una sola de las hipótesis que circulan.
Luego de que apareciera una pintada contra las tomas, con el mismo trazo que se usa en la política de San Miguel, se sembró la sospecha contra algunas referencias partidarias de otras municipalidades. Un histórico dirigente apunta a San Miguel por su tradición fascista: desde la gestión de Aldo Rico al elogio público del intendente Joaquín de la Torre a Martínez de Hoz. A la gestión de Cambiemos se la responsabiliza por no (no) proteger las calles. Es decir: por la inseguridad. Lo mismo se le exige a Walter Festa, intendente peronista de Moreno. Las culpas van y vienen a un y otro lado de las fronteras partidarias: la voluntad política es la de no quedar pegados.
Por el incendio de la escuela 36, el 28 de septiembre se entregó un joven en La Plata, asumiendo haber sido quien prendió fuego el establecimiento. Su testimonio fue extraño: aseguró haber entrado a buscar golosinas y, como no encontró, volvió llamas un cartón.
El reclamo de las y los docentes es que la Justicia ponga a disposición toda su tecnología para encontrar a las y los responsables. Muchas calles tienen cámaras de seguridad y las llamadas telefónicas debieran ser rastreables. Lo más extraño de eso fue lo que declaró mediáticamente Julio Conte Grand, Procurador de la Provincia de Buenos Aires: “Algunos datos del testimonio de Corina no coinciden con las imágenes que tenemos”. Esa declaración, enmarcada en una entrevista donde se hablaba de otras causas, fue la más divulgada periodísticamente por los medios comerciales en una historia con, al menos, otras diez denuncias. Aunque eso no debiera ser algo fiable. Jocosamente, desde la Dirección de Educación la Provincia, aseguran que Jorge Lanata dice al aire lo que ellos quieren o los entrevistan con las preguntas que ellos desean.
“Lo más importante es que la Justicia investigue lo que pasó con Corina y con el resto de las amenazas”, pide Cecilia Pustlinik, secretaria de Derechos Humanos de SUTEBA Moreno. Llegó a su cargo para poder hacer memoria y trabajar contra el olvido de lo que fue la última dictadura. La realidad le cambió la perspectiva: ahora acompaña a cada víctima a hacer las denuncias a la policía. Ella, como otras quince personas entrevistadas por MU vinculadas con ésta causa -del gobierno, de la Justicia, del sindicato, de las familias- no logran entender de dónde vienen tantos agravios. Mucho menos logran entender cómo desde el 2 de agosto en adelante la vida se les volvió un infierno.
“Lo que tiene que quedar en claro es que esto lo hace un grupo de tareas. Hacen inteligencia. Han demostrado que tienen información sobre cómo son nuestros movimientos y así han actuado. Eso preocupa mucho porque pensamos que era un capítulo de la historia argentina que estaba terminado”, sintetiza Cattaneo.

