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A ganar: futbolistas por el Aborto Legal

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Integran distintos clubes y categorías pero se reúnen, por primera vez, para volver a impulsar una Ley que se gana dentro y fuera de la cancha. Lo que se calla en los clubes. La presión de las dirigencias de varones. El embarazo como “lesión” y lo que se empieza a poner sobre la mesa entre jugadoras: el aborto, la menstruación, la ESI y el feminismo. Por Anabella Arrascaeta.

A ganar: futbolistas por el Aborto Legal
Fotos: Martina Perosa

La red empieza con un mensaje, se teje en whastapp y se materializa cuatro días después. 

Es rápida porque la urgencia está latente, aun en pandemia, aun cuando el cielo truena sobre Plaza Congreso, ahí donde están paradas diez jugadoras de fútbol que firman una tras otra la Carta Abierta por el Aborto Legal dirigida al Presidente de la Nación, Alberto Fernández, a quien le piden, así, con el pañuelo verde en alto, que envíe el proyecto para la interrupción voluntaria del embarazo y que en el edificio que ahora miran de frente le den urgente tratamiento.  

No hay tiempo de descuento: la demora de la ley es una condena que arriesga vidas cada día. Por eso están juntas ellas que juegan en equipos de distintos colores y categorías. “Así se empuja mucho más fuerte que de a una”, asegura Helena Pipolo, jugadora de Norita FC, para explicar qué significa esta unión entre futbolistas de Primera A, B, C, Futsal, cancha de 11, amateur, que dicen no estar transversalmente organizadas. 

Hasta ahora. 

“Se divide mucho por disciplinas, incluso por categorías”, explica Florencia China Pereiro, ex jugadora de futsal en Boca y actual responsable de Sportivo Barracas. “Pero la lucha tiene que ser colectiva, porque peleamos por lo mismo”.

Luciana Bacci, jugadora de la primera de Racing, oriunda de Santa Fe, agrega: “Después de lo que pasó con Maca Sánchez (quien encabezó el reclamo que profesionalizó parte del fútbol femenino) muchas jugadoras se unieron, pero la realidad es que no fue colectivo: tuvo una cabeza principal que fue Maca y muchas bancamos la lucha. Me parece que después de eso aprendimos que no tiene que haber más una referente que se cargue todo al hombro sino que tiene que ser colectivo, porque eso también hace que muchas se relajen y digan: ya fue, no me meto, total lo va a hacer otra. Tenemos que sacarnos ese chip, empezar a accionar y que sea de manera colectiva”. 

Para armar equipo la idea es empezar por los vestuarios. “Muchas veces es difícil politizar un vestuario”, advierte Luciana Bacci. “Sabemos todas presiones que tenemos como futbolistas por parte de las instituciones y de algunas cabezas de grupo. Gran parte es por la cultura del futbol en Argentina que hace que los jugadores y jugadoras no se metan en otro tema que no sea tocar una pelota. El fútbol femenino politiza los vestuarios, porque es consciente del mundo que nos rodea. Y a mi parecer todas las jugadoras tenemos que ser conscientes de que el feminismo nos ayudó bastante y que viene de la mano con que el aborto sea legal”. 

Por eso la Carta Abierta viaja y se sigue firmando en vestuarios y canchas de todo el país. Al cierre de esta edición ya firmaron jugadoras de Racing, Estudiantes de La Plata, San Lorenzo, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Sportivo Barracas, Platense, La Nuestra, Norita FC, Futsal Untref, Mafalda, Banfield, Villa Unidas, Pacífico Futsal, Puerto Nuevo, Picado Feminista Evita Capitana, y siguen. Así la Carta se suma a las más de 12 mil firmas de actrices, abogadas, fotógrafas, periodistas, cirqueras, arquitectas, docentes, estatales, entre otras disciplinas –22 en total–, que en 2018 se comprometieron a seguir el trámite legislativo hasta que sea ley.

¿Libertad de expresión?

Estar juntas implica también poner en palabras todo eso que le dijeron que no tienen que hablar. “Intentaron siempre que no nos metamos en temas políticos”, reafirma la China Pereiro. El recorrido que les propusieron, cuentan, siempre fue el mismo: “Jugar al fútbol, entrenar, e irte a tu casa; en algunos clubes eso sigue estando. De hecho pasa con frecuencia que las jugadoras quieren hablar, pero se quedan calladas por miedo a que les pase algo en las instituciones donde están”. 

El “que pase algo” se traduce a quedar fuera de los equipos, es decir, no jugar. Ese es el precio que también ellas pueden pagar al jugar el partido para ganar la Ley.

Los silencios, cuentan, son muchos alrededor de los cuerpos: no solo no se habla de aborto, sino tampoco de maternidad, ni por ejemplo sobre la menstruación. 

“No están los temas”, dice Rocío Szewczuk jugadora de Banfield, refiriéndose a la falta de apoyo de las instituciones. Ludmila Martínez, que lleva un puño en alto en su cinta de capitana en Platense, cuenta que cuando las jugadoras se involucran y reclaman después, siempre, llega la sugerencia de que mejor no se metan en esas cosas. El disciplinamiento ya no parece dar resultado: en Platense 20 jugadoras firmaron la carta pidiendo por el aborto legal. 

