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De primera

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Es el capitán y referente del Racing que se salvó del descenso con más mística que fútbol. Jugó en Europa, acumuló goles y prestigio y se dio tiempo para formarse en otras artes: es psicólogo social y militante del trabajo grupal. Cree que ésa es la semilla para el cambio, tanto en la cancha como en la sociedad.

De primera

Si a un jugador de fútbol promedio (¿existirá tal cosa?) se le pregunta por la horizontalidad, posiblemente conteste sobre los horarios en que son obligados a dormir siesta durante las concentraciones. La verticalidad, en ese caso, indicaría a un equipo que apunta hacia el arco contrario sin demasiadas piruetas ni pases cortos.
Si algún movilero mencionara a Naomi Klein (aunque no parece haber riesgo alguno de que semejante cosa suceda), quizá los entrevistados pensarían que se trata de un perfume. No se preguntarían –como lo hace ahora Facundo Sava– si la autora de La doctrina del shock tiene algún parentesco con Melanie Klein, una de las más importantes figuras del psicoanálisis e inspiradora de todo un vuelco de dicha ciencia hacia la terapia infantil.
Un jugador promedio o, incluso, un argentino promedio (¿existirá tal cosa?) dudaría sobre qué significa la Psicología Social, y más de uno preguntaría para qué equipo juega Pichon, que merecería ser uno de los 10 más creativos que ha dado el seleccionado del pensamiento argentino, si alguna vez se armara semejante dream team.
Pero Facundo Sava, el Colorado, no es un promedio. No huele a Calvin Klein, sino a muchacho que ha sabido conservar su carrera a una edad –34– donde varios se reciben de ancianos en un deporte cada vez más psicótico. Ha hecho una impresionante carrera, convirtiendo 105 goles en Argentina (Ferro, Gimnasia y Racing, Inglaterra (Fulham) y España (Celta y Lorca). Futboleramente hablando, es de esos tipos sólidos, peligrosos, más esforzados que habilidosos, buscados por los compañeros. Esos tipos a los que los rivales preferirían no ver merodeando cerca.
Pero la rigidez de las etiquetas futboleras le queda chica. Facundo usa la cabeza de modo eficiente en el fútbol (sus cabezazos suelen ser letales) y afuera: es psicólogo social y, sobre todo, es una persona nada interesada en relacionarse de un modo enfermo con esta realidad tantas veces patológica. En una entrevista de suplemento deportivo le hicieron una típica pregunta “ingeniosa”: ¿Con quién no te sentarías nunca a una mesa? Contestó: “Con cualquiera de los milicos torturadores”.
Su padre, Alberto Sava, es artista, mimo, profesor de teatro, y uno de los inspiradores del Frente de Artistas del Borda. En mu número 14 se relata la experiencia de ese grupo que hace ya dos décadas está haciendo un asombroso trabajo que mezcla terapia, compromiso y alegría, bajo la hipótesis de que la locura no debe significar cárcel (algo que merecería acondicionarse para varios de los considerados “normales”). Facundo, el Colorado, habla con orgullo de su padre y de esa experiencia, aunque ahora es el turno de su historia.
“Pero yo soy un simple jugador y, la verdad, es que hace años que no me hacen una nota así. Siempre me preguntan por el partido pasado o por el partido futuro” cuenta, aunque quizá también se trate de eso, esta vez.

