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El silencio no es salud

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El aborto en la formación médica. Mientras en ámbitos académicos clásicos “de eso no se habla”, una nueva generación de facultades de Medicina toman al aborto como una práctica médica más que sus estudiantes deben conocer. Redes para tejer derecho y salud. Por Florencia Alcaraz.

El silencio no es salud

En un aula de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en una clase de Bioética, una joven estudiante quiere acortar el abismo que existe entre la academia y la vida cotidiana de las mujeres. El profesor dice: “El aborto es ilegal y solo se autoriza en determinados casos de violación”. La estudiante Corina Bertone, con el emblemático fallo FAL en la mano, responde: “La interrupción del embarazo es legal en todos los casos de violación y cuando corre riesgo la salud de la mujer embarazada”. “Es un fallo que no se aplica siempre, lo que importa es la ley”, replica el docente de Bioética. Y el abismo vuelve a ensancharse.

Aborto, misoprostol, Aspiración Manual Endouterina (AMEU): palabras que parecen proscritas en la fábrica de médicos y médicas más importante del país. Cada año, 60.000 mujeres son internadas en Argentina por complicaciones que son consecuencias de abortos inseguros. Las cifras:

En 2015, según una nota de Luciana Peker publicada en Las 12, hubo 500 interrupciones legales dentro del sistema de salud público.

Otras 2.894 más fueron acompañadas en sus abortos seguros, libres y de calidad por las Socorristas en Red.

Alrededor del 30% de los embarazos terminan en aborto espontáneo.

El aborto, inducido o espontáneo, es una posibilidad real para cuerpos gestantes en edad reproductiva y para el sistema de salud. La interrupción legal es un derecho desde 1921. Sin embargo, en la UBA la práctica está cercada por un manto de silencio. Un silencio que robustece el modelo médico hegemónico y sufre de anacronismo: mientras la formación académica está encapsulada, la realidad social demanda cada vez con más fuerza que el aborto sea legal, seguro y gratuito.

Además del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo que este año llegó por sexta vez al Congreso; el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Nuevo Encuentro y Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto presentaron en septiembre un pedido para que la administración Nacional de Medicamentos, Alimentación y Tecnología Médica (ANMAT) reconozca al misoprostol como medicamento obstétrico.

En noviembre, Católicas por el Derecho a Decidir presentó un “pronto despacho” ante el Ministerio de Salud de la Nación para que el Estado produzca y distribuya misoprostol y mifepristona, los dos medicamentos identificados por la Organización Mundial de la Salud como la forma de acceder a un aborto seguro. El reclamo no es solo nacional: en su último informe el comité que monitorea el cumplimiento de la Convención de Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (Cedaw) exigió al gobierno acelerar la adopción del proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo.

“La carrera de Medicina de la UBA se encuentra desfasada respecto a la regulación vigente en Argentina, especialmente la emitida por el Ministerio de Salud de la Nación, el marco general de derechos humanos y los estándares de salud que promueve la Organización Mundial de la Salud y Federación Latinoamericana de Sociedades de Obstetricia y Ginecología (FLASOG) en lo que refiere al aborto”, señala la socióloga y becaria del CONICET, Ana Mines Cuenya, en un artículo académico.

Mines Cuenya investigó la percepción de los y las estudiantes de esta carrera sobre el tratamiento del tema en su formación. Entrevistó a 24 futuros médicos y médicas entre 2013 y 2014 de las distintas etapas de la carrera, que está planificada en dos ciclos de tres años cada uno. Las conclusiones dan cuenta del desfasaje y de estudiantes autodidactas:

Más de la mitad nunca escuchó hablar del misoprostol durante la cursada.

Un grupo más pequeño afirmó sí haber escuchado, pero, en su mayoría, en el marco de un listado de ejemplos de medicamentos que pueden producir abortos como efecto secundario.

Solo tres estudiantes dijeron manejar más información sobre misoprostol. En esos tres casos lo habían estudiado por su propia cuenta.

Primero, fueron las propias mujeres quienes aprendieron a usar el misoprostol, comercializado para el tratamiento de úlcera, para interrumpir embarazos no deseados. Pero a esta altura ya es un medicamento recomendado internacionalmente y por el propio Ministerio de Salud de la Nación en distintas guías de atención destinadas a los profesionales de equipos de salud. En 2012 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo reconoce en el catálogo Aborto Sin Riesgos. Guía Técnica de Políticas para los Sistemas de Salud. Lo define como un medicamento abortivo, seguro y eficaz. Se trata del único método abortivo reconocido que permite la autoinducción de abortos de manera segura antes de la semana doce de gestación incluida. El misoprostol contribuye a evitar muertes y complicaciones por aborto inseguro en distintas partes del mundo.

