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Al por mayor: Comercialización agroecológica

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La Unión de Trabajadores de la Tierra posee en Avellaneda un mercado que mueve 625 toneladas mensuales de alimentos agroecológicos. Calidad, cantidad y los precios competitivos que atraen cada vez más a verduleros y compradores. El rol de la comercialización, de la tierra a la mesa. La idea de un plan federal de distribución de comida de verdad. Tendencias que están prefigurando un cambio alimentario, social y cultural que es una necesidad y no una moda. Datos de lo que crece, y cómo hacer para lograr un tiempo mejor en medio de enfermedades, desigualdades y monopolios. Por Sergio Ciancaglini.

¿Cuáles son los mejores alimentos del país?

Respuesta pragmática y bastante obvia: los agroecológicos. 

Razones: 

No están contaminados por pesticidas y tóxicos a los que son sometidos los comestibles agroquímicos. 

Evitan por lo tanto el estallido de enfermedades de todo tipo asociadas a la malnutrición, desde obesidad y sobrepeso hasta las provocadas por estos químicos (disruptores endocrinos) que se acumulan en el cuerpo pudiendo provocar a mediano plazo daños respiratorios, cardiovasculares, metabólicos, hormonales, oncológicos, cognitivos, reproductivos, por nombrar solo algunos.  

Los alimentos agroecológicos tienen todos sus nutrientes, pero los de origen agroquímico se han ido vaciando de nutrientes por su propio proceso de producción. (Ver MU 157: Cómo como).

Por eso mismo los productos agroecológicos alimentan (incorporan nutrientes a nuestro cuerpo), cosa que no ocurre u ocurre en menor medida con los comestibles agroquímcos a los que generosamente se suele llamar “convencionales”. 

Por sus nutrientes los alimentos agroecológicos son mucho más ricos, más sabrosos. Los producidos con agroquímicos suelen tener el gusto diluido o irreconocible.   

Su precio es equivalente o menor al de los productos agroquímicos, y muy inferior a los que tienen sello orgánico.  

La forma agroecológica de producción recupera la fertilidad del suelo,  combate de modo directo la crisis climática, preserva el agua. Es de las pocas actividades productivas que en lugar de dañar al planeta, ayudan a recuperarlo.

El precio barato para quienes consumen significa a la vez un precio justo para quienes producen, ya que ganan entre el doble y el triple de lo que les pagaría el circuito comercial masivo. Rompen la intermediación, pero a la vez están creando nuevos canales de distribución. 

Por esta última razón, las asambleas de agricultoras y agricultores dedicados a la agroecología, establecen los precios de los productos dos veces por año y los mantienen por 6 meses dándole a quien consume previsibilidad y tranquilidad frente a la psicosis inflacionaria. 

Se podrían seguir agregando razones gastronómicas, de salud pública y personal, culturales, de sostenibilidad, sociales, ambientales, ecológicas, éticas, pero en este caso se abordará algo mucho más prosaico y práctico: la comercialización. 

Números y legumbres

Gran parte del cambio cultural y de hábitos con respecto al rol de la alimentación tiene como protagonistas a miles de personas que empezaron a considerar críticamente lo que consumen y a cientos de familias agricultoras. 

El punto de encuentro entre ambas visiones se instaló, por ejemplo, en la UTT (Unión de Trabajadores de la Tierra), el mayor gremio campesino del país, que está fomentando la transición productiva de sus integrantes a la agroecología. Es decir: producción sin pesticidas ni agrotóxicos de ningún tipo, haciendo policultivos en lugar de monocultivo, que ubica en un rol central al cuidado y fortalecimiento de la tierra para que recupere la vida –microorganismos, nutrientes– que luego pasa a los alimentos y luego a quienes los consumen.  

