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Hombre nuevo, se busca
Desde el blog y las intervenciones en el espacio público, Ángeles y Mariela se proponen sumar a los varones a la reflexión sobre la explotación sexual.
No se puede seguir hablando de prostitución sólo entre mujeres. Ésta fue la conclusión a la que llegaron luego de participar del Encuentro Nacional de Mujeres realizado en Córdoba, en octubre del año pasado. Decidieron, entonces, dedicarse a crear un espacio de debate para reflexionar con ellos acerca de la responsabilidad del “cliente”, al que aprendieron a llamar “prostituyente”. Ángeles y Mariela resumen así el origen de esas inquietudes que compartieron con otras mujeres, provenientes de distintos sectores académicos y junto a las que comenzaron a pensar estrategias. Así, se fueron enlazando una estudiante de comunicación, otra de sociología, una politóloga y una profesora de Bellas Artes. Juntas y entusiasmadas, acordaron transitar del espacio teórico a la acción y pusieron manos a la obra. El bautismo callejero fue al poco tiempo de haberse conocido. El 25 de noviembre, en la marcha por la lucha contra la violencia hacia las mujeres, llevaron algunos sténciles en los que estamparon sus propias consignas: “Cuando una mujer dice no, es no”, “Mi vida tiene valor, mi cuerpo no tiene precio”. Ese día conocieron a Catriel –un muchacho que escribía a mano alzada: “Machismo es violencia”– y lo invitaron a unirse a sus acciones. Con la complicidad del aerosol, inauguraron una serie de intervenciones en la calle, el lugar en que mejor se expresan, con sus propias herramientas y mucho por decir.
Está claro, entonces, que una de las premisas del grupo consiste en escuchar a los hombres. Esta necesidad de integrarlos al diálogo provocó que el feminismo tradicional las apodara “las varoneras”. Lejos de inhibirse, Ángeles y Mariela insisten: “Tenemos que generar aliados. No hay un discurso feminista para varones que no están de acuerdo en ir de putas. Si lo dicen, son considerados giles, son sancionados. Pero cuando escuchan un discurso que los habilita, que tiene que ver con la construcción de una masculinidad distinta, se sienten apoyados, reconocidos”.
Durante sus distintas experiencias en los espacios públicos aseguran que obtuvieron el reconocimiento que esperaban sembrar en los varones y que, por eso, se preocupan por generar un lenguaje más amigable, que no sea ni vertical ni expulsivo, sino conciliador.
Mariela –de voz suave, pero firme– recita su punto de vista: el abuso y explotación del cuerpo femenino no está en la naturaleza masculina, sino en una construcción que se reafirma cotidianamente desde los medios de comunicación, que exigen adherir a ese sistema de creencias y sancionan al que piensa distinto. “La prostitución es el extremo más terrible de violencia hacia la mujer –agrega Ángeles, enérgica– porque además está muy naturalizada. Pero esa violencia no se reduce a la puta en la esquina, ni al tipo que va y paga. Existen varias instancias donde las mujeres somos cosificadas en función del deseo de los varones y por eso es necesario generar una reflexión sobre la construcción del estereotipo, de por qué el hombre tiene que mostrarse fuerte, por qué basa la masculinidad en la imposición de la voluntad sobre otro, en este caso, hacia la mujer”.
Stencileando
A casi siete meses de puestas en acción, la propuesta del grupo la resumen en una sola frase: “Romper con la lógica hombre/sujeto, mujer/objeto, con nuestros cuerpos en las calles”. Esto es justamente lo que hicieron el amanecer del último 8 de marzo, interviniendo los afiches desde los cuales el Gobierno de la Ciudad saludaba amablemente a las mujeres “en su día”. Uno por uno, escribieron: “Si te pega, no te quiere” y “Aborto ya”.
