CABA
Aires buenos. Elís y Lisandro: niñes y arte en pandemia
La joven compositora Elís (10 años) y el bailarín Lisandro (6) irrumpieron en una Posta Cultural Sanitaria con una canción sobre la pandemia que hizo delirar al público. Representan a las infancias que, afectadas por el encierro, responden desde el arte. Lo que dicen, lo que bailan, y cómo crear en familia. Por María del Carmen Varela.

En la arquitectura de un mundo adultocentrista, en el que la ciencia, los gobiernos y el inclasificable sentido común ordenan #QuedateEnCasa, les niñes transforman el encierro en juego, la obligación en imaginación, el miedo en movimiento y la incertidumbre en canción.
En medio de la cuarentena, una niña de diez años compuso una canción que es quizá la mejor forma de describir y, a la vez, reírse de esta época. Su hermano Lisandro (6 años), la acompaña cada vez que la toca bailando a su lado, de una manera tan original como seria.
Entre ese trabajo creativo y la lucidez de la niñez se arma esta historia.
A los 8 años, a Elís Pavan le regalaron una guitarra porque se sentía atraída cada vez que veía una pero no sabía tocar. Tomó clases y a los 9, sentada en un sillón de su casa, compuso una canción a la que tituló “Sin paraguas”, en la que cuenta sobre un futuro cercano en el que va a llover, las gotas van a caer, los charcos van a aparecer, va a llover de abajo para arriba, se va a mojar y a sentir felicidad.
Hace unos meses, en pleno aislamiento obligatorio, Elís tomó su guitarra y compuso su segundo tema: “Malos Aires”. A medida que se iban sumando días al encierro y se producían cambios de fase, agregaba letra y así esa canción rítimca, fuerte y pegadiza se fue haciendo muy larga. Como la cuarentena.
Como no recordaba toda la letra, decidió acortarla, y así quedó:
Coronavirus llegó
a Argentina
y ahora en Buenos Aires
hay Malos Aires
Ahora se trabaja
en la cama y en el living
acostado en el sillón,
estoy panzón
Oh oh
estoy panzón
Oh oh
Tarea virtual, reuniones por zoom
Si se cae la internet no sabemos qué hacer
Si estoy sin wifi , ¿cómo voy a vivir?
Sin conexión
Oh oh
Sin conexión
Oh oh
Se abren las plazas, podemos salir
Ahora los cumples los hacemos por ahí
Me encuentro a la gente que no la vi
pero con barbijo
Oh oh
con barbijo
Oh oh
Coronavirus llegó
a Argentina
y ahora en Buenos Aires
hay Malos Aires
“Malos Aires” fue estrenada oficialmente en el marco de una Posta Cultural Itinerante el primer domingo de noviembre en la puerta de MU Trinchera Boutique, convocada por Escena (Espacios Escénicos Autónomos) el en la que también participaron actrices, actores, bailarinxs, fotógrafxs, aportando un breve hecho artístico con la calle como escenario y lxs transeuntes como público. Mientras Elís cantaba, su hermano Lisandro interpretaba la canción mediante movimientos espontáneos y genuinos que recorrían su cuerpo al ritmo de la melodía: un originalísimo bailarín. Les presentes estallaron en aplausos y cantaron el estribillo pegadizo junto a Elís, que manejaba los tiempos como una verdadera frontwoman. Unos días más tarde ambxs fueron invitades a participar de la Posta Sanitaria Cultural de los viernes por la tarde a cargo de la artista Susy Shock, que se vienen desarrollando desde hace casi cuatro meses en la vereda del espacio cultural de lavaca en el barrio de Congreso.

Poesía y política
En cada show, Susy Shock viene elaborando un manifiesto en vivo sobre qué significa este reencuentro desde el arte. Entre tema y tema improvisa unas palabras que tallan un tono político y social que no se oye ni el Congreso ni en la tevé: “Hay que pensarlo todo de nuevo porque hasta acá no funcionó”, dijo en una de sus intervenciones. “Rescataremos lo que está bien, lo que dio frutos, pero hay que sembrar todo de nuevo para mejorarlo, cuidarlo de tanto incendio, de tanto malestar, de tanta injusticia y mala repartija. Y les artistas tenemos que estar ahí pensando. Gracias ciencia, gracias política burocrática, pero ustedes nos han traído hasta acá, hasta este fracaso. Dejen pensar a quienes hasta ahora no han tenido protagonismo, a les artistas, les intelectuales, les humanistas. Nosotres sabemos qué tenemos que hacer: llenarlo todo de arte, de disidencia, de belleza”.
