Nota
La justicia remató el complejo Bio – Devoto
Cooperativas textiles, emprendimientos de economía popular, un centro cultural y un bachillerato popular. Eso es Bio – Devoto, un edificio ubicado en Cervantes 2950, barrio de Villa Devoto. Todo fue a remate judicial el pasado 6 de julio. Son casi 50 familias – entre trabajadores, docentes y alumnos- las que quedaron en este laberinto jurídico que se remonta a febrero de 2007, cuando cerró el antiguo laboratorio que allí funcionaba. La historia tiene un insólito personaje: la hermana de Jorge Telerman, Mónica, quien como técnica del laboratorio realizó un juicio laboral por despido que terminó en el remate.
“Tenemos que reflexionar, está todo muy caliente” dijo Fabio Resino, de la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta), el miércoles pasado, minutos después de escuchar el resultado de la puja.
El edificio estaba tasado en cerca de 2 millones de pesos, pero la oferta escaló hasta los 883 mil pesos que dejó Bio Devoto en manos de la propia Liga de Martilleros, ante las sospechas de los trabajadores sobre cómo se hicieron las cosas. Los trabajadores se enteraron del remate frente a la Oficina de Subasta, en la calle Jean Jaurés de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde habían organizado una manifestación con banderas, bombos y volantes denunciando la situación.
Resino declaró que ante tal escenario, las opciones que hasta ahora manejan los trabajadores pretender “contar con una suma de dinero que podría proporcionar el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (Inaes) como para conseguir otro lugar, volver a la Legislatura con el proyecto de la expropiación que ya está presentado, o resistir el desalojo. Pero no queremos apurarnos, en los próximos días decidiremos cómo seguir”.
Guilfredo Román, presidente de la Cooperativa Bio Devoto, dijo a lavaca: “Todavía no hay fecha pero vamos a tener un desalojo, es inminente, será 30 o 60 días pero esta al caer. La cantidad de gente que hay no es la adecuada para hacer una resistencia ante la policía e infantería. Solamente que vinieran fuerzas de otros lados a ayudarnos. Vamos a estirarlo judicialmente hasta donde podamos: amparos y todo lo que sea posible. No se la vamos a hacer fácil”.
Mabel Sánchez, de la Cooperativa Unsiga, una de las que funcionan en el edificio, denunció que ya pasaron oficiales a ver las instalaciones para mostrárselas a posibles compradores. «No los dejamos entrar». Los trabajadores de Bio Devoto han contado hasta ahora con el apoyo de la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (Fecootra), Facta, CNCT, Red Gráfica y la Unión Solidaria de Trabajadores (UST).
La historia
En ese edificio de Cervantes 2950, barrio de Devoto, funcionaba antes un laboratorio medicinal de la firma Columbia, luego comprada por la monopólica Roemmer, y vaciada. El proceso de vaciamiento fue paulatino: primero pasó a capitales mexicanos, hubo un repunte, luego se vendieron las marcas de los productos más importantes y comenzaron los despidos. «Nos prometieron capacitación y tecnología, pero jamás hicieron ninguna inversión y además empezaron a prescindir del personal», asegura Guilfredo Román. De casi 130 empleados llegaron a quedar 6. Fueron esos menos los que recurrieron al Sindicato de Sanidad, al Ministerio de Trabajo y hasta enviaron una carta al entonces Presidente de la Nación, sin éxito, para denunciar el caso. En febrero de 2007 repitieron la fórmula que tanto resultado dio a otras empresas recuperadas: entrar al edificio y no dejar pasar a los antiguos jefes y dueños. Resino resume en una frase todos esos años de lucha: «A un lugar que estaba cerrado, se le dio vida».
Ese noviembre inauguraron el Centro Cultural Bio-Devoto «con el objetivo de crear un espacio de encuentro y arte, accesible para todos los vecinos», según sus propias palabras. En marzo de 2008 se habían abierto clases de danza, teatro, artes plásticas, serigrafía, salsa y tango, entre otras. Hoy funciona además una cooperativa de calzado, una de carteras y otros emprendimientos textiles y de economía social, y un bachillerato popular.