“No se habla de aborto y cuando aparece se niega la práctica -cuenta a MU Corina Bertone, estudiante de quinto año de la carrera-. Los profesores dicen que en el país no se hacen abortos porque es ilegal. Es mentirles a los estudiantes y es enfrentarlos a una realidad que no van a saber manejar. En Farmacología, por ejemplo, se nombra el misoprostol y se dice que es una contraindicación de aborto. Que no se puede dar a una mujer embarazada. Hay mucha hipocresía porque desde el Ministerio de Salud se hacen cuadernillos en donde se explica la práctica. El propio Estado te manda un manual donde dice que tenés que usar misoprostol. Entonces, ¿por qué en el pregrado no lo vemos?”

Tejiendo redes

Corina, la alumna que se plantó en la clase de Bioética con el fallo FAL  en la mano, está sentada en un bar cerca de la Facultad donde pasa gran parte del día. Cuando terminó la secundaria, vino desde La Pampa persiguiendo el sueño cinematográfico de estudiar medicina para “salvar vidas”. Con el paso de los años, encontró en la militancia en el Bajo Flores más herramientas para trabajar en salud que en las aulas de la UBA. Junto con otros y otras doce estudiantes están armando la Red de Estudiantes de la Salud por el Derecho a Decidir, que se lanzará el año que viene. Por un lado, buscan formarse a través de una cátedra libre que proyectan para 2017 en la cual puedan abordar lo técnico, lo legal y lo político. Y, por el otro, generar un material teórico como propuesta para que se hable de aborto en algunas materias donde el tema aparece de manera esporádica: Ginecología, Obstetricia, Medicina Familiar, Bioética, Medicina Legal. Pretenden así “disputarle el sentido a la academia” y llenar el hiato que genera la falta de formación. “Hay muchos estudiantes que están de acuerdo con el aborto, pero quizá no están organizados y entonces no encuentran un lugar donde debatir”, dice la futura médica.

“En la Facultad nos tenemos que formar en que la interrupción legal del embarazo es una práctica más como cualquier práctica médica. Es una problemática de salud pública por lo que nos debería interesar como médicos y médicas”, señala Corina.

La Red de Estudiantes de la Salud por el Derecho a Decidir surge como hija de otro espacio: la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir, que existe desde 2014 y reúne alrededor de 800 profesionales conectados a diario y una vez al año en encuentros nacionales. La Red se encuentra dentro de la Campaña Nacional por el Aborto, Legal, Seguro y Gratuito.

Hacer cátedra

Egresada de la UBA como médica generalista en 2010, Ana Paula Fagioli es una de las impulsoras de la Red madre. Hoy trabaja en el Centro de Salud N° 5 de San Martín. No recuerda cuándo fue la primera vez que le hablaron de aborto en su formación académica. Mucho de lo que hoy lleva a la práctica lo aprendió como militante feminista y por fuera de los contornos de la academia. En sus épocas de alumna participó del Colectivo de atención primaria de la salud. Recuerda, también, un Congreso Nacional de Medicina General, organizado por la Federación Argentina de Medicina General (FAMG) y la Asociación Metropolitana de Generalistas y Equipos de Salud (AMeGES), en el Hotel Bauen en 2010. En ese marco, Ana participó de una de las mesas y talleres de Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto-Línea Aborto: Más Información Menos Riesgos.

“La primera vez que se habla de aborto en la carrera de medicina es en Medicina Legal, que la podés hacer en tercer año o al final de tu carrera. Te dicen que el aborto es ilegal. Te hablan del artículo 86, pero después te hablan de las penalidades. Hablan solo del acceso al aborto por causal violación y sin ningún tipo de actualización”, dice la fundadora de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir que está en permanente contacto con estudiantes. Y recuerda que una de las enseñanzas sobre la temática es la denuncia: “Te enseñan que cuando estás haciendo una guardia y llega una mujer con intento de suicidio y situación de aborto vos tenés que dar el aviso a la policía o a la justicia”.

El continente es negar la práctica. Y algunos docentes son islas que intentan romper con el modelo de enseñanza hegemónico. Pasar por alguna de esas experiencias disruptivas es una lotería. Algunas de sus compañeras le contaron a Corina que en Ginecología, en el Hospital Penna, la cursada incluye misoprostol y AMEU. “Todo depende de las voluntades de los docentes. O si sos militante y te acercás al tema. Pero son casos aislados: cátedras electivas que entran solo los que tienen buen promedio, o una sola cátedra de Farmacología o una sola cátedra de Embriología. Todo depende de que haya ayudantes piolas y la mayoría son ad honorem, como en toda la Facultad. Entonces depende de la constancia de esta gente”, aporta Ana Paula.

