Sigamos en contacto

CABA

Los sonidos de la furia

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

 La banda más emblemática del rap suburbano nació a fines de los 90 y creció hasta ser leyenda en territorios tan diferentes como la cárcel o Internet. Con sus canciones, pintan sin colores lo que ven. Las letras desbordan violencia y dolor, sin anestesia. A pesar del apoyo del vecino más emblemático, Carlos Tévez, ninguna discográfica se animaba a promocionarlos. Hasta ahora, cuando están a punto de lanzarse al mercado que los parió.

Los sonidos de la furia

En la villa la sensación es que va a venir un alud para llevarse todo, como si las cosas y los hombres estuviesen agarrados al suelo con alfileres. Quizás el mote ‘de emergencia’ colabore con esa imagen. La villa es lo que emerge, lo urgente y lo visible. Los monoblocks son todo lo contrario. Tan parecidos a las cárceles y los grandes hospitales, los monoblocks son la arquitectura definitiva, el lugar al que la gente llega para quedarse. El Complejo Habitacional Ejército de los Andes, en Ciudadela, cumple esa función. Entrar es quedar atrapado en una geografía de cemento con mil ojos. Una vez allí adentro, es difícil encontrar la salida. Se trata de un laberinto de 22 monoblocks, habitado por 60.000 personas. Fue inaugurado en 1973 para trasladar a los habitantes de la villa 31 de Retiro, pero su capacidad se desbordó durante los desalojos del intendente de facto Cacciatore, antes del Mundial 78. La mayoría de los que fueron se quedaron allí, para siempre. La leyenda –bien gorila– dice que sus habitantes usaban el parqué para hacer asado. En los 80’ el barrio alcanzó el cenit de la fama, cuando dejó de ser llamado ‘los bloques’ para convertirse en Fuerte Apache. Ese fue el nombre que se le ocurrió al periodista de Canal 9 y perseguidor de extraterrestres Jose de Zer. El bautismo fue durante un tiroteo entre la policía y una de las tantas bandas que se refugiaban en los edificios. Las estadísticas no hicieron más que reforzar esa identidad mediática: se dijo que en los 90 fue el barrio más inseguro del conurbano. El censo policial decía que entre sus vecinos había 400 narcos y ladrones.
Pero Fuerte Apache, de ahora en más, va a ser otra cosa: una banda de rap. Pronto la van a escuchar, si es que ya no lo hicieron. Se llama fa, por las iniciales del barrio, y es lo más pegadizo y crudo que dio la escena marginal en los últimos años. Tanto, que el inventor de la cumbia villera –Pablo Lescano, que para estas cosas es bien hábil– los quiso poner bajo su ala, pero ellos dijeron que no. “Nosotros –le respondieron– no somos segundos de nadie. Nosotros somos el fa”. El autor de la frase es Maximiliano Ocampo, el Gordo Massi, un pibe de 27 que junto a Esteban Rodríguez fundó en 1998 el grupo que se propuso representar su vida diaria sin filtros. De letras violentas, los fa se volvieron expertos en mostrar crónicas de su vida cotidiana. Su potencia reside en que no necesitan impostar voces o situaciones. Escucharlos es saber que hablan en serio. “Había otros –dice Massi– que querían hacer lo que hacemos, pero no podían. No les quedaba el personaje. Nosotros no necesitamos actuar. Venimos de haber estado presos, de haber robado, de haber zafado de tantos tiros. Ahora nos rescatamos, y queremos tirar abajo las barreras que nos impone la sociedad”.
Esteban y Massi se conocieron en la Media 7, la escuela secundaria del Fuerte. Al principio se dedicaban a los grafittis, pero en el 98 a Esteban se le ocurrió escribir una letra sobre su vida diaria. Esa primer canción rezaba:
Nadie sabe lo que en el Fuerte
la vida te cuesta
porque es difícil vivir
donde todo apesta.
“La hice en clase –recuerda Esteban– mientas el profesor hablaba. Todos los compañeros se pasaban la hoja, me preguntaban si la iba a cantar”. Al día siguiente, Massi apareció con otra letra, narrando una historia real: el asesinato de un policía bonaerense en el Fuerte Apache.
Se escucharon los disparos
se vieron tres fulanos
y la policía llora
por la muerte de su cabo.