Deudas
Pero las deudas y juicios que había dejado el laboratorio reflotaron este 2011. Mónica Telerman, antigua operaria de Columbia, ganó un juicio laboral que obliga al remate del edificio en 120 mil pesos al menos. Resino explica que «no tiene sentido» regalar el complejo en esa suma, tasado en 2 millones de pesos, lo que desnuda una jugada de la Liga de Rematadores para quedarse con ese resto. Ante la interpelación de los trabajadores, el juez dice no poder frenar el juicio pero sí el remate del edificio si aparecen en cambio los 120 mil pesos. Pero ni los trabajadores textiles, ni los docentes y alumnos del bachillerato pueden juntar esa suma. «Se están haciendo presentaciones legales. Vamos a ver si el gobierno nacional o el Ministerio de Desarrollo pueden poner el dinero», explica Ensino sobre las posibles salidas. En caso de llegar a desalojo, ya lo dijo, van a resistir.
Lo que hay detrás de todo esto, además del juicio de Mónica Telerman y sus 120 mil pesos, es un gran negocio inmobiliario. Esta semana, cuenta Ensino, la Liga de Rematadores intentó exhibir el edificio a posibles compradores, «pero no los dejamos pasar». La excusa del juicio por despido y los laboratorios que no se hacen cargo son la jugada perfecta para rematar el edificio de Devoto a un alto valor inmobiliario. En el medio de todo, recordemos, hay cientos que quieren y necesitan seguir trabajando y estudiando.
Contacto:
Guilfredo Román: (011) 15-5768-0475
Nota
Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
Nota
83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar:
Nota
La transfiguración de Miguelito Pepe: los milagros seducen
Una obra teatral que recurre al milagro como ingrediente imprescindible para una transformación. Un niño santo en un pueblo perdido. Su primera intervención paranormal desata furor y de todas partes van a suplicarle lo imposible. La transfiguración de Miguelito Pepe es un unipersonal con la dramaturgia y dirección de Martina Ansardi en el que el actor Tuco Richat se pone en la piel de varios personajes que dialogan con lo sagrado y lo profano. Este viernes 30 de mayo a las 20.30 podés ver en MU Trinchera Boutique la primera de tres funciones.
Por María del Carmen Varela.
La transfiguración de Miguelito Pepe gira en torno a un fenómeno que sucede en un pueblo norteño. Miguelito, un niño de Famaillá, se convierte de la noche a la mañana en la gran atracción del pueblo. De todas partes van a conocerlo y a pedirle milagros. En todo el pueblo no se habla de otra cosa que del niño santo, el que escucha los pedidos de quien se le acerque y concede la gracia.
La obra tiene dramaturgia y dirección de la activista y artista travesti Martina Ansardi, directora teatral, actriz, bailarina, coreógrafa y socia de Sintonía Producciones, quien la ideó para que fuera itinerante.
Se trata de un unipersonal en el que el actor Tuco Richat se luce en varios personajes, desde una secretaria de un manosanta que entrega estampitas a quien se le cruce en el camino, una presentadora de televisiòn exaltada a un obispo un tanto resentido porque dios le concede poderes a un changuito cualquiera y no a él, tan dedicado a los menesteres eclesiásticos.
La voz de la cantante lírica Guadalupe Sanchez musicaliza las escenas: interpreta cuatro arias de repertorio internacional. A medida que avanza la trama, Richat irá transformando su aspecto, según el personaje, con ayuda de un dispositivo móvil que marca el ritmo de la obra y sostiene el deslumbrante vestuario, a cargo de Ayeln González Pita. También tiene un rol fundamental para exhibir lo que es considerado sagrado, porque cada comunidad tiene el don de sacralizar lo que le venga en ganas. Lo que hace bien, lo merece.
Martina buscó rendir homenaje con La transfiguraciòn de Miguelito Pepe a dos referentes del colectivo travesti trans latinoamericano: el escritor chileno Pedro Lemebel y Mariela Muñoz. Mariela fue una activista trans, a quien en los años `90 un juez le quiso quitar la tenencia de tres niñxs. Martina: “Es una referenta trans a la que no se recuerda mucho», cuenta la directora. «Fue una mujer transexual que crió a 23 niños y a más de 30 nietes. Es una referenta en cuanto a lo que tiene que ver con maternidad diversa. Las mujeres trans también maternamos, tenemos historia en cuanto a la crianza y hoy me parece muy importante poder recuperar la memoria de todas las activistas trans en la Argentina. Esta obra le rinde homenaje a ella y a Pedro Lemebel”.
Con el correr de la obra, los distintos personajes nos irán contando lo que sucedió con Miguelito… ¿Qué habrá sido de esa infancia? Quizás haya continuado con su raid prodigioso, o se hayan acabado sus proezas y haya perdido la condición de ser extraordinario. O quizás, con el tiempo se haya convertido, por deseo y elección, en su propio milagro.
MU Trinchera Boutique, Riobamba 143, CABA
Viernes 30 de mayo, 20.30 hs
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