La UTT nació en 2010. En 2014 comenzó a trabajar agroecológicamente una familia, la de Rosalía Iturbe y Miguel Reyes. Resultados con la lechuga: “De no creer, era espectacular por la cantidad y la calidad” contaron a MU. El beneficio fue también de salud y económico al prescindir de venenos y fertilizantes químicos que cotizan según el dólar. El circuito comercial no le prestaba atención a lo agroecológico. Seguían cobrando mal y tarde. La organización empezó a preparar bolsones para venderlos por su cuenta. La idea confluyó con un incipiente número de consumidores que buscaban comer sano y a precios accesibles (porque los productos con certificación “orgánica” simbolizan un negocio destinado a sectores de alto poder adquisitivo). 

A los dos años eran 80 familias. A los tres eran 200. Hoy son más de 500 las familias productoras de alimentos agroecológicos de la UTT, número que no deja de multiplicarse, que además abastece a una demanda creciente, y que se está entrelazando con otras experiencias y otras geografías de producción alimenticia.

Hoy la UTT tiene sus Almacenes de Ramos Generales en Capital (Almagro y Devoto), Monte Grande y La Plata, almacenes de campo en San Vicente, Lisandro Olmos, Domselaar, Alejandro Korn y Jáuregui. 

En Avellaneda, en la zona de Dock Sud, abrieron además un Mercado Agroecológico y el primer Mayorista Agroecológico del país. Daniela Carrizo, del área de Comercialización, explica sobre el Mayorista: “Abastecemos a 100 clientes al por mayor que tienen sus almacenes o verdulerías, a 160 nodos de compra que llegan a unas 3.000 familias. Hay unas 300 compras comunitarias que implican otros 3.000 bolsones de verduras. También abastecemos a los almacenes minoristas de la UTT y a unos 70 comedores. A diferentes provincias enviamos unos 8.000 bultos semanales de 12 kilos cada uno y localmente son unos 6.000 bultos semanales de 10 kilos cada uno”. El total que mueve el Mayorista de Avellaneda es de unas 625 toneladas mensuales. En el caso de los almacenes minoristas el de Almagro, por ejemplo, tiene un promedio de 220 clientes diarios, con picos de 350 según el día.  

Juan Pablo Della Villa es el secretario de Comercialización de la UTT: “En Buenos Aires abastecemos a más de 25.000 familias y a otras 20.000 a través de las ventas de alimentos al Estado” (municipios como el de San Martín y ministerios como el de Desarrollo). A esas redes se han sumado unas 85 cooperativas productoras de alimentos de valor agregado (embutidos, vinos, yerba, miel, lácteos de todo tipo, dulces, harina, aceite, pastas, arroz, legumbres y todo un universo productivo de calidad que no existe en los supermercados) que integran la Federación de Cooperativas Federadas (Fecofe), con impacto de generación de trabajo para 2.500 familias. 

“Estamos muy movilizados con la experiencia en la Comarca Andina”, plantea Juan Pablo. “Nos organizamos para poner allí a disposición alimentos de la UTT como verduras, frutas y carne de cordero, pero también los productos cooperativos que enviamos desde Buenos Aires. A través de las compras comunitarias llegamos a más de 4.000 familias de la Comarca, con unos 600.000 kilos de alimentos a más de 17 ciudades, pueblos y parajes rurales. Con el tema de los incendios, directamente nos dedicamos al reparto de comida. Y además ya tenemos un galpón de acopio en El Bolsón y otro Almacén de Ramos Generales en El Hoyo”.   

Todo esto puede resultar pequeño frente al consumo masivo (en el Mercado central se comercializan 106.000 toneladas de frutas y verduras mensuales) pero puede resultar enorme si se lo toma como el indicador de una tendencia que crece en Argentina y en el mundo en busca de comida de verdad.

La publicidad de Coca

Juan Pablo recuerda: “Hace un tiempo me dijeron que la Coca es un veneno, y tiene que montar herramientas comunicacionales para venderlo. En cambio nosotros estamos sobrepasados de contenidos legítimos, pero sin esas herramientas. Nuestros contenidos son que producimos alimentos sanos, a precios accesibles, y además eso mejora la calidad de vida de las familias agricultoras y campesinas, e impacta sobre pueblos y comunidades”.   

