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Piden un nuevo juicio por el femicidio de Lucía Pérez
El fiscal Carlos Altuve reclamó hoy la realización de un nuevo juicio durante la audiencia en la que se apeló el fallo que dejó impune el femicidio de Lucía Pérez, 16 años, ocurrido en Mar del Plata en 2016. La cámara de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires realizó este jueves en La Plata esa audiencia de apelación de un caso en el que el impresentable fallo (2018) del tribunal oral marplatense se regodeó en cuestionar a la víctima en lugar de dilucidar el crimen. El fiscal reconoció que la propia justicia no está dando respuestas y es parte del problema. La defensa de la familia de Lucía está de acuerdo con el pedido del fiscal de realizar un nuevo juicio. Participaron de la audiencia Marta Montero y Guillermo Pérez, padres de Lucía; la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas; la ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual Estela Díaz; Rosa Bru; Andrea Antico (pareja de Sergio Maldonado, el hermano de Santiago) y Gustavo el papá de Natalia Mellman, entre otras figuras. El pedido del fiscal deberá resolverse en un máximo de 20 días, para reescribir la historia de un caso emblemático, en un país en el que solo en lo que va del año hubo 70 femicidios.
Este jueves a las doce del mediodía en el Tribunal de Casación de La Plata comenzó la audiencia de apelación del fallo que dejó impune el femicidio de Lucía Pérez.
Le dieron la palabra a la defensa de la familia de la joven de 16 años asesinada. Entonces la abogada Florencia Piermarini se paró, y recitó: «Y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía. El violador eres tú». Es la letra del tema del grupo chileno LasTesis devenida en himno contra los femicidios.
Silencio.
Siguió Florencia: «Esto le dice Lucía a los jueces que la condenaron».
Silencio.
Mientras tanto en la calle doscientas mujeres bailaban y cantaban esa misma canción de cara al edificio. Sus dedos señalaban así al poder judicial y a la trama que construye la impunidad.
Pero ya no hay silencio. Es un estruendo.
Y se repite un grito: «Lucía somos todas».
En la sala, el momento culminante ocurriría cuando el fiscal Carlos Altuve planteó que el propio poder judicial es parte del problema, que no se está dando respuesta a la ola de femicidios que existe en el país, y solicitó que el juicio por el caso de Lucía Pérez se realice de nuevo, ante otro Tribunal.

Salir a la calle
Marta Montero, mamá de Lucía, se despertó el miércoles a las cinco de la mañana para ir a trabajar al Hospital Interzonal de Mar del Plata donde es enfermera. Volvió a su casa después de las tres de la tarde y junto a Guillermo Pérez, papá de Lucía, prepararon decenas de carteles con la cara de su hija y una frase: “Nulidad al fallo y condena por femicidio”. Después marcharon junto a una multitud que desbordó las calles de su ciudad para poner un freno a la violencia machista: un día antes Bernardo Luis Baraj, 50 años, había golpeado y arrojado desde un séptimo piso a Jordana Belén Rivero, de 28 años. Mientras marchaban, Claudia Repetto, 53 años, seguía, y sigue, desaparecida en esa misma ciudad desde el domingo pasado.
Terminada esa marcha y sin dormir, parte de la multitud llegó hasta La Plata. Se juntaron a la una y media de la madrugada para consensuar, entre 112 personas, las medidas para garantizar el cuidado de todes. Después subieron a dos micros y salieron a la ruta durante toda la noche.
“Ayer marchamos por Jordana, una manifestación multitudinaria, un femicidio terrible. Y a su vez marchamos por Claudia Repetto. -cuenta a lavaca María Inés de la Campaña Nacional Todas Somos Lucía-. Mar del Plata está viviendo un momento difícil con gran cantidad de femicidios. Fue impresionante el apoyo. Estuve con la familia de Jordana algunas horas en su casa, una de sus hermanas me decía: ‘jamás pensé que nos podía tocar a nosotros’, creo que a la ciudadanía en general le está pasando de pensar que no sabemos cuándo nos puede tocar a nosotres, a nosotras, a nuestras hijas, a un familiar. Eso es parte de lo que está generando una conciencia. Hay que hablar, sembrar conciencia. Y es fundamental que el Estado accione en forma inmediata, que las políticas públicas lleguen. Hoy estamos acá porque construimos justicia desde estos lazos que armamos”.

