CABA
El remedio es la ley
Mario Sebastiani, el médito que alza la voz para despenalizar el aborto. Su larga experiencia proclama: la legalización es el único camino para terminar con la indignidad y la muerte a las que expone el Estado a las mujeres. Argumentos que sintetizó en el Congreso y desarrolla didácticamente en esta nota. Por Anabella Arrascaeta.El doctor Mario Sebastiani está sentado atrás del escritorio del último consultorio del pasillo que lo separa de la sala donde muchas embarazadas esperan. Caminó con entusiasmo la larga fila de puertas buscando ese lugar vacío. Más tarde recorrerá con los mismos pasos ágiles el hospital. Abrirá puertas con su credencial y mostrará rincones que atesora: un parque interno, las ventanas de un edificio histórico, una escalera enmarcada en enormes columnas que brillan y parecen haber detenido las agujas del reloj hace tiempo. El doctor Sebastiani se mueve ligero y con la sabiduría de quien conoce los ascensores, escaleras y atajos de un edificio que para el resto de los mortales es un gigante coqueto de piedra destinado a anular toda capacidad innata de GPS. Se mueve como en su casa en el sentido más literal y menos metafórico de la expresión: hijo de padre napolitano y madre húngara, aunque él nació en Buenos Aires ya de niño lo apodaron El Italiano. En la Scuola Cristoforo Colombo transitó toda su escolaridad; en la Universidad de Buenos Aires cursó Medicina y la residencia lo llevó a su origen: hoy es médico especialista en Obstetricia e integrante del Comité de Bioética del Hospital Italiano.
El doctor Sebastiani lleva más de nueve mil partos asistidos, escribió nueve libros, participó en la publicación de cerca de 50 trabajos en revistas y espacios científicos y presentó más de 80 en congresos, jornadas y simposios. Su tesis de doctorado: Sexualidad y embarazo. La teoría y la practica criaron en él una corriente filosófica que él llama “anti-natalista” que define así: “Traer hijos a este mundo tiene que ser un acto de responsabilidad”.
Los años y la experiencia lo radicalizaron hasta poner en palabras una incómoda realidad: “La maternidad es una condena para la mujer”.
Y explica por qué: “Es un proyecto para toda la vida: no tiene salida”.
Desde esa ética responsable y reflexiva del nacimiento, el doctor Sebastiani sostiene: “El aborto es una cosa buena”. Y explica por qué: “permite decidir cuáles son los hijos deseados y los no deseados. Los no deseados no son malos, lo que no es bueno es empezar la vida en el no deseo. Lo lógico sería venir a este mundo deseados”.
El doctor Sebastiani reconoce todo lo maravilloso que es traer un hijo al mundo, pero advierte: “La felicidad que cada uno la viva como quiera”. Como médico, recuerda que las redes de riesgo están tendidas sobre el cuerpo de la mujer. Enumera: “Aborto espontáneo, hipertensión, diabetes, desprendimiento de la placenta, parto, cesárea, infección, hemorragia”.
Y concluye: “La especie humana es una especie absolutamente dependiente. No logramos adquirir competencias sino en el larguísimo tiempo: el niño va a ser una entidad relativamente autónoma recién a los 2 años”.
Las consecuencias, al igual que los riesgos, tienen geografía femenina: “Esa dependencia hace que cuando vas a pedir trabajo, vas perdiendo porque tenés un hijo. Ganás menos o te quedás en tu casa. Y la economía es libertad. Cuando una mujer no trabaja, cuando le dicen: ‘vos quedate a cuidar los chicos y yo trabajo’, ejercen un poder sobre ella que no te podés imaginar. Y el hombre con poder es violento”.
Billetera mata inseguridad
El doctor Sebastiani siempre supo que iba a ser médico: de chico lo fascinaban los guardapolvos blancos y las muestras gratis. Supo también desde siempre que quería trabajar con mujeres. Su curriculum indica que en cuarto año de la carrera de Medicina llegó al Hospital de San Miguel Dr. Raul Larcade. Recuerda ahora esas guardia en las que todas las noches, a las 22 horas, hacía la recorrida como practicante: “Era el último perro, el último llegado”. Era 1973. En una cama vio a una chica que se estaba muriendo. Preguntó a quienes estaban con él -los dos jefes de guardia, los dos cirujanos, el pediatra mayor y el menor- por qué se iba a morir. “Porque se hizo un aborto”, contestaron. La chica tenía un síndrome de Mondor, un cuadro infeccioso que sigue a un aborto séptico. El doctor Sebastiani confiesa que en ese momento preguntó si el aborto era legal o no, porque en Italia, ya en ese entonces, se había despenalizado. “El aborto acá es ilegal y se debe haber puesto un tallo vegetal o algo así”, le respondieron sus colegas. Él lanzó una pregunta más: “¿Y si estuviéramos en Italia?”. La respuesta cambió su vida para siempre: “En Italia no se muere nadie porque el aborto es legal”.
En ese hospital se enamoró de la obstetricia y recibió una lección que nunca había recibido en la universidad: las mujeres abortan. Y explica por qué: “En la universidad te enseñan que uno de cada diez embarazos termina en aborto espontáneo. Entonces, tendríamos que haber hecho un raspado cada diez partos, pero no: hacíamos más raspados que partos. Lo cual estaba indicando que las mujeres se hacían abortos”.
Años más tarde ingresó a la residencia en el Hospital Italiano. La realidad cotidiana cambió: “Acá no hay aborto infectado: hay clase media”. Cuando un tiempo después empezó a viajar por el interior del país el escenario se tornó siniestro: “Vas por los hospitales públicos de las provincias y se vivencia lo que es el drama”.
El drama que nombra el doctor Sebastiani tiene una causa: la ilegalidad. Y una consecuencia: la desigualdad. En un debate televisivo, Sebastiani ilustró esta situación: “La mujer pobre está totalmente desamparada. La rica resuelve: tiene en Santa Fe y Callao su solución segura. ¿Qué es lo que hace la ley? Iguala a las personas. ¿Qué sucede en nuestro país? Las pobres se enferman, las pobres se mueren, las pobres tienen 12, 14 hijos. Cuando le pregunto si quiere a sus hijos me dice que sí, pero cuando le vuelvo a preguntar si le hubiera gustado tener menos hijos me vuelve a decir que sí”.
Lo indecible
Los pasillos del Hospital Italiano confirman que al doctor Sebastiani lo conocen todos. En cada esquina alguien lo saluda, a todos les contesta por su nombre y les hace algún comentario. Después sigue veloz a abrir otra puerta. Una dualidad convive armónicamente en él: parece que no queda espacio libre en su agenda y, al mismo tiempo, se muestra dispuesto a dedicarle a cada quien todo el tiempo del mundo. La última persona que se cruza antes de llegar al escritorio es un colega un poco más joven: le avisa que va a hacer una entrevista periodística y, entre risas, le contestan que no es nada raro. El doctor Sebastiani siempre está disputando la palabra. Así inició su militancia por el aborto legal, seguro y gratuito: tomando la palabra. Escribió hace más de 35 años una carta de lectores al diario La Nación y desde entonces no paró.
“En el ADN de la mujer está el aborto: una de cada dos mujeres va a tener un aborto en su vida. Sin embargo no se habla de este tema en las carreras o en la currícula de pregrado de Ginecología o de Obstetricia, salvo cuando se lo menciona en las infecciones obstétricas y ginecológicas”.
El contexto cambió.
Dibuja una línea de tiempo para explicar cómo: “Cuando empecé, el aborto era kriptonita. Hoy es un discurso prácticamente cotidiano. Cada uno no deja de manifestar su posición, pero existe una mayor conciencia de que es un derecho de las mujeres”. Lo importante, destaca, es poder nombrar lo que sucede.
El marketing de la culpa
El doctor Sebastiani señala una posible teoría sobre porqué se silencia el aborto: el marketing de la culpa. Quienes están a favor del aborto clandestino desarrollan un abanico de estrategias que condenan y estigmatizan la libre elección de las mujeres. Dicen: “El aborto es una marca para toda la vida”. El doctor Sebastiani responde con cifras: en el país se realizan entre 400 y 600 mil abortos por año. Pregunta: “¿Vos ves a 400 mil mujeres llorando?”. Y contesta: “No. Lo que veo es tranquilidad”.
Sigue: “Hay una política sistemática de culpabilizar a la mujer que aborta, mientras que no culpabilizan a nadie por tener un hijo que no fue programado”. En este escenario, una estrategia que propone para vivir maternidades deseadas y responsables es, nada menos, que planificarlas.
