CABA
Mar del Plata: lo inolvidable
Crónica sobre las lecciones de una historia ya olvidada: la del suicidio de Rodolfo Estivill en la Anses. Retrato de la vejez en una de las ciudades que más jubilados tiene en la Argentina. La otra cara del modelo que no sabe qué hacer con los más viejos. Por Melina Antoniucci.
«O me muero en Boedo o me muero en Mar del Plata, en ningún otro lugar del mundo pienso morirme”. Irene es contundente. “Mar del Plata es linda, muy parecida a Buenos Aires. Pero no sabíamos que el invierno era tan largo”. Hace 9 años que vive en Mar del Plata. Es soltera y no tiene hijos. Hace poco falleció su hermana, su sobrina la llama seguido y suelen almorzar una vez a la semana. “La tristeza la tengo atravesada en el corazón, pero no me voy a dejar vencer. Nunca me vas a ver desarreglada por ahí o sin rubor”. Es verdad: la cara de Irene ni asoma sus 83 años. El maquillaje en composé no sólo le resta edad, sino que le da una elegancia única.
“Me jubilé a los 55, en el 89, pero trabajé hasta el 2008 por que la plata no me alcanzaba –continúa-. La plata del jubilado no alcanzó jamás. Con Menem yo cobraba 143 pesos. Ahora cobro 6180 pesos finales. Hago un esfuerzo y pago Osecac porque siempre le tuve terror a Pami. Se escucha cada cosa de Pami, que te da miedo”. Sin parar de hablar, ni de tejer, sigue: “Soledad, depresión, falta de afecto, muchas cosas nos pasan a los viejos. Y lo de este hombre fue terrible. Él pensó que matándose ahí la gente iba a poner los ojos en la Anses, por que la guita desaparece, siempre pasó lo mismo. Somos descartables, los viejos”.
Inés respira con cierta dificultad: sus 84 años le pesan en el cuerpo. Hace 5 años que vive en Mar del Plata. “Me quedé sola allá en Buenos Aires y me vine para acá. El médico me dijo que me equivoqué de ciudad: acá no veo nunca a mis niestos, ellos tienen sus cosas. Tampoco nos vemos entre los jubilados, porque no se puede salir: el clima es jodido en invierno”. Toma aire y enumera uno por uno los remedios que debe tomar: son 7 en total. “Antes los tenía gratis. Primero me sacaron 5, después 2 y ahora ya no me dan ninguno. Gasto más de 2000 pesos por mes en farmacia”, se enoja y sigue: “Cobro la mínima y la pensión de mi marido, pero no alcanza: está difícil todo. Ahora mi hijo se quedó sin trabajo en Buenos Aires, trabajaba para un laboratorio brasilero que cerró”.
Inés e Irene forman parte de ese gran número de personas que pasan sus vacaciones y los últimos años de su vida en la ciudad feliz. Según el último censo, las personas mayores de 65 años ascienden en Mar del Plata a casi el 20 por ciento, 5 puntos más que la media nacional. En el imaginario colectivo, las postales de la rambla, el casino y el mar serán los días más felices.
La vida, un trámite
El jueves 29 de junio, un jubilado de 92 años se suicidó en la sede de la Anses de Mar del Plata. Según testimonios, el hombre, que estaba acompañado por sus sobrinas, se acercó a la dependencia para hacer un cambio de domicilio en el cobro de su haber. La noticia tuvo gran repercusión nacional y se viralizó casi al instante; las declaraciones de algunos funcionarios, también. El titular de la Anses, Emilio Basavilvasso, lamentó el “uso político de una situación tan personal y dolorosa”, desde su cuenta de Twitter. Desde uno de los sindicatos de trabajadores de la Anses, en cambio, sostuvieron: “Ya basta. Esto es un genocidio. No vamos a ser testigos silenciosos. No vamos a ser cómplices de este plan de exterminio de nuestros viejos”.
Rodolfo Oscar Estivill, de 92 años, vivía en Mar del Plata hace más de 20 años, donde había ejercido como médico cirujano. Junto con la pensión de su esposa fallecida, sus ingresos rondaban los 40.000 pesos. En conferencia de prensa, sus sobrinas dieron a conocer el cuadro depresivo de Estivill: hacía unos 6 años había fallecido su esposa y hacía pocas semanas, su último amigo.
