CABA
El grito sagrado
Veinte Cartas Abiertas fueron firmadas en MU por mujeres que crearon así una herramienta para organizarse y seguir el debate legislativo hasta que el aborto sea legal. Primero fueron las actrices, después las escritoras y lo que siguió fue una sucesión imparable de mujeres auto-organizadas. Una nueva voz social que llegó para expresarse dentro y fuera del Congreso. Esta nota fue publicada en la edición 123 de MU. ▶CLAUDIA ACUÑA
Es miércoles 23 de marzo, previo al feriado largo que antecede el inicio del tratamiento en plenario de comisiones de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Es la octava vez que este proyecto de ley ingresa al Congreso y todas sabemos que es la definitiva. Del otro lado del teléfono la actriz Dolores Fonzi hace la pregunta que hay que hacerse ante esta oportunidad histórica:
¿Podemos hacer algo para que salga la ley?
La respuesta fue una Carta Abierta.
La iniciativa
Dolores Fonzi armó inmediatamente una lista de Whatssap donde incluyó a las actrices que tenía entre sus contactos. Inmediatamente también se definieron en grupo los objetivos de esa Carta:
- Estaría dirigida a las diputadas y los diputados que integran el plenario de comisiones, especialmente a los que no habían todavía expresado su posición o se habían manifestado en contra del proyecto.
- El texto debería ser amplio en sus términos y concreto en su pedido: que voten el proyecto de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
- La Carta Abierta era una herramienta para comunicarle a esas diputadas y diputados que un grupo de mujeres se organizaba para seguir el tratamiento de este proyecto, desde su tratamiento en el plenario de comisiones hasta que llegue a convertirse en ley. Una forma de oponer a los lobbys de pasillos la participación pública en asuntos legislativos.
- Para que quede claro ese compromiso la firma no sería virtual, sino presencial. Cuerpos vs rosca.

Fotos: lavaca.
En 24 horas 24 actrices de diferentes generaciones y trayectorias se reunieron en MU para firmar la Carta Abierta que redactaron de manera colectiva, teniendo muy presente los objetivos propuestos y a quiénes estaba dirigida. Filmaron con un teléfono celular la lectura, se fotografiaron juntas con los pañuelos verdes atados en el cuello y crearon así una forma de organizarse capaz de contagiar, motivar y activar a mujeres de todos los sectores, todas las provincias y todas las identidades, bajo un mismo grito: Aborto Legal Ya.
Crearon también, en el mismo acto, una nueva voz social: la bautizaron Actrices Argentinas.
Esa Carta Abierta fue firmada por 410 actrices y fue entregada en mano al presidente del plenario de comisiones en la primera sesión por Verónica LLinás, Carla Peterson y Griselda Siciliani.
Desde aquel día, las actrices argentinas no pararon más.

Fotos: lavaca.
Tomar la palabra
Apenas unos días después, a las 7 de la mañana, las que hablan por teléfono son las escritoras Claudia Piñeiro y Cecilia Szperling. Estaban conmovidas por la acción de las actrices y ese sentimiento no era tan sólo de empatía, sino de motivación. Un motor.
Consultaron cómo habían diseñado la convocatoria y entendieron lo esencial. Ellas, que tienen el oficio de escribir, decidieron no redactar otra Carta, sino suscribir la misma.
¿Por qué?
“Por varios motivos –dirá hoy Claudia Piñeiro- y viéndolo desde hoy creo que fueron todos correctos. En principio, para sumar. También para reconocer el origen de esta acción. Pero además porque entendimos quién tenía que escucharnos y, en ese sentido, la Carta de las actrices tiene el tono que creíamos necesario para penetrar en un ámbito que nos ha negado tantas veces. Fundamentalmente, por lo práctico: creo que si habríamos el debate dentro de las escritoras sobre qué teníamos que escribir todavía estábamos discutiendo cada palabra. Y esto tienen tiempos urgentes, precisos, que hay que contemplar para poder lograr el objetivo que buscábamos”.
Las escritoras decidieron también que aprovechar el esfuerzo ya hecho es una forma de construcción social colectiva.
Así sumaron su acción, que acumuló más de 400 firmas y la participación de 251 autoras que se reunieron en MU y pusieron el cuerpo para gritar juntas:
-¡Aborto Legal Ya!

