CABA
El remedio es la ley
Mario Sebastiani, el médito que alza la voz para despenalizar el aborto. Su larga experiencia proclama: la legalización es el único camino para terminar con la indignidad y la muerte a las que expone el Estado a las mujeres. Argumentos que sintetizó en el Congreso y desarrolla didácticamente en esta nota. Por Anabella Arrascaeta.El doctor Mario Sebastiani está sentado atrás del escritorio del último consultorio del pasillo que lo separa de la sala donde muchas embarazadas esperan. Caminó con entusiasmo la larga fila de puertas buscando ese lugar vacío. Más tarde recorrerá con los mismos pasos ágiles el hospital. Abrirá puertas con su credencial y mostrará rincones que atesora: un parque interno, las ventanas de un edificio histórico, una escalera enmarcada en enormes columnas que brillan y parecen haber detenido las agujas del reloj hace tiempo. El doctor Sebastiani se mueve ligero y con la sabiduría de quien conoce los ascensores, escaleras y atajos de un edificio que para el resto de los mortales es un gigante coqueto de piedra destinado a anular toda capacidad innata de GPS. Se mueve como en su casa en el sentido más literal y menos metafórico de la expresión: hijo de padre napolitano y madre húngara, aunque él nació en Buenos Aires ya de niño lo apodaron El Italiano. En la Scuola Cristoforo Colombo transitó toda su escolaridad; en la Universidad de Buenos Aires cursó Medicina y la residencia lo llevó a su origen: hoy es médico especialista en Obstetricia e integrante del Comité de Bioética del Hospital Italiano.
El doctor Sebastiani lleva más de nueve mil partos asistidos, escribió nueve libros, participó en la publicación de cerca de 50 trabajos en revistas y espacios científicos y presentó más de 80 en congresos, jornadas y simposios. Su tesis de doctorado: Sexualidad y embarazo. La teoría y la practica criaron en él una corriente filosófica que él llama “anti-natalista” que define así: “Traer hijos a este mundo tiene que ser un acto de responsabilidad”.
Los años y la experiencia lo radicalizaron hasta poner en palabras una incómoda realidad: “La maternidad es una condena para la mujer”.
Y explica por qué: “Es un proyecto para toda la vida: no tiene salida”.
Desde esa ética responsable y reflexiva del nacimiento, el doctor Sebastiani sostiene: “El aborto es una cosa buena”. Y explica por qué: “permite decidir cuáles son los hijos deseados y los no deseados. Los no deseados no son malos, lo que no es bueno es empezar la vida en el no deseo. Lo lógico sería venir a este mundo deseados”.
El doctor Sebastiani reconoce todo lo maravilloso que es traer un hijo al mundo, pero advierte: “La felicidad que cada uno la viva como quiera”. Como médico, recuerda que las redes de riesgo están tendidas sobre el cuerpo de la mujer. Enumera: “Aborto espontáneo, hipertensión, diabetes, desprendimiento de la placenta, parto, cesárea, infección, hemorragia”.
Y concluye: “La especie humana es una especie absolutamente dependiente. No logramos adquirir competencias sino en el larguísimo tiempo: el niño va a ser una entidad relativamente autónoma recién a los 2 años”.
Las consecuencias, al igual que los riesgos, tienen geografía femenina: “Esa dependencia hace que cuando vas a pedir trabajo, vas perdiendo porque tenés un hijo. Ganás menos o te quedás en tu casa. Y la economía es libertad. Cuando una mujer no trabaja, cuando le dicen: ‘vos quedate a cuidar los chicos y yo trabajo’, ejercen un poder sobre ella que no te podés imaginar. Y el hombre con poder es violento”.