Fue así que, en medio de estos llamados poéticos-políticos, la familia artista de Elís y Lisandro comenzó a participar de las postas. Susy tiene data en esto de trabajar junto a niñes: editó un libro llamado Crianzas, donde elabora el personaje de tía trava que le habla a su sobrinx. Y después de oir a Elís y Lisandro abrir la posta y dejarle el escenario a ella, siguió completando el rompecabezas: “Este es un momento antipoético de la humanidad. Es la antipoesía gigante, tácita, explícita, abominable. La necesidad de poetizarnos va más allá de escribir poesía, comprar libros de poesía o vociferar palabras que rimen. Salgamos a la calle pensándonos, sintiéndonos, mostrándonos más poéticamente. Es la contundencia de no ser este mundo, mirá cómo es este mundo sin poesía. Entonces, seamos poesía”.
Las infancias son portadoras de sabiduría.
Y de poesía.
Familia en pandemia
A los pocos días de iniciada la cuarentena Elís y Lisandro armaron en su cuarto una especie de campamento improvisado con mantas para que sea más divertida la estadía permanente en casa. Elís: “Cuando mi mamá me dijo hay cuarentena por dos semanas me puse contenta. ¡Dos semanas sin ir a la escuela! Ahora ya no me gusta nada, porque quiero volver a la escuela. Estoy empezando a ver a algunos amigos en la plaza, a mis amigos del barrio. Primero era por mail, después empezaron a usar todos classroom y ahí se organizo mejor, y también empezamos a hacer reuniones por Meet”.
Elís va a una escuela pública intensificada en arte, aprende danza, música, teatro y plástica. Le gustan los libros de Harry Potter; le falta el último para completar la saga. Ahora está leyendo Robin Hood y algunas obras de teatro como Esperando a Godot. Escucha a los Beatles y hace danza aérea que por estos meses pasó a ser en piso y por zoom. Desde hace algunos años forma parte de un taller de banda del centro cultural La Minga, donde organizan funciones para cada fin de ciclo. Continúan de manera virtual y este año el nombre de la banda pasó a ser Pandemia Musical. En cuarentena aprendió a cocinar chipá y omelettes, y también dedica tiempo a jueguitos y series en la tablet.
¿Qué no te gusta de les adultes? Elís elige responde en positivo: “Me gusta cuando sonríen”.
Su hermanito Lisandro, “Lichu”, acaba de cumplir seis años y el año próximo arranca primer grado. Durante la cuarentena aprendió a leer y su debut fue con el libro de historietas Mayor y menor, del ilustrador Chanti. Es un niño tímido con extrañxs pero cuando baila lo hace sin inhibiciones. Sabe bailar capoeira, escucha a Queen, Michael Jackson y la caminata lunar le sale a la perfección.
¿Cómo fue –y en gran medida sigue siendo– atravesar esta pandemia en familia?
Cuenta Inés Armas, mamá de Elís y Lichu: “La convivencia tiene sus momentos, intensos e interesantes. Poder estar acompañando las tareas virtuales de cerca, viendo cuáles son los contenidos que los maestros van trabajando y verlos a ellos cómo los resuelven, para mí fue muy interesante. Y el absurdo también de algunas circunstancias de la pandemia, estar encerrados y que a veces no se podía ni siquiera salir a la calle, después se podía ir a la plaza, pero estaban cerradas o había que esperar el horario. Tanto protocolo para todo va generando también incertidumbre en ellos, empiezan a preguntar cosas que una no puede explicar. Es una etapa desafiante. Fueron meses muy diferentes”. Agrega Fagner Pavan, padre de les niñes y compañero de Inés: “Es algo que nunca había sucedido, el hecho de estar casi ocho meses todos los días juntos, es algo sin precedentes para una familia, los cuatro encerrados. Fue un trabajo de equilibrar las energías, los ritmos, las vibraciones. Es todo un aprendizaje muy importante”.
Cambiar de modo
Inés y Fagner viven en el barrio porteño de Boedo y son trabajadorxs de la cultura. Inés es bailarina, coreógrafa y docente en el Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín y en la Universidad Nacional de Arte. Coordina –junto con Fagner y la bailarina, coreógrafa y docente Victoria Viberti– Galpón F.A.C.E., un espacio cultural que combina danza, teatro, performance e investigación.
Las clases de Inés de técnica de danza contemporánea pasaron a ser virtuales: “He aprendido a cambiar de modo, a que los chicos estén bailando en sus casas y yo dándoles las instrucciones. Al principio fue angustiante y después encontré la manera y me fui adaptando, intentando llegar con mi material, aprendí a usar otras herramientas, compartir videos, material teórico, ellos también me mandaban videos. Fuimos descubriendo juntos una nueva manera de trabajar. A veces pasaban madres, padres, hermanos por detrás de la pantalla y el chico seguía bailando concentrado. Te metés en la intimidad de las personas. Al taller de danza del San Martín viene gente de todo el país, cada uno con sus historias y sus maneras de encarar la pandemia”.
