CABA
De primera
Es el capitán y referente del Racing que se salvó del descenso con más mística que fútbol. Jugó en Europa, acumuló goles y prestigio y se dio tiempo para formarse en otras artes: es psicólogo social y militante del trabajo grupal. Cree que ésa es la semilla para el cambio, tanto en la cancha como en la sociedad.
Si a un jugador de fútbol promedio (¿existirá tal cosa?) se le pregunta por la horizontalidad, posiblemente conteste sobre los horarios en que son obligados a dormir siesta durante las concentraciones. La verticalidad, en ese caso, indicaría a un equipo que apunta hacia el arco contrario sin demasiadas piruetas ni pases cortos.
Si algún movilero mencionara a Naomi Klein (aunque no parece haber riesgo alguno de que semejante cosa suceda), quizá los entrevistados pensarían que se trata de un perfume. No se preguntarían –como lo hace ahora Facundo Sava– si la autora de La doctrina del shock tiene algún parentesco con Melanie Klein, una de las más importantes figuras del psicoanálisis e inspiradora de todo un vuelco de dicha ciencia hacia la terapia infantil.
Un jugador promedio o, incluso, un argentino promedio (¿existirá tal cosa?) dudaría sobre qué significa la Psicología Social, y más de uno preguntaría para qué equipo juega Pichon, que merecería ser uno de los 10 más creativos que ha dado el seleccionado del pensamiento argentino, si alguna vez se armara semejante dream team.
Pero Facundo Sava, el Colorado, no es un promedio. No huele a Calvin Klein, sino a muchacho que ha sabido conservar su carrera a una edad –34– donde varios se reciben de ancianos en un deporte cada vez más psicótico. Ha hecho una impresionante carrera, convirtiendo 105 goles en Argentina (Ferro, Gimnasia y Racing, Inglaterra (Fulham) y España (Celta y Lorca). Futboleramente hablando, es de esos tipos sólidos, peligrosos, más esforzados que habilidosos, buscados por los compañeros. Esos tipos a los que los rivales preferirían no ver merodeando cerca.
Pero la rigidez de las etiquetas futboleras le queda chica. Facundo usa la cabeza de modo eficiente en el fútbol (sus cabezazos suelen ser letales) y afuera: es psicólogo social y, sobre todo, es una persona nada interesada en relacionarse de un modo enfermo con esta realidad tantas veces patológica. En una entrevista de suplemento deportivo le hicieron una típica pregunta “ingeniosa”: ¿Con quién no te sentarías nunca a una mesa? Contestó: “Con cualquiera de los milicos torturadores”.
Su padre, Alberto Sava, es artista, mimo, profesor de teatro, y uno de los inspiradores del Frente de Artistas del Borda. En mu número 14 se relata la experiencia de ese grupo que hace ya dos décadas está haciendo un asombroso trabajo que mezcla terapia, compromiso y alegría, bajo la hipótesis de que la locura no debe significar cárcel (algo que merecería acondicionarse para varios de los considerados “normales”). Facundo, el Colorado, habla con orgullo de su padre y de esa experiencia, aunque ahora es el turno de su historia.
“Pero yo soy un simple jugador y, la verdad, es que hace años que no me hacen una nota así. Siempre me preguntan por el partido pasado o por el partido futuro” cuenta, aunque quizá también se trate de eso, esta vez.
De la cancha al diván
Tuvo el plan de abandonar el fútbol hace unos diez años, el día que se hartó de los compañeros que tenía en Gimnasia, se enojó con su entonces técnico Carlos Griguol, con el periodismo, con el público, con todo: “Mentira: en realidad estaba enojado conmigo mismo”, es capaz de decir hoy. “Las presiones que recibe un jugador son tremendas pero a la vez yo tenía cuentas pendientes de mi propia historia que pude ir trabajando”. Ir trabajando significó que, en el momento en que estaba por colgar los botines, literalmente, su padre le recomendó ver a un psicólogo. “Eso me cambió, me alivió, y transformó mi propia carrera como jugador”. Los botines volvieron a sus pies, cosa que supieron padecer cientos de arqueros rivales.