Se queda pensando: “Todo bien con los bolsones, los nodos, todo lo que nos ha permitido crecer. Pero ahora hay que agregar un salto más porque estamos en un país cagado de hambre. Hay que romper otra barrera de crecimiento que abarque la comunicación, la distribución y lo comercial. Estamos haciendo lo de los almacenes y los mercados mayoristas en el marco de un proyecto que es aplicar la agroecología en escala, con niveles cada vez mayores de producción y de consumo”. 

Lo que está germinando es la idea de un plan nacional y federal que, imagina Juan Pablo, “contenga las necesidades de los pueblos que tienen tierra y no tienen trabajo, y de las ciudades que tienen gente y no tienen comida sana. La agroecología puede ser un motor, una tracción en cada geografía”. 

Dos ejemplos: “Salta produce banana, pero podría dejar de ser artesanal, aplicando esa agroecología a escala con tecnología que facilite la producción y que luego no tenga que pasar por Buenos Aires para desde ahí ir a Córdoba. Es un delirio. En las producciones de verduras podríamos tener galpones de primer nivel para la elaboración de bioinsumos en escala, o la maquinaria que en cada caso se precise. O por ejemplo en Tapalqué hay 400.000 hectáreas de tierras, 12.000 habitantes, y no se produce ni un kilo de verdura. O mandamos a Misiones acelga cultivada en La Plata, cuando allí podrían producirla. Ahí funciona el enfoque agroecológico. Promover la producción local. Y lo que no se puede producir en una provincia como Misiones y sí en otra como Rio Negro, por ejemplo, debe ser enfocado comercialmente para ver cómo abastecer todo con precios accesibles”. 

¿Cómo se combina lo social con lo comercial? “Es lo que estoy pensando cada día de mi vida. Pero no es que empezamos armando una empresa: la construcción de sentido de lo que hicimos fue siempre de abajo para arriba. Las necesidades del territorio nos fueron construyendo el sentido. Entendimos que el camino para que la gente esté mejor es la agroecología. Después entendimos la importancia de la comercialización. Y ahora entendemos que hay que ampliar esa idea. Hace un par de años el problema era cómo llevar verduras de El Pato al almacén de Almagro. Hoy es cómo mandar bananas de Salta a Chubut. Pero además, ¿Con qué vuelvo de Chubut?”. 

La UTT está cultivando este sueño, o proyecto. “Pero estamos en un sistema que hasta te regula qué come la gente. Hay que poner eso en discusión. Lo que pasa es que creemos que la forma de poner las cosas en discusión es con acción. Hacerlas. Si no, nos pasamos cuatro años pintando pancartas contra intendentes o funcionarios que nunca te dan bola. Te quedás en la denuncia y no hacés nada”. 

La clave: “Pensar la autonomía, incluso la autonomía económica con una empresa social que encima está en la trinchera contra 70 injusticias por día. ¿Cómo mejoramos la capacidad económica del negocio en buenos términos, para que los números den bien, sacando al alimento del rol de mercancía y poniéndolo en su rol social? Así es que estamos mandando alimentos a la Comarca que allí no pueden comprar, porque encima todo depende de los supermercados monopólicos. Por eso todo esto lo pensamos en el marco de un plan nacional y federal de distribución, comercialización y consumo que genere trabajo en las economías regionales”. ¿El rol del Estado? “Nos dicen: ‘te financiamos las heladeras del almacén’. No, flaco, las pagamos nosotros, pero recuperá los trenes, comprá camiones y armemos una logística nacional y federal no para la UTT, sino para que este sea un país distinto”.  

Necesidad y porotos

«Se necesita cambiar el modelo de producción no por una cuestión ideológica sino por una necesidad”, dice Agustín Suárez, ingeniero agrónomo y uno de los integrantes de la coordinación nacional de la UTT. “Así construimos nuestra propuesta para que las familias productoras estén mejor, mientras rompemos la idea de que la comida de calidad solo puede ser consumida por cierta clase social”.  

Algunos ejemplos actuales: lechuga, $70 el kilo; tomate, 80; zanahoria, 45; papa, 55; naranja, 50; banana, 110; cebolla, 55; queso cremoso, 410; fideos, 49; yerba, 150 (medio kilo); aceite, 262 (900 cc); leche, 60 (un litro). 