Dicen: “Estamos a favor de la vida”. El doctor Sebastiani contesta: “Aquel que está a favor de la vida, y se queda tranquilo diciéndolo, no puede no mirar que existe un número de abortos espectacular, que existe enfermedad y muerte como no hay en otros escenarios donde la ley es distinta y se le da cobertura a la mujer. Cuando alguien plantea esta situación de culpa y de la potestad de la vida del embrión -cosas totalmente respetables- tiene que hacerse cargo de cuál es la condición. Nosotros no estamos obligando a nadie a abortar, pero hay unos que obligan a no abortar y obligan así a la mujer al riesgo, la inseguridad, la enfermedad y la muerte”. El doctor Sebastiani resume: “Esta defensa irrestricta de la vida del embrión nos trae a como estamos. ¿Y cómo estamos? Impresentables. Sin solución”.
Frente a frente
El 30 de junio de 2016 se presentó por sexta vez el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Todavía no tuvo trámite parlamentario, más que una reunión informativa de la Comisión de Salud Pública que evidenció la necesidad urgente de un debate.
La sala estaba llena. El doctor Sebastiani -pelo blanco, ojos pícaros, camisa y saco, acodado en la mesa- esperaba su turno para tomar la palabra. Fue invitado para disertar desde la perspectiva médica a favor de la despenalización. Había también abogados, militantes, diputados, políticos y representantes de instituciones a favor del aborto clandestino. Cuando llegó su momento tuvo menos de diez minutos para exponer. No necesitó más: fue el único ovacionado de la jornada.
Días antes analizó el papel que deben ocupar los médicos en el debate sobre el aborto legal. Empezó aclarando: “Los médicos pertenecemos a un sistema que se llama salud pública. Si ese sistema le da la espalda a una mujer que decide interrumpir su embarazo pasa lo que sucede en la actualidad: tenemos enfermedad, muerte y ninguna prevención de la repitencia”. El doctor Sebastiani propone cambiar la lógica: “¿Qué pasa si la salud pública responde? Tendríamos menor cantidad de embarazos no deseados, mayor planificación familiar, acompañamiento de la mujer, no tendríamos enfermedad, no tendríamos muerte”.
Tras los cristales chiquitos y transparentes de sus anteojos dice ver cada día cómo el aborto “se ha transformado en un evento muy privado. Privado no es soledad. No tiene que ser en soledad: tiene que ser asesorado, tiene que haber un equipo médico que acompañe”.
¿Legalizar el aborto impactaría sobre la estructura del sistema de salud?
Hoy en el sistema público tenés una de cada dos camas ginecológicas ocupadas por complicaciones del aborto. Si vos legalizás el aborto tendrías el 50% de las camas libres. Es grosera la diferencia: hoy tenés 76.000 internaciones anuales por complicaciones por aborto. Eso no existiría.
¿El sistema de salud pasó a ser la puerta de entrada al sistema penal para las mujeres que abortan?
Hay distintos colores: quien acepta hacer el asesoramiento en la forma que corresponde a la condición médica; quien acepta hacerlo, pero debajo de la mesa sin que lo escuchen y, la peor variante, el que se escuda en una orden del jefe de servicio que determina sobre lo que se puede hacer y lo que no. Es un problema grave, porque eso se aplica incluso hasta en un evento legal como el aborto no punible. Bajar este tipo de criterios sobre profesionales jóvenes a través del miedo, incluso del grito, es un problema que se ve muy frecuentemente. Por eso la instancia de interrupción legal del embarazo está funcionando con muletas porque hay lugares que son permeables y otros que no.
¿Por qué cree que los médicos denuncian a una paciente que abortó?
Me da la impresión de que los médicos no es que están con la Biblia en la mano o con el obispo atrás. Tienen miedo, alguien les impuso entonces ese miedo. Estas cosas que hay que corregirlas. Mientras yo le digo que está muy mal denunciar a un paciente que confió en el secreto médico, hay otro que le dice: ‘Si le pasa algo a la mujer vos vas preso’. Escuchan dos versiones, se enloquecen. Y nadie les habla del Derecho. Los médicos hoy contamos con tres fallos muy importantes: el Fallo FAL, el Manual del Ministerio sobre Aborto No Punible y el fallo de la Ciudad, que autoriza, mediante declaración jurada de la víctima de una violación, a que los médicos practiquen un aborto. Muchos pensaron que iba a ser una aberración, que las mujeres iban a llegar al hospital público inventando haber sido violadas para hacerse abortos. En cuatro años en Hospital Italiano: una. Mujeres que se hicieron abortos: un montón. La mujer no miente, pero la sociedad considera que su palabra no es confiable.
¿Qué implicancia tiene la criminalización médica del aborto?
¿Por qué muchas mujeres se han muerto? Por consultar tarde, porque sabían que si iban al hospital las denunciaban. Hoy la denuncia ha caído notablemente. Hoy se sabe que el médico que denuncia es pasible de tener una demanda. Después del caso Natividad Frias quedó una norma bien clara: si bien existen intereses contrapuestos sobre lo que es el aborto como evento penal, la privacidad de las personas cuenta. La otra cosa que cuenta es que no importa la denuncia, lo que hay que hacer es buena medicina. En vez de estar pensando en la denuncia tengo que pensar cómo resuelvo, tengo que tomar conductas inmediatas porque el tiempo es oro. Lo que está existiendo, según tomo conocimiento en el último Congreso de Ginecología y Obstetricia, es que está habiendo denuncias a los médicos que no cumplen con el protocolo de atención de la interrupción legal del embarazo. Ha cambiado la escena criminalizadora: antes los anti aborto eran los denunciantes, hoy están calladitos la boca.
En el actual escenario, ¿qué puede hacer un médico?
Hoy el aborto está prohibido, pero nada me impide que te asesore sobre el aborto. Así pasó en Uruguay: primero empezaron asesorando, y la mortalidad bajó. La consejería ayuda notablemente la situación. En el pasado era palabra prohibida, no se nos hubiera ocurrido asesorar, teníamos miedo de ir presos, de que nos echaran de nuestro trabajo. Era imposible. Sin embargo desde hace años los que estamos en este movimiento decimos: mi conocimiento le pertenece al paciente. ¿Cómo voy a negárselo? Además soy médico egresado de la universidad pública: te lo debo. Vos pagaste mis estudios. La realidad es que hoy, una mujer que quiere hacerse un aborto toma las pastillas sin tener la información necesaria o va a lo de un personaje que se lo hace. Y ese personaje no quiere saber ni el nombre de la paciente ni nada: ni la edad, ni el grupo sanguíneo, nada. Mucho menos le va a preguntar qué es lo que necesita para seguir ese embarazo, lo cual sería una buena pregunta. No le pregunta si ha habido un evento de violencia. No te pregunta nada. Pide la plata, hace el aborto y dice: ‘Tomatela de acá ya’. En una situación legal, un médico te preguntaría qué necesitás. Te preguntaría la edad, dato fundamental para saber en qué sectores hay que trabajar en prevención del embarazo no deseado. Te haría con una seguridad médica máxima la interrupción del embarazo y, además, te daría la planificación familiar necesaria para que no vuelvas al consultorio en una situación similar. Todo eso significa legalizar el aborto.
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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.
Por María del Carmen Varela
El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.
La propuesta reza:
El Teatro está Abierto: ENTRÁ.
La historia no se repite igual, pero rima.
El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.
La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.
Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».
El texto poético que acompaña el mitín:
Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada
Ayer fue incendio, hoy es apagón
Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito
Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva
Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital
En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.
Entrá porque es urgente
Entrá porque es ahora.
El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.
Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)
[email protected]
Instagram: @festivalentra
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Villa Lugano: una movilización en contra del “Máster Plan”

