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Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

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Miles de trabajadores de todas las centrales sindicales (CGT, Frente Sindical y las dos CTA) junto a los movimientos sociales inundaron las calles porteñas en rechazo a las políticas económicas del Gobierno bajo la consigna: “Por la Unidad, la Producción y el Trabajo Argentino”.  Las voces que cuentan la realidad a partir del precio del colectivo. Las teorías políticas, los diagnósticos, las hipótesis y las evidencias. Cómo pensar con el bolsillo y reflexiones sobre la burocracia. Nuestra crónica y reportaje fotógrafico.
La ciudad de nombre extraño, Buenos Aires, amaneció con dos noticias:

  • Alerta meteorológica por fuertes tormentas y vendavales.
  • Pronóstico de caos vehicular en el centro por marchas y manifestaciones.

Los autopercibidos “medios de comunicación” aman convertir las expresiones de la sociedad en problemas de tránsito.
Pero la ciudad tiene otros tránsitos, coros que cantan contra  el Presidente y su familia y entonaciones peronistas. Desde Once, sentado en la fuente, a la espera del comienzo de la marcha, está el Sindicato de Industrias Químicas y Petroquímicas de Zárate. Néstor Carrizo, tesorero del gremio, grafica a lavaca: “En la zona industiral de Zárate estamos trabajando con una capacidad instalada del 50 por ciento paralizada. Es decir, estamos laburando a la mitad. Históricamente, a Zárate tardaban en llegar crisis así, era en cierto modo una isla. Hoy está muy afectado, te diría como nunca en la historia”.
A unos pasos está Néstor Villarroel, quien hace cuarenta y cinco años vende golosinas en el ferrocarril Mitre. Tiene 51, por lo que desde los seis años transita el tren que une Retiro con Tigre. Hombre con varios vacíos dentales y una enorme cordialidad. En 2017 tomó una decisión: junto a compañeros y compañeras creó la Agrupación de Vendedores, que da cobijo a 75 trabajadoras y trabajadores del tren bajo la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). Villarroel, el actual presidente de la flamante organización, está parado bajo un diluvio que confirma los pronósticos y que algunos de sus compañeros interpretan con una lectura didáctica: “La CGT se mueve, y mirá lo que provocó”.
A su alrededor hay banderas de Barrios de Pie, del Frente de Organizaciones de Lucha (FOL), del Movimiento Territorial de Liberación (MTL), mezcladas con las de los sindicatos de la televisión (SATSAID), de Molineros, Camioneros y una enorme columna que a las 12 partió desde Once en dirección a 9 de Julio. Además del reclamo por los tarifazos, la falta de trabajo y los pedidos cada vez más insistentes de un paro general, los movimientos sociales también están en las inmediaciones del Congreso para exigir la votación de la Ley de Emergencia Alimentaria en Diputados.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark


Sin molestarse por la lluvia, Villarroel hace una síntesis económica de la actualidad:

  • “Las ventas en el tren bajaron un 60 por ciento. En el colectivo, un 80 por ciento. ¿Por qué? Porque la gente tiene que pagar el boleto y entonces no compra nada. Hoy sale más barato el tren. Y los que laburan en colectivo, están ganando por día 150 o 200 pesos. ¿Qué se puede vivir con eso?”.
  • “En el 2002 la pasamos parecido ahora. No hay venta porque la gente no tiene plata. Mi consumo también bajó: antes, comíamos un pollo por día, pero hoy me dura seis comidas. Con mi esposa lo hacemos durar porque los dos trabajamos en el tren y la estamos pasando mal. Una pechuga la estiramos cuatro días, cortándole a poquito, vio”.
  • “Con las tarifas, sólo sé que con Cristina pagaba 50 pesos la luz y ahora pago 1200”.
  • “Algunos sindicalistas de los que vemos acá votaron contra el gobierno anterior. Macri ganó por algunos de ellos. Y ahora vienen a hacerse que está todo mal. Hay que acordarse”.