Acompañarse
Desde Ciudad de Buenos Aires a las nueve de la mañana salió una combi, tan repleta que implicó que un grupo de personas tuviese que viajar en tren. Entre quienes viajaban para acompañar estaba Andrea Antico, compañera de Sergio Maldonado (el hermano de Santiago): “Hay un patrón, ya sea en femicidios, en gatillo fácil, en el caso de Santiago: las familias padecemos lo mismo. Te agarra impotencia, no podés creer que siga sucediendo, la única forma es seguir luchando, acompañando a todas las familias. A veces con estos aires nuevos en la política te dicen: ‘hay una política del Estado de acompañar’, pero los jueces siguen siendo los mismos. Te agarra impotencia y una tristeza profunda pero lo que mantiene en pie a las familias es esto, la solidaridad, la empatía, no querer esto para nadie, gracias al acompañamiento creemos que se puede llegar a un cambio, en la lucha colectiva, solos no podemos”.
Gustavo Melmann lleva la foto de su hija Natalia en el pecho y la de Lucía en las manos. “Hoy estamos esperando que la justicia sane el error cometido. La Argentina está esperando que los jueces den la posibilidad de que se haga un juicio justo”, dice en la puerta de los Tribunales donde también esta Rosa, mamá de Miguel Bru, que reconoce: “Mi hijo venía a la marcha de un chaboncito, como decía él, y a mí nunca se me dio por decir: ‘dónde es, dónde hay que ir. Era el problema de otro. Entonces cuando empecé a ver que tanta gente te acompañaba, se comprometía, para mí fue una enseñanza. Nos tenemos que involucrar, estar y colaborar en lo que se pueda. Digo siempre: lo que hicieron conmigo lo voy a devolver, estar, acompañar, asesorar”.
¿Qué une casos como el de Miguel y el de Lucía?
El juez Natiello que hoy está en el tribunal, integraba el Tribunal de Casación cuando estaba la causa de Miguel. Y además nos une la solidaridad, estar acá, acompañar, saber lo que significa. Uno en estos casos es multitud. Muchas veces cuando empezaba la marcha de Miguel yo decía: ‘que poquitos somos’, y después iban viniendo de a uno, se iban sumando, por eso siempre sostengo que uno es un montón.

La máquina de impunidad
Lucía tenía 16 años cuando la mataron. Nadie está preso por su femicidio.
Matías Farías, 23 años, y Juan Pablo Offidani, 41 años, la llevaron a la sala de salud de Playa Serena el 8 de octubre de 2016. Llegó muerta. Un día después los detuvieron en una camioneta Fiat Strada gris donde se encontraron 38 gramos de cocaína y 250 de marihuana. El tercer detenido fue Alejandro Maciel, 61 años, acusado de encubrimiento agravado por ayudar al lavado del cuerpo muerto. En el juicio oral, Farías y Offidani fueron condenados a ocho años de prisión y una multa de 135 mil pesos por el delito de “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser en perjuicio de menores de edad y en inmediaciones de un establecimiento educativo”. Maciel fue sobreseído.
Nadie fue condenado por el femicidio: los jueces Pablo Viñas, Facundo Gómez Urso y Aldo Carnevale (Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Mar del Plata) consideraron que a Lucía no la mataron –se murió– ni la violaron, sino que la actividad sexual comprobada en la autopsia había sido consentida.
Todas las partes apelaron.
Muchas de las mujeres que acompañaron la audiencia de apelación del vergonzoso fallo llevaron remeras que decían: “Código Penal. Art. 80.11 Art. 119. 4to parr”. Son los artículos de femicidio y de abuso sexual con acceso carnal.

