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Sergio Di Nucci: La Salada de las letras

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Se presentó a un concurso del diario La Nación y la editorial Sudamericana y lo ganó. Su novela fue luego denunciada por plagio, pero ya había donado el dinero del premio a un club de fútbol del Bajo Flores. Lo trucho como marca de autor.

Sergio Di Nucci agradece el interés por su obra, pero pide que la entrevista no se haga en persona sino por medio del correo electrónico. La organización escrita de sus palabras le permite abordar mejor el tema, me dice. Y entiendo sus reparos, porque el tema es la desventura de una novela llamada Bolivia Construcciones (BC) que en septiembre de 2006 ganó el Premio La Nación-Sudamericana por las mismas razones que lo perdió en febrero de 2007: la habilidad con que el autor –Di Nucci, quien eligió firmar con el seudónimo de Bruno Morales– cuenta la historia de dos potosinos que llegan al Bajo Flores. No hay representación de la voz del otro, como si esa voz no existiera, sino un juego de dobles: los bolivianos son el otro y los argentinos somos sus otros. Observa el narrador sin nombre de la novela:
“Cuando bajamos, había olor a asado (vaca sin adobo), la comida preferida de los argentinos”.
“Bolita, comprale un choripán a tu sobrino, le dijo alegremente a Quispe un vendedor que se había sacado la camisa”.

Estás nominado
Un joven lector de La Nación y estudiante de Economía denunció que había encontrado “extrañas similitudes” entre capítulos de BC y páginas de Nada, la primera novela de la catalana Carmen Laforet, que ganó el premio Nadal en 1944. La crítica Susana Santos, secretaria académica del Departamento de Letras (UBA) ya lo había advertido en una ponencia, pero como un mérito de “una novela que recusa a las nociones de autor, de seudonimia, de representación, de mimesis”. El uso de Nada, escribió, es alegórico de “aquellas usurpaciones de propiedades y trabajos manuales de las que los argentinos acusamos a los subrepticios invasores bolivianos”. El jurado encabezado por Carlos Fuentes y Tomás Eloy Martínez revocó el premio.
En La Nación se discutió si había que quitarle a Di Nucci los 60.000 pesos que había recibido al ganar el concurso, pero los habían donado a la Asociación Deportiva Altiplano (ADA) para comprar computadoras y brindar servicio gratuito de información sobre documentación a los bolivianos. Habría quedado muy feo reclamarlos, y entonces hubo revocación, pero sin recuperación de dinero.
El mundito literario ardía en discusiones. Algunos –como Jorge Panesi, director de la carrera de Letras, Carlos Alberto Ronchi March, miembro de la Academia de Letras, y la prestigiosa crítica y docente Josefina Ludmer– defendían “un procedimiento que enriquece los valores de la novela”; otros hablaban de menemismo y robo. Por un tiempo la blogósfera se transformó en una versión módica (¿una copia?) de Gran Hermano: Sergio Di Nucci/Bruno Morales, ¿se queda en la casa o se va?
Se quedó en la UBA, donde enseña Literatura Francesa e investiga. Más tarde sumó clases en la Universidad de Palermo. También se le abrieron otros espacios. Comenzó a estudiar formalmente quechua. Ha dado talleres de periodismo gráfico y radial en instituciones de la colectividad boliviana, ha colaborado con el semanario Renacer, el más importante de esa comunidad. En breve, dictará un taller sobre cómo leer, escribir, hablar y presentarse, ya para componer una noticia con eficacia, ya para redactar un proyecto. Y trabaja en la segunda novela, Grandeza Boliviana, que, anuncia, será parte de una trilogía.
¿Cómo apareció la idea de la novela?
El interés personal no surge de una serie de estadísticas, o de reconocer una coyuntura histórica, por excepcional que sea: nace de encuentros personales, casuales –si algo así existe–, con individuos singulares, únicos, generalmente comiendo y bebiendo con ellos. Pedro, personaje de la novela bc, evoca a muchos Pedros, empezando por el mártir de la cruz invertida, pero en su origen es Pedro, el amigo que me mostró sus manos de albañil el primer día que lo conocí, tomando cervezas que abrían con una cucharita en un bar de paredes amarillas de la calle Bonorino, en la 1-11-14. Las historias que oí y la convicción de que era improbable que su destino fuese literario resultaron para mí uno de los mejores, más eficaces estímulos.
¿Por qué los bolivianos?
En el conjunto de los migrantes que viven en Argentina, y especialmente Capital, los bolivianos sufrieron y siguen sufriendo las humillaciones mayores. La explotación laboral es la más importante, y excede, en sus consecuencias, cualquier psicología de la humillación. El trabajo en condiciones análogas a la esclavitud sigue existiendo. Una encuesta local señala que para el servicio doméstico las paraguayas y peruanas tienen más chances con las amas de casa porteñas, porque se las considera mejor educadas. La población boliviana también se ve identificada por los demás –y muchas veces por ellos mismos– como étnicamente india, y el prejuicio étnico-cultural sigue activo entre nos.
¿Hay diferencias positivas?
Los modos de organización de los bolivianos son diferentes a los de todos los otros que llegaron a Argentina. Así como no hay en el resto de América Latina un proceso de cambio comparable con el iniciado en Bolivia cuando en 2005 Evo Morales fue el primer indio que ganó las elecciones presidenciales por más del 53 por ciento de los votos; y que fue ratificado este año con el 70 por ciento.
Además de tener antecedentes, ¿la operación literaria de BC pertenece al futuro, de modo equivalente al proceso boliviano?
Si fuera así, me sentiría honrado. En el 18 Brumario, Marx habla de “la poesía del futuro”, en el doble sentido literario e histórico-político, pero espero nunca sucumbir a tan grandes esperanzas ni ilusiones perdidas.
¿Qué es para vos un autor?
No aspiré a convertirme en un escritor profesional gracias a la publicación de BC. La profesionalización del escritor es un avance moderno, que arrancó a algunos escritores de las rotas cadenas del mecenazgo y les permitió estrenar las del capitalismo editorial.