Inés conoció a Fagner –oriundo de San Pablo– durante unas vacaciones en Isla Grande, una de las más paradisíacas de Brasil, que pertenece al estado de Río de Janeiro. Durante cuatro años estuvieron haciendo obras allá y acá, fundaron una compañía y cuando estaba por nacer Elís llegó el momento de decidir si se establecían en Argentina o en Brasil.
Fagner es actor, director, está a cargo de la curaduría y gestión edilicia de Galpón F.A.C.E. y sostiene junto con Inés y Victoria una etapa de formación de dos años en danza y teatro.
Cuando llegó la pandemia, también sobrevino la angustia. El Galpón es un espacio cultural que alquilan con mucho esfuerzo y en estos meses pudieron cumplir con la mitad del pago de la renta. La alternativa fue recurrir a subsidios que ayudaran a paliar el sostén económico del espacio y de la familia. “Ocho meses en que te volvés un burócrata que llena papeles para sobrevivir. Y el arte quedó en suspenso”, se lamenta Fagner. “Hay distintas situaciones en los espacios culturales. Este año nosotros comenzamos a formar parte de Escena (Espacios Escénicos Autónomos) y también del Frente de Emergencia de la Danza, dos espacios que nos contuvieron, orientaron, acompañaron y nos dieron fuerza y esperanza”, cuenta Inés, que suma que también este año armaron la agrupación de espacios de Parque Patricios Trama Sur junto a las salas Planta, C.C. Victor Jara y C.C. Gran Sur.
También forman parte de la compañía Colectivo de Dominio Público (CDP), grupo interdisciplinario que reúne a periodistxs de tecnología, performers, dramaturgxs, bailarinxs y coreógrafxs. La propuesta es poner en discusión las tensiones devenidas de la era digital a través de intervenciones artísticas y performáticas en colaboración con otros proyectos dedicados al arte, al periodismo y a la tecnología.
En este contexto desarrollaron “Sinfonía Big Data”, una puesta performática de siete instalaciones que generan una dramaturgia. Elís participó como actriz de esta experiencia que se estrenó en 2019 en el Festival de Pensamiento Contemporáneo en Rosario e hicieron ocho funciones en Fundación Cazadores, en el barrio de Chacarita. El CDP busca generar instancias que lleven a reflexionar sobre “la tensión entre libertad y control existente en nuestro contexto socio-cultural, una sociedad del espectáculo, del consumo y de la tecno-vigilancia”. En la era de la supremacía del algoritmo, urge contrarrestar con la potencia del material sensible.
Bailarle al virus
Inés y Fagner tuvieron que acomodarse a una realidad que imponía contactarse con pares y alumnxs mediante pantallas. “Lo bueno es que pudimos armar nuevos grupos a nivel federal”, reconoce Fagner y aporta Inés: “Es una dimensión que se abre”. Ambxs concluyen: “Sin embargo, queda claro que lo virtual no es nuestro hogar. Acompaña, pero no es nuestra casa”. Juntos organizaron un ciclo de seis encuentros virtuales desde el Galpón que se llamó “Componer – Realidad-Compostar” en el que participó, entre otrxs espositorxs Carlos Briganti, el Reciclador Urbano, para pensar colectivamente sobre nuevas prácticas artísticas y políticas que colaboren en este contexto de emergencia y funcionó además otro taller sobre Huerta Urbana, para seguir plantando otras ideas de cara al futuro.
Lisandro se calza sus guantes negros, se coloca una galera rosada en la cabeza y la guía de sus movimientos está susurrada por las notas musicales de la guitarra y la entonación de Elís. Su madre explica: “Que Lisandro me diga que quiere ser bailarín es algo muy natural porque es lo que ve todo el tiempo. Después hay que ver cuando crezca. El arte es una perspectiva de conocer el mundo: se va filtrando en la educación, en cada gesto, en todo lo que hacemos. Todos los chicos tienen esa mirada activada desde que nacen, a veces nos olvidamos de eso. Estamos en esta ciudad, en este mundo, en la exigencia y entramos en la vorágine; por suerte los tenemos a ellos para recordarnos. Se ponen a bailar, a actuar, a disfrazars… Pasa con todos los chicos, ya lo traen con ellos” Fagner completa: “Después empiezan los protocolos que imponemos los adultos”.
Para toda la familia, el protocolo de cuidado fue el compartir ideas para combatir el aburrimiento, el cuidado del gatito Romeo, inventar juegos y bailar al son de canciones propias o ajenas, prácticas habituales para les Pavan que se volvieron cura durante los meses de encierro.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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