Hacer justicia
La familia de Lucía Pérez entró a los tribunales acompañada de las abogadas Florencia Piermarini y Verónica Heredia. Minutos después llegó Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo-Línea Fundadora mientras las mujeres en la calle gritaban “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. La audiencia fue en la Sala IV de la Cámara de Casación en La Plata con los jueces Natiello, Kohan y Mancini.
La abogada Florencia Piermarini cuenta a lavaca: “Arrancamos contestando las tres preguntas que se hizo el tribunal para absolver a Farías, Offidani y Maciel, que tenían que ver con juzgar y violentar la intimidad de Lucía Pérez Montero. Dimos respuesta nosotras a todos los prejuicios que atravesaron esa sentencia que lo único que hace es reeditar la vida de Lucía para convalidar que estuvo donde quería con quien quería, y nos pareció que teníamos que responder esa sentencia. Ese fue el objetivo de la exposición”.
¿Cuál fue el planteo de la defensa? “Pedimos nuevamente que se los condene por el delito de abuso sexual con acceso carnal seguido de muerte en concurso ideal con el femicidio, tanto a Farías como a Offidani. Y pedimos que se revoque el fallo que se absuelve a Maciel por encubrimiento agravado. Creemos que el Tribunal tiene elementos suficientes dentro del expediente para poder dictar la sentencia que estamos pidiendo. Nos acompañó el fiscal de Casación Carlos Altuve, quien pidió que se haga un nuevo juicio oral. Y después, lamentablemente, tuvimos que escuchar todos y cada uno de los párrafos de la sentencia en boca de la defensa de los acusados e inclusive escuchar alegar a la defensora general en relación a que no se podía concursar el derecho penal en aras de reclamos feministas. Parece que la perspectiva de género, la figura de femicidio, la ley de protección de violencias contra la mujer, la convención de Belém do Pará no existen”.

Agrega la abogada Verónica Heredia: “Lo que nos llamó la atención de la defensa técnica de los imputados es que es una defensa oficial. Son funcionarios públicos, están obligados a respetar y tener una perspectiva de género porque es ley. No es una cuestión ideológica, si me gusta o no: es la ley, lo dicen la Constitución y los tratados de Derechos Humanos”. Responde Verónica Heredia.
¿Cuáles son las respuestas posibles que puede dar el tribunal?
El tribunal puede confirmar la sentencia tal como lo pide la defensa, pude hacer lugar a lo que nosotros pedimos, que es que ellos mismos condenen con los elementos que ya hay y digan que son responsables por la violación y el femicidio de Lucía. O que hagan lugar a lo que dice el fiscal Altuve y que hagan el reenvío. Nosotros esta opción si bien no la peticionamos expresamente, porque técnicamente nos ajustamos a lo que había pedido la anterior querella, la vamos a acompañar y en definitiva lo que también queremos.
¿En caso de que se haga un nuevo juicio es con otro tribunal?
Sí o sí tiene que ser con otro tribunal y obviamente vamos a pedir que la jurisdicción de la fiscalía de Mar del Plata tampoco intervenga. Pensamos que todo el sistema de acusación del Ministerio Público Fiscal está viciado para llevar adelante una nueva acusación y sostener un nuevo juicio en este caso. Vamos a pedir a las autoridades cambiar la jurisdicción de la fiscalía.
En relación a Mar del Plata se llega a la audiencia de hoy mientras hubo un nuevo femicidio y con una mujer desaparecida, ¿qué papel tiene el Poder Judicial en esta realidad?
El fiscal de Casación en ese sentido estuvo realmente muy certero porque dijo: ‘nosotros somos responsables, hay un femicidio cada 23 horas en Argentina y la justica, nosotros, no le estamos dando respuesta. Nos tenemos que hacer cargo de que somos parte del problema’. Nos llamó la atención también porque no estamos acostumbrados a que el Ministerio Público Fiscal se haga cargo del rol que tienen en cada femicidio que se produce.
¿Cuándo se espera la respuesta del tribunal?
Piermarini detalla: “Dijo el juez Kohan, que la sentencia va a estar en término de ley y eso es en máximo 20 días”.