“Demostramos que se puede producir sano y que la barriada puede acceder a precios económicos. Con la fijación de precios semestralmente por asambleas, también transparentamos cuánto gana el productor, cuánto se lleva el intermediario y a cuánto la comunidad paga luego los productos”. Suárez cuenta que han lanzado un Programa de Impulso a la Agroecología, de créditos en plantines para facilitar la diversidad de la producción. “Así como lo hacemos nosotros, el Estado podría planificar la producción, para independizarte del mercado y del valor del dólar. Empezás a tener una proyección sobre las cadenas de producción que es algo que no pasa, por ejemplo, con la exportación de granos. Un barco se va por lo legal, y cinco no sabemos por dónde. Entonces no tenemos control de precios, ni de impuestos ni de nada. Nosotros intentamos mostrar cómo se pueden hacer las cosas de otra manera”.

El concepto: “En esta propuesta hay volumen y potencial enorme de crecimiento, de llegada a toda la sociedad. Apostamos al acceso a la tierra de más campesinos. No por la reforma agraria sino por créditos, o con tierras del Estado totalmente en desuso que pueden albergar colonias agroecológicas en todo el país y multiplicar la producción”. La soja y la necesidad de dólares van a seguir existiendo, reconoce Suárez: “Pero el modelo de monocultivo, la lógica de arrasarlo todo con transgénicos nos tiene hace 30 años en el mismo lugar. Los intelectuales afines a este gobierno te dicen que hay que aumentar la hectáreas de soja, la minería, todo lo extractivo, porque eso ‘da más inclusión’ (brinda fondos al Estado para reforzar el asistencialismo). Es una lógica que ya vimos que no da resultados. Ahí no hay grieta: estamos en el horno si seguimos profundizando ese modo de pensar”. 

Juan Pablo llama “porotos” a cada uno de los pasos de crecimiento que van dando (cada almacén, cada colonia, cada proyecto): tal vez como los que se juntan durante un partido de truco, o como semillas de lo posible y de lo que no se resigna a estar en el horno.   

Al por mayor: Comercialización agroecológica

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Super Mamá: ¿Quién cuida a las que cuidan?

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¿Cómo ser una Super Mamá? La protagonista de esta historia es una flamante madre, una actriz a la que en algún momento le gustaría retomar su carrera y para ello necesita cómplices que le permitan disfrutar los diferentes roles que, como una mamushka, habitan su deseo. ¿Le será posible poner en marcha una vida más allá de la maternidad? ¿Qué necesitan las madres? ¿Qué necesita ella?

Por María del Carmen Varela

Como meterse al mar de noche es una obra teatral —con dirección y dramaturgia de Sol Bonelli— vital, testimonial, genuina. Un recital performático de la mano de la actriz Victoria Cestau y música en vivo a cargo de Florencia Albarracín. La expresividad gestual de Victoria y la ductilidad musical de Florencia las consolidan en un dúo que funciona y se complementa muy bien en escena. Con frescura, ternura, desesperación y humor, abordan los diferentes estadíos que conforman el antes y después de dar a luz y las responsabilidades en cuanto al universo de los cuidados. ¿Quién cuida a las que cuidan?

La escritura de la obra comenzó en 2021 saliendo de la pandemia y para fines de 2022 estaba lista. Sol incluyó en la última escena cuestiones inspiradas en el proyecto de ley de Cuidados que había sido presentada en el Congreso en mayo de 2022. “Recuerdo pensar, ingenua yo, que la obra marcaría algo que en un futuro cercano estaría en camino de saldarse”. Una vez terminado el texto, comenzaron a hacer lecturas con Victoria y a inicios de 2023 se sumó Florencia en la residencia del Cultural San Martín y ahí fueron armando la puesta en escena. Suspendieron ensayos por atender otras obligaciones y retomaron en 2024 en la residencia de El Sábato Espacio Cultural.

