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Lo que dejó el Festival de Cine de Derechos Humanos: viajes, gritos y rituales

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Pese a la crisis del sector, sin salas abiertas en el AMBA, sin financiamiento y con un INCAA golpeado, el 19º FICDH exhibió producciones de enorme calidad, que hablan de la época y muestran que hay vida más acá de Netflix. La directora del festival, su programadora y directorxs de tres films recomendados cuentan por qué el cine es un derecho humano. Por Néstor Saracho.

El Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (FICDH) organizó su edición número 19, por primera vez, de manera online. Fue del 27 de mayo al 2 de junio de 2021 y se proyectaron 53 películas de 27 países.

La directora Florencia Santucho y la coordinadora de programación Malena Bystrowicz cuentan a MU detalles de este festival que permite visibilizar producciones sociales y diversas miradas: “No solo aumentó notablemente la calidad y cantidad de producciones de  derechos humanos –plantea Florencia– sino también el número de festivales que se proponen como herramienta de sensibilización y transformación social”.

Cuenta que el FICDH fue el primer festival latinoamericano en vincular el cine con las demandas de los organismos, allá por 1997, cuando la industria cinematográfica internacional aún no incluía los derechos humanos entre sus categorías temáticas. Hoy, y gracias a la experiencia adquirida a nivel regional e internacional, el FICDH es uno de los festivales pioneros de la Human Rights Film Network que reúne hoy a más de 40 festivales de cine de todo el mundo.

El ritual del alcaucil | The ritual of the artichoke TRAILER from Ximena Gonzalez on Vimeo.

Lo que dejó el Festival de Cine de Derechos Humanos: viajes, gritos y rituales
El ritual del alcaucil, de Ximena González, fue premiada por el público. Fantasmas, memorias, historias sin tiempo y desapariciones, en clave de los silencios cotidianos.

Cine & corchazos

¿Cómo fue el proceso de organizarlo en este contexto pandémico? “Para un festival de cine como el nuestro, que se dedica hace años a generar debates críticos en torno a los temas socioambientales más urgentes de la actualidad, la pandemia representó una oportunidad para poner en luz la crisis de un sistema de vida, producción y consumo que hace tiempo se venía denunciando. Como todos los eventos culturales, tuvimos que enfrentar muchísimas dificultades desde la drástica caída de los fondos, hasta la adaptación forzada a un formato con nuevas reglas y jugadores. Supimos aprovechar las oportunidades que nos ofreció esta nueva condición virtual, llegando a más público e integrando exitosamente la participación de figuras de otros países a la propuesta del Festival. Destacamos el lanzamiento de nuestra plataforma de streaming que fue fruto de la alianza con una sociedad italiana, SMK/OpenDDB, que comparte con nosotres una visión política del cine como herramienta de cambio social”.

El mayor desafío es el de alcanzar nuevos públicos. “Sobre todo entre los más jóvenes. Es por eso que trabajamos mucho la imagen, la comunicación y la propuesta artística desde un abordaje integrador e innovador que permita deconstruir la visión tradicional de los derechos humanos”, resalta Florencia. 

Sobre los desafíos que plantean estos tiempos para continuar exhibiendo, Malena Bystrowicz reflexiona: “Es un cambio de época. Todos los paradigmas se ponen en cuestión. El capitalismo se autofagocita y por el privilegio de unos pocos el planeta se sumerge en un laberinto cada vez más oscuro. Sin embargo no han muerto ni las utopías, ni el cine: al contrario, se hacen cada vez más necesarios”. Remata sin vueltas: “El cine, los libros, la música y la cultura han salvado a más de une del corchazo”.

Como parte de esa salvación el FICDH representa un espacio fundamental, no solo de distribución y exhibición de cine (fundamental para artistas y las obras) sino como derecho, cultura, mirada y expresión hoy más que nunca urgente: “Cuando todo esto pase, el cine, habrá mutado en parte”, sigue Malena. “Algunas cosas ya estarán incorporadas y otras volverán a su forma tradicional: ahora estamos en el medio del caos. Habrá que hacer un buen montaje de esta absurda película apocalíptica que estamos protagonizando”. 