Vecinas y vecinos del barrio del sur porteño resisten ante una obra que está haciendo el gobierno de la Ciudad a espaldas de la comunidad: tala de centenares de árboles añosos, el cierre de varios ingresos y egresos de la autopista Dellepiane y la colocación de un nuevo peaje (a 4 km de otro ya existente) para ampliar la recaudación. El silencio del gobierno local y el ruido de sus topadoras arrasando el espacio verde y público. La voz de la organización popular que no calla y sale a la calle, otra vez –este viernes y en una caravana de autos– para visibilizar lo que pasa en una de las zonas más postergadas de CABA: a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel hasta Dellepiane Norte y Piedra Buena.
Por Francisco Pandolfi
Desde noviembre del año pasado la comunidad de Villa Lugano resiste a una obra que ya está haciendo el Gobierno de la Ciudad sin licencia social ni escuchar a la vecindad: el Máster Plan Autopista Dellepiane, con un costo de más de 7.000 millones de pesos, tala de centenares de árboles, cierre de 14 ingresos y egresos a la autopista y otro peaje (a cuatro kilómetros del de avenida Lacarra).
La organización popular no cesó desde el momento en que se enteraron de la iniciativa. Asambleas, audiencias públicas, semaforazos, volanteadas en los distintos sub barrios que forman parte de este barrio porteño bien al sur porteño. Y guardias, para evitar el talado de árboles en lo que las y los vecinos denuncian como “un ecocidio”, que está sucediendo desde marzo.
La comunidad hizo un relevamiento casa por casa con los frentistas a la autopista Dellepiane: más del 70% no tenía idea de la existencia del Máster Plan. Presentaron por escrito pedidos de información pública a AUSA (Autopistas), APRA (Agencia de Protección Ambiental), Ministerio de Infraestructura y a la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño, sin respuestas.
Sin embargo, la obra empezó aún incumpliendo la promesa de que antes habrían mesas de trabajo en conjunto. Este viernes, la comunidad decidió volver a manifestarse, en una caravana de autos para seguir visibilizando la problemática. Desde lavaca hablamos con el colectivo de vecinos apartidario No dividan Lugano que está al frente de denunciar la obra.
Sobre lo negativo y lo positivo de la obra, dirán: “El Master plan Autopista Parque Dellepiane fue presentado como una mejora para el sur de la ciudad, pero en la práctica profundiza las desigualdades urbanas, degrada el ambiente y fragmenta el territorio. Lo negativo es abrumador”, y enumeran:
• Implica la tala de más de 500 árboles añosos, sin plan de reforestación efectivo.
• Aumenta la huella de carbono y destruye espacios verdes sin compensación.
• Instala un Metrobus central inaccesible, que obliga a cruzar pasarelas extensas sin rampas adecuadas ni soluciones reales para personas mayores o con movilidad reducida.
• Divide al barrio aún más, eliminando accesos, aislando sectores y obstaculizando la vida cotidiana.
• No contempla una red multimodal de transporte, ni bicisendas, ni centros de transferencia.
• Instaura peajes en tramos que eran gratuitos, generando un nuevo costo para vecinos que hacen trayectos cortos todos los días.
Agregan: “Lo positivo, si lo hay, podría haber sido la oportunidad de pensar el área como un verdadero corredor verde y sustentable. Pero nada de eso fue incorporado, ni escuchado”. Y vuelven a enumerar, en este caso, sobre lo que es fundamental denunciar en esta obra:
• Fue diseñada sin participación ciudadana efectiva, sin diálogo real con la comunidad.
• Incumple múltiples normativas locales y nacionales, desde la Constitución de la Ciudad hasta leyes de accesibilidad, ambiente y derechos ciudadanos.
• Avanza a pesar de un amparo ambiental colectivo presentado por vecinos, vulnerando el Acuerdo de Escazú y los principios de justicia ambiental.
La obra es impulsada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (GCBA), a través de su empresa estatal AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), con financiamiento internacional de la CAF –Banco de Desarrollo de América Latina. Las veces que lavaca quiso comunicarse con la Secretaría de Gobierno y Vínculo Ciudadano porteño fue imposible. Nadie atiende. En relación a AUSA el prensa de la empresa explicó que la política interna es “no dar entrevistas en ON, que con los medios se manejan así”.
Dicen las y los vecinos: “El proyecto fue aprobado sin estudios de impacto ambiental adecuados, sin matrices de costo-beneficio transparentes y sin haber sido sometido a procesos participativos válidos. Hoy, la obra está en plena ejecución, avanzando a toda velocidad sin haber sido revisada tras la presentación del amparo ni durante las mesas de trabajo convocadas por la Justicia, una vez que ya habían iniciado la obra”.
¿Las mesas de trabajo están sirviendo de algo? ¿Hay escucha del gobierno porteño y de la empresa?
Las mesas de trabajo fueron convocadas por orden judicial. Pero en la práctica, no hay escucha real. El GCBA y AUSA llegan a las mesas con el proyecto cerrado, sin brindar información clave, sin contestar a los pedidos de acceso a la información, ni frenar las obras mientras se debate. Las propuestas alternativas presentadas por los vecinos (como usar colectoras, premetro, u otros modelos de movilidad sustentable) ni siquiera fueron consideradas. Las mesas han sido una formalidad dilatoria mientras la obra avanza sin freno.
¿Qué perjuicios ya están sucediendo y cuáles sucederán?
Tala de árboles, pérdida de sombra, humedad y biodiversidad; rotura de veredas, ruidos permanentes, vibraciones y molestias en la vida diaria; corte de accesos históricos, dejando barrios desconectados. Y si no se frena habrá un aumento de inseguridad vial, con colectivos cruzando carriles rápidos en maniobras riesgosas; aislamiento de sectores enteros del barrio; encarecimiento de la vida cotidiana por peajes, más transporte y pérdida de comercios barriales; mayor contaminación ambiental y sonora; desvalorización de las propiedades y deterioro del entorno.
¿Por qué este viernes 1 de agosto la comunidad hará una caravana?
Porque ya no alcanza con reclamar en silencio ni esperar respuestas que no llegan. Convocamos a una caravana vecinal pacífica para visibilizar el conflicto, frenar el avance destructivo de la obra, y exigir participación real. Será una caravana con autos, banderas argentinas y carteles. Queremos que nos vean y que nos escuchen.