De la cancha al diván
Tuvo el plan de abandonar el fútbol hace unos diez años, el día que se hartó de los compañeros que tenía en Gimnasia, se enojó con su entonces técnico Carlos Griguol, con el periodismo, con el público, con todo: “Mentira: en realidad estaba enojado conmigo mismo”, es capaz de decir hoy. “Las presiones que recibe un jugador son tremendas pero a la vez yo tenía cuentas pendientes de mi propia historia que pude ir trabajando”. Ir trabajando significó que, en el momento en que estaba por colgar los botines, literalmente, su padre le recomendó ver a un psicólogo. “Eso me cambió, me alivió, y transformó mi propia carrera como jugador”. Los botines volvieron a sus pies, cosa que supieron padecer cientos de arqueros rivales.
El Colorado Sava sueña desde hace mucho con un mundo más justo, y con mantener a Racing en Primera (es sabido que, para la gente de la Academia, ambas hazañas son equivalentes). Uno de esos proyectos ha sido logrado con éxito para el próximo Clausura. La idea de un mundo más justo sería parte de un Apertura (de las cabezas, los corazones y los poros), pero el Colorado considera que ya se pueden ir haciendo cosas: nunca conviene quedarse rígido cuando hay tantos indicios de que el ser humano se puede ir al descenso.

La economía es adelgazante
Facundo es de una generación rockera. “Me gustan Las Pelotas y Divididos” cuenta mientras bromea sobre su propio perfil para las fotos, tocándose la nariz. De pronto se queda mirando asombrado al Gallego, uno de los integrantes de la Cooperativa Sub, y dice: “¿Te dijeron lo parecido que sos a Luca Prodan?”. El Gallego sonríe como quien no quiere la cosa. Sub queda incorporada a la charla. A eso la psicología social lo llamaría dinámica grupal, y las abuelas lo definían como cordialidad.
Sava nació en 1974, cuando parecía que el país se iba a ir al infierno, cosa que finalmente sucedió. “De chiquito tenía una radio negra y los fines de semana me los pasaba escuchando a Víctor Hugo Morales” cuenta. En 1981, el niño Facundo escuchaba las aventuras de Miguel Brindisi y Diego Maradona en Boca. Mientras alrededor se hablaba de dictadura o de la guerra de Malvinas, el niño Sava se dedicaba a hacer goles en el barrio, tratando de llevar a la práctica aquello que escuchaba en la radio negra. “Al tiempo me hice hincha de Racing, mi viejo me llevaba a la cancha. Pero no soy un fanático. De nada soy fanático”.
Empezó en Ituzaingó y pasó a Ferro, dando por tierra cualquier pensamiento mágico que quiera tenerse acerca de la carrera de futbolista. “Iba a entrenar, tomaba el tren y después caminaba 15 cuadras hasta Pontevedra. A la vuelta lo mismo. Y me mandaban a un gimnasio en Vicente López. Estudiaba Economía, y volvía a mi casa arruinado, después de las 12 de la noche”. A Facundo le queda un buen recuerdo de esa carrera: se puso de novio con su actual esposa. “Pero iba bajando de peso: estaba en 70 kilos y no subía. Era un palo” (mide 1,84). Por cuestiones de peso, entonces, dejó la universidad y como por arte de magia empezó a engordar: “Le pasa a mucha gente en este país: adelgazás por culpa de la economía”. Jugó tres años en Ferro, en Primera, y logró algo insólito en el ambiente: no se compró un auto importado ni una 4 x 4. “Jugar tres años seguidos no es frecuente, pero seguía yendo a entrenarme en tren. Griguol (el técnico) nos recomendó comprar primero una casa o un departamento”. Se sabe que en el ambiente la manzana del auto deportivo es mordida con vehemencia por los jugadores con las primeras fortunas que ganan. “Yo hasta me colaba en el tren –siendo jugador de Primera– para ahorrarme cada moneda. Pude comprarme un departamento chico, en Caballito, pero ya era algo mío”.
El pase de Sava fue comprado por Boca, pero no fue un período próspero. ¿Cómo se vive la situación profesional en el fútbol cuando las cosas no funcionan? “Creo que lo principal es disfrutar con lo que uno hace, no dejarse llevar. En una época si salía en la tapa de un diario porque hacía un gol me compraba 15 ejemplares. Y cuando andaba mal, me deprimía. Con el tiempo aprendí que hay que lograr un equilibrio porque las dos cosas son enfermizas”.
De Boca saltó a Gimnasia y Esgrima, y al momento de su crisis. “Vivía mal, enojado por todo: los insultos, la táctica del equipo. Hasta que decidí dejar. Le dije a mi viejo: ‘Pá, no aguanto más este ambiente’. Me contestó: ‘¿Por qué no vas al psicólogo? No perdés nada’. Empecé a ver un montón de cuestiones personales. Yo era un tipo contenido, desde los 12 años no se me caía una lágrima, y había montones de cosas mías que estaban… no tengo por qué contarlas, ¿no?”
Se las contó a quien más convenía. “Gracias a esa terapia me cambió la carrera, dejé de enojarme, y entré en una muy linda etapa en Gimnasia, peleamos algunos torneos, salíamos segundos o terceros”. Pero en una cultura competitiva, se dice que salir segundo es –como diría el personaje de Seinfield– ser el primero de los perdedores. “No. Nosotros estábamos muy contentos con lo que lográbamos. Obvio que nos hubiera encantado salir campeones. Pero salir campeón es otra cosa: es dar todo lo que se puede dar, esforzarse. Aprender a estar contento con lo que se hace. Eso es ser campeón”. Sava no está hablando de conformismo, sino de lo contrario, de una de las capacidades más mutiladas en estos tiempos: la de disfrutar.