Ignacio Bocles es ayudante de segunda en la cátedra de Embriología. Y es una de las islas. En 2012, junto con colegas, comenzó a empujar una serie de seminarios para hablar de aborto, entre otros temas negados. El primer año se anotaron alrededor de 700 personas. Hoy ya pasaron 3 mil estudiantes por este espacio alternativo.

“Hay que destruir el oscurantismo en medicina. La idea es institucionalizar ciertas discusiones que no están presentes y generar tensiones para modificar la currícula. No puede ser que no se discuta un tema de salud pública tan grande”, dice a MU.

Coincide con Corina y Ana Paula: se habla de aborto en materias aisladas como Medicina Legal, Obstetricia y Bioética y todo depende del cuerpo docente.

“Es deficiente la formación. Se quedan en una clasificación de tipos de abortos. En Medicina Legal tienen un idioma distinto: el de los abogados. Y el tema se plantea en una materia que dura dos meses, una vez por semana. Te dejan la sensación de no te metas”, resume Bocles.

Hacer escuela

¿Cómo es el modelo de Facultad de Medicina que sueñan? Corina es categórica y apunta a modificar el plan de estudios: “Hay que refundar la Universidad”. La joven estudiante también cree que la academia debe repensar la forma de tratar a quienes pasan por el Hospital de Clínicas y son objeto de las prácticas de futuros estudiantes. “A veces hay mujeres embarazada de 9 meses a las que te dicen que les tenés que hacer tacto rectal, y por ahí todos los que están en esa clase tienen que pasar. El maltrato es tremendo”, señala.

“No tiene ningún tipo de formación respecto al cuidado de los cuerpos, al ejercicio de la Medicina como un control, a los derechos de las personas con las que se trabaja. Salimos preparados para instrumentar los cuerpos de las personas. No hay una visión crítica de los profesionales que están formando”, cuenta Ana Paula Fagioli. Para ella hay que barajar y dar de nuevo. “La UBA es impenetrable. Tiene tantas estructuras de poder tan establecidas que lo único que se puede pensar es que implosione”, dice.

La Red de Profesionales por el Derecho a Decidir también tiene una fuerte impronta de capacitación hacia adentro y afuera. Los integrantes de este espacio van a los servicios con los médicos residentes.

Para buscar una formación que no niegue la realidad de las mujeres, hay que ir más allá de la General Paz y el Puente Pueyrredón. Ana Paula rescata como ejemplos tres del conurbano: la Universidad Nacional Arturo Jauretche, en Florencio Varela; la Universidad Nacional de Lanús (UNLa) y la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Ella fue docente de esta última en la materia Formación del Ser Humano. La carrera empezó a dictarse allí en 2012 con un modelo alternativo de enseñanza médica basado en el estudio de problemas. La enseñanza del cuerpo humano no es a través de un órgano, sino a través del debate en grupo a partir de casos. El próximo año la UNLaM tendrá su primera camada de egresados y egresadas.

Nahir Alarcón tiene 23 años y vive en Villa Luzuriaga, San Justo, la misma localidad donde está emplazada la UNLaM. Para ella tener la universidad cerca de su casa fue clave para elegir esta carrera en la que ya cursa el quinto año de formación. Dice que tiene un perfil “más social” que las otras facultades de Medicina.

Desde el primer año los y las estudiantes recorren salitas y centros de atención primaria. “Se forman promotores de derechos”, dice Nahir, que ya pasó por el Centro de Salud N° 7 de Villa Celina y por el CESAC N° 5 de Villa Lugano. Como estudiante vio llegar a esos espacios mujeres atravesadas por las consecuencias de los abortos inseguros.

La interrupción legal del embarazo, la educación sexual integral y el parto humanizado fueron temas recurrentes en su formación académica. “Lo que nos enseñan es que, más allá de que una esté de acuerdo o no con legalizar y despenalizar el aborto, esa mujer que llega al espacio de salud necesita atención. Y nosotros tenemos la obligación de dársela”, explica.

El abismo incomprensible que existe entre la academia y la vida de las mujeres deja un hueco para la criminalización. En los últimos años se registraron, al menos, 15 casos de mujeres encarceladas por abortos inducidos o espontáneos. En la mayoría de los casos fueron medicos quienes las denunciaron.

La falta de una norma que legalice y despenalice la interrupción del embarazo no exime al Estado de sus obligaciones: no morir ni enfermarse por aborto inseguro es un derecho humano básico, universal e inderogable.

¿Cómo convertir un hecho obstétrico o la interrupción de un embarazo en un caso policial?

No hablando de los derechos de los cuerpos de mujeres gestantes en la formación académica.

Artes

Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

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La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.

Por María del Carmen Varela.

«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).

En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.

El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.

Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.

“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.

Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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