La caravana saldrá a las 18 horas desde Dellepiane Sur y Montiel y finalizará en Dellepiane Norte y Piedra Buena. Participarán familias, organizaciones barriales, ambientalistas, arquitectos, docentes, jubilados, comerciantes. Al finalizar, se realizará una ceremonia simbólica con Flavia Carrión, antropóloga y comunicadora de sabiduría ancestral, en el Día de la Pachamama. “Será un acto de gratitud ambiental, una pausa colectiva para honrar a los árboles y el esfuerzo de toda nuestra gente; para agradecerle a la Tierra por seguir aguantándonos. Un momento para reencontrarnos con lo esencial: la naturaleza, la vida en comunidad y la defensa de lo que amamos”.
Esta misma vecindad organizada se formó el año pasado con el nombre “No dividan Lugano”, cuando evitó que el gobierno porteño hiciera una serie de pasos bajo a nivel, que hubiesen significado un abanico de perjuicios para el barrio. En ese entonces, cuando llegaron las topadoras, mujeres y hombres se atrincheraron para defender árboles de más de 100 años. En esta crónica contamos lo que fue ese proceso comunitario.
Un año después, el barrio de Lugano sigue en pie de resistencia. “Somos una comunidad que se levanta para defender a su barrio. Ya presentamos más de 800 firmas, relevamientos propios y propuestas alternativas. Pero nos siguen ignorando, y la obra sigue destruyendo. Por eso salimos a la calle, otra vez, y así lo seguiremos haciendo cada vez que haga falta”.
Actualidad
Marcha de jubilados: balas y bolitas

