CABA
Los ojos no mienten
Ojos Locos. Junto a Callejeros, son la otra banda rockera de sobrevivientes de Cromañón: fueron el grupo soporte de aquel 30 de diciembre. Pero son mucho más que eso. En esta conversación cuentan sus vivencias, trazan lo que bien podría ser un retrato de la época y revelan el compromiso que los une con quienes salieron de aquella trampa: honrar la vida.
V illa Real es tal vez el barrio más pequeño de Buenos Aires, triangular, como un corazón que late arrinconado contra la General Paz. No se sabe de qué reyes habla ese corazón, o si nombra a la realidad.
Ojos Locos sigue vivo después de la muerte. Sus integrantes son todos sobrevivientes de Cromañón que no quieren semejante etiqueta instalada en el alma. “Nosotros sobrevivimos una noche, pero ahora estamos viviendo” necesitan aclarar, como les ocurre a miles de chicos.
Junto a la sala de ensayos hay silencio. Leia, la labradora de Martín, mueve la cola después de olernos a todos como aprobando el comienzo de una charla de horas alrededor de cuál es, parafraseando una de sus canciones, la verdad en el corazón.
En los recitales que han venido dando, reúnen no menos de 1.800 personas cantando como en las marchas de Cromañón: “Escuchenlo: ni la bengala, ni el rocanrol, a nuestros pibes los mató la corrupción”. Los chicos repiten su fiesta eterna de saltos, abrazos, pogos, novias sobre los hombros y alegría. En la periferia, hay damas y caballeros maduros sacudiéndose al ritmo de Demasiado lomo.
Ojos Locos nació en 2002. Martín, que estudió piano con profesor particular y terminó el secundario como técnico electrónico, estaba trabajando como técnico en computación en una pequeña empresa, aunque en esos años de crisis densa “lo único que hacíamos era pintar el techo de la oficina”. E imaginar canciones.
Pronto se sumó Luis: “Mi batería parecía la cocina de mi vieja”. Integraba (y sigue integrando) un grupo de música celta. Tiene 29 años, y trabaja en la colchonería familiar, haciendo repartos. Luego Germán -Cherman para el público- autodidacta de la armónica, aunque desde entonces se ha dedicado a estudiar con profesor. Trabaja en una pinturería 12 horas por día, desde las 6 de la mañana. Llegó Pájaro, guitarrista y obrero de imprenta. Matute, bajista y empleado administrativo de una empresa “bajo régimen de cuasi explotación” informa Martín (por eso no estuvo en la charla). Y Juan, 20 años, estudiante de Medicina, hijo de padres médicos. “Yo sabía tres acordes y él –señala a Martín- me trajo a tocar.” Estudió guitarra, abandonó Medicina, y ganó la música: se dedica a Ojos Locos a tiempo completo, estudia música contemporánea y da clases de guitarra.
El grupo se da a conocer con sus nombres de pila y apodos. Los que crean que el autor de las canciones es Martín Martínes, deberán saber que tal apellido es apenas un seudónimo, en esta banda que trabaja y proyecta las cosas en nombre propio.
Lo que hay que ver
¿Por qué Ojos Locos? Martín: “Fue un juego. Fonéticamente está bueno. Y te abre a muchas cosas. Luis: “La gente come basura fuera de McDonald’s. Para ver eso y no hacer nada… no tenés que mirar”. Martín: “O tiene que ser normal para vos. Tus ojos están locos para ver eso, diciendo ¿y qué?”. Luis habla de sinceridad: “Vos estás triste y tus ojos no mienten”, pero Martín retruca: “También hay gente que tiene entrenada la mirada para estar delante de 200 diputados y decir cualquier cosa”.
En 2003 hicieron recitales donde ya llevaban 350 personas. En 2004 ya iban 900. “Lo principal para nosotros era autogestionar. No dejar que te impongan horario, sonido, cantidad de temas, sino tratar de generar nuestro propio espacio, para no despersonalizarnos” dicen. Habían hecho un demo (un disco propio) de diez canciones. Entonces, llegó el 30 de diciembre de 2004.