Ángeles y Mariela coinciden en que el libro escrito por Sonia Sánchez y María Galindo, Ninguna mujer nace para puta, les cambió la visión acerca de la prostitución, contribuyó a darle consistencia a su pensamiento y a sentirse impulsadas a transmitirlo. Con esa inspiración, salieron el 1º de mayo a pintar “La prostitución no es trabajo”. Además, se sumaron a las marchas de los días 3 de cada mes, contra las redes de prostitución, a las del monumento a Lola Mora por la desaparición de Andrea López y a las del 24 de marzo. Explican que intentan abarcar todos los espacios posibles para nutrirse, conversar y cuestionar. Para intensificar este proceso, se les ocurrió que la alternativa virtual propia de estos tiempos podía serles útil para compartir materiales y experiencias. Así surgió el blog llamado “Desobediencia y Felicidad”, en alusión a la frase, convertida en graffiti, del colectivo femenino boliviano Mujeres Creando: “Desobediencia, por tu culpa voy a ser feliz”. Cuentan que lo abrieron con el fin de utilizar otro medio para conectarse con otras personas que tengan ganas de acercarse y participar. Allí reclaman: “No seas cómplice: sin clientes no hay prostitución ni trata de personas”. También comparten didácticas instrucciones para realizar sténciles. Es simple: se necesitan algunas placas radiográficas, una trincheta, aerosoles y tiempo. Y algo que decir, fundamental. En la página publican los que ya están estampados en varias calles de la ciudad e invitan a reproducirlos libremente, porque la idea que impulsan es la de expresarse a través de las veredas, paredes y calles de cada ciudad.
Pueden verse, además, campañas de otros países. Por ejemplo, la que se llevó a cabo en la ciudad española de Sevilla, que interroga: “¿Tan poco vales que tienes que pagar? El precio de la prostitución incluye: humillación, vejación, violencia”. En el ámbito local, muestran intervenciones en la vía pública, como la que realizaron pegando mil stickers en transportes, baños y teléfonos públicos o el afiche donde se convoca a la liberación a las mujeres cautivas del deseo de los otros: la “madresposa”, la monja y la puta, sugerido por el libro de la antropóloga mexicana Marcela Lagarde.
Los próximos pasos ya están definidos. En la agenda está marcado el 6 de diciembre, jornada en la que se conmemora –en otras partes del mundo– el “Día de hombres contra la violencia hacia las mujeres”. Para esa fecha, la propuesta de estas desobedientes incluye una particular performance: desnudar hombres para pintarles en sus torsos frases tales como “yo no voy de putas”, “yo no soy prostituyente”, entre otras consignas que van surgiendo en las charlas que mantienen en los grupos donde tejen debates, urden acciones y zurcen alianzas. La propuesta, en resumen, está lanzada: hombres y mujeres, en la calle, aliados e igualados. Y durante estos meses estarán trabajando para darle cuerpo a esa utopía.
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La peor de todas
El paco y el debate sobre la despenalización del uso de drogas. Esta nota es nuestra modesta respuesta a un pedido concreto: mujeres que luchan por salvar a sus hijos del paco nos solicitaron información. Querían saber a dónde recurrir, pero también tener material para pensar sobre el tema. Recogimos, entonces, algunas experiencias y miradas, con la esperanza de que sean útiles para la reflexión. Quién consume, quién vende y qué actores influyen en el territorio desde el cual se soporta cotidianamente esta batalla. Cómo se escucha el debate sobre la despenalización de drogas en ese contexto. ¿Sirve o no obligar a alguien a hacer un tratamiento?
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Rompiendo moldes
Un movimiento de trabajadores desocupados se convirtió en un espacio repleto de adolescentes que comparten otras formas de construir proyectos y alegrías. Cambiaron los piquetes por las performances artísticas y los reclamos de planes por festivales de rock y rebeldía. Y crearon su propia escuela, a la que bautizaron Diversalidad.
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La ley de la trata
La flamante Ley de Trata se estrenó en un prostíbulo de la cordobesa localidad de Morteros. Esta nota cuenta ese procedimiento desde varios puntos de vista. El de la fiscal, que se quedó con las manos vacías. El de la funcionaria del Inadi, que supuestamente tenía que proteger y obtener la colaboración de las víctimas. Y el de dos mujeres dominicanas, allí explotadas. El resultado quizá sirva para reflexionar sobre la brutal distancia que sigue existiendo entre la letra de la ley y lo que dicta la calle. Qué consecuencias tiene accionar el sistema judicial y no el social. Cuál es el abismo entre los discursos de las instituciones y sus prácticas. La escribimos, también, con voluntad de debatir las campañas que dictan las y los burócratas de género.
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