Siete detenidos y al menos 30 personas heridas, entre jubilados, curas, trabajadores de prensa (lavaca, Cítrica, Infonews, El Destape y C5N, entre ellos), defensores de derechos humanos, y un niño de 4 años que estaba con su familia en la Plaza de los Dos Congresos. Ese es uno de los saldos de otra semana de represión brutal a la protesta de cada miércoles, esta vez coordinada por la Policía de la Ciudad, que disparó postas de goma, balines con gas pimienta, granadas aturdidoras, golpeó con escudos y lanzó un nuevo tipo de gas que producía tos y vómitos. El despliegue también implicó tareas de inteligencia ilegal con efectivos que filmaban y fotografiaban manifestantes, según denunció la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), que también relevó «policías armados con postas de plomo que están prohibidos». Los carteles, las reflexiones, y la creatividad: algunos integrantes de la marcha terminaron jugando a las bolitas en la calle con los balines policiales.
Por Lucas Pedulla y Francisco Pandolfi. Fotos Juan Valeiro/ lavaca.org

El padre Paco Olveira muestra los balines que golpean y expulsan gas pimienta. Terminaron jugando con ellos a la bolita sobre la acera.
Otro miércoles de protesta de jubilados y otro miércoles de represión feroz y absurda enfocada principalmente a jubilados y a la prensa que cubría lo que estaba ocurriendo. Con ataques directos a los ojos y a los cuerpos. A las cámaras y a los celulares que registraban la bestialidad de las fuerzas de seguridad –el fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, entre ellos, con quemaduras de primer grado en el cuello y en la oreja–. No es difícil imaginar lo que hubiese ocurrido si ese ataque le hubiera llegado directamente a los ojos. Esta vez fue la Policía de la Ciudad la encargada de lanzar gases y disparos a mansalva en la intersección de Avenida de Mayo y Luis Sáenz Peña cuando la movilización pretendía ir hacia la Casa Rosada.