Cromañón
El saxofonista de Callejeros, y anteriormente de Viejas Locas, Juancho Carbone, había sido un invitado permanente de Ojos Locos. No integraba el grupo, pero sí su historia. Para Cromañón, aquel 30 de diciembre, Callejeros invitó a Ojos Locos como banda soporte. Ya se sabe el resto. El sueño de la noche de verano se transformó en un viaje al infierno. ¿Qué pasó?
Los chicos de Ojos Locos se miran: “Es una marca en la vida. Yo no sé si la entenderemos alguna vez en su verdadera dimensión” razona Martín. “Vos nos preguntás, y no sé que palabras decir. No puedo hablar mucho de eso” dice Luis, como si los silencios no fueran también una respuesta.
La consecuencia más directa de Cromañón para Ojos Locos fue la muerte de diez amigos, incluyendo a Diego Fernández, el padre de Pájaro, el guitarrista. Pájaro me mira. Ojos rojos. Sale. Juan, el otro guitarrista, explica: “Tocando con el grupo del momento, venían todos”. Por eso había padres, novias, hermanos, familiares.
Pájaro vuelve a la ronda. Como Germán, parece de los que prefieren escuchar. El propio Martín estuvo internado 18 días: “Perdí el conocimiento adentro, me desperté en el hospital”. Lograron salvarlo del humo negro de cianuro. Leia nos observa sin mover la cola, como si por un momento hubiéramos formado allí la banda más silenciosa de toda Villa Real.
Medios negocios
¿Qué pasó a partir de entonces? “Desde el primer día la opción que tomamos fue no hablar del tema de Cromañón. Nos llamaron de todos los canales de televisión, radios, revistas. En el caso de ustedes es distinto, sabemos que tienen otro modo de tocar estos temas.” Martín distingue: “Yo no creo en los medios. Son negocios. A veces a pienso que generan los hechos, los inventan”. Luis: “No les preocupa decir la verdad”.
Martín va a las marchas de los 30 por Cromañón. Pájaro no, pero tampoco las cuestiona: “Cada cual tiene su forma de sacar adelante la situación que está viviendo.” Luis cuenta que le hizo muy bien poder encontrarse con los padres: “Visitarlos, conversar, comer algo juntos. Esos contactos me fortalecieron más.” Realizaron terapias grupales e individuales. “Lo grupal fue bueno porque abrió la conversación entre todos, no que cada uno se quede en su mambo.” Mambo sería negar el problema: “No lo podés esquivar. Y encima ves a otra gente que está en pie y se moviliza… y con más razón entonces”.
Martín plantea una cuestión: “Si pensás en vos solo, y no como parte de algo colectivo, te dejás caer. Siempre en la historia de la humanidad, después de las tragedias, la forma de salir es en grupo”. Reconoce que hay chicos que se recompusieron bien, y otros siguen encerrados en aquel día. “No hablamos de estar mal en el colegio, el trabajo, la pareja: hablamos de las esencias de lo que es la vida.”
Mirada autocrítica
¿En esos encuentros con los familiares, hay autocrítica con respecto a los recitales, las bengalas y todo eso que angustia a los padres? “Siempre hicimos esa autocrítica. A veces no detectás el peligro, porque no ves el contexto en el que estás parado. Uno nunca podía pensar que el lugar iba a estar en esas condiciones para que la inconsciencia o algo que uno no podía prever desatara un desastre.”
Una diferencia: Callejeros parece haberse replegado con respecto a los familiares, para encarar un modo de comunicación más mediático. “Por cosas del destino, no estamos tan en el ojo de la tormenta como ellos. Buscamos otros contactos, y nos hizo muy bien. Ves a padres que están destruidos, y en otros casos los ves en pie, y te sacás el sombrero: pueden dar amor, conectarse, la verdad es que son una obligación para nosotros.” Frente a lo mediático, Ojos Locos parece considerarse a sí misma como un medio de comunicación. “Nuestro medio son nuestras canciones, las cosas que hacemos, nuestros vínculos con los familiares. Contarte que hice un disco en Mataderos Records es fácil. Pero esto otro es comunicarte en serio, o intentarlo.”