Federica Silvera, jugadora de San Lorenzo, alerta y propone: “Faltan espacios en los clubes pero también es responsabilidad nuestra; también tenemos que empujar y plantearnos estas cosas que a veces no hablamos por vergüenza, porque nos dijeron que no se pueden hablar, porque son tabú. Son temas que no se hablan porque pensamos que no tenemos el lugar porque la institución no lo brinda, pero entre nosotras podemos hacerlo”. 

Y acá están.

Y entonces hablan.

¿Qué dicen? 

¿Te vino?

Otra de las áreas donde la presencia masculina es mayoritaria es en los consultorios médicos. “Sigue pasando que la mayoría son hombres”, relata la China Pereiro. “Miles de veces me pasó estar entrenando con dolor y que el chiste sea: “¿Qué pasa, te vino?”. Terminaba llorando, fastidiosa por cómo me hablaba el entrenador, o un ayudante, o el médico, con ganas de irme a mi casa: eso sigue pasando y es un garrón”.

El silencio que produce no hablar del metabolismo del cuerpo genera tabúes y desconocimiento. Se niega así que dependiendo el momento del ciclo en el que la jugadora esté, se modifica por ejemplo su fuerza o su velocidad. En el Mundial de Fútbol Femenino en 2019, el campéon Estados Unidos adaptó los entrenamientos a la menstruación de las jugadoras.  

Federica Silvera cuenta que en San Lorenzo la profesora que está a cargo le explicó que, cuando menstrúa, no tiene que dejar de entrenar. “Por ahí tenés que cuidarte en algunas cosas, no hacer algunos ejercicios, pero de ninguna manera no entrenar. Es indispensable que lo expliquen, porque son cosas que no se saben”. Sofía Cagnoni es jugadora de Pacífico Futsal, club donde hay una kinesióloga mujer. “Por ejemplo con la menstruación nos empezaron a dar bola, porque tiene mucho que ver con el rendimiento. Ella lleva los valores y se involucra; pero después tenés a los dirigentes, que son todos hombres”. 

¿Entonces? Una posible respuesta es la que da la China Pereiro: “Que haya mujeres también en los espacios de toma de decisión es indispensable: somos nosotras, las jugadoras y ex jugadoras, las que tenemos que cambiar esas cosas”. 

Ovarios y pelotas

“El fútbol no es solamente el fútbol federado: por fuera hay miles de pibas jugando a la pelota”, dice Helena Pipolo, jugadora de Norita FC, el club con nombre de Madre de Plaza de Mayo. En ese desborde se da también el romper las estructuras rígidas que quieren imponer las instituciones. “Los clubes que juegan en liga federada generan en las jugadoras un miedo que hace que las chicas no se atrevan ni siquiera a involucrarse por fuera de las instituciones. Estar acá puede ser un precedente para las más chicas, porque hace que nos unamos todas por afuera, para después poder llegar adentro de los clubes: hay que buscar la manera”, arriesga la China Pereiro y resalta también la importancia de armar espacios de diálogo con las más chicas. “Se necesita hablar más, hacer capacitaciones, porque las más chicas no saben qué significa la maternidad, qué significa abortar, por qué las instituciones no dan lugar a que se produzcan esas charlas. De cinco instituciones,  cuatro no te dejan hacer capacitaciones sobre estos temas”. 

La China habla desde una experiencia reciente: tiene un niño de dos años. Cuando decidió ser madre tuvo que dejar de jugar a la pelota: “Era una cosa o la otra”. Recién a fines del año pasado la AFA dejó de considerar al embarazo como una “lesión” y estableció que las jugadoras embarazadas tienen que seguir cobrando su sueldo. Hasta ese momento, a quien quedaba embarazada, se la descartaba del plantel. 

Como no se habla de embarazo, tampoco se habla de aborto. Así el reclamo no apareció hasta que las calles llegaron a las canchas. “El feminismo me ayudó a poder decir: tengo que involucrarme. Y quiero llevar eso al deporte”, dice Luciana Bacci, una de las que arrancó la cadena de mensajes para firmar la Carta que exige el envío y urgente tratamiento del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Luciana Martiarena, jugadora de La Nuestra en la Villa 31: “Aunque se arme debate adentro del club, como organización nos plantamos del lado de los derechos de las mujeres. En el barrio la iglesia influye mucho, y es difícil hablar sobre aborto, pero entendemos que todas estamos en ese proceso”. 

El horizonte de la Ley y el después lo marca Helena Pipolo, jugadora y docente de educación física: “Lo que está legislado en muchos lugares no se cumple, por ejemplo la Educación Sexual Integral en la formación docente. Entonces buscamos la Ley, pero después habrá que seguir”. 

Que el silencio se termine depende entonces de esta nueva generación que se para en la cancha como en la vida. 

Rocio Szewczuk, de Banfield, concluye: “Lo tenemos que hacer: es nuestra responsabilidad y una oportunidad”.

La pelota ya está rodando.

El gol que falta

Se largó el segundo tiempo de la lucha por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y las futbolistas dieron el puntapié inicial: en Congreso, con las manos en alto, pañuelos verdes y muchos ovarios comenzaron las firmas por los distintos clubes y categorías con un grito urgente: ¡Aborto Legal Ya!

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