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Nuevo espectáculo de los Bla Bla: El delirio como bandera

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Una vez más, Bla Bla y Compañía —antes Los Bla Bla— proponen Modelo Vivo Muerto, un trabajo escénico de antología. Provocan la carcajada con asombrosa frecuencia, cada personaje demuestra haber sido esculpido con minuciosa intencionalidad y el resultado es redondo: el público lo agradece y lo hace saber con alboroto y euforia. Después de más de una década de trabajar juntxs, la bandada que hace del delirio una de sus banderas, se renueva: cambios en el nombre y en el elenco lxs permite definirse como una “grupalidad en movimiento”. Van los viernes y sábado en el Teatro Caras y Caretas 2037.

Lxs alumnxs de una prestigiosa escuela de arte están próximxs a obtener su tílulo (o diploma, que no es lo mismo) y cuando atraviesan la última evaluación de sus habilidades artísticas, sobreviene la tragedia: el modelo vivo aparece… muerto.

Al estilo de las famosas novelas policiales de la escritora británica Agatha Christie, en las que todxs se convierten en sospechosxs del crimen, percibimos que lxs 6 personas que aparecen en escena (3 alumnxs, 1 profesor, 1 psicóloga y 1 músico) pueden haber sido lxs asesinxs. Todxs esconden alguna razón, por mínima que sea, que pueda haberlxs llevado a cometer el homicidio, y lo iremos sabiendo a medida que el tiempo transcurra. La investigación se pone en marcha y un entramado desopilante irá despejando las dudas hasta dar con quien terminó con la vida del modelo ya no vivo.

Carcajadas, gritos, aullidos, aplausos, brazos levantados, son algunas de las reacciones que Manu Fanego, Julián Lucero, Tincho Lups, Pablo Fusco, Sebastián Furman y Carola Oyarbide despiertan en el público. Bla Bla y Compañía —nombre que reemplaza a Los Bla Bla por dos razones: el “los” quedó desfasado y se sumó Caro Oyarbide— son maestrxs de la risa y su manejo de las herramientas para provocarla sobresale por lo eficaz. Hace trece años arrancaron con este grupo cómico que pasó de hacer sketches a armar una obra teatral de una hora, con la gracia y desparpajo que lxs caracterizó en cada una de sus producciones.

Después de un año de no hacer nada juntxs, acá están para mostrarnos esta nueva joya escénica. Lucía, Sarabia y Sergio —Oyarbide, Fusco y Lups— están a punto de alcanzar su tan ansiada meta: ser artistas. Ernesto —Lucero— es el profesor que por momentos exhala solemnidad para luego perder la impostación y rendirse a la torpeza mientras Juan Manuel —Fanego— trabaja posando para ser reproducido en las hojas de los futuros artistas, es quien encontrará tan triste destino que trunca su sueño de viajar unos meses a la India para entregarse al yoga y a la meditación. María Luisa —también interpretada por Fanego— es la psicóloga de la institución y tras largo tiempo de aburrimiento, por fin entra en acción al activarse el protocolo por asesinato. Bastian —Furman— completa el esquema escénico y es quien nos da la bienvenida en la historia con su monólogo inicial y la música que interpreta en vivo en el piano que está sobre el escenario. Todxs generan distintos matices y un ritmo que se sostiene durante los 60 minutos de esta obra de creación colectiva.

¿Qué lxs mantiene unidxs? Tincho Lups: “El amor a hacer lo que hacemos juntxs, las ganas de jugar todavía nos agrupa. En esta oportunidad se suma Caro Oyarbide a la grupa, resignificamos el juntarnos siempre desde la ganas y también podría agregar el desafío de hacer algo grupal, que es de lo mejor que nos pasa”. Tincho sostiene que están ejerciendo mayor responsabilidad en los ensayos y en el trabajo que lxs une en este momento y arriesga una razón: “Estamos más crecidos…o más grandes, como prefieras”.

En esta ocasión, las escenas cortas típicas de sus shows dieron paso a esta obra que surgió del guión para un corto que hasta ahora no concretaron. Lo ampliaron con la colaboración de la actriz, directora y dramaturga Francisca Ure y del actor, director y dramaturgo Gustavo Lista. Cuenta Manu Fanego: “También nosotres tenemos una dinámica autoral y colaboramos en eso. Se armó una creación colectiva. Caro Oyarbide se sumó arriba de las tablas. Esa es una de las principales diferencias con lo que veníamos haciendo. Fue un proceso corto, caótico, eso es un poco un acento de nuestra grupalidad. Otra gran diferencia es que empezamos a llamarnos Bla Bla y Compañía, un poco para quitarle el género al nombre del grupo y entendiendo que entran nuevas personas, entonces empieza a ser una grupalidad en movimiento”.