El Colorado Sava sueña desde hace mucho con un mundo más justo, y con mantener a Racing en Primera (es sabido que, para la gente de la Academia, ambas hazañas son equivalentes). Uno de esos proyectos ha sido logrado con éxito para el próximo Clausura. La idea de un mundo más justo sería parte de un Apertura (de las cabezas, los corazones y los poros), pero el Colorado considera que ya se pueden ir haciendo cosas: nunca conviene quedarse rígido cuando hay tantos indicios de que el ser humano se puede ir al descenso.
La economía es adelgazante
Facundo es de una generación rockera. “Me gustan Las Pelotas y Divididos” cuenta mientras bromea sobre su propio perfil para las fotos, tocándose la nariz. De pronto se queda mirando asombrado al Gallego, uno de los integrantes de la Cooperativa Sub, y dice: “¿Te dijeron lo parecido que sos a Luca Prodan?”. El Gallego sonríe como quien no quiere la cosa. Sub queda incorporada a la charla. A eso la psicología social lo llamaría dinámica grupal, y las abuelas lo definían como cordialidad.
Sava nació en 1974, cuando parecía que el país se iba a ir al infierno, cosa que finalmente sucedió. “De chiquito tenía una radio negra y los fines de semana me los pasaba escuchando a Víctor Hugo Morales” cuenta. En 1981, el niño Facundo escuchaba las aventuras de Miguel Brindisi y Diego Maradona en Boca. Mientras alrededor se hablaba de dictadura o de la guerra de Malvinas, el niño Sava se dedicaba a hacer goles en el barrio, tratando de llevar a la práctica aquello que escuchaba en la radio negra. “Al tiempo me hice hincha de Racing, mi viejo me llevaba a la cancha. Pero no soy un fanático. De nada soy fanático”.
Empezó en Ituzaingó y pasó a Ferro, dando por tierra cualquier pensamiento mágico que quiera tenerse acerca de la carrera de futbolista. “Iba a entrenar, tomaba el tren y después caminaba 15 cuadras hasta Pontevedra. A la vuelta lo mismo. Y me mandaban a un gimnasio en Vicente López. Estudiaba Economía, y volvía a mi casa arruinado, después de las 12 de la noche”. A Facundo le queda un buen recuerdo de esa carrera: se puso de novio con su actual esposa. “Pero iba bajando de peso: estaba en 70 kilos y no subía. Era un palo” (mide 1,84). Por cuestiones de peso, entonces, dejó la universidad y como por arte de magia empezó a engordar: “Le pasa a mucha gente en este país: adelgazás por culpa de la economía”. Jugó tres años en Ferro, en Primera, y logró algo insólito en el ambiente: no se compró un auto importado ni una 4 x 4. “Jugar tres años seguidos no es frecuente, pero seguía yendo a entrenarme en tren. Griguol (el técnico) nos recomendó comprar primero una casa o un departamento”. Se sabe que en el ambiente la manzana del auto deportivo es mordida con vehemencia por los jugadores con las primeras fortunas que ganan. “Yo hasta me colaba en el tren –siendo jugador de Primera– para ahorrarme cada moneda. Pude comprarme un departamento chico, en Caballito, pero ya era algo mío”.
El pase de Sava fue comprado por Boca, pero no fue un período próspero. ¿Cómo se vive la situación profesional en el fútbol cuando las cosas no funcionan? “Creo que lo principal es disfrutar con lo que uno hace, no dejarse llevar. En una época si salía en la tapa de un diario porque hacía un gol me compraba 15 ejemplares. Y cuando andaba mal, me deprimía. Con el tiempo aprendí que hay que lograr un equilibrio porque las dos cosas son enfermizas”.