Foto: lavaca.
La trama
La actriz Cecilia Dopazo entusiasmó a una amiga arquitecta para que organice la firma de la Carta Abierta en su sector. Se sumaron las diseñadoras. 615 firmas y fotos colectivas en las escaleras de la Facultad.
La actriz Andrea Pietra conversó en un cumpleaños infantil con su amiga médica, Edurne Ormaechea, cirujana y uróloga pediátrica, quien como no encontraban forma de combinar horarios para juntarse a firmar con sus colegas la Carta, les propuso grabarse con el celular para así bordar una serie de videos donde se las puede ver en consultorios, pasillos de hospitales y hasta salas de parto de hospitales públicos, enunciando sus nombres, especialidades y un mismo reclamo: Aborto Legal Ya.
Generaciones aborto
Las fotógrafas escribieron su propio texto y reunieron 250 firmas. El diluvio que enmarcó el día de la firma no amedentró ni siquiera a la más vetarana, la enorme Sara Facio, que llegó con su bastón y piloto verde. La ovación que recibió por parte de las más jóvenes agregó a la ceremonia de reunirse para firmar la Carta una carga emocional más: rendir homenaje a las que iniciaron esta batalla por la igualdad.
Ese aplauso espontáneo se repitió en el encuentro de académicas e investigadoras universitarias, cuando rectoras, profesoras y titulares de cátedra reconocieron así el trabajo de la profesora de filosofía y legendaria feminista, Diana Maffia. Fue este, también, el sector que primero activó la federalización de las firmas: por correo llegaron las firmas de académicas de cinco universidades nacionales de todo el país. Y siguen llegando. Hasta el cierre de esta edición ya superaban las 2.000 firmas estampadas al pie de un breve texto que enuncia un único pedido concreto: que las diputadas y diputados voten el proyecto de la Campaña Nacional.

Foto: lavaca.
Mucho más que números
¿Cuántas bailarinas hay en Argentina? 913 firmaron la Carta Abierta. 249 se reunieron en MU para reafirmalo.
¿Cuántas mujeres trabajan como técnicas en la industria del cine? 88 se autoconvocaron para exigir que el aborto deje de ser una práctica clandestina.
¿Y artistas visuales? 220 firmaron su Carta.
¿Y comediantes? 43 se juntaron para firmar la suya.
¿Y cirqueras? 139 dejaron su nombre en la reunión colectiva.
¿Y locutoras? 97 se reunieron en Mu para leer en voz alta su Carta.
¿Y dibujantas? 79 se unieron para suscribir la suya.
¿Y emprendedoras? 94 se juntaron bajo la lluvia para hacer su foto colectiva.
¿Y músicas? 306 pasaron por Mu para dejar su firma.
¿Y periodistas? 700 ya firmaron su Carta y 431 se reunieron un día, a una hora, para gritar juntas Aborto legal Ya.
El abrazo
En cada Carta, en cada reunión, hubo abrazos, reencuentros, charlas sobre el silencio soportado, la violencia vivida, la época maravillosa que representa esta, la del encuentro, la del basta, la de por fin estamos juntas en algo. Y ese algo no es una consigna o un acuerdo programático o una idea.
Ese algo es un sueño colectivo: vivir sin violencia.
El aborto clandestino representa, entonces, aquello que Florencia de la V sintetizó mirando de frente y fijo a las diputadas y diputados que la escucharon, luego de contar cómo se enteró –tras años de silencio- que su madre había muerto desangrada: “Pasé mucho tiempo buscando quién era el femicida de mi madre hasta que entendí que ese femicida era el Estado”.
Hablarle al Estado
Cada Carta expresa también un forma de hablarle a ese Estado que no escucha, pero también a una sociedad que no comprende la urgencia, la necesidad, el basta, el Ni Una Menos, el No es No, el hasta acá. Es una voz que reconstruye también el tejido social que la impunidad de la violencia hacia las mujeres rompe cotidianamente, cuando sobre esa voz, en lugar de escucharla, de abrazarla, de comprenderla, se dispara desde órdenes hasta insultos para disciplinarla.
Las Cartas, si bien son distintas entre sí, tienen un mismo final, que le habla a los diputados y diputadas:
“Llegó la hora.
Hagan Historia y salden su deuda con las mujeres”.