Hay padres que les cuestionaron que Juancho siguiera siendo el saxofonista eternamente invitado. Martín: “Creemos en él, sabemos que no es un asesino ni un culpable. Ésa es nuestra convicción, y por eso mismo no puedo, después de todo lo que pasó, no darme cuenta de que la vida sigue.”
Salto mental
Ojos Locos ha tomado la experiencia como un disparador para valorizar la vida. Martín: “La vida es como un sube y baja. Pero esto fue como un golpe (mueve las manos abruptamente: el sube y baja se derrumbó). Lo que podías esperar a los 70 años te pasó a los 16 o 17. La tuviste al lado. Eso te hace percibir todo distinto”. Juan: “Yo empecé a apreciar la relación familiar, los amigos. Muchas veces la gente es egoísta en las relaciones, y aprendés a ver y a pensar en el otro”. Pájaro: “A mí todo esto me abrió mucho. Querés conocer a más personas, y te dejás conocer. No se encuentra la felicidad, andá a saber qué es eso…”
Luis cree que los chicos que estuvieron en Cromañón han tenido que hacer un salto mental que corresponde a los 40 años o más. Habla de una especie de dolor de poder ver: “Es como si hoy te pusieran ante los ojos el mundo que el resto de la gente no ve. Puede ser como una carga. Vos dirías: quiero ver el mundo como antes, y no hacerme tanto problema. Pero pensar, tener la cabeza abierta, te trae eso”. Germán: “Yo valoro a la banda. Me ayudó mucho. Empecé a conocer más a cada uno” dice, y vuelve a callar, con la armónica en el bolsillo.
Hay una cantidad de gente aparentemente preñada de progresismo, que despotrica contra Cromañón y todas las iniciativas y reclamos que se generaron a partir de entonces. Dice Martín: “Hay progres que se piensan que la única lucha son los 30.000 desaparecidos. Otros te hablan del imperialismo, de Estados Unidos. Y yo creo que la lucha es más doméstica, y más actual. Hay personas que tienen 50 años o 60 y como militaron alguna vez, se piensan que tienen carta blanca para hablar de lo que quieran. Y la verdad es que la realidad los superó”.
Se trataría de la distinción entre sabiduría y decadencia. Ojos Locos va más allá: “Nos superó incluso a los que tenemos 25 ó 30 años. Nos comió. Así que uno de 50 ó 60 ¿qué se cree que sabe de la realidad? Hoy la cosa es día a día, y donde te quedaste, todo te pasó de largo. Como nos pasó a nosotros. Mirá lo que vivimos. Y mucho más terrorífico es cuando entendés que todo eso se debió a intereses y poderes económicos”.
La frontera del menemismo
Para el grupo existe una frontera generacional: “Los pibes de 2000 para acá son distintos a los de la época menemista. El que tiene 22 ó 23 no es lo mismo que el de 17 de hoy. Son esos cinco años en que este país se vino abajo. A los grandes se les pichó la burbuja, y no quieren verlo. Pero estos otros, los más pibitos, arrancaron con la burbuja pinchada. Todo mal. Frente a eso no dejan lugar a que ‘bueno, el Estado me va a asistir, a cuidar, me van a dar’. Saben que son ellos por su lado. Y nada más”. ¿Se trataría de mayor madurez en los más chicos? “Creo que sí. Cuando nosotros teníamos 17 éramos peores que los chicos de ahora”.
Juan, el guitarrista (recuérdese que tiene 20 años): “Los pibes no se engañan. Nosotros no veíamos. Pensábamos que estábamos en el sistema. Los pibes la tienen más clara, saben que todos somos parias. Muchos pibes te dicen que se ven sin futuro. Para nosotros ese vocabulario no existía…, ¿no tener futuro?”.