De Boca saltó a Gimnasia y Esgrima, y al momento de su crisis. “Vivía mal, enojado por todo: los insultos, la táctica del equipo. Hasta que decidí dejar. Le dije a mi viejo: ‘Pá, no aguanto más este ambiente’. Me contestó: ‘¿Por qué no vas al psicólogo? No perdés nada’. Empecé a ver un montón de cuestiones personales. Yo era un tipo contenido, desde los 12 años no se me caía una lágrima, y había montones de cosas mías que estaban… no tengo por qué contarlas, ¿no?”
Se las contó a quien más convenía. “Gracias a esa terapia me cambió la carrera, dejé de enojarme, y entré en una muy linda etapa en Gimnasia, peleamos algunos torneos, salíamos segundos o terceros”. Pero en una cultura competitiva, se dice que salir segundo es –como diría el personaje de Seinfield– ser el primero de los perdedores. “No. Nosotros estábamos muy contentos con lo que lográbamos. Obvio que nos hubiera encantado salir campeones. Pero salir campeón es otra cosa: es dar todo lo que se puede dar, esforzarse. Aprender a estar contento con lo que se hace. Eso es ser campeón”. Sava no está hablando de conformismo, sino de lo contrario, de una de las capacidades más mutiladas en estos tiempos: la de disfrutar.
¿Hay equipo?
Otra decisión, conversando con su padre, fue la de conocer la carrera de Psicología Social. Facundo no dudó: un año en Castelar, otro en La Plata, y terminó en la Escuela Pichon Riviere de Buenos Aires. Sin embargo, no es un lírico del fútbol (ni jugando ni pensando). “Yo creo en el trabajo, en la responsabilidad, en el estudio”. Suena a los clásicos técnicos obsesivos. Me pregunta qué es ser obsesivo. Le cuento las anécdotas acerca de Carlos Bilardo, que despertaba jugadores a las 4 de la mañana para darles indicaciones en el Mundial 86, o les explicaba en qué posición tener relaciones sexuales, actividad que les permitía, para decirlo religiosamente, cada muerte de obispo. “A mi me parece que todo lo que haga bien a un equipo funciona, si es enfermizo no va. Pero para mí tipos como Bielsa (Marcelo) o Simeone (Cholo) son gente preparada. Ser estudioso o profesional no es necesariamente ser obsesivo”.
Siempre hubo técnicos más “románticos”, que dejaban que los jugadores resolvieran todo adentro de la cancha. ¿Hay de esos ahora?
Eso no existe más. Hoy te pasan por arriba si hacés eso, porque el otro está estudiando cómo atacarte, cómo ganarte. No podés improvisar. Lo que sí está faltando mucho es lograr mejores formas de participación grupal, de intervención de los jugadores en lo que se hace y en lo que se decide.
¿Estás proponiendo un fútbol asambleario?
Claro: grupal, participativo. Hace unos años los jugadores recibían órdenes, se callaban, obedecían, y a otra cosa. Hoy yo noto una situación diferente. Los chicos quieren intervenir. Opinan, discuten, reclaman protagonismo. Y si la dinámica grupal no los incluye, ningún proyecto te funciona. Es lo mismo que pasa en la sociedad.
Pero en la sociedad también se nota fragmentación, aislamiento…
Es que la gente no se junta. Si lo hiciera, tendría más poder. Pero a los poderes no les conviene que la gente se junte, que piense, que proyecte, que converse. El sistema es así. Tampoco conviene que la gente se eduque, en el sentido de tener más capacidad. Así te tienen agarrado. Pensá: ¿cuántos maestros o profesores te hacían trabajar en grupo? Si yo lo pienso, ni el 10 por ciento. Y esa incapacidad de lo grupal se termina volviendo en contra de la propia sociedad, de las propias personas, que pierden fuerza para tomar la iniciativa de lo que quieren hacer. Pero yo veo que eso está cambiando, se rompe ese individualismo. Tengo una mirada positiva.