Después, vinieron varias letras como esas. Violentas, directas, con un lenguaje no apto para gente asustadiza.
Las canciones fundacionales no tenían música propia, pero ya sonaban con fuerza. Para cantarlas, los f.a. usaban bases de los clásicos del Hip Hop: Wu Tang Clan, Cypress Hill o Tupac. Lo hacían rompiendo parlantes, casi como un juego adolescente, sin imaginar que varios años después esas mismas rimas le darían la consagración del boca en boca multiplicado por miles Internet.

El héroe del barr(i)o
El living de la casa de Massi está tapizado de fotos. Retratos de familia, chicos que ya crecieron, parientes y algún recuerdo de la infancia. Pero hay una que no duda en mostrar como un tesoro: es él, con un par de años menos, abrazado con la Mona Jimenez y Carlos Tevez, su viejo amigo. Patu, otro de los cuatro integrantes de fa, tiene un recuerdo similar, de valor invaluable: es una foto de él junto a Tevez, ambos en edad pre-escolar, sosteniendo un trofeo de fútbol que los supera en estatura. El mini Carlitos Tevez abraza a Patu con la mano sobre el hombro, y sonrie con la misma picardía sana que muestra ahora. No cambió casi nada con los años.
Nacido en la misma epoca que los integrantes de fa, Tevez es el paradigma del triunfo local, el orgullo del barrio. Pero su imagen triunfal recuerda a otro representante de su generación: Claudio David Nuñez. Claudio tiene 28 años y está en Devoto, preso desde hace once. Tiene el raro privilegio de haber sido uno de los 12 menores de edad condenados a cadena perpetua en el país. A los 12, Claudio mató a su padre, un policía tucumano que abusaba de su hermana menor y golpeaba a su madre. Lo internaron en un hogar, pero salió. En su adolescencia se volvió un ladrón respetado en el barrio. Cuando cumplió los 17 cayó preso, acusado de asesinar a cinco personas, en su mayoría policías como su padre.
Tévez, los cantantes de Fuerte Apache, los condenados a perpetua, pertenecen a la generación de los que entraron a la adolescencia en el menemismo, pero quedaron fuera del boom de la convertibilidad y los viajes a Miami. Ellos crecieron en territorio duhaldista: el de las manzaneras, los bolsones de comida y la desocupación galopante. Una época en la que la única forma de abrir las puertas cerradas era romperla a patadas. O a tiros, como sea. “Así es la onda acá –dice Massi– uno nace re de cero. Y de cero es andar con los dedos afuera de las zapatillas, no tener que comer”. Muchos de los que crecieron junto a Tévez, Massi o Claudio Nuñez fueron asesinados por la policia o terminaron entre rejas. En el 2002, el gordo Massi también corrió esa suerte. Cayó preso y el grupo de rap que prometía representar al barrio, se diluía en la lógica que los había visto nacer.

Entre corridas y tiros
Mientras estuvo adentro, Massi no escribió casi nada. Apenas un poema que quemó junto a todo recuerdo del encierro. Ni bien salió, se juntó con Esteban para retomar el proyecto de hacer rap. Se sumaron Patu y Picky, el hermano menor de Esteban. Picky venía de otro estilo, pero se había puesto a estudiar música con Esteban. Entre todos armaron un pequeño estudio y se pusieron a ensayar. “La onda –dice Massi– era hacer algo que quepa en algún lado. No dejar de contar lo que vivimos, pero hacerlo con gracia”.
En el barrio el panorama era distinto. El 14 de noviembre del 2003, sus habitantes amanecieron rodeados por camiones llenos de gendarmes con armas largas. Esa mañana Patu dormía en la casa de Esteban. Cuando despertó, miró por la ventana y se acordó de los allanamientos de antes, cuando él era chico y la policía reventaba todas las puertas del barrio, revisando casa por casa. Pensó que iba a pasar lo mismo, pero no. Esta vez los gendarmes se instalaron para quedarse: 120 efectivos divididos en 15 puestos en cada entrada y salida. En los primeros meses, el control incluía las bolsitas de los pibes que iban al jardín “por si sus padres sacaban armas entre las ropas”. Según los cálculos oficiales, cuando llegaron los gendarmes en el Fuerte operaban 30 bandas dedicadas al delito, la mayoría de ellas “violentas, pero sin organización clara”. ¿Cambió algo con el desembarco verde?. “Apenas. –dice Esteban– Ya no llueven balas a mitad de la tarde. Ahora está todo más oculto, pero nada más que eso”. La arquitectura inapelable, esa fama que llega a cualquier lugar antes que sus propios habitantes parece haberse impuesto al Estado de Sitio.
Para los cantantes de fa, lo que se mantuvo vivo es todo un estilo: el estilo monobloquero. Así se llama un tema que cuenta:
Viviendo a full la vida 100% diversión
en el Fuerte Apache la mejor inversión
vivir entre mujeres,
qué bendita perdición
morir entre disparos,
a veces no queda opción.