Billetera mata inseguridad
El doctor Sebastiani siempre supo que iba a ser médico: de chico lo fascinaban los guardapolvos blancos y las muestras gratis. Supo también desde siempre que quería trabajar con mujeres. Su curriculum indica que en cuarto año de la carrera de Medicina llegó al Hospital de San Miguel Dr. Raul Larcade. Recuerda ahora esas guardia en las que todas las noches, a las 22 horas, hacía la recorrida como practicante: “Era el último perro, el último llegado”. Era 1973. En una cama vio a una chica que se estaba muriendo. Preguntó a quienes estaban con él -los dos jefes de guardia, los dos cirujanos, el pediatra mayor y el menor- por qué se iba a morir. “Porque se hizo un aborto”, contestaron. La chica tenía un síndrome de Mondor, un cuadro infeccioso que sigue a un aborto séptico. El doctor Sebastiani confiesa que en ese momento preguntó si el aborto era legal o no, porque en Italia, ya en ese entonces, se había despenalizado. “El aborto acá es ilegal y se debe haber puesto un tallo vegetal o algo así”, le respondieron sus colegas. Él lanzó una pregunta más: “¿Y si estuviéramos en Italia?”. La respuesta cambió su vida para siempre: “En Italia no se muere nadie porque el aborto es legal”.
En ese hospital se enamoró de la obstetricia y recibió una lección que nunca había recibido en la universidad: las mujeres abortan. Y explica por qué: “En la universidad te enseñan que uno de cada diez embarazos termina en aborto espontáneo. Entonces, tendríamos que haber hecho un raspado cada diez partos, pero no: hacíamos más raspados que partos. Lo cual estaba indicando que las mujeres se hacían abortos”.
Años más tarde ingresó a la residencia en el Hospital Italiano. La realidad cotidiana cambió: “Acá no hay aborto infectado: hay clase media”. Cuando un tiempo después empezó a viajar por el interior del país el escenario se tornó siniestro: “Vas por los hospitales públicos de las provincias y se vivencia lo que es el drama”.
El drama que nombra el doctor Sebastiani tiene una causa: la ilegalidad. Y una consecuencia: la desigualdad. En un debate televisivo, Sebastiani ilustró esta situación: “La mujer pobre está totalmente desamparada. La rica resuelve: tiene en Santa Fe y Callao su solución segura. ¿Qué es lo que hace la ley? Iguala a las personas. ¿Qué sucede en nuestro país? Las pobres se enferman, las pobres se mueren, las pobres tienen 12, 14 hijos. Cuando le pregunto si quiere a sus hijos me dice que sí, pero cuando le vuelvo a preguntar si le hubiera gustado tener menos hijos me vuelve a decir que sí”.
Lo indecible
Los pasillos del Hospital Italiano confirman que al doctor Sebastiani lo conocen todos. En cada esquina alguien lo saluda, a todos les contesta por su nombre y les hace algún comentario. Después sigue veloz a abrir otra puerta. Una dualidad convive armónicamente en él: parece que no queda espacio libre en su agenda y, al mismo tiempo, se muestra dispuesto a dedicarle a cada quien todo el tiempo del mundo. La última persona que se cruza antes de llegar al escritorio es un colega un poco más joven: le avisa que va a hacer una entrevista periodística y, entre risas, le contestan que no es nada raro. El doctor Sebastiani siempre está disputando la palabra. Así inició su militancia por el aborto legal, seguro y gratuito: tomando la palabra. Escribió hace más de 35 años una carta de lectores al diario La Nación y desde entonces no paró.
“En el ADN de la mujer está el aborto: una de cada dos mujeres va a tener un aborto en su vida. Sin embargo no se habla de este tema en las carreras o en la currícula de pregrado de Ginecología o de Obstetricia, salvo cuando se lo menciona en las infecciones obstétricas y ginecológicas”.
El contexto cambió.
Dibuja una línea de tiempo para explicar cómo: “Cuando empecé, el aborto era kriptonita. Hoy es un discurso prácticamente cotidiano. Cada uno no deja de manifestar su posición, pero existe una mayor conciencia de que es un derecho de las mujeres”. Lo importante, destaca, es poder nombrar lo que sucede.