Los Gritos from Silbando Bembas on Vimeo.

Lo que dejó el Festival de Cine de Derechos Humanos: viajes, gritos y rituales
Los gritos, del Colectivo Silbando Bembas: sobre cómo la violencia machista se agravó con la pandemia. Lo que no hace el Estado, el encierro como terror y la organización de las salidas.

Tres tremendas tramas 

El largo viaje de Alejandro Bordón, de Marcelo Goyeneche, El ritual del alcaucil, de Ximena González y Los gritos del colectivo Silbando Bembas fueron algunas de las películas exhibidas y elogiadas en esta última edición del FICDH. 

El largo viaje de Alejandro Bordón cuenta el calvario de un hombre que es víctima de una causa armada por la policía y busca desesperadamente su libertad. Bordón inicia así el largo viaje para demostrar su inocencia de un crimen que jamás cometió. 

Marcelo Goyeneche detalla a MU la importancia de este tipo de festivales: “Son una ventana muy importante para nuestro cine. Permiten al espectador acceder a films con temáticas que en otros lugares es difícil hallar, ya que su exhibición es muy limitada, además del conocimiento de distintas problemáticas en otras partes del mundo. Este es otro de los aspectos de importancia dentro de lo que denominamos soberanía audiovisual de un país. La exhibición y la diversidad de pantallas deben estar acompañadas de políticas públicas de fomento al sector audiovisual”.

Sobre su film: “Con El largo viaje de Alejandro Bordón tuvimos la posibilidad de visibilizar la criminalización de los sectores populares, una realidad que va en aumento, con una de las prácticas vinculadas a las violaciones a los derechos humanos como son las causas armadas y que se han convertido en un flagelo”.

Otra de las películas exhibidas –que recibió el premio del público– fue El ritual del alcaucil, de Ximena González, filmada en parte en los alrededores del cementerio de Avellaneda, pegado a Villa Corina, escenario fantasmagórico que da rienda suelta a memorias, fantasmas, e historias sin tiempo, desde los desaparecidos hasta los silencios cotidianos. Su directora explica a MU: “Durante todo el proceso de realización tuvimos claro que estábamos haciendo una película que necesariamente se resignificaba en el encuentro con les espectadores. Hacer una película documental siempre implica una intervención sobre la realidad, una transformación, pero que no tiene que ver con la manera en que cambia el comportamiento de les actores sociales frente a la cámara, sino con el modo en que se trastocan ciertas dinámicas sociales al ser atravesadas por una nueva mirada, por un equipo que llega a ver desde otro enfoque algo que quizás siempre había estado ahí o, como en el caso de nuestra película, a preguntar y romper el silencio sobre aquello que pretende olvidarse. Un espacio como el FICDH nos permite ponerle cara, cuerpo e historia a nuestres interlocutores e ir al encuentro de los sentidos que nos devuelven frente a las imágenes que ofrecemos”.

Los gritos, del colectivo Silbando Bembas, fue otra de las exhibiciones que se llevó el premio Cine.ar, la plataforma pública de exhibición de cine nacional. En el film, mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries conviven con sus agresores, donde el encierro significa terror. Un documental en el que las víctimas relatan lo que (no) está pasando en las líneas telefónicas de atención, lo que el Estado (no) está haciendo y lo que (sí) podemos hacer para seguir desde la organización y la calle. 

Según este colectivo audiovisual, Los gritos nació en un marco para abordar “la violencia machista como fenómeno que se agudizó durante la pandemia, y el rol del Estado que tiene una posición de clase y que viene a intentar paliar con medidas poco efectivas, para nada integrales, que no tienen en cuenta los contextos de las víctimas”. 

Lo que dejó el Festival de Cine de Derechos Humanos: viajes, gritos y rituales
El largo viaje de Alejandro Bordón, o la historia de una víctima de una causa armada por la policía. Dirigida por Marcelo Goyeneche, que reivindica la soberanía audiovisual.