En la historia del barrio sobran ejemplos de jóvenes que eligieron vivir y morir a esa velocidad. El último caso conocido en los medios de comunicación es el de Joselo, jefe de una banda conocida como los Back Street Boys. Joselo murió a los 23 años mientras intentaba robar un auto. Antes, había asaltado bancos, escapado de una cárcel en Tucumán y matado policías. Su gente lo despidió ametrallando la comisaría del barrio, y se generó algo inédito: los policías locales tuvieron que pedir custodia al grupo Halcón, la fuerza de elite de la bonaerense.
¿Los del f.a. alientan ser así? En una de sus letras, avisan que no:
No es mentira lo que dicen
mis canciones,
y aunque no sea lo correcto
no te voy a dar sermones
la música no influye en tus acciones
cada uno es responsable
de sus propias decisiones.
“Nosotros –dice Esteban– mostramos la realidad, pero no hacemos apología. Cuando se planteó grabar un disco pensamos en hacer temas nuevos, en cambiar un poco. Queremos ser más explícitos: no queremos que otros pasen todo lo que pasamos. Nosotros ya estamos, la calle nos formó y por eso no somos menos que nadie. Pero queremos evitárselo a nuestra familia. Yo a veces veo que mi hijo canta nuestros temas y digo: la puta madre, no sabe lo que está diciendo”.

El futuro
Fuerte Apache es un banda conocida. Ni siquiera salió su primer disco, pero sus temas circulan por Internet y son un ícono para miles de jóvenes. En los institutos de menores y en las cárceles donde los cd están prohibidos, se los graba en cintas de cassetes o se gasta tarjeta telefónica para pedir sus temas en la radio. En la red copan fotologs, myspace y algunos blogs, donde cientos de adolescentes los idolatran, los imitan y, los menos, les declaran la guerra. También hay frases en sus temas que se volvieron parte del lunfardo juvenil, por lo menos en el sector donde decir ‘berretín de balanza’ o ‘tengo liyo para fumarme tu caca’ tiene un significado bien claro.
Hay una leyenda que intenta demostrar los alcances del boca a boca. Cuentan que los ejecutivos de una discográfica, no muy convencidos de grabar con un banda de tamaña acidez, cambiaron de opinión cuando escucharon uno de los temas del fa en un peaje de la frontera de México con Estados Unidos. Mucho después de esa anécdota, los fa esperan que salga su primer disco. Firmaron con una compañía que por fin reconoció que el potencial de la banda era más importante que los riesgos de difundir sus temas. Para los integrantes de fa, este nuevo giro en su carrera se trata de algo simple: sobrevivir. “Por vocación –dice Massi– ya lo hicimos toda la vida. Ahora la idea es vivir de esto. Yo quiero tener otro trabajo, salvar a la familia. Tener para pagar un colegio afuera para mis hermanos, que los lleven y los traigan en un micro. Prefiero que sea boludos antes de que tengan que vivir todo lo que pasé yo. Esa es la mentalidad de un monobloquero, de un pibe de barrio”.
En estos días, los fa esperan ansiosos. Tienen en cartera un documental sobre el barrio, terminar la gráfica del disco y ultimar los detalles para el lanzamiento. Habrá que ver como los trata el mercado, ese mismo monstruo que los hambreó y asesinó en los 90 y que ahora, como sobrevivieron y siguen demostrando su talento, parecen tener un lugar para escuchar sus historias.

CABA

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Seguir leyendo

CABA

La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

Seguir leyendo

Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Publicada

el

Con poquito aportás muchísimo ¡Sumate!

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”
Seguir leyendo

Lo más leido

Anticopyright lavaca. Todas nuestras notas pueden ser reproducidas libremente. Agradecemos la mención de la fuente. ©2025 Agencia lavaca.org. Riobamba 143, Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina - Editor responsable: Cooperativa de Trabajo Lavaca ltda. Número de propiedad intelectual: 50682265 - [email protected] | Tel.: +54 9 11 2632-0383

Vistas el día de hoy: 37.088