Ester, otra jubilada, interpreta. “Hay gente que está muy sola y que encima ahora se quedó sin muchos remedios. Lo que más necesitamos los viejos es el apoyo psicológico, de la familia, el afecto: en la vejez el acompañamiento es todo. Cuando llegas a esta edad, empezás a perder la familia, los amigos. Yo tenía 6 hermanos varones, tenía cuñadas, primas. Ahora no tengo a nadie”. Nacida y criada en Mar del Plata, a sus 87 años vive sola en un barrio típico marplatense.
Ester tiene su propia conclusión de lo sucedido en Anses: “Él no lo hizo por necesidades económicas. Si quería suicidarse porque no quería vivir más, porque ya la vida no le significaba nada, podría haberse matado en otro lugar: en la casa, en la despensa, en la playa. Él se mató en Anses para que recapacitemos sobre lo que están haciendo con los viejos”.
Uno de los programas que Pami ofrece es el de acompañante terapeúticos para las personas mayores. Belén es acompañante terapeútica y trabaja con una gran población de personas de la tercera edad. “Hay un aparato burocrático detrás de cada aspecto que tiene que ver con la vejez. Si no tienen un familiar que se ocupe de la cantidad de papeles y trámites que tienen que presentar, ir a PAMI para tramitar la medicación es muy complejo. Para las personas mayores esto es muy agotador, física y emocionalmente. Muchas veces se sienten solos, en un estado de desidia que los angustia mucho y con algo de culpa por llegar a viejos y ser una carga. Hay muy poco conocimiento de la vejez, de cómo abordar la vejez: lo familiares se terminan agotando y los viejos les da vergüenza pedir ayuda”.
El Estado, a través de PAMI, destina 2400 pesos por mes para este servicio por cada adulto mayor. “El trabajo de acompañante terapéutico es importante para muchas personas: a veces es lo único que tienen. Pero en la mayoría de los casos, nosotros terminamos siendo algo así como gestores, y no nos queda resto para trabajar en el estímulo o en la sociabilidad.Cuando cambian los gobiernos, también cambian muchos de los requisitos y papeles a presentar. Entonces todo el circuito de trámites vuelve a empezar”, concluye Belén.
Relatos salvajes
Gernán, secretario pro-gremial de ATE y trabajador de la Anses desde hace 21 años, cuenta que, luego del suicidio, la dirección de la Anses organizó una jornada con un grupo de psicólogos y el director ejecutivo se acercó hasta el lugar. También contó que decidieron tapar a la escalera: “Va a pasar mucho tiempo hasta que alguien vuelva a subir por ahí”. En un gran esfuerzo por confundirse con la estructura, una mampostería de durlock asoma al fondo de la sede de Anses para cubrir la escalera donde se desplomó Rodolfo Estevil.
La mampostería está ahí: azul, grande, alta, impoluta. Como si en un costoso ejercicio de borrar la memoria, la resaltara aún más. Los policías se miran cómplices y sonríen: “Yo estaba ahí adentro –señala uno hacia una puerta contigua a la escalera-. Me queda la duda si esperó a que yo entre para dispararse. Capaz pensaba que lo podía detener o socorrer, y él estaba decidido a matarse”. El otro oficial no quiere perder protagonismo en el relato: “El cuerpo quedó trabado en la escalera, casi en peso muerto, pero no rodó por los escalones. Respiraba con mucha dificultad. Nadie lo tocó hasta que llegó la ambulancia. Había gente que corría, otra que se tiraba al piso, todos gritaban. Nadie se esperaba algo así”.
Lorena tiene 19 años y es estudiante de enfermería. Hace unos meses dejó de percibir el Plan Progresar y ese día estaba averiguando el motivo. Cuando Estevil se pegó el tiro, Lorena estaba parada al lado de la escalera. Le costó mucho recuperarse de la escena que presenció y por varios días no pudo salir de su casa.
Francisco es ingeniero y ese día comenzaba el trámite para jubilarse: “En un momento mi abogado grita ´cuidado´ y me empuja como para que me tire al suelo. Ahí es cuando escucho el disparo. Cuando el hombre saca el arma, la gente se desbandó y empezó a correr hacia afuera. La chica que nos atendió estaba muy consternada: no paraba de llorar. Cuando logramos salir, había una persona en el piso que estaba siendo atendida”.