Cálculos combinados

Un niño se acerca con una hoja cuadriculada y unos cálculos combinados resueltos. Marcela Corvalán, maestra de sexto grado de la escuela 49, le pregunta si le salieron bien. Dice que casi todos, pero que con uno no pudo. Sobre la vereda de la Asociación Cristiana que usan mientras reconstruyen el edificio explotado, revisan juntos la resta que no funcionó. Eso se llama acompañamiento pedagógico. Cada semana, dejan las tareas en la fotocopiadora de la esquina. El plan busca que no olviden lo aprendido. Funciona desde el 2 de agosto, la última vez que hubo clases.
El espanto está tan empeñado que a una maestra de la escuela 36 -la que se incendió- la encerró una moto cuando estaba llegando al acompañamiento pedagógico. Le quisieron robar. Ella se resistió. Le tiraron con una pistola de balines y terminó hospitalizada. Aún así, el plan sigue.
Hay un sólo establecimiento educativo que funciona normalmente en Moreno. Es el jardín 960. Por ser el último construido, todas las partes aceptaron su habilitación. El 3 de agosto, en el cementerio donde enterraron a Sandra y a Rubén, Roberto Baradel, Secretario de SUTEBA, dijo que las escuelas no se abrían hasta que no estuvieran en condiciones. La comunidad educativa tomó el Consejo Escolar, hizo un acampe en el medio de la avenida Victorica y desde ahí resistió. Hasta que el 18 de septiembre la gobernadora aceptó que se conformara el Comité de Crisis.
“Hay que hacerle marca personal a los funcionarios”, dio como consigna Cattaneo. Familiares de Rubén, estudiantes de terciarios, miembros del sindicato, madres, padres, maestras y maestros y representantes del gobierno se reúnen para seguir de cerca las promesas: 240 obras, 140 que ejecuta la Provincia de Buenos Aires y 100 la intendencia de Moreno. La presión de parte del Estado por abrir las escuelas es muy alta. Vidal sigue las reuniones de ocho horas desde un teléfono. Forma parte de la negociación con voceros de por medio. No lo hace sin presionar. Sumado a la inflación y a que decretó la paritaria docente con un aumento apenas de 19%, en estos meses sin clase ha retenido más de dos mil pesos de cada salario como sanción por las medidas tomadas.
El riesgo de que se pierda el año es muy alto. Recién comenzaron a abrirse algunas escuelas de los distritos vecinos. La muerte de Sandra y de Rubén se abrió como un antes y un después. Las y los docentes y las familias decidieron plantarse para que, de una vez por todas, esas escuelas estén en condiciones. Aunque fue un sacudón, el gobierno no se modificó demasiado tras el contexto: Sánchez Zinny sobrevive en su cargo. Parece no sufrir el impacto de que 70 mil jóvenes no puedan educarse y de que una escuela cargue para siempre con dos muertes.
El Morenazo. Así le dice la jerga popular a este movimiento de maestras y maestros que dijo basta. Las madres y los padres también son la clave para que se sostenga. Dan legitimidad. Participan de las actividades constantemente: desde las maratones de lectura, hasta las charlas abiertas de filosofía, pasando por las marchas y hasta por las ollas populares. “Podrían haber llovido pibitos por todo Moreno. Imaginate, en serio, lo que hubiera sido si la explosión del 2 de agosto pasaba veinte minutos más tarde. Yo lo pienso y me da miedo. Cómo no vamos a reclamar. Yo no quiero que pierda el año, pero menos quiero perderlo”, cuenta un padre, soñando que, ojalá, de una vez por todas, lo peor haya pasado.

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Orgullo

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Texto de Claudia Acuña. Fotos de Juan Valeiro.

Es cortita y tiene el pelo petiso, al ras en la sien. La bandera se la anudó al cuello, le cubre la espalda y le sobra como para ir barriendo la vereda, salvo cuando el viento la agita. Se bajó del tren Sarmiento, ahí en Once. Viene desde Moreno, sola. Un hombre le grita algo y eso provoca que me ponga a caminar a su lado. Vamos juntas, le digo, pero se tiene que sacar los auriculares de las orejas para escucharme. Entiendo entonces que la cumbia fue lo que la protegió en todo el trayecto, que no fue fácil. Hace once años que trabaja en una fábrica de zapatillas. Este mes le suspendieron un día de producción, así que ahora es de lunes a jueves, de 6 de la mañana a cuatro de la tarde. Tiene suerte, dirá, de mantener ese empleo porque en su barrio todos cartonean y hasta la basura sufre la pobreza. Por suerte, también, juega al fútbol y eso le da la fuerza de encarar cada semana con torneos, encuentros y desafíos. Ella es buena jugando y buena organizando, así que se mantiene activa. La pelota la salvó de la tristeza, dirá, y con esa palabra define todo lo que la rodea en el cotidiano: chicos sin futuro, mujeres violentadas, persianas cerradas, madres agotadas, hombres quebrados. Ella, que se define lesbiana, tuvo un amor del cual abrazarse cuando comenzó a oscurecerse su barrio, pero la dejó hace apenas unas semanas. Tampoco ese trayecto fue fácil. Lloró mucho, dirá, porque los prejuicios lastiman y destrozan lazos. Hoy sus hermanas la animaron a que venga al centro, a alegrarse. Se calzó la bandera, la del arco iris, y con esa armadura más la cumbia, se atrevió a buscar lo difícil: la sonrisa.

Eso es Orgullo.

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Al llegar al Congreso se pierde entre una multitud que vende bebidas, banderas, tangas, choripán, fernet, imanes, aros, lo que sea. Entre los puestos y las lonas que cubren el asfalto en tres filas por toda Avenida de Mayo hasta la Plaza, pasea otra multitud, mucho más escasa que la de otros años, pero igualmente colorida, montada y maquillada. El gobierno de las selfies domina la fiesta mientras del escenario se anuncian los hashtag de la jornada. Hay micros convertidos en carrozas a fuerza de globos y música estridente. Y hay jóvenes muy jóvenes que, como la chica de Moreno, buscan sonreír sin miedo.