Lo trucho
Ves la truchada otra de las alegorías de la novela: usar lo que se pueda, como los migrantes?
Concuerdo con la interpretación que proponés: BC, dos mayúsculas, es una novela de bolishopping, de La Salada de las letras, del mal lado del Riachuelo, que recusa la ilusión cómica de la autenticidad.
Y si salimos del criterio de propiedad, ¿cuáles serían los conceptos que aplicarías a BC?
Me interesan mucho las artes visuales y la música; me interesan los samplers, plunderphonics, ready-mades. Es cierto que algunas discusiones sobre literatura quedaron por detrás de las transformaciones propias de la reproductibilidad técnica que forjaron buena parte del arte contemporáneo. También es cierto que la búsqueda de una articulación y equilibrio entre tradiciones literarias y técnicas reproductivas está en el corazón de BC.
¿Has pensado alguna vez en colgar BC en la web para que cualquiera lo descargue libremente?
Nunca pensé en erigir en la web un sitio dedicado a “mi obra” o algo así. Pero desde luego que me parece perfecto que alguien lo haga, si le place. Envío en un correo, para que en ñla web de lavaca.org esté el texto de la novela. Porque todo texto se vuelve, una vez situado en el cyberespacio, libre.
¿Te alentó que cuando, luego de cuatro ediciones, la editorial cancelara las reimpresiones, en Bolivia se lanzara una edición pirata y que ahora haya salido otra, a cargo de la par boliviana de Eloísa Cartonera?
Me emociona –seguramente está mal que sea así– cuando hablo con personas que no me conocen, porque veo que tienen, acá en Buenos Aires, la novela fotocopiada; no me identifico ante ellos. Me habría gustado darle al texto mayor movilidad, y en sucesivas ediciones, mayor importancia al quechua y al aymara. El libro cambiaría a medida que conociera mejor esas lenguas.
¿En qué consiste la trilogía que estás componiendo?
BC es la pieza central y tiene su continuación en la novela que estoy trabajando ahora, cuyo título es Grandeza Boliviana. La primera de la serie, cuyo título también serán dos palabras, las dos con mayúsculas, correspondería a los años de infancia y pubertad del narrador, en el campo boliviano, antes de la migración.

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Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

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A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.

Por María del Carmen Varela

Fotos Lina Etchesuri para lavaca

Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.

Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.

Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.

Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.

El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.

Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.

Continuará.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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