Villaroel se acuerda, lo dice y así fija una agenda de conversación.
Por Avenida Rivadavia, mientras, asoma la cabecera de la movilización con una bandera de color celeste y letras blancas que postulan:

  • «Por la Unidad, la Producción y el Trabajo argentino».
Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

El país como kiosco garaje

Entre banderas de los gremios agrupados en las dos CTA, la CGT y el Frente Sindical, unas veinte personas intentan que los remolinos de viento no vuelen la bandera de la Unión de Kioscos de la República Argentina (UKRA), una organización que forma parte de la CGT y de Ni una Pyme Menos. Su presidente, Adrián Palacios, rondando los 40 y con gesto de preocupación, cuenta que la cámara se creó el 31 de mayo de 1947 cuando el entonces presidente Juan Domingo Perón les otorgó la personería. Ante la crisis, hace cinco años, comenzaron a organizar a los dueños de los kioscos.
Palacios resume: “Somos 120 mil a nivel nacional, pero desde hace tres años tenemos 28 mil kioscos cerrados. Vemos cierres en todas las avenidas, con boletas de luz a 27 mil pesos”.
Apunta que la crisis es doble porque muchos kioscos se abren como consecuencia de una pérdida laboral anterior. “En barrios periféricos están surgiendo kioscos ventana o garaje, que son los trabajadores despedidos de alguna fábrica y que se pusieron un almacén con la indemnización. Eso genera mayores kioscos, pero en un país sin consumo, cierran a los seis meses. Lamentable”.
La UKRA lanzó un comunicado a nivel nacional subrayando que “no hay que votar” a ningún candidato de Cambiemos. “Sus políticas son solamente para los grandes supermercados. Tenemos que votar a algún candidado que priorice las pymes argentinas, el consumo interno, los puestos de trabajo. Hoy tenemos compañeros que llegan al día 20 y tienen que pedir fiado el resto del mes”.
Palacios dice que hay que llamar urgente a un paro nacional.
Y avisa: “Se lo haremos entender hoy”.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

Trabajar al 50 por ciento

Carrizo, del sindicato de Químicos, reitera que Zárate está paralizada al 50% y agrega: “Tengo casi 40 años de trabajo en la industria. Ni en dictadura vi esta pérdida de puestos de trabajo: son más de 600 puestos en estos cuatro años”.
Con la lluvia mojándoles los guardapolvos, por Rivadavia marchan docentes de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). Son de las pocas trabajadoras en una movilización con mayor presencia masculina, a pesar de que el primer paro obrero al gobierno Cambiemos fue el de mujeres.
Irene Garbus, secretaria de Primaria del sindicato: “Venimos de una pelea de desgaste salarial al que sumamos el empobrecimiento de las escuelas. En la Ciudad estamos en un proceso en el que Gobierno está reduciendo la comida que llega a los comedores escolares. En ese contexto, la escuela, que siempre funcionó como un lugar de amparo, está siendo destruída: no se puede aprender con hambre”.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark

A quién parar

En el peor momento de la lluvia, algunos trabajadores se refugian bajo los techos de los negocios. “¿Trabajador que huye sirve para otra marcha?”, le pregunta un químico a otro, que despliega un paraguas. Por allí también espera el secretario adjunto de la Asociación Obrera Textil, José Listo.
-Un vendedor de golosinas me dijo que el diluvio lo ocasionó la CGT por la marcha.
(Risas) A nosotros no nos para la lluvia ni las piedras.
-¿Y al país?
-Un país sin industria no es un país. No crece. Toda la actividad y todos los gremios hermanos que estamos hoy acá nos estamos quedando sin trabajo. En los últimos tres años, sólo en el rubro textil hubo 8200 despidos, 200 fábricas cerradas, más de 5000 suspendidos. Esa es la situación actual. No exagero si digo que es peor a la época de Menem.
-Para usted, ¿para general sí o paro general no?
Nosotros entendemos que un paro no sirve porque la industra ya está parada. Lo que hace ruido y llega a la gente son estas manifestaciones de fuerza, aun con muchos trabajadores que luego retornan a sus puestos. Es que está todo parado: si parás 24 horas, no hacés nada porque al otro día sigue todo igual. La salida es reactivar el aparato productivo, la industria, terminar con el dólar, la tasa de interés y darle participación al trabajo. Entre todas las organizaciones textiles, agrupamos a más de 200 mil trabajadores. Si todo esto no se toma en cuenta, en dos meses vamos a tener todo roto.