El fotógrafo Juan Valeiro de lavaca, uno de los periodistas atacados, como ocurrió con profesionales de Cítrica, Infonews, El Destape y C5N.
Hubo 7 detenidos (Agustín Cano, Leandro Maristains, Alejandro Carrizo, Federico Burgos, Francisco Ramos, Hugo Eischler y Javier Mendoza) y al menos 30 heridos según la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), entre ellos un niño de 4 años que estaba en la Plaza de los Dos Congresos junto a su familia.

Escenas de otro miércoles de violencia estatal absurda.
Más allá de la violencia ordenada por la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la concentración de jubilados tuvo un eje concreto de reclamo: el “no al veto” del gobierno nacional a la suba de las jubilaciones y la emergencia en discapacidad. Sin embargo, Javier Milei ya avisó que vetará las leyes aprobadas por el Congreso. Tiene plazo hasta el lunes 4 de agosto, tiempo destinado a ofrecer distintas cuestiones no públicas a diputados que se sumen a apoyar el veto, como ha venido ocurriendo. ¿El argumento del oficialismo contra un ínfimo aumento a jubilados? “Va en contra del equilibrio fiscal”.

Una de las jubiladas víctimas del coraje policial contra ellas, y de un nuevo gas tóxico, un símbolo de esta época.
Con la camiseta de Independiente y máscara del Hombre Araña, un jubilado entendió el mapa económico que traza esa decisión, y lo señaló con un cartel en tono bíblico: en el Génesis se habla de un sueño con vacas gordas y vacas flacas, referencia a los períodos de prosperidad y a los de dificultades. El jubilado escribió una actualización argentina de aquella imagen que ya no tiene forma de sueño sino de pesadilla.
- “Vacas gordas, jubilados flacos”.