¿Hay equipo?
Otra decisión, conversando con su padre, fue la de conocer la carrera de Psicología Social. Facundo no dudó: un año en Castelar, otro en La Plata, y terminó en la Escuela Pichon Riviere de Buenos Aires. Sin embargo, no es un lírico del fútbol (ni jugando ni pensando). “Yo creo en el trabajo, en la responsabilidad, en el estudio”. Suena a los clásicos técnicos obsesivos. Me pregunta qué es ser obsesivo. Le cuento las anécdotas acerca de Carlos Bilardo, que despertaba jugadores a las 4 de la mañana para darles indicaciones en el Mundial 86, o les explicaba en qué posición tener relaciones sexuales, actividad que les permitía, para decirlo religiosamente, cada muerte de obispo. “A mi me parece que todo lo que haga bien a un equipo funciona, si es enfermizo no va. Pero para mí tipos como Bielsa (Marcelo) o Simeone (Cholo) son gente preparada. Ser estudioso o profesional no es necesariamente ser obsesivo”.
Siempre hubo técnicos más “románticos”, que dejaban que los jugadores resolvieran todo adentro de la cancha. ¿Hay de esos ahora?
Eso no existe más. Hoy te pasan por arriba si hacés eso, porque el otro está estudiando cómo atacarte, cómo ganarte. No podés improvisar. Lo que sí está faltando mucho es lograr mejores formas de participación grupal, de intervención de los jugadores en lo que se hace y en lo que se decide.
¿Estás proponiendo un fútbol asambleario?
Claro: grupal, participativo. Hace unos años los jugadores recibían órdenes, se callaban, obedecían, y a otra cosa. Hoy yo noto una situación diferente. Los chicos quieren intervenir. Opinan, discuten, reclaman protagonismo. Y si la dinámica grupal no los incluye, ningún proyecto te funciona. Es lo mismo que pasa en la sociedad.
Pero en la sociedad también se nota fragmentación, aislamiento…
Es que la gente no se junta. Si lo hiciera, tendría más poder. Pero a los poderes no les conviene que la gente se junte, que piense, que proyecte, que converse. El sistema es así. Tampoco conviene que la gente se eduque, en el sentido de tener más capacidad. Así te tienen agarrado. Pensá: ¿cuántos maestros o profesores te hacían trabajar en grupo? Si yo lo pienso, ni el 10 por ciento. Y esa incapacidad de lo grupal se termina volviendo en contra de la propia sociedad, de las propias personas, que pierden fuerza para tomar la iniciativa de lo que quieren hacer. Pero yo veo que eso está cambiando, se rompe ese individualismo. Tengo una mirada positiva.
¿Un ejemplo de esa mirada?
Lo que pasa con los obreros de Zanon, por poner un caso. Eso es extraordinario. Tienen un poder todos, no una persona. Es lo grupal, haciendo que cada uno sea protagonista. Deben sentir placer por lo que están haciendo. No es la gente que actúa por obligación o por obediencia. Creo que cada vez más gente quiere hacer las cosas así.