Se escuchan carcajadas durante gran parte de la obra. Los momentos descriptos en escena provocan la identificación del público y no importa si pariste o no, igual resuenan. Victoria hace preguntas y obtiene respuestas. Apunta Sol: “En las funciones, con el público pasan varias cosas: risas es lo que más escucho, pero también un silencio de atención sobre todo al principio. Y luego se sueltan y hay confesiones. ¿Qué quieren quienes cuidan? ¡Tiempo solas, apoyo, guita, comprensión, corresponsabilidad, escucha, mimos, silencio, leyes que apoyen la crianza compartida y también goce! ¡Coger! Gritaron la otra vez”.

¿Existe la Super Mamá? ¿Cómo es o, mejor dicho, cómo debería ser? El sentimiento de culpa se infiltra y gana terreno. “Quise tomar ese ejemplo de la culpa. Explicitar que la Super Mamá no existe, es explotación pura y dura. No idealicé nada. Por más que sea momento lindo, hay soledad y desconcierto incluso rodeada de médicos a la hora de parir. Hay mucho maltrato, violencia obstétrica de muchas formas, a veces la desidia”.

Durante 2018 y 2019 Sol dio talleres de escritura y puerperio y una de las consignas era hacer un Manifiesto maternal. “De esa consigna nació la idea y también de leer el proyecto de ley”. Su intención fue poner el foco en la soledad que atraviesan muchas mujeres. “Tal vez es desde la urbanidad mi mayor crítica. Se va desde lo particular para hablar de lo colectivo, pero con respecto a los compañeros, progenitores, padres, la situación es bastante parecida atravesando todas las clases sociales. Por varios motivos que tiene que ver con qué se espera de los varones padres, ellos se van a trabajar pero también van al fútbol, al hobby, con los amigos y no se responsabilizan de la misma manera”.

En una escena que desata las risas, Victoria se convierte en la Mami DT y desde el punto de vista del lenguaje futbolero, tan bien conocido por los papis, explica los tips a tener en cuenta cuando un varón se enfrenta al cuidad de un bebé. “No se trata de señalarlos como los malos sino que muestro en la escena todo ese trabajo de explicar que hacer con un bebé que es un trabajo en sí mismo. La obra habla de lo personal para llegar a lo político y social”.

Sol es madre y al inicio de la obra podemos escuchar un audio que le envió uno de sus hijos en el que aclara que le presta su pelota para que forme parte de la puesta. ¿Cómo acercarse a la responsabilidad colectiva de criar niñeces? “Nunca estamos realmente solas, es cuestión de mirar al costado y ver que hay otras en la misma, darnos esa mirada y vernos nos saca de la soledad. El público nos da devoluciones hermosas. De reflexión y de cómo esta obra ayuda a no sentirse solas, a pensar y a cuidar a esas que nos cuidan y que tan naturalizado tenemos ese esfuerzo”.

NUN Teatro Bar. Juan Ramirez de Velazco 419, CABA

Miércoles 30 de julio, 21 hs

Próximas funciones: los viernes de octubre

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Artes

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

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“Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”. Con esa consigna trabajadorxs de las artes escénicas salieron a exigir la derogación del decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro y pone en serio riesgo al sector teatral independiente. Hubo color y calor, pese a los tiempos oscuros y fríos. El apoyo de la gente en la calle, el fondo del planteo, y la inesperada reacción de Pluto.

Por María del Carmen Varela. Fotos: Sebastián Smok

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

El público en la calle, sumándose al reclamo en favor del Instituto Nacional del Teatro.

La cita fue en la puerta del cine Cacodelphia, en Diagonal Roque Saenz Peña 1150, desde donde partió la colorida y ruidosa caravana que dobló por 9 de Julio y continuó por Av. Corrientes, hasta llegar a Rodriguez Peña. A las dos de la tarde el tramo de la Diagonal entre Lavalle y Corrientes fue punto de encuentro para actores, actrices, músicxs, bailarinxs, cirquerxs y zanquistas que engalanadxs con trajes de colores, vestidos de puntillas, tapados simil piel y elegantes sombreros le pusieron alegría y movimiento a una lucha que viene desde hace tiempo y se agudizó con el decreto que pone fin a a la autonomía y financiamiento del INT, entre otros organismos afectados. Una de las consignas: “Vestite de gala y salí a la calle. Sacate la careta, ponete el antifaz”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Quién dijo que hace frío?