El marketing de la culpa
El doctor Sebastiani señala una posible teoría sobre porqué se silencia el aborto: el marketing de la culpa. Quienes están a favor del aborto clandestino desarrollan un abanico de estrategias que condenan y estigmatizan la libre elección de las mujeres. Dicen: “El aborto es una marca para toda la vida”. El doctor Sebastiani responde con cifras: en el país se realizan entre 400 y 600 mil abortos por año. Pregunta: “¿Vos ves a 400 mil mujeres llorando?”. Y contesta: “No. Lo que veo es tranquilidad”.
Sigue: “Hay una política sistemática de culpabilizar a la mujer que aborta, mientras que no culpabilizan a nadie por tener un hijo que no fue programado”. En este escenario, una estrategia que propone para vivir maternidades deseadas y responsables es, nada menos, que planificarlas.
Dicen: “Estamos a favor de la vida”. El doctor Sebastiani contesta: “Aquel que está a favor de la vida, y se queda tranquilo diciéndolo, no puede no mirar que existe un número de abortos espectacular, que existe enfermedad y muerte como no hay en otros escenarios donde la ley es distinta y se le da cobertura a la mujer. Cuando alguien plantea esta situación de culpa y de la potestad de la vida del embrión -cosas totalmente respetables- tiene que hacerse cargo de cuál es la condición. Nosotros no estamos obligando a nadie a abortar, pero hay unos que obligan a no abortar y obligan así a la mujer al riesgo, la inseguridad, la enfermedad y la muerte”. El doctor Sebastiani resume: “Esta defensa irrestricta de la vida del embrión nos trae a como estamos. ¿Y cómo estamos? Impresentables. Sin solución”.
Frente a frente
El 30 de junio de 2016 se presentó por sexta vez el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Todavía no tuvo trámite parlamentario, más que una reunión informativa de la Comisión de Salud Pública que evidenció la necesidad urgente de un debate.
La sala estaba llena. El doctor Sebastiani -pelo blanco, ojos pícaros, camisa y saco, acodado en la mesa- esperaba su turno para tomar la palabra. Fue invitado para disertar desde la perspectiva médica a favor de la despenalización. Había también abogados, militantes, diputados, políticos y representantes de instituciones a favor del aborto clandestino. Cuando llegó su momento tuvo menos de diez minutos para exponer. No necesitó más: fue el único ovacionado de la jornada.
Días antes analizó el papel que deben ocupar los médicos en el debate sobre el aborto legal. Empezó aclarando: “Los médicos pertenecemos a un sistema que se llama salud pública. Si ese sistema le da la espalda a una mujer que decide interrumpir su embarazo pasa lo que sucede en la actualidad: tenemos enfermedad, muerte y ninguna prevención de la repitencia”. El doctor Sebastiani propone cambiar la lógica: “¿Qué pasa si la salud pública responde? Tendríamos menor cantidad de embarazos no deseados, mayor planificación familiar, acompañamiento de la mujer, no tendríamos enfermedad, no tendríamos muerte”.
Tras los cristales chiquitos y transparentes de sus anteojos dice ver cada día cómo el aborto “se ha transformado en un evento muy privado. Privado no es soledad. No tiene que ser en soledad: tiene que ser asesorado, tiene que haber un equipo médico que acompañe”.
¿Legalizar el aborto impactaría sobre la estructura del sistema de salud?
Hoy en el sistema público tenés una de cada dos camas ginecológicas ocupadas por complicaciones del aborto. Si vos legalizás el aborto tendrías el 50% de las camas libres. Es grosera la diferencia: hoy tenés 76.000 internaciones anuales por complicaciones por aborto. Eso no existiría.
¿El sistema de salud pasó a ser la puerta de entrada al sistema penal para las mujeres que abortan?
Hay distintos colores: quien acepta hacer el asesoramiento en la forma que corresponde a la condición médica; quien acepta hacerlo, pero debajo de la mesa sin que lo escuchen y, la peor variante, el que se escuda en una orden del jefe de servicio que determina sobre lo que se puede hacer y lo que no. Es un problema grave, porque eso se aplica incluso hasta en un evento legal como el aborto no punible. Bajar este tipo de criterios sobre profesionales jóvenes a través del miedo, incluso del grito, es un problema que se ve muy frecuentemente. Por eso la instancia de interrupción legal del embarazo está funcionando con muletas porque hay lugares que son permeables y otros que no.
