Por Nancy Arruzza

El título “¿Qué democracia?” es el de uno de los documentales de Artó cinebufón.
Lo tuve muy presente cuando, luego del atentado contra la ex presidenta Kirchner, se organizaron manifestaciones populares que blandían banderas en las que se leía “Defendamos la democracia”. Me asalta la misma pregunta ante todos los hechos que aún hoy siguen ocurriendo: desaparición de personas (el documental Antón pirulero, también de Artó cinebufón, demuestra lo bien que sigue funcionando el Estado de derecho para realizar esa tarea), violencia policial exacerbada (la policía vigiló y reprimió siempre, nunca estuvo “Al servicio de la comunidad” como se leía en los patrulleros de la Federal hace unos años…Así, entre comillas como una expresión eufemística… El que avisa no traiciona, ¿no?) y varios sucesos más.
En esta columna intentaré trazar otro paralelismo entre lo que conocemos como dictadura y como democracia.
Los militares se apropiaron también de bebés para “salvarlos” de las garras de les subversivos de esa época y reubicarlos en familias bien. En democracia, el Estado se apropia de niñes y adolescentes para “salvarlos” de las garras del maltrato intrafamiliar y reubicarlos en familias bien mediante un perverso, aletargado y complejo sistema de adopción.
Hay casos de pibes provisoriamente adoptados por buenas familias burguesas que, después de seis meses o un año, fueron devueltos nuevamente a su sitio de guarda. Quizá no combinaban con las cortinas de la casa adoptante o no eran tan dóciles como un perrito. Las buenas familias no deben hacerse cargo del daño emocional que su arrepentimiento causa, no.
Obviamente, si les pibes tienen alguna tullidez, lo más probable es que les devuelvan a sus familias de origen, aunque estas no hayan cambiado la condición material ni simbólica que propició que se les quitaran.
Por fortuna, la buena gente suele donar ropa y alimentos para que a les niñes y adolescentes no les falte nada. Eso sí, a veces la ropa llega destrozada e inútil y la comida un poco vencidita…
Pero cómo podrían quejarse si el Estado paternalista y bienhechor, junto a ciudadanes caritatives, hace de todo para mejorarles la existencia… Qué linda democracia, ¿no?