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Femicidios, cifras y vidas: lo que Bullrich oculta

Por el Observatorio de violencia patriarcal Lucía Pérez
Todas las administraciones del Estado se han adjudicado falsamente la baja de femicidios y la ministra de Seguridad Patricia Bullrich acaba de rendirle tributo a esta tradición. Pero las cifras del Observatorio Lucía Pérez, construidas a partir de casos judiciales, denuncias y relevamientos provinciales, demuestran una realidad diferente.
Antes de los números, una aclaración: el 2023 fue el primer año en que el Estado nacional publicó estadísticas criminales sin clasificar. Lo hizo con un archivo Excel desordenado que abarcaba una década, sin distinguir delitos ni consolidar provincias. Algunas jurisdicciones directamente no informaron datos en categorías sensibles, como violaciones. Así, la ciudadanía no puede verificar ni auditar los números oficiales.
En ese vacío, las declaraciones de Bullrich remiten a una lógica conocida: la de la inflación. Como con los precios, la diferencia entre los números oficiales y la vida real se amplía cuando se manipula o se oculta información.
Por eso, este Observatorio público y autogestionado carga 12 padrones de manera diaria. Para realizar un seguimiento estructural de la violencia machista, y también para controlar el rol del Estado.
A diferencia de los 178 registrados que mencionó la ministra, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 217 femicidios y travesticidios en lo que va del 2025. Estos son las cifras que pueden verse y verificarse, ya que el OLP es un padrón público:

Otro dato que se oculta es el que representan los femicidios cometidos y sufridos por integrantes de fuerzas de seguridad, que están bajo la responsabilidad de la ministra.
En 2025, el primer femicidio del año fue el de una mujer policía asesinada con su arma reglamentaria (Guadalupe Mena). Y el último, ocurrido apenas el 26, también: Daiana Raquel Da Rosa.
Si bien existen medidas para en estos casos limitar su acceso por parte de los uniformados por “representar un riesgo inminente para la víctima”, como indica la resolución 471/2020 del Ministerio de Seguridad de la Nación, los datos muestran que esto no siempre se cumple. Según el relevamiento de funcionarios denunciados por violencia de género del Observatorio Lucía Pérez, 71 de ellos pertenecen a las fuerzas de seguridad. Es decir que muy probamente porten armas.
Armas reglamentarias, vínculos jerárquicos y falta de sanción disciplinaria conforman una trama donde la violencia institucional se reproduce dentro y fuera de las comisarías. ¿Y Bullrich?
Más preguntas que emergen: ¿cómo se mide el porcentaje de crueldad? Los “narcofemicidios” de Lara, Brenda y Morena muestran una violencia cada vez más planificada y asociada a redes delictivas con complicidad del Estado.
Otra cifra invisibilizada en este crimen social que es un femicidio es la de las infancias huérfanas. En lo que va de 2025, el Observatorio registra 139 infancias huérfanas por femicidios. En todo 2024 fueron 173. Y detrás de cada una hay un Estado que sigue sin garantizar la Ley Brisa, que establece una reparación económica y acompañamiento a hijas e hijos de víctimas de femicidio.
Mientras la violencia machista sigue cobrando vidas, multiplicando huérfanos y exponiendo la precariedad institucional, el Estado tergiversa y oculta.
La pregunta es: ¿por qué?
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Un mes sin Brenda, Lara y Morena: lo que se sabe de la trama narcofemicida