Eso es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Sobre diagonal norte, casi rozando la esquina de Florida, desde el camión se agita un pañuelazo blanco, en honor a las Madres, con Taty Almeyda como abanderada. Frente a la embajada de Israel un grupo agita banderas palestinas mientras en las remeras negras proclaman “Nuestro orgullo no banca genocidios”. Son quizá las únicas manifestaciones políticas explícitas, a excepción de la foto de Cristina que decora banderas que se ofrecen por mil pesos y tampoco se compran, como todo lo mucho que se ofrece: se ve que no hay un mango, dirá la vendedora, resignada. Lo escaso, entonces, es lo que sobra porque falta.

Y no es Orgullo.

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

Orgullo

Foto: Juan Valeiro/lavaca.org

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Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

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(Escuchá el podcast completo: 7 minutos) Coca Cola, Nestlé, Danone & afines nos hacen confiar en ellas como confiaríamos en nuestra abuela, nos cuenta Soledad Barruti. autora de los  libros Malcomidos y Mala leche. En esta edición del podcast de lavaca, Soledad nos lleva a un paseíto por el infierno de cómo se produce, la cuestión de la comida de verdad, y la gran pregunta: ¿quiénes son los que realmente nos alimentan?

El podcast completo:

Cómo como 2: Cuando las marcas nos compran a nosotros

Con Sergio Ciancaglini y la edición de Mariano Randazzo.

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Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después

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Otro miércoles de marcha al Congreso, y una encuesta: ¿cuál es el pronóstico para el domingo? Una pregunta que no solo apunta a lo electoral, sino a todo lo que rodea la política hoy, en medio de una economía que ahoga: la que come en el merendero; el que no puede comprar medicamentos; el que señala a Trump como responsable; la que lo lee en clave histórica; y los que aseguran que morirán luchando, aunque sean 4 gatos locos. Crónica y fotos al ritmo del marchódromo.

Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla

Fotos Juan Valeiro

El domingo son las elecciones legislativas nacionales pero también es fin de mes, y Sara marchó con un cartel que no necesitaba preguntas ni explicación: “Soy jubilada y como en un merendero”.

Tiene 63 años, es del barrio Esperanza –Merlo, oeste bonaerense–, y para changuear algo más junta botellas y cartón, porque algunos meses no le alcanza para medicamentos: “El domingo espero que el país mejore, porque todos estamos iguales: que la cosa cambie”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

El miércoles de jubilados y jubiladas previo a las elecciones nacionales de medio término –se renuevan 127 diputados y 24 senadores– tuvo, al menos, tres rondas distintas, en una Plaza de los Dos Congresos cerrada exclusivamente para manifestantes. Nuevamente el vallado cruzó de punta a punta la plazoleta, y los alrededores estuvieron custodiados por policías de la Ciudad para que la movilización no se desparramara ni tampoco avanzara por Avenida de Mayo, sino que se quedara en el perímetro denominado “marchódromo”. Un grupo encaró, de todas formas, por Solís, sobrepasó un cordón policial y dobló por Alsina, y se metió de nuevo a la plaza por Virrey Cevallos, como una forma de mostrar rebeldía.

Unos minutos antes, un jubilado resultaba herido. Se trata de Ramón Contreras, uno de los rostros icónicos de los miércoles que llegó al Congreso cuando aún no estaba vallado después de la marcha por el recorte en discapacidad, y mientras estaba dando la ronda alrededor del Palacio un oficial lo empujó con tanta fuerza que cayó al suelo. “Me tiraron como un misil –contó a los medios–. Me tienen que operar. Tengo una fractura. Me duele mucho”. La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) presentó una denuncia penal por la agresión: “Contreras fue atacado sin razón y de manera imprevista”.

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

La violencia desmedida, otra vez, sobre los cuerpos más débiles y más ajustados por un Gobierno que medirá esa política nuevamente en las urnas. Jorge, de 69 años, dice que llega con la “billetera muerta”. Y Julio, a su lado, resume: “Necesito tener dos trabajos”.

Juan Manuel es uno de esos jubilados con presencia perfecta cada miércoles. Una presencia que ninguna semana pasa desapercibida. Por su humor y su creatividad. Tiene 61 años y cada movilización trae mínimo un cartel original, de esos que hacen reír para no llorar. Esta vez no sólo trae un cartel con una inscripción; viene acompañado de unas fotocopias donde se leen una debajo de la otra las 114 frases que creó como contraofensiva a la gestión oficialista.