Cada unx interviene en distintos proyectos más allá de Bla Bla y Compañía y esto no le resta energía al grupo, sino que lo potencia.  Julián Lucero asegura: “Seguimos encontrando un lugar de placer y de juego, con lo complejo que es eso, ponerse de acuerdo, escuchar, correrse de un lugar en el que uno cree que tiene  todas las cosas resueltas, es interesante y enriquecedor a pesar de que por momentos es dificil, complejo y cuesta entenderse. Cuando pasamos esa barrera aparece algo muy hermoso que es la construcción colectiva,  encontrarnos nuevamente a armar algo como esta obra es una felicidad”.

Tincho suma: “Nos reímos de las mismas pavadas y nos hacemos reír mucho entre nosotres arriba y abajo del escenario, somos muy amiguites”. La horizontalidad en las decisiones es otro de los aprendizajes que destaca Manu: “Yo aprendo cómo trabajar en grupo , las cosas que une tiene que aprender a gestionar internamente para con una grupalidad en la que muchas veces tenés que ceder lugares o tomar posiciones y todo eso es un gran aprendizaje para la convicencia, para la vida en comunidad. En ese sentido aportamos y aprendemos un montón. Cada une tiene particularidades que hacen más rica la cosa. Hay algo de lo andrógino que cargo, que me gusta desarrollarlo en el grupo, y hacer personajes femenimos o atravesados por algo de eso, y algo también en lo musical”.

El humor ¿puede salvar al mundo? No, responden. “Pero sÍ puede hacerlo un lugar más habitable y más bello”, arriesga Julián. Agrega Manu: “Económicamente el humor no va a salvar al mundo, en cuanto a imponer un régimen de sistema diferente y más inclusivo tampoco creo que vaya a salvar al mundo, sí salva quizas a un mundo más emocional, interno, como una especie de lupa que permite pararse en otro lugar o reírse de unx. Eso lo usamos mucho para trabajar, reírnos de nosotrxs mismxs. Hay algo que aliviana el peso de este mundo que de por sí es pesado, en ese sentido se podría decir que el humor es una buena herramienta”.

Teatro Caras y Caretas 2037

Modelo Vivo Muerto

Viernes y sábados, 22.30 hs

Intérpretes: Pablo Fusco, Tincho Lups, Manu Fanego, Julián Lucero, Sebastián Furman y Carola Oyarbide

Colaboración artística y dirección de actores: Francisca Ure

Música: Sebastian Furman

Diseño de escenografía: Sol Soto

Vestuario: Sandra Szwarcberg

Diseño de luces: Gustavo Lista

Colaboración coreográfica: Jorge Thefs

Diseño gráfico: Manu Fanego y Patricio Vegezzi

Redes sociales: Diego Bocha Fernandez

Colaboración en dramaturgia: Gustavo Lista

Producción: Maribel Villarosa

Una creación colectiva Bla Bla y cía

Nota

Bajotierra: una obra conmovedora sobre la muerte por asbesto en el subte

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Es interpretada y dirigida por la hija de un operario fallecido a causa de contaminación del material: Camila Pacci concibió esta obra en pleno duelo de su padre, Jorge Pacci, y logró una pieza artística sensible y potente que le da otra difusión a un tema silenciado. “Jorge, mi papá, trabajaba en el subte. Limpiaba 36 vagones por día, a puerta y ventana cerrada. Trabajó 7 años, a sus 56 años fue enterrado en Chacarita, a dos cuadras de su trabajo: el Taller Rancagua de la Línea B”, dice en escena y afirma a lavaca: “Para mí lo más importante es que se sepa, que se entienda claramente lo que pasó. Del asbesto nadie sabe nada, pero es importante decir que es peligroso y que te quita la vida”. Última función este domingo, a las 19hs en Área 623 (Pasco 623, CABA).

Por Anabella Arrascaeta

Primero, la respiración. Suave, casi imperceptible. El aire entra sin esfuerzo, y sale.

Pero la música sube, 

y la respiración 

crece 

de 

poco. 

Y ahora se mueve la espalda, imaginamos que lo hace también el tórax pero no lo vemos de frente. El impulso llega hasta los omóplatos, se traslada a los brazos, recorre las manos. El ritmo ya es frenético y toma todo el cuerpo de Cristian Franco, uno de los dos intérpretes de la obra teatral Bajotierra. 

En escena entra ahora Camila; se para en el centro de la caja negra, escenario de Área 623. Estamos en la Sala Ventana, y Camila nos permite mirar artísticamente un proceso personal: ella es hija de Jorge Pacci, trabajador del subte fallecido por mesotelioma de pleura en marzo de 2021, una enfermedad producida por la exposición al asbesto en el subte de Buenos Aires. 