Acaso haya que lograr aún más sutileza para diferenciar situaciones. Martín: “El rock quedó fuera del alcance de los chicos marginales. Antes capaz que tenían acceso, y en algunos casos el rock podía ser más ‘reventado’. Pero la gente quedó metida en una olla a presión, se juega muchas veces la vida sólo por caminar las cuatro cuadras hasta tomar el bondi, cuando tiene la moneda para pagarlo. Ya no la tiene. El pibe que está con esa presión, no puede sentarse a planear un futuro, una familia. ¿Qué va a planear si se la está jugando con solo salir a la calle? ¿Qué peligro puede ver en una bengala, o que un tipo suba y les diga ‘boludos córtenla’? Todo eso es un juego, cuando todos los días boletean a uno en tu barrrio”. Un recuerdo: “Yo salía con una pibita de Varela. Barrio, barrio. Ahí bajaban uno por mes. Yo le decía: ¿no tenés miedo? Y me contestaba: ‘¿Y qué querés que haga? El día que me toca, me toca’. A la persona que está pensando que el día que le toca le toca, ¿qué le decís? ¿No tomes birra, el alcohol a largo plazo te daña? No hay largo plazo”.
Producir vida
La conversación siguió y siguió. Los Ojos Locos mencionaron algunos temas:
La cultura: “Cultura no es saber los ríos de Europa. Memorizar y no pensar. La cultura pasa por la realización que logre cada uno en su vida”.
El sistema: “Acá parece que te desarrollás según las cosas que tenés. Pero yo creo que las sociedades y las personas se tendrían que desarrollar por lo que son. Si vos valés por la casa, por el auto, por la ropa, no sos. Y eso genera angustia y miedo”.
La culpa: “La culpa de por qué yo quedé vivo… tendría que generar más culpa no honrar la vida que tenemos. Vos no decidiste lo que pasó. Lo que pasa es que muchos chicos no lo pueden ver, y no tienen una ayuda profesional. Pero más que culpa, tendrían que estar dando su testimonio para cambiar un montón de cosas”.
La felicidad: “No está prohibido que vos vuelvas a ser feliz. Nosotros tuvimos la suerte de la música, de tener un lugar para expresar. Los jóvenes están empujados a tantas cosas que no les dejan encontrar un lugar donde buscar su propia expresión”. (La relación entre felicidad y la propia expresión merece ser recordada).
La política: “De política no hablo, porque no existe” informa Martín.
El trabajo: “La crisis no está en el hecho mismo de trabajar en algo que no te guste 13 ó 14 horas. Sino que te sentís parte de algo que no va a ningún lado. Y el trabajo se basa en un negocio, y en pagarle mal a la gente. Si yo trabajo y gobernara gente decente, capaz que lo aguanto. Pero cuando no encontrás una realización para vos, te estás sintiendo parte de un sistema que es una mierda, y que te convierte a vos también en una mierda por pertenecer a ese sistema”.
El rock: “Hay un rock establishment. Las bandas desenmascaran a ese rock con limusinas, tapados de piel y alfombras rojas. La mayor convocatoria de gente en el país la mueve el rock barrial, lejos. La gente pide que seas transparente. Y honesto”.
Contaron también que se consideran una cooperativa. No votan, porque no quieren que nadie pierda. Prefieren usar más tiempo y decidir por consenso.
Reparten equitativamente los ingresos. Hasta ahora van empatando gastos y ganancias. “Los discos se autogestionan, los recitales también”. Lo principal flota en el aire: el deseo, el entusiasmo.
Leia vuelve a mover la cola. Los chicos cuentan que producen los discos de modo independiente. Posiblemente ésa sea la clave, y así quieran producir su propia vida, día a día, con los riesgos y la potencia que eso significa. Tal vez esa sea la verdad que ronda los sueños, los temas y los silencios que laten en Villa Real.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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