Detrás de la pantalla

Para les directores, el proceso de llegar al estreno siempre está plagado de inconvenientes. A la habitual falta de salas para exhibir cine argentino, se sumó el cierre, más la falta de pantallas en la programación de plataformas y canales de TV privados. Y la pandemia aceleró el proceso de cambio en el hábito de consumo de productos audiovisuales. Para Marcelo Goyeneche, este combo es peligroso: “Porque el consumo cultural no solo está vinculado a ver una película, leer un libro o pasar un rato agradable: tiene que ver con la construcción de imaginarios e identidades”.

Goyeneche plantea: “Necesitamos políticas públicas de fomento al cine nacional y la aplicación de la Ley de Cine. En el escenario global, o se defiende a la industria audiovisual de cada país, o se monopoliza el  acceso a través de las plataformas como Amazon, Netflix, etc. Estas plataformas de streaming han ganado fortunas con la pandemia al ver crecer exponencialmente a sus abonados, y con cifras multimillonarias de las que nada va destinado a financiar al cine nacional”.

La directora González coincide en la actualidad de crisis y la urgencia de políticas públicas: “Estamos atravesando un contexto de crisis que ha sido fuertemente profundizado por la deficiente gestión del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). La implementación de políticas públicas para favorecer la distribución y exhibición del cine nacional –especialmente la ficción independiente y el documental– es una deuda pendiente de todas las gestiones del INCAA, y no es excusa la pandemia para que nos encontremos con una problemática apremiante a la hora de mostrar nuestras películas”.

Algunos ejemplos de esa falta de apoyo estatal: “La posibilidad de estrenar o reponer películas desde la plataforma y el canal del INCAA es restringida. En ciertas oportunidades el mismo Instituto invisibiliza las películas producidas con su apoyo. Elabora un nuevo plan de fomento a espaldas de las asociaciones de cine, desoyendo sus propuestas para el crecimiento y democratización de la producción y la exhibición. Hay un cerco dominado por multipantallas transnacionales, que lucran inescrupulosamente –fraguando la cuota de pantalla, por ejemplo– mientras el INCAA mira para otro lado, dejando hacer al mercado, y desatendiendo las iniciativas que buscan mitigar esta problemática. Es el caso del entramado de Espacios INCAA o del circuito altamente valioso de festivales nacionales, que realizan una labor extraordinaria y que fue desfinanciado por esta gestión”.

Para Marcelo Goyeneche dentro del cine se pueden ver muchos cines. “Algunos de ellos, como el cine documental y de ficción independiente, están en riesgo de morir o desaparecer”, asegura. Quizá su augurio provenga de decisiones como la que aprobó la Ley 27.432 que plantea que las fuentes de financiamiento que iban directo al INCAA para el fomento al cine nacional, no pasen más al INCAA sino al Poder Ejecutivo. “Esto significa que el INCAA quede sin recursos propios para funcionar dependiendo de lo que cada año se le asigne en la Ley de Presupuesto y perdiendo su carácter de autarquía, generando así un desfinanciamiento de la industria audiovisual en general y del cine independiente en particular”, remarca Goyeneche.

González vislumbra una situación de  amenaza: “Quizás el cine no ha muerto, pero nuestro cine –el que intenta recuperar su lugar de enunciación para producir imágenes desde nuestros territorios, comunidades y experiencias diversas– está claramente en peligro”.

Silbando Bembas habla de “readaptarse” y discutir el paradigma Netflix que creció con la crisis sanitaria: “Producen un cine mercantilizado y hegemónico a través de la precarización laboral. Son los grandes beneficiados de este contexto que vieron sus ganancias aumentadas y reciben hasta exenciones impositivas. No se ven obligados a cumplir una cuota de pantalla”. Y rematan: “¿Qué es lo que tendrá prioridad para el INCAA: el cine independiente, con mirada crítica, o el cine de las grandes productoras?”.

Las respuestas brotarán como un desafío entre quienes sientan al cine no como una mercancía sino como un derecho humano.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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