¿Un ejemplo de esa mirada?
Lo que pasa con los obreros de Zanon, por poner un caso. Eso es extraordinario. Tienen un poder todos, no una persona. Es lo grupal, haciendo que cada uno sea protagonista. Deben sentir placer por lo que están haciendo. No es la gente que actúa por obligación o por obediencia. Creo que cada vez más gente quiere hacer las cosas así.
Fama mata billetera
Facundo vota por el trabajo y el estudio en fútbol, pero en contra de las concentraciones. “Ahí ves el miedo. A los jugadores los encierran en un hotel por desconfianza, para que se queden comiendo, durmiendo, jugando a la Play Station. Si hubiera una mejor educación, comunicación y trabajo de lo vincular, todos sabrían qué es lo que se puede y no se puede hacer”.
La charla va salpicándose de historias. “Cuando ganás dos pesos empieza a venir todo el mundo a ofrecerte inversiones, coches, tarjetas. Y ni hablar de la noche”. La teoría según la cual billetera-mata-galán ha sido superada por fama-mata-billetera: “Las dos cosas son ciertas –dice Facundo– como es cierto que la noche le arruina la carrera a cualquiera. A las mujeres les gustan los jugadores porque son famosos, tienen plata y las piernitas un poco más duras”. Recuerda a algunos ex compañeros suyos: “Una vez me crucé con uno, que del coche importado pasó a quedar, al poco tiempo, casi pidiendo limosna. Estaba tratando de colocar a su hijo en algún club para ver si se salvaba económicamente con eso”. Este muchacho andaba buscando representante y club para su hijo, bajo este argumento: “El pibe le pega con las dos piernas, tiene visión, pausa, habilidad, cabezazo”. El chico tenía 5 años. Sava: “Ahí te das cuenta de la locura en la que meten a la gente”
¿Cómo se sale de eso, en un mercado que les pone código de barras a chicos de 5 años?
No veo otra que la educación y lo grupal, para hacerse fuertes.
Un dilema crucial en esta época: ¿de quién es Sava? “Soy mío: el pase es mío y estoy a préstamo en Racing”. Otro derrumbe sobre los mitos del fútbol: “Algunos ganan muchísimo en Primera, pero tengo compañeros del equipo a los que, de golpe, hay que prestarles plata para que lleguen a fin de mes”. Facundo no comparte la idea de que el fútbol ya es una ficción en manos de los gigantescos negociados de los “grupos de inversores”, televisación y demás: “Todo eso existe, pero todavía adentro de la cancha hay unos tipos haciendo todo para ganar. Por eso la gente sigue entusiasmándose”.
Las ideas del DT
Facundo se mueve con comodidad en diversos sectores de la cancha. Comenta lo que le sigue conmoviendo: que los responsables de violaciones a los derechos humanos sean juzgados, o que hijos de desaparecidos recuperen su identidad. Y luego cuenta que sueña con ser director técnico y mezclar todo lo que aprendió como futbolista y como estudiante. ¿Será, entonces, un técnico obsesivo? “No. Lo que pasa es que hay una discusión sobre los sistemas. La política es vertical, sea de derecha o de izquierda. Te bajan órdenes. Yo no tengo clara la palabra política, y mi pensamiento tienen más que ver con ideales socialistas, de justicia, de solidaridad y reparto equitativo. Pero en la práctica para mí eso funciona con un sistema más horizontal, donde todos tengan la palabra y las decisiones. Ya no hay que esperar salvadores. Es lo mismo que en la política. Hermano: ponete a hacer lo tuyo en vez de quejarte”.
¿Por qué la pasividad le gana tantas veces a la participación?
Porque te meten miedo, y el miedo es paralizante. Así te dominan. Eso es el poder. Dejás la decisión en manos de otros, por miedo. Y yo ya aprendí que sacarse de encima los miedos es una de las cosas más importantes de la vida.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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