La frase 115 es la de hoy: “Milei es el orificio por el que nos defeca Trump”. 

Elecciones: lo que ven y sienten los jubilados para el domingo y después
Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Muestra la lista que arrancó previo a las elecciones de octubre de 2023. Sus primeras dos creaciones:

  1. “Que no te vendan gato por león”.
  2. “¿Salir de la grieta para tirarse al abismo?”. 

Y elige sus dos favoritas de una nómina que seguirá creciendo:

Sobre el veto al aumento de las jubilaciones: “Milei, paparulo, metete el veto en el culo”.

Sobre el desfinanciamiento de las universidades: “Milei: la UBA también tiene las facultades alteradas”.  

Juan Manuel le cuenta a lavaca lo que presagia para él después de las elecciones: “Se profundizará el desastre, sea porque pierda el gobierno o porque gane, de cualquier forma tienen la orden de hacer todo tipo de reformas. Como respuesta en la calle estamos siendo 4 gatos locos, algo que no me entra en la cabeza porque este es el peor gobierno de la historia”.

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Sobre el cierre de la marcha, en uno de los varios actos que se armaron en esta plaza, Virginia, de Jubilados Insurgentes y megáfono en mano, describió que la crisis que el país está atravesando no es nueva: “Estuvo Krieger Vassena con Onganía, Martínez de Hoz con la última dictadura, Cavallo con Menem, Macri con Caputo y Sturzenegger, que son los mismos que ahora están con este energúmeno”. La línea de tiempo que hiló Virginia ubica ministros de economía con dictaduras y gobiernos constitucionales en épocas distintas, con un detalle que a su criterio sigue permaneciendo impune: “La economía neoliberal”.

Allí radica la lucha de estos miércoles, dice. Su sostenibilidad. Porque el miércoles que viene, pase lo que pase, seguirán viniendo a la plaza para continuar marchando. “Estar presente es estar activo, lo que significa estar lúcido”, define.

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Carlos Dawlowfki tiene 75 años y se convirtió en un emblema de esa lucidez luego de ser reprimido por la Policía a principio de marzo. Llevaba una camiseta del club Chacarita y en solidaridad con él, una semana después la mayoría de las hinchadas del fútbol argentino organizaron un masivo acompañamiento. Ese 12 de marzo fue, justamente, la tarde en que el gendarme Héctor Guerrero hirió con una granada de gas lacrimógeno lanzada con total ilegalidad al fotógrafo Pablo Grillo (todavía en rehabilitación) y el prefecto Sebastián Martínez le disparó y le sacó un ojo a Jonathan Navarro, quien al igual que Carlos también llevaba la remera de Chaca.

Carlos es parte de la organización de jubilados autoconvocados “Los 12 Apóstoles” y habla con lavaca: “Hoy fui a acompañar a las personas con discapacidad y me di cuenta el dolor que hay internamente. Una tristeza total. Y entendí por qué estamos acá, cada miércoles. Y sentí un orgullo grande por la constancia que llevamos”.

La gente lo reconoce y le pide sacarse fotos con él. “Estás muy solicitado hoy”, lo jode un amigo. Carlos se ríe, antes de ponerse serio: “Hay que aceptarlo, hoy somos una colonia. Pasé el 76 y el 2001, y nunca vi una cosa igual en cuanto a pérdida de soberanía”. De repente, le brota la esperanza: “Pero después del 26, volveremos a ser patria. Esperemos que el pueblo argentino tenga un poquito de memoria y recapacite. Lo único que pido es el bienestar para los pibes del Garrahan y con discapacidad. A mí me quedarán 3, 4, 5 años; tengo un infarto, un stent, así que lucho por mis nietos, por mis hijos, por ustedes”.

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Carlos hace crítica y también autocrítica. “Nosotros tenemos un país espectacular, pero nos equivocamos. Los mayores tenemos un poco de culpa sobre lo que ocurrió en las últimas elecciones: no asesoramos a nuestros nietos e hijos sobre lo que podía venir y finalmente llegó. Y en eso también tiene que ver la realidad económica. Antes nos juntábamos para comer los domingos, ahora ya no se puede. No le llegamos a la juventud, que votó a la derecha, a una persona que no está en sus cabales”.

Remata Carlos, antes de que le pidan una selfie: “Nosotros ya estamos jugados pero no rendidos. Estos viejos meados -como nos dicen- vamos a luchar hasta nuestra última gota. Y cuando pasen las elecciones, acá seguiremos estando: soñando lo mejor para nuestro país”.

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