Este lunes se está cumpliendo un mes del triple narcofemicidio. La causa que investiga el asesinato de Brenda (20), Morena (20) y Lara (15) tiene nueve personas detenidas y tres prófugas. Una de ellas es Alex Ydone Castillo, acusado de ser el dueño de los 30 kilos de cocaína que habrían sido robados, posible móvil de los brutales asesinatos.
Lo increíble: Castillo estaba preso pero fue excarcelado “por razones humanitarias” durante la pandemia del coronavirus, según lo reveló el periodista de Infobae Federico Fahsbender. En su artículo se detalla que Ydone Castillo había sido detenido en Argentina por una circular roja de Interpol –emitida desde Perú, su país de origen– por “un movimiento de 51 kilos de cocaína”. Fue la Sala II de Casación la que lo excarceló. Desde que quedó en libertad, el gobierno peruano tampoco envió en los plazos pertinentes el pedido formal de extradición. Y siguió libre.
Los otros dos prófugos de la causa del triple narcofemicidio son David González Huamani (“El loco David” o “El Tarta”, por tartamudo) y Manuel Valverde, tío de Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, que está detenido en Perú a la espera de un juicio de extradición.
Los narcos robados
A Huamani, Celeste Magalí Guerrero (una de las detenidas que mayor información aportó) lo reconoció dentro de su casa del barrio Villa Vatteone. Fue una de las personas reconocida por tener guantes de látex. Huamani también aparece en la declaración de Víctor Sotacuro, detenido en Villazón, frontera con Bolivia, acusado de manejar el auto de apoyo a la Chevrolet Tracker blanca que levantó a las chicas en las calles de Ciudad Evita el 19 de septiembre. Sotacuro dijo que fue Huamani quien lo contrató para hacer los viajes de esa noche y que le pidió que le llevara ropa para cambiarse. Sotacuro declaró que lo fue a buscar a Varela y lo llevó hasta la 1-11-14, en el Bajo Flores, y dijo que Huamani estaba sucio de barro, al igual que otros dos hombres que se subieron a su auto. La mamá de Morena lo señaló como el que maneja la droga en Las Antenas, un barrio de Lomas del Mirador, y en la Palito, en San Justo, dos localidades de La Matanza.
Según una de las hipótesis de la investigación, los prófugos Castillo, Huamani y Valverde integran la organización cuya droga había sido robada. Sobre ellos pesan órdenes de captura internacional. Esa línea también busca a otros tres sospechosos, todavía no identificados, pero que en el expediente aparecen como “NN Paco”, “NN Nero”, y el “canoso de la Glock”, en referencia al arma que llevaba un hombre que Guerrero ubicó en su casa, bajándose de la camioneta con Pequeño J, en las calles Río Samborombón y Chañar.
Quiénes están en prisión
Hasta el momento las nueve personas detenidas son:
- Daniela Ibarra (19) y Maximiliano Parra (18), quienes encontraron limpiando con lavandina la casa de Varela.
- Celeste Magalí Guerrero (28) que alquilaba la casa. Su declaración aportó múltiples detalles que la justicia debe corroborar. Por un lado, explicó la estructura del clan, con jerarquías divididas en “Abuelos”, “Papás”, “Tíos”, “Pequeños” y “Mulos”, según el orden de importancia en la organización. Según su declaración, Pequeño J, que era presentado como el líder de una banda narco transnacional, en realidad tenía un rol menor, aunque lo ubicó en la escena del crimen. También declaró cómo esa noche fueron a comprar artículos de limpieza y bidones de nafta.
- Miguel Villanueva Silva (25), pareja de Guerrero. A ambos los detuvieron en un hotel alojamiento. Ella declaró que, al llegar a la casa de madrugada, lo vio con la mano ensangrentada y, según dijo, le confesó que había matado a una de las chicas al intentar escaparse. Un kiosquero del barrio de Florencio Varela dijo que Silva había ido a comprar con otro chico y que le dejó una mancha de sangre en la reja del comercio, que su mujer terminó limpiando.