Camila está a punto de recibirse de licenciada en composición coreográficas en la Universidad Nacional de Artes (UNA), donde ganó el Premio Estímulo a la Creación 2023 con esta obra de danza que además de interpretar, dirige. Y sí: en Bajotierra Camila relata la muerte de su papá. 

Los 36 vagones de la muerte

Bajotierra fue el proyecto de tesina de Camila, quien comenzó primero a investigar sobre otros temas; corría el 2022 y se encontraba en pleno duelo cuando empezó a pensar en crear una obra que pudiera ser también una despedida a su padre.Se puso a investigar sobre el asbesto. 

¿Qué encontró? El asbesto es un mineral natural que se emplea como aislante en revestimiento de construcción; por ejemplo, en los vagones de subte que en 2011 la Ciudad de Buenos Aires, con Mauricio Macri como jefe de Gobierno, compró a España. 

Fueron 36 vagones de subte para la Línea B que en habían sido retirados de circulación once años antes. Siete años después, notas periodísticas del país europeo dieron a conocer que había un trabajador del Metro de Madrid enfermo de asbestosis por la inhalación de asbesto que desarrollaba tareas en una flota de los mismos vagones comprados por Macri.

Las fibras del asbesto son flexibles y se descomponen con facilidad; y cuando esto sucede el material queda en el aire, puede ser inhalado, lo cual provoca graves patologías en el cuerpo. Trabajadores de la línea B manipulaban diariamente piezas de esos vagones para adaptarlos a la estructura porteña; en seguida al sindicato argentino se les prendió la alarma y gracias a su lucha el 20 de febrero de 2018 Subterráneos de Buenos Aires (Sbase), dispuso sacarlos de servicio ante las sospechas. 

Ya era tarde.

Desde entonces, la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP, conocida como Metrodelegados) realizó cientos de paros (el sindicato los llama medidas de autodefensa) para denunciar la exposición a asbesto de los trabajadores y trabajadoras del subte. Es que la situación es alarmante y trágica: al día de hoy en el subte hay 3 trabajadores muertos, 6 trabajadores con cáncer y 86 trabajadores afectados con neumoconiosis por exposición a asbesto. Además 2.150 ingresados al Relevamiento de Agentes de Riesgos para que les realicen estudios. 

Uno de ellos es el papá de Camila.

Camila se acercó al sindicato que la acompañó en el proceso creativo, y hasta le consiguieron un lugar para poder ensayar la obra. Ella recogió el guante para visibilizar desde otra perspectiva esta misma problemática. Dice en el escenario: “Jorge, mi papá, trabajaba en el subte. Limpiaba 36 vagones por día, a puerta y ventana cerrada. Trabajó 7 años, a sus 56 años fue enterrado en Chacarita, a dos cuadras de su trabajo: el Taller Rancagua de la Línea B”. 

Hay arte, pero no hay metáfora.

“Ellos se llaman familia subterránea. Y realmente son personas muy cálidas, muy familiares. Así me recibieron. Conocerlos me cambió”, dice a lavaca Camila, que tenía como objetivo poner en escena lo que pasó. “Para mí lo más importante es que se sepa, que se entienda claramente lo que pasó. Del asbesto nadie sabe nada, pero es importante decir que es peligroso y que te quita la vida”. 

Debut y despedida

En los costados del escenario el asbesto está representado: parece ser algodón o espuma, algo pesado, denso. “Mi nombre es Camila, no es que me interese no morir pero, como todos ustedes, quisiera que sea sin dolor”, dice en el centro de la escena. Después, el otro intérprete, Cristian Franco, representa la muerte de Jorge. Entonces Camila pregunta: “¿Cómo hacer aparecer algo que es invisible y letal?”

Camila lo lleva a escena, como una forma de memoria y también de justicia a la vida de su padre. Relata a lavaca: “Hay algo de mi viejo que se hace presente, aparece el peso de su muerte. Desde ya que tiene un peso enorme para mí, pero también lo tiene para los trabajadores del subte. La obra es un punto de encuentro: lo quise así, un puente hacia ellos. La obra era una despedida, pero cuando empecé a leer todo lo que hacen y lo que hicieron, me inspiraron, la obra cambió por ellos”. 

Bajotierra: una obra conmovedora sobre la muerte por asbesto en el subte
El asbesto, representado en Bajotierra. Foto: Micaela Novoa / Bajotierra

Cuando Bajotierra se estrenó, el gremio se encargó de garantizar entradas gratuitas a dos de las funciones funciones para todos los trabajadores y trabajadoras que quisieran ir. En las funciones llenan toda la primera fila del teatro, mínimo.. El resto se distribuye por las butacas de más arriba, y muchos están con sus familias. Cuando la obra termina aplauden de pie, emocionados, con lágrimas de dolor pero también de orgullo.  

  • La última función de Bajotierra es el domingo 17/12, 19hs en Área 623 (Pasco 623 – Balvanera)
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