El Hombre Araña es del Rojo, y releyó el Génesis.
Números y un café
Carlos trabajó cuarenta años en el Correo y no falta ningún miércoles a la marcha de jubilados y jubiladas con su remera ya mítica de Chacarita. Tanto, que casi nadie sabe que se llama Carlos y la gente le dice “Chaca”. Hoy caminó por Rivadavia con dos vendas que le envolvieron sus dos antebrazos. “Como todos los miércoles, venimos a reclamar y te cagan a palos. Acá tenés la prueba”, dijo a lavaca mostrando sus moretones. “Pero ya lo dije: esta sangre mía Bullrich la va a pagar”.
Héctor acaba de cumplir 75 años: “Decir que la suba de las jubilaciones atenta contra el equilibrio fiscal es una payasada. Milei lo deja claro cuando le baja las retenciones al campo, como dijo el sábado en la Sociedad Rural. Para nosotros nada y para los ricos todo, esa es la política del gobierno. ¿El beneficio para el campo no genera déficit fiscal? Milei es una máquina de mentir”. El hombre cuenta sus propias y reales retenciones: “Ya no salgo más que los miércoles acá. Ya no tengo la vida que tenía antes, no puedo viajar ni tomarme un café”.

Policías en acción, frente a jubilados que reclaman por sus haberes amputados por la motosierra.
De ratificarse el veto a los jubilados, la suba de agosto no será del 7,2% como fija la ley aprobada (el haber mínimo $441.600), sino del 1,62% en base al último índice de inflación de junio de 2025, por lo que la jubilación mínima será de $ 314.243,51.
Abus en la calle
Alicia tiene 63 años y lleva un pañuelo firmado por siete de sus nietos: “Abus en lucha”, “Aguanten los jubilados”. No entiende la distribución de la riqueza. O sí, pero la ve obscena: “La baja de las retenciones y el veto a los jubilados es una guasada total”. Sus retenciones: “Ya no me puedo dar más un gustito. Vivo el día a día, ya no estoy comprando nada ni semanal ni mensual”.
En la marcha hubo muchos carteles al respecto:
- No al veto: nuestra indigencia es tu superávit
- Ni veto ni represión: fuera el FMI
- No al veto a las leyes en jubilaciones
- No al veto: cobarde estafador (y la cara de Milei).
Ana, 74 años, trajo su propia pancarta: “Baja las retenciones a los ricos, hambrea a los viejos”. Cuenta que su hijo trabaja en el Correo y teme ser despedido, que su nieta encontró trabajo en un Todo Moda pero la echaron a los dos meses. Para ella todo el pueblo debería movilizarse: “No sólo los jubilados y los del Garrahan. Todos”.

No hay plata para el cine argentino (el Gaumont como símbolo) pero sí para filmar ilegalmente a manifestantes.
Walter (66) y Julio (62) llegaron de Campana, norte de la provincia de Buenos Aires. Sumaron otros dos carteles: “Viejo: no te quedes en tu casa, vení a luchar” y “Ayudame a luchar. El próximo viejo sos vos”. Walter movió la cabeza de un lado para el otro al recordar el discurso de Milei en la Sociedad Rural: “Un tipo desquiciado, frente a toda la oligarquía, los terratenientes, los dueños de la tierra. Él mismo dice: ‘soy cruel’. Nos la está haciendo parir. Nos quitó la medicación, todo un desastre”.
Julio coincidió: “Ahí ves realmente para quién gobierna. Hasta el que tiene séptimo grado, como yo, se da cuenta”.

Jubilado hablándole a la pared.
Roberto, 62 años, de Trelew (Chubut), lo escucha: “Pero hay que seguir viniendo, compañeros. Son totalmente inescrupulosos. Hoy hablaba con un amigo que me decía que había que respetar el voto popular, pero Hitler también ganó con el voto popular. Si no salimos a la calle, no sé qué más va a pasar”.
Vallas a donde vayas
El Congreso estuvo totalmente vallado. Vallas sobre Entre Ríos, Riobamba, Yrigoyen, Rivadavia. “Este quilombo lo hizo la Buillrich”, gritó un cincuentón a los automovilistas que se quejaban porque avanzar por las calles lindantes era un imposible.
Luis llevó un cartel: “Menstruación=sueldo de jubilado; viene una vez y se va a los tres días”. Dijo que lo escuchó a Milei cuando anunció en La Rural la baja de las retenciones al agro. “Lo que me dolió fue que la gente aplaudió cuando dijo que iba a vetar nuestro aumento. La gente del campo aplaude a todos los que empiezan con la “m” de mierda: Martínez de Hoz, Menem, Macri y ahora Milei”.