Al grito de “Señor, señora no sea indiferente, estamos defendiendo el teatro independiente” la caravana de la cultura logró su objetivo. Irrumpieron sobre el carril peatonal de una Avenida Corrientes poblada de gente en plenas vacaciones de invierno y nadie quedó indiferente. Aplausos, bocinazos, brazos en alto y muchas gargantas se unieron al canto. El reparto de volantes con el logo de ENTRÁ –Encuentro  Nacional de Teatro en Resistencia Activa– puso palabras al reclamo:

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

¿Te imaginás la calle Corrientes sin teatros?

Las luces apagadas, las pizzerías vacías

Los artistas callejeros sin público

¡Esta peatonal es orgullo nacional!

Y eso es gracias a nuestro teatro

Hoy, nuestro teatro llena la calle de música y color

en este desfile en defensa del Instituto Nacional del Teatro

que para quienes se pregunten ¿qué es y de qué sirve?

Para fomentar y garantizar que el teatro llegue a todo el país

Hace dos meses, el gobierno firmó el decreto 345 que vacía al Instituto

con argumentos falsos sobre su funcionamiento y financiación

¡Al INT, que con los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar,

produce obras, abre salas, genera trabajo y construye cultura e identidad federal!

¡El Instituto no solo implica poco gasto, sino que genera tanto valor!

¡Defendámoslo!

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Las familias y el apoyo a la creación, al arte y al significado del teatro.

El teatro que habla y Pluto en marcha

Nora es una de las mujeres que no resultó indiferente. Mientras paseaba por Corrientes se topó con la caravana y se sumó con canto y aplauso. “Me resulta muy conmovedor porque están defendiendo lo más precioso que tenemos, nuestra posibilidad de seguir creando. Esta puesta en escena me emociona, es poner en escena el deseo”.

¿Vas al teatro? “Todo lo que puedo, cuando puedo pagarlo”.

Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor

Los besos vuelan.

Las niñeces se sintieron muy atraídas por la caravana y no dudaban en acercarse a saltar y aplaudir. Frente al Teatro General San Martín, hicieron una parada y allí el Teatro habló:

  • Ay, ay, ay, me duele todo
  • Teatro, ¿qué pasa?
  • ¡Me dieron una piña en la cara! Y en la panza y en las piernas. ¡Me tiembla todo!
  • ¿Por qué?
  • ¡Quieren desmembrarme!
  • ¿Quién?
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  • El teatro explicándo por megáfono la situación.
  • El decreto 345 quiere vaciar mi instituto
  • ¿Al instituto  que produce obras y abre salas en todo el país? ¿Al instituto que genera trabajo y construye cultura e identidad?
  • Sí. (El Teatro llora y casi se desvanece)
  • ¡Cuidado el teatro se desmaya!
Sacate la careta y ponete el antifaz: una caravana para defender al teatro con color y calor
  • Al teatro le da un soponcio.
  • Yo les juro, no hice nada, el instituto recauda los impuestos que pagan los medios de comunicación y los juegos de azar, pero parece que no sirvo para nada
  • ¿Qué serían las noches sin tus risas y tus lágrimas? ¿Sin tu forma de imaginar? ¿Sin que nos animes a encontrarnos?
  • ¿Alguien vio un teatro? (Señalan a los distintos teatros de calle Corrientes y gritan: ahí, ahí)
  • ¡Quiero vivir! (grita el Teatro).
  • Si, acá estamos y nos organizamos– replican todas la voces.
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Pluto junto a las familias en la calle, observando y aplaudiendo.

La escena de un Teatro golpeado pero en resistencia, revitalizado por la suma de voluntades que lo quieren vivo, se repitió en la puerta del Teatro Astral, donde mucha gente salía de una función infantil. Una vez más, muchxs se acercaron y acompañaron. Pluto, o la persona con el disfraz del famoso perro creado por Walt Disney, saludaba niñxs a su paso aprovechando la alta concurrencia del Astral.