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Foto: Nacho Yuchark

Dialéctica de bolsillo

Cuando todas las columnas confluyen en Congreso, hay un dato que emerge: la marcha es multitudinaria. Por allí también camina la Federación de Obreros y Empleados de la Industria del Papel, Cartón y Químicos, pertenecientes a la CGT, que agrupa a 20 mil trabajadores siete ramas de producción y reciclado de papel. “La situación está delicada porque la empresa Arcor compró Cartocor, una empresa que recicla cartón corrugado, y están acaparando todo mientras las pymes comienzas a desaparecer”, explica Pablo Ayala, secretario de Medio Ambiente del gremio.
Ayala cuenta que muchos compañeros votaron a Cambiemos en 2015. “Hoy tomamos otra perspectiva: no hacer política, para que cada trabajar vea la realidad desde su perspectiva del trabajo. Esto quiere decir que, cuando vayas a votar, tengas conciencia. Estamos viendo desaparecer grupos de trabajadores en toda la República, desde Jujuy a Neuquén. Entonces: ¿cómo está tu bolsillo? Bueno, votá con eso”.
-Para usted, si todo está tan mal, ¿por qué cuesta tanto salir a la calle?
-Es un tema delicado. Lo que hizo este Gobierno, de manera inteligente, fue dividir sectores. Hay varios sectores del gremialismo con intereses políticos que se han olvidado que están para defender los derechos de los trabajadores y no de aquellos a quienes les dicen que tienen que votar. Los trabajadores tienen que pensarse para ellos, y ellos organizarse para decirle a los dirigentes lo que tienen que hacer. Allí, los dirigentes tienen que tener la coherencia de llevarnos por el buen camino.
-¿Y qué pasa hoy?
-El Gobierno sectorizó y hoy cada uno está defendiendo su industria ante un golpe terrible. Entonces encontrás a cada uno discutiendo sus paritarias en situaciones nefastas. Después dicen que salir a la calle es culpa nuestra. No, es un culpa de ellos.

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Foto: Nacho Yuchark

La teoría del huevo

Son miles.
Desbordan.
Por Once, por Congreso, por Rivadavia, por Entre Ríos, por Yrigoyen, por 9 de Julio. Todas las centrales obreras (CGT, Frente Nacional, las dos CTA) y los movimientos sociales están en la calle.
La multitud sigue. Y discute. Algunos exigen paro general. Otros dicen que la industria ya está parada. Algunos contestan que la marcha debería seguir hasta Plaza de Mayo. Otros murmuran que en 9 de Julio no habrá lectura de documento para evitar que haya un desplante a tono con el “Poné la fecha”. A la vez, es un dato de la realidad que movilizaciones de este tipo son una rareza en el neoliberalismo global, en el cual Argentina todavía logra signos de no aceptar pasivamente las políticas de precarización que inundan el planeta.
Juan Alberto, un camionero de 63 años, con 25 como repartidor de agua, parece entenderlo todo: “Estamos pésimo. Mirá que viví gobiernos, pero no te puedo nombrar ni un año como este. Muchos compañeros sin laburo. ¿Y sabés por qué? Porque no hay laburo. No hay ventas. Y si no hay ventas, no hay trabajo. Tuvimos gobiernos malos, eh, pero nunca uno así”.
-En 2015, Moyano hizo campaña por Macri y muchos camioneros votaron a Cambiemos. ¿Qué piensa?
-El voto es relativo. Vos votás a quien se antoje. Yo no lo voté, eh. Yo soy peronista. No lo votaría nunca. Tampoco a un radical. Pero sí, es como vos decís: pasó. Y lo discutimos.
-¿Y cuál es la síntesis?
-Los que lo votaron, hoy se quieren agarrar los huevos. Ahora hay que esperar que pase.
-¿Y frente a un posible paro?
-Obvio que hay que hacerlo. Pero un-paro-bien-hecho, amigo: tres días sin laburar hasta que no haya nada. Si parás un día, a nadie le importa, porque todo está parado y no se vende nada. Pero si parás tres, es otra cosa. Un paro en el que no haya comercios, no haya nafa, no haya transporte, no haya nada.

Los gremios en la calle: los alertas meteorológicos de una marcha

Foto: Nacho Yuchark


Le pregunto entonces a José Alberto, que no es trotskista, por qué piensa que cuesta tanto que la CGT tome una medida concreta ante esta situación de crisis compartida, bajo diluvio bíblico, por un vendedor de golosinas en trenes, un textil, un papelero, una docente, un químico, un kiosquero.
El camionero abre los brazos bajo la lluvia.
Y con un dedo apuntando al cielo, que en realidad señala a una cúpula sindical imaginaria, contesta:
-Vos y yo estamos acá, mojándonos, mientras ellos, mañana, van a estar comiendo asado.
No se sabe cuándo se anunciarán los próximos alertas meteorológicas. 
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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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