Las condiciones en las que trabaja el personal de la Anses no tienen en cuenta las presiones psicológicas a las que son sometidos los empleados. “Los medios y un sector del gobierno fogonearon mucho la idea de que todos los trabajadores del Estado son vagos y malos, entonces la gente ya viene mal predispuesta. Esto, sumado al contexto de recortes y ajuste, convierte a cualquier delegación pública en un caldo de cultivo para que pase cualquier cosa”, sostiene Hernán. “La gente no maltrata al funcionario que decidió revisarle la pensión o darle de baja los medicamentos, sino a vos que sos el que le tiene que dar la noticia: que las puteadas, las escupidas y los cachetazos no sean noticia, no quiere decir que no hayan pasado”.
La máquina
Durante los meses de febrero y marzo hubo varias manifestaciones de jubilados frente a la puerta de la sede ubicada en una de las avenidas principales de la ciudad balnearia. En plena temporada de verano, un grupo de jubilados decidió ocupar la sede de la Anses para reclamar mejoras en los servicios y denunciar la falta de medicamentos y la mala atención recibida.
Según estudios de la Universidad Católica Argentina (UCA), el 16% de los jubilados y pensionados del país dejaron de ir al médico o de realizar alguna consulta por problemas de salud por falta de dinero. Y casi el 15% dejó de comprar, por lo menos, un medicamento. Del mismo informe se desprende que 3 millones de adultos mayores en la Argentina viven con una jubilación mínima, el equivalente al $6394: es decir que el 70% de estos jubilados es pobre y el 6%, indigente.
Hasta el 2014, de acuerdo a la Ley de Movilidad, las jubilaciones recibían un aumento igual o superior al índice inflacionario. Con el cambio de gobierno, durante el 2015, las variaciones en los índices de medición complicaron las estimaciones. Pero en el año 2016, los jubilados perdieron más de 15 puntos de su poder adquisitivo.
A comienzo de este año, las autoridades de PAMI y la Superintendencia de Servicios de salud implementaron la obligatoriedad de las recetas electrónicas. Varios médicos no solo se han encontrado con inconvenientes técnicos –cortes de luz y falta de computadoras en los centros de salud- sino también con un límite anual de carga de medicación. La decisión no tiene demasiado fundamento científico y la fórmula para calcular el límite de “dosis anual” huele más a achicamiento del gasto que a política sanitaria y de control de la salud.
Christian D’Alessandro, Director del Instituto de Derecho de Jubilados del Colegio de Abogados de Morón y especialista en Derecho Previsional, estimó que con el último incremento -alrededor de 700 pesos en mano para las pensiones mínimas-, los jubilados recibirían en aumento lo equivalente a medio kilo de pan por día. Si a esto se le suma las políticas de acceso a los medicamentos, el combo es letal.
Juana tiene 71 años y dos hermanas discapacitadas. Llega con un sobre de papel madera, adentro un folio y adentro del folio, otro sobre. Saca uno por uno los papeles y arranca: “Mi hermana cobra una pensión por mi papá, que falleció hace 39 años. Cuando fui a cobrar su jubilación, en la parte de abajo del ticket de cobro me pedían que actualice todos los papeles de la pensión. Decí que justo lo vi”. Juana forma parte de los 37.236 beneficiarios que la Anses llamó a corroborar las pensiones que recibían. En la mayoría de los casos, habían pasado entre 30 y 40 años del fallecimiento y de la presentación original de los certificados de defunción.
Nada personal
Al día siguiente del suicidio de Estivill, una mujer de 65 años decidió quitarse la vida en la zona de la playa Punta Iglesia.
Otro caso ocurrió en diciembre del año pasado cuando, luego de ser atendido por un cuadro de hipertensión, Edgardo Nicolás, 70 años, se encerró en el baño del Hospital Español, uno de los centros de atención destinado a los jubilados de PAMI, y se disparó en la cabeza también con un arma. El jubilado dejó una carta impresa para la gobernadora de la provincia de Buenos Aires. En el escrito, sostenía que cobraba la mínima, que su situación económica era insostenible y le pedía a María Eugenia Vidal que pagara los gastos del sepelio y la cremación. “Anses me debe 6000 pesos, pero el sepelio más barato se encuentra alrededor de los 12.000 pesos”.
Según las estadísticas, los suicidios aumentan en épocas de guerras y en momentos de profundas crisis económicas. Algo parecido a decir que todo lo personal es político.
Estivill convirtió a esta escalera en el patíbulo de su propia soledad.
-Atención, atención -fueron las primeras palabras que dijo, como quien nos llama a asistir a un espectáculo y reclama el interés negado. Y antes de hacer sonar el disparo, la sentencia:
-Esta situación no da para más.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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