Mensaje para el tal vez próximo embajador de Trump en Argentina. Un apellido que parece un mandato.
Después de la radio abierta, como cada miércoles, empezó la movilización. Las columnas bajaron a Hipólito Yrigoyen, cuya circulación no estaba cortada y marcharon por la calle. “Luche que se van”, fue otra vez el hit, al que siguió “que se vayan todos”. Uno de los temas, con dedicatoria explícita: “A dónde está, que no se ve, esa famosa CGT”. Nobleza obliga: ni la CGT ni ningún partido político, con la cabeza en las elecciones legislativas y no en la calle.
La violencia y las bolitas
Sobre Yrigoyen, casi Luis Sáenz Peña, se divisaba un camión hidrante que se retiró. La columna dobló al final de la Plaza para ir hacia Avenida de Mayo con la intención de seguir la marcha hacia Plaza de Mayo. Sin embargo, en otro operativo de pésima coordinación –esta vez por la Policía de la Ciudad– la manifestación se mezcló entre autos y colectivos que seguían pasando.

“¡Por la vereda!”, gritaron algunos jubilados. Pero en ese momento, los efectivos cortaron de cordón a cordón empezando con la respuesta física violenta. El operativo estuvo acompañado, como suele ocurrir, por oficiales con cámaras que filmaron y sacaron fotos (con el objetivo de realizar algún tipo de “inteligencia” y amedrentamiento a quienes ejercen el derecho de reclamar).
La movilización avanzó pero rápidamente empezaron las detonaciones de escopeta con postas de goma y de granadas. Dispararon balines de armas byrna, redondos y de colores, que impactaban en los cuerpos, provocando lastimaduras y liberación del gas que llevan dentro. También lo hicieron sobre la vereda, donde se supone que no hay “protocolo”. Detuvieron, golpearon y gasearon fundamentalmente a trabajadores y trabajadoras de prensa, como cada semana. El efecto de esos spray, que poseen una sustancia espesa y viscosa: penetra los poros y quema durante horas. El fotógrafo de lavaca, Juan Valeiro, como otros reporteros (Cítrica, Infonews, C5N y El Destape, entre otros), fueron atendidos en la misma plaza y en el Instituto Patria. “Quemadura de primer grado”, diagnosticaron a nuestro compañero.

¿Qué escudan los escudos?
Nadie fue ajeno a esta nueva ofensiva. La policía disparó un gas que generaba tos hasta el punto de provocar arcadas y vómitos. La sensación era extraña, porque no había un sabor ácido ni picante, pero provocaba una tos ronca. El efecto llegaba incluso a las calles aledañas, aparentemente ajenas al la marcha. “El registro del despliegue policial evidencia su brutalidad e irracionalidad”, denunció la CPM, organismo que precisó otro detalle alarmante: “Se relevaron también policías armados con armas con postas de plomo que están prohibidas, y acciones de inteligencia ilegal”.
Agregó la CPM que el ataque incluyó a defensores de derechos humanos, cuyo hostigamiento tenía como fin evitar el registro de los hechos.
Sin embargo, la gente no se fue.
La gente se quedó. La policía avanzaba, seguía gaseando, y la gente siguió.
“¡Tienen miedo!”, gritó una jubilada. “¡Tienen miedo!”.
Uno de los primeros detenidos había sido el padre Paco Olveira. Lo golpearon, lo gasearon y lo salvó la gente. Se llevó de recuerdo dos de los balines de la Policía. “Es el último arma que trajo Bullrich”, explica y muestra a lavaca. “Te tiran y salta el gas. No te deja respirar. Y duele, porque nos dieron unos cuantos en los pies. Gracias a Dios hoy no tiraron a los ojos”.
De fondo, la jubilada siguió gritando: “¡Tienen miedo!”.
Otro miércoles de protesta de jubilados se diluía entre detenciones y balines de gas. Entre un cordón con armas largas sobre Rivadavia y un grupo de la motorizada dispuesto a salir sobre Rodríguez Peña. Sin embargo, mientras el padre Paco seguía mostrando los balines, alguien propuso:
–Juguemos a las bolitas.
Todos se rieron, por el absurdo de la situación.
De nuevo, frente al horror, la creatividad social.
Y así, frente a policías que seguían filmando ahora una burla, un párroco y una jubilada arrodillados en la calle, jugaron a las bolitas con los balines para cerrar otro miércoles argentino.

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