- Ariel Giménez (29), uno de los acusados de cavar la fosa en la casa.
- Víctor Lázaro Sotacuro (41). Al principio se creía que solo era remisero pero, según Guerrero, tiene un lugar importante en la estructura. El hombre declaró que nunca estuvo en la escena, que no era el dueño de la droga robada, que tampoco era el jefe de la banda y que su apodo no era “El Duro”, como había dicho Guerrero. De todas formas, según La Nación, Sotacuro pagaba las cocheras en las que se estacionaban los cuatro vehículos de la banda: la Chevrolet Tracker blanca (que fue incendiada), el Volkswagen Fox blanco que manejó, un Renault 19 gris y un Chevrolet Cruze negro. Sus abogados pidieron un careo con Guerrero por supuestas “contradicciones”.
- Florencia Ibáñez (30), sobrina de Sotacuro, acompañante en el Volkswagen Fox, fue detenida luego de salir de los estudios de A24, donde defendió a su tío y dijo que habían pasado por el recorrido de la Tracker de casualidad. El fiscal Arribas dijo que Ibáñez reconoció que el móvil de los femicidios había sido un robo de un cargamento de droga que pertenecía a su pareja, el prófugo Alex Ydone Castillo.
- Tony Janzen Valverde, alias “Pequeño J”, 20 años. Guerrero lo ubicó en su casa con Sotacuro y el “canoso de la Glock”. También dijo que Pequeño J había llamado a Villanueva para pedirle la casa para una fiesta. Está detenido en el penal de Cañete, en Perú, a la espera de la extradición. La declaración de Guerrero lo rebajó en la estructura: hoy está acusado de organizar dealers. Según la investigación, el abuelo y el papá de Valverde también se dedicaban al negocio narco. Su padre fue asesinado. Una cámara de seguridad ubicó a “Pequeño J” el 6 de septiembre a la salida de un pool de Flores con Lara y otra joven.
- Matías Ozorio (28), ladero de Pequeño J. Su historia es increíble y grafica una época: el periodista Carlos Burgueño contó que el joven tenía un trabajo en relación de dependencia en el Hospital Italiano –obra social, aportes, vacaciones, aguinaldo–, lugar del que se hizo echar, según sus familiares, para cobrar una indemnización que invirtió en el mundo cripto. Entre sus apuestas estuvo $Libra, bendecida por el presidente Javier Milei, cuyo desplome hizo a Ozorio perder todo y pedir un préstamo a un transa. Ya no se despegó de lo narco. Según Guerrero, fue una de las tres personas que cavó los pozos en la casa de Varela. Como Pequeño J, fue detenido en Perú. Guerrero también declaró que Ozorio le traía cocaína en 100 o 120 envoltorios que ella vendía a un valor de $10.000 cada uno.
Vínculo de confianza
Según publicó La Nación, el fiscal Carlos Arribas describió: “Tras producirse la referida sustracción cuyos autores fueran presumiblemente allegados o conocidos las víctimas, fue que mediante maniobras de engaño, y ardides y aprovechándose de su especial condición de vulnerabilidad, integrantes de la organización mencionada precedentemente, en su mayoría de sexo masculino, lograron establecer un vínculo de confianza con las tres jóvenes, por lo que el 19 de septiembre de 2025, a las 21.29, consiguieron las jóvenes abordaran una Chevrolet Tracker blanca con dominio que había sido robado, en la que viajaban al menos tres personas. El vehículo contaba con el apoyo de un Volkswagen Fox blanco en el que circulaban al menos otras dos personas de la organización y de Chevrolet Cruze negro”.
Según las publicaciones, todavía no está claro quiénes integran el grupo que habría robado el cargamento de cocaína. Pero la descripción de la estructura hace presumir que la causa está próxima a pasar a la órbita de la Justicia Federal.
Ya pasó un mes.
Las familias de Brenda, Lara y Morena siguen exigiendo justicia.
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Transfemicidio en Neuquén: reclaman justicia por Azul, la trabajadora estatal por la que se declararon dos días de duelo