¿Por qué cree que los médicos denuncian a una paciente que abortó?
Me da la impresión de que los médicos no es que están con la Biblia en la mano o con el obispo atrás. Tienen miedo, alguien les impuso entonces ese miedo. Estas cosas que hay que corregirlas. Mientras yo le digo que está muy mal denunciar a un paciente que confió en el secreto médico, hay otro que le dice: ‘Si le pasa algo a la mujer vos vas preso’. Escuchan dos versiones, se enloquecen. Y nadie les habla del Derecho. Los médicos hoy contamos con tres fallos muy importantes: el Fallo FAL, el Manual del Ministerio sobre Aborto No Punible y el fallo de la Ciudad, que autoriza, mediante declaración jurada de la víctima de una violación, a que los médicos practiquen un aborto. Muchos pensaron que iba a ser una aberración, que las mujeres iban a llegar al hospital público inventando haber sido violadas para hacerse abortos. En cuatro años en Hospital Italiano: una. Mujeres que se hicieron abortos: un montón. La mujer no miente, pero la sociedad considera que su palabra no es confiable.
¿Qué implicancia tiene la criminalización médica del aborto?
¿Por qué muchas mujeres se han muerto? Por consultar tarde, porque sabían que si iban al hospital las denunciaban. Hoy la denuncia ha caído notablemente. Hoy se sabe que el médico que denuncia es pasible de tener una demanda. Después del caso Natividad Frias quedó una norma bien clara: si bien existen intereses contrapuestos sobre lo que es el aborto como evento penal, la privacidad de las personas cuenta. La otra cosa que cuenta es que no importa la denuncia, lo que hay que hacer es buena medicina. En vez de estar pensando en la denuncia tengo que pensar cómo resuelvo, tengo que tomar conductas inmediatas porque el tiempo es oro. Lo que está existiendo, según tomo conocimiento en el último Congreso de Ginecología y Obstetricia, es que está habiendo denuncias a los médicos que no cumplen con el protocolo de atención de la interrupción legal del embarazo. Ha cambiado la escena criminalizadora: antes los anti aborto eran los denunciantes, hoy están calladitos la boca.
En el actual escenario, ¿qué puede hacer un médico?
Hoy el aborto está prohibido, pero nada me impide que te asesore sobre el aborto. Así pasó en Uruguay: primero empezaron asesorando, y la mortalidad bajó. La consejería ayuda notablemente la situación. En el pasado era palabra prohibida, no se nos hubiera ocurrido asesorar, teníamos miedo de ir presos, de que nos echaran de nuestro trabajo. Era imposible. Sin embargo desde hace años los que estamos en este movimiento decimos: mi conocimiento le pertenece al paciente. ¿Cómo voy a negárselo? Además soy médico egresado de la universidad pública: te lo debo. Vos pagaste mis estudios. La realidad es que hoy, una mujer que quiere hacerse un aborto toma las pastillas sin tener la información necesaria o va a lo de un personaje que se lo hace. Y ese personaje no quiere saber ni el nombre de la paciente ni nada: ni la edad, ni el grupo sanguíneo, nada. Mucho menos le va a preguntar qué es lo que necesita para seguir ese embarazo, lo cual sería una buena pregunta. No le pregunta si ha habido un evento de violencia. No te pregunta nada. Pide la plata, hace el aborto y dice: ‘Tomatela de acá ya’. En una situación legal, un médico te preguntaría qué necesitás. Te preguntaría la edad, dato fundamental para saber en qué sectores hay que trabajar en prevención del embarazo no deseado. Te haría con una seguridad médica máxima la interrupción del embarazo y, además, te daría la planificación familiar necesaria para que no vuelvas al consultorio en una situación similar. Todo eso significa legalizar el aborto.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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