Foto: lavaca.
Hacer historia
Es posible que la letra de estas Cartas sea un mañana analizada con una mirada que quizá obvie que no es lo que dicen sino quiénes lo que importa.
Son las firmas, ese puño y letra garabateados con emoción, con decisión y junta a otras, lo que hace importante esta historia.
Son ellas. Cada una y todas juntas.
Haciendo lo que hay que hacer ante una oportunidad histórica: organizarse para hacer, nada más ni nada menos, algo.
La revolución de los hijas
Laura Novoa llegó a firmar la Carta de actrices junto a su hija Mora, de 17 años. Días después, Lucía Galán firmó la carta de músicas junto a su hija Rocío, de 21 años. No fueron las únicas: muchas de las artistas que firmaron en MU revelaron que las hijas cumplieron un rol fundamental.
Rocío da vuelta los términos: “No es que yo estaba acompañando a mi mamá: lo hacíamos porque nos toca a las dos. Ella también me estaba acompañando a mí. No siento que sea un proceso de una sola persona. Estamos unidas en este punto, entre todas nos estamos acompañando”.
Mora agrega: “Cuando mi mamá hace la Carta Abierta a diputados y diputadas, cuando se junta, siento que ella también me acompaña a mí. No suele pasar: sentir que en tu casa te acompañan, entienden, tienen conciencia de lo que está pasando y no solo eso, sino que luchan para cambiarlo. Un montón de veces me emocioné y me siento parte de su proceso también. Sobre todo con este tema del aborto que creo que implica una conciencia de clase muy fuerte, me pone muy bien que mi mamá tenga esa conciencia, no solo del poder de decisión sobre el propio cuerpo sino del poder modificar algo en el rango de lo social y lo cultural”.
Mora: “Ir a las marchas es súper importante, militar para el afuera, cuando hay que poner el cuerpo ponerlo, y cuando hay que ir al pañuelazo ir, pero también, en mi grupo de amigos, estamos intentando interiorizar todo eso. No que se quede en el marco de un día, una marcha, una bandera, sino aplicarlo para uno mismo todos los días. Es algo muy difícil de hacer, no hay nada escrito: es hacer prueba y error e intentar generar mecanismos”.
Rocío: “Coincido, es un trabajo más interno lo que trato de hacer, pero obviamente que ir a las marchas es muy importante: es la representación de lo que uno cree. Se ve”.
Mora: “Me acuerdo que cuando fue el primer Ni Una Menos, en el colegio leímos el documento y lo debatimos, yo estaba en segundo año, a partir de ahí fue un viaje de ida: empezar a cuestionarme todo, todo el tiempo, y hacer un proceso interno de deconstrucción que sigue vigente y que no va a terminar nunca posiblemente”.
Rocío: “Vivo las cosas siendo mujer, si tengo que luchar por eso, me considero feminista. Cuando empecé a ver los movimientos que iban haciendo amigas mías que están mucho más metidas en el tema fue cuando me empecé a cuestionar un montón de cosas. Con el tema aborto estoy metiéndome mucho más: me parece muy importante para las generaciones que van a venir después”.
Ambas son artistas. Mora está en el último año del colegio secundario, y también del Instituto Vocacional de Arte, donde tres veces por semana va a estudiar teatro. Rocío estudia música en una academia, junto a una amiga colombiana están armando un dúo y componiendo.
Mora y Rocío charlan se escuchan, miran, responden y muchas veces completan las frases de la otra. Hablan un mismo lenguaje.
Mora: “Las artistas están en constante relación con imaginar mundos posibles, con imaginar la vida que una quisiera o quisiera para otros”.
Rocio: “A la hora de componer tenés dos cosas que me parecen principales: tenés voz, la gente te escucha, y tenés libertad. Qué compones es tu elección”.
Mora: “Esto es un dominó”.
Mora y Roció están no se conocían. Al terminar la nota terminarán riendo, abrazadas.

Foto: lavaca.
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
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