Una vez finalizada la performance del Teatro que quiere seguir contando historias, la caravana emprendió el regreso hacia el lado del Obelisco. Y hasta Pluto decidió abandonar el teatro comercial y se sumó a la fiesta del teatro independiente, mientras otra mujer con su familia se hacía oír con cuatro palabras: “¡Que viva el teatro!”

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Más allá de tu vereda: un documental sobre personas en situación de calle en CABA

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Más allá de tu vereda.

Así, a secas, es el nombre del documental que acaba de estrenarse. 

No es un documental más. Así se llama el programa de radio de y para personas que viven o vivieron en la calle, que se realiza semanalmente en la organización Sopa de Letras. Esta cobija y aborda la problemática así como la salud mental, desde hace más de 10 años en el barrio porteño de Parque Patricios.

El documental explicita la importancia de la radio, el valor de la comunicación, la potencia de lo colectivo, la necesidad de comunicarse, y que alguien escuche del otro lado, o mejor aún: al lado. Y también refleja la historia de Víctor Rodríguez Lizama, su director, que tiene 64 años y vivió varios en situación de calle.

El Cuervo, como le dicen a Víctor por su fanatismo por San Lorenzo, visibiliza en primera persona junto a otrxs protagonistas lo que se ve a diario, pero no tanto. Lo que se sabe, pero no tanto. 

En Más allá de tu vereda, Víctor entrevista a muchos de los integrantes del programa que se emite en Radio Parque Vida (105.9) desde hace más de tres años.

Marcela dice que antes sólo escuchaba. Y que ahora se animó a decir.

Luciana dice que perdió un poco la timidez. Y que, quizá, eso la ayudó a crear la sección “la música que nos hizo”. 

Cata dice que encontró un espacio para hacer arte. Para animarse a leer sus poesías.

Alicia dice que antes hablaba “poquito”. Y que ahora “habla un poquito más”. 

Lautaro habla cuando llora, emocionado. Dice que no tenía experiencia. Y que ahora se sorprende de sí mismo.

Juan Bautista dice que es el encargado de informar las noticias. Y que ahora sí, alguien escucha su punto de vista.

Cristian dice que está más atento a su alrededor. Tanto, que ahora se anima a opinar.

Víctor dice que hasta no hace mucho, había personas que no agarraban el micrófono. Y que ahora no lo quieren soltar.

Termina el documental, con una última imagen; pantalla en blanco y una sola línea en letras negras.

«A todos los que estuvieron en situación de calle y ya no están».

Hay aplausos, hay felicidad, hay valoración. 

Hay orgullo.

Luego, se abre el micrófono para que quien quiera diga lo que quiera. 

Jorgelina: “Hagamos más radios”.

Adrián: “Podría estar en cualquier otro lado, haciendo cualquier otra cosa en este momento y gracias a ustedes estoy acá, me ayudaron un montón desde lo emocional”.

Cierra Víctor Rodríguez Lizama, con la remera puesta de su San Lorenzo querido y su pelo repleto de canas:

“La finalidad de este documental es mostrar cómo a través de la salud mental podemos llegar a la gente invisibilizada, que está ignorada. Ojalá que se reproduzca en otros lugares, que sirva de herramienta para salir adelante. Hoy hay mucha más gente viviendo en situación de calle. Además de haber vivido mucho tiempo, participé de los censos populares. Recientemente censamos en la comuna 1 (Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Monserrat y Constitución) y sólo acá contamos 1480 personas, por donde vos camines están. En la olla popular que hacemos en el Parque Lezama se ve algo similar al 2001. Más personas en calle y más hambre”.

Detrás del Cuervo hay un pizarrón donde se completa al nombre de su documental: 

“Más allá de tu vereda,

hay otra realidad,

atrás de tu puerta”.

Al costado, un mural con un puñado de palabras escritas en letra cursiva: 

“Hasta que no quede ni una sola persona en situación de calle, 

allí seguiremos estando”.

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