Por Evangelina Bucari
Fotos: Carlos Luna @un_chino.of
Azul Mía Natasha Semeñenko soñaba con “ser Azul del todo”. Había iniciado su hormonización, esperaba turno para realizarse una cirugía de modificación corporal y, como escribió su compañera de trabajo y amiga Ivana Meske, “buscó amor en todas sus formas”. “No tuvo una ley de identidad de género que la protegiera en su infancia –recordó–; fue excluida, juzgada, maltratada. Aun así, siempre tejió redes: trabajamos con ella el cambio de DNI, buscó apoyo en el sistema de salud y batalló por operarse. ‘Voy a ser Azul cuando me operen’, solía decir”. No logró cumplir ese sueño porque fue asesinada. A dos días del hallazgo de su cuerpo, la lloran y despiden en el Cementerio Central de la ciudad de Neuquén.

El 25 de septiembre, día de su cumpleaños 49, Azul dejó de responder mensajes. Sus compañeras de trabajo se preocuparon y la buscaron; el Estado no lo hizo tan rápido. Si bien les tomaron la denuncia, la Policía recién publicó la búsqueda el 30, cinco días después. Tras marchas y movilizaciones junto al movimiento trans y feminista para visibilizar su desaparición, tres semanas más tarde, el 15 de octubre a la noche, el Ministerio Público Fiscal neuquino informó la identificación de un cuerpo hallado en un canal de Valentina Norte: era ella, había sido víctima de un transfemicidio. De acuerdo con la autopsia preliminar, sufrió heridas punzocortantes en tórax y brazos y fracturas en la cara. La investigación está ahora a cargo de la fiscal Guadalupe Inaudi.
La vida de Azul no había sido fácil. Como muchas otras chicas trans, su camino estuvo atravesado por diferentes formas de discriminación, violencias y vulneraciones: estaba alejada de su entorno familiar, con quienes no tenía contacto; tiempo atrás había tenido que ejercer el trabajo sexual como forma de subsistencia y, en algún momento, había caído en consumos problemáticos. Por eso, cuando en 2017 entró a trabajar en la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia como maestranza, ese espacio y sus compañeras se transformaron en su familia elegida junto a sus amigas trans que la acompañaban en su proceso. Con el cambio de gobierno en 2023, había sido trasladada de área y actualmente trabajaba como auxiliar en el Centro de Atención a las Víctimas de Violencia de Género.

La bandera en la marcha.
Apenas conocida la noticia del transfemicidio, el 16 de octubre hubo una gran marcha y abrazo colectivo. Durante la manifestación, se sumó Marcos, el hermano de Azul, que compartió el dolor de la familia pese a estar distanciados y su pedido de que el caso no quede impune.
En ese encuentro llegó el desahogo y se multiplicaron los recuerdos de quienes compartían los días con ella y la describieron: atenta con todos, llevando siempre “un matecito o café caliente”, preguntando todo el tiempo si alguien necesitaba algo o haciéndose cargo de cubrir tareas si alguien faltaba; una mujer tímida pero alegre, que personalizó su rinconcito en la oficina y que ahora nadie se anima a tocar. “Escuchar los relatos muestra cómo para Azul el trabajo fue un lugar de pertenencia. Fueron las compañeras quienes tomaron la búsqueda desde el primer día”, destacó Mariana Sarin, secretaria de Género de la CTA Autónoma provincial y delegada de ATE.

La presencia mapuche en el acto por Azul.
Cecilia Vacarezza era compañera de Azul desde sus inicios y se habían reencontrado este año en la Dirección Provincial de Protección Integral de las Violencias. La recuerda llegando en bicicleta y siendo de las últimas en irse: “Era querida por todas y todos. Luchó por su identidad, estaba feliz porque podía ser ella misma. Nos arrebataron su vida de una forma brutal”, contó entre sollozos por mensajes de WhatsApp. Muchas no podían ni hablar.
“El primer día que llegó estaba tímida. Le pregunté cómo quería que la llamara y me dijo ‘Azul’. Desde entonces se fue ganando su lugar, con su libertad, su alegría y su forma única de ser”, escribió en redes Rosana Arévalo, otra compañera de trabajo. “Voy a extrañar que camine por los pasillos cantando en inglés –continúo–, que me diga ‘Amore, ¿te traigo algo?’, que me escriba para pedirme ayuda o que me cuente que ya atendió a todos. Voy a extrañar sus stickers, sus audios, su risa pilla, sus mensajes”.