Fama mata billetera
Facundo vota por el trabajo y el estudio en fútbol, pero en contra de las concentraciones. “Ahí ves el miedo. A los jugadores los encierran en un hotel por desconfianza, para que se queden comiendo, durmiendo, jugando a la Play Station. Si hubiera una mejor educación, comunicación y trabajo de lo vincular, todos sabrían qué es lo que se puede y no se puede hacer”.
La charla va salpicándose de historias. “Cuando ganás dos pesos empieza a venir todo el mundo a ofrecerte inversiones, coches, tarjetas. Y ni hablar de la noche”. La teoría según la cual billetera-mata-galán ha sido superada por fama-mata-billetera: “Las dos cosas son ciertas –dice Facundo– como es cierto que la noche le arruina la carrera a cualquiera. A las mujeres les gustan los jugadores porque son famosos, tienen plata y las piernitas un poco más duras”. Recuerda a algunos ex compañeros suyos: “Una vez me crucé con uno, que del coche importado pasó a quedar, al poco tiempo, casi pidiendo limosna. Estaba tratando de colocar a su hijo en algún club para ver si se salvaba económicamente con eso”. Este muchacho andaba buscando representante y club para su hijo, bajo este argumento: “El pibe le pega con las dos piernas, tiene visión, pausa, habilidad, cabezazo”. El chico tenía 5 años. Sava: “Ahí te das cuenta de la locura en la que meten a la gente”
¿Cómo se sale de eso, en un mercado que les pone código de barras a chicos de 5 años?
No veo otra que la educación y lo grupal, para hacerse fuertes.

Un dilema crucial en esta época: ¿de quién es Sava? “Soy mío: el pase es mío y estoy a préstamo en Racing”. Otro derrumbe sobre los mitos del fútbol: “Algunos ganan muchísimo en Primera, pero tengo compañeros del equipo a los que, de golpe, hay que prestarles plata para que lleguen a fin de mes”. Facundo no comparte la idea de que el fútbol ya es una ficción en manos de los gigantescos negociados de los “grupos de inversores”, televisación y demás: “Todo eso existe, pero todavía adentro de la cancha hay unos tipos haciendo todo para ganar. Por eso la gente sigue entusiasmándose”.

Las ideas del DT
Facundo se mueve con comodidad en diversos sectores de la cancha. Comenta lo que le sigue conmoviendo: que los responsables de violaciones a los derechos humanos sean juzgados, o que hijos de desaparecidos recuperen su identidad. Y luego cuenta que sueña con ser director técnico y mezclar todo lo que aprendió como futbolista y como estudiante. ¿Será, entonces, un técnico obsesivo? “No. Lo que pasa es que hay una discusión sobre los sistemas. La política es vertical, sea de derecha o de izquierda. Te bajan órdenes. Yo no tengo clara la palabra política, y mi pensamiento tienen más que ver con ideales socialistas, de justicia, de solidaridad y reparto equitativo. Pero en la práctica para mí eso funciona con un sistema más horizontal, donde todos tengan la palabra y las decisiones. Ya no hay que esperar salvadores. Es lo mismo que en la política. Hermano: ponete a hacer lo tuyo en vez de quejarte”.
¿Por qué la pasividad le gana tantas veces a la participación?
Porque te meten miedo, y el miedo es paralizante. Así te dominan. Eso es el poder. Dejás la decisión en manos de otros, por miedo. Y yo ya aprendí que sacarse de encima los miedos es una de las cosas más importantes de la vida.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Actualidad

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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