Las voces de ternura y afecto se replican. Carolina Guajardo, exsubsecretaria de Niñez y Adolescencia, fue su jefa: “En su aspecto se notaban las marcas de una vida dura, pero en su actitud siempre fue amorosa y muy atenta”, recuerda. Rememora las charlas que tenían, los consejos que pedía, su deseo de ser “realmente Azul” y lo leal que era. Repite la anécdota del cafecito, y cree que era así porque estaba muy agradecida después de una “vida que le había sido vulnerada millones de veces”.
La violencia avanza
El asesinato de Azul se inscribe en una violencia persistente: desde enero, el Observatorio Lucía Pérez contabiliza 213 femicidios y transfemicidios. La estadística no alcanza para decir quién era, pero explica el miedo y la bronca que se tradujeron en calle. “Somos parte de una marea que dice basta. El Estado es responsable de garantizar la vida y la seguridad de todas”, dice Vacarezza con angustia.
Para quienes reclaman justicia y piden que haya más prevención, la decisión del Gobierno provincial de declarar dos días de duelo en memoria de Azul y disponer banderas a media asta en edificios públicos “no reemplaza la política pública”. “El Gobierno provincial decretó dos días de duelo, pero nadie se comunicó con la familia durante la búsqueda: es un parche en medio de la campaña”, cuestionó Guajardo, que además es parte de la colectiva feminista La Revuelta.

Por su parte, Sarin apuntó al sistema judicial “machista y patriarcal” y a la necesidad de “exigir justicia en la calle”. “Desde las organizaciones denunciamos que la política de odio hacia mujeres y diversidades del gobierno de Milei mata; el desmantelamiento de los servicios de asistencia también mata”, afirmó la referente de la CTA y detalló que Azul es la tercera víctima reconocida de asesinato por violencia de género en la provincia, pero que “hay otras muertes violentas catalogadas como suicidios” y que siguen reclamando por Luciana Muñoz, desaparecida hace 15 meses.

Para la secretaria de Género de la CTA Autónoma neuquina, el transfemicidio de Azul ocurre en una provincia donde a igual que a nivel nacional “las políticas de género fueron vaciadas y el clima de odio se traduce en retrocesos concretos”.
Sarin también advirtió sobre el avance de grupos conservadores evangelistas en Neuquén. Uno de los ejemplos que dio es el de la candidata que encabeza la lista de senadores libertarios por la provincia, Nadia Márquez, hoy diputada nacional con protagonismo en la Cámara Baja. Su padre, un pastor evangélico, fue uno de los pocos que recibió fondos de ayuda alimentaria desde el Ministerio de Capital Humano nacional. «Ellos hacen política para volver a encerrar a las mujeres en la casa, para volver a meter a niñas y niños bajo la égida de la familia y que no tengan derechos garantizados por el Estado. Entendieron que el movimiento de mujeres y diversidades, con su cuestionamiento al orden patriarcal, era un riesgo para su poder político y económico, y decidieron ir contra nosotras”, aseguró la dirigenta.

También alertó sobre otros grupos antifemnistas como la organización Padres de Río Negro y Neuquén, “que obtuvo declaración de interés legislativo”. Explicó que son padres que promueve la idea de que los niños son ‘rehenes’ de sus madres» y detalló que «instalaron un tráiler frente al Juzgado de Familia, justo donde las mujeres deben presentarse a denunciar. Lo llenaron de carteles y banderas: para ir a denunciar, hay que pasar por el medio de eso”.
“Trabajo en la 148 y veo a diario casos que no encuentran respuesta; a veces el botón antipánico no funciona o no hay. Decimos ‘riesgo de femicidio’, pero ¿qué significa si no se actúa?”, interpeló Guajardo.
Hasta ahora no se sabe qué pasó. La última conexión del celular de Azul se ubicó en la zona del río Neuquén; su cuerpo fue hallado envuelto y atado, en avanzado estado de descomposición. El paso de los días borra pruebas. Por eso, queda una certeza entre quienes la quisieron: la pelea es por memoria y justicia y se convocó para una gran movilización para el 21 de octubre para pedir por el esclarecimiento del crimen. “Vamos a seguir, ya tenemos comprada la vereda de la Ciudad Judicial”, concluyó Sarin.


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