CABA
El vagamundo
Juan Villarino se propuso dar la vuelta al mundo a dedo y en eso está desde hace varios años. Escribe crónicas sobre los lugares que las noticias convierten en infiernos y que él ilumina con detalles de la vida cotidiana y con una mirada micropolítica .“Al hombre del neolítico lo hizo sedentario la agricultura, al hombre moderno lo hace sedentario el miedo a no tener un ingreso fijo todos los meses, a carecer de obra social, al desarraigo” es una de las primeras cosas que me dice Juan Villarino cuando intenta explicarme esa pulsión que lo llevó a dedicar su vida a una aventura: viajar a dedo.
Su primera expedición no fue a mundos ni distintos ni exóticos. Desde su Mar del Plata natal emprendió una travesía a Villa Gesell. Objetivo: asistir al programa de Alejandro Dolina. Sin embargo, en ese viaje descubrió la magia del autostop, que es -según me explica Juan, didáctico- la palabra correcta e internacional para designar el acto de levantar el pulgar. Aquel primer viaje le develó algo demasiado bello que lo obligó a salir a la ruta cada vez más seguido: descubrió la comunión con el camino, aprendió a escucharlo y a interactuar con él. Por entonces, comenzó su etapa de trotamundos, casi un entrenamiento para el gran salto que decidió dar en mayo de 2005 cuando se propuso dar la vuelta al mundo. Ni más ni menos.
Su travesía arrancó de una manera muy particular: Juan le hizo dedo a un velero en Belfast, Irlanda del Norte. “Un día encontré una pequeña embarcación llamada Big Wamp que viajaba a Escocia. A medida que nos acercábamos a la costa apareció entre la bruma un continente, como una rayuela intacta”, me cuenta aún encantado.
Aquel viaje tuvo punto de partida, pero nunca terminó. Lo transformó en lo que sigue definiéndolo hoy: “Soy un nómada. Vagabundeo por el mundo con un presupuesto de 5 dólares díarios. ¿Por qué? Porque creo en el viaje como estilo de vida”. Y ese estilo, para Juan, se define así: “Todos los viajeros somos parte de una misma caravana que recorre su trayecto con un andar libre y en paz”.
Ciber viaje
Sus primeras crónicas las hizo vía blog. Sólo bastaron una buena dosis de disciplina y una notebook para que entre textos y fotos Juan cuente su paso por los lugares más inhóspitos. Desde entonces, su sitio web es seguido por miles de fieles que esperan con ansias sus nuevos relatos. Cuenta que le llegan mensajes de lectores preocupados cuando tarda días en “aparecer” y no actualiza sus relatos. La gran cosecha de seguidores es consecuencia de su estilo, de esa mirada capaz de captar lo más complejo en las cosas más simples. “Viajar me enseñó a no creer en ningún discurso sin conocer antes la escala humana de una cultura. Hay cosas que descubrí en este largo camino que no hubiese podido entender de otra manera y cuando escribo trato de transmitirles a otros lo que aprendí, sin generalizar, sin simplificar”. ¿Un ejemplo? Juan me da varios: “En Europa encontré hippies que conducen automóviles alimentados con biodiesel a base de soja, pero boicotean la desertificación que la cosecha de esa soja genera en nuestro país. En Irán me topé con uno de los pueblos más hospitalarios del planeta, pero choqué con muchísimas situaciones desagradables provocadas por un sistema legalista basado en el Corán que interfiere con las libertades individuales. Y en Ecuador descubrí cómo el gobierno de Correa, nominalmente progresista y de izquierda, da vía libre a la explotación minera de transnacionales canadienses, pero a los ambientalistas que las combaten los acusa de hacerle el juego a la derecha.”
El best seller
Sus relatos tomaron fuerza autogestiva cuando publicó su primer libro que llamó Vagabundeando en el eje del mal. La primera versión la escribió en inglés al llegar a Tailandia en marzo de 2007, que era el último país de lo que él bautizó “la etapa asiática”. El proyecto nació de una necesidad concreta: costear su vuelta. Y se le ocurrió que vender un libro podía ser la forma más adecuada de ir reuniendo el dinero, a medida que avanzaba en la ruta de regreso.
Al llegar a Argentina se tradujo a sí mismo al español, agregó capítulos y lo presentó en fotocopias que dobló y abrochó. Luego, un amigo le hizo un préstamo y así obtuvo una versión encuadernada. Y su libro trajo sorpresas. La primera: en la última Feria del Libro de Mar del Plata fue el más vendido. En dos semanas vendió la mitad de la edición, ganándole nada menos que a Harry Potter. La última: la propuesta de la editorial Del Nuevo Extremo que acordó distribuirlo por todas las librerías del país a partir de noviembre de este año. “El trato con una editorial es un intercambio de favores. Por un lado, ellos se encargan de la financiación, logística y distribución del libro y, a cambio, retienen parte de las ganancias. Y por el otro, yo tengo una obra que dar a conocer y ellos suman un canal de comunicación, ” precisa.
El eje del mal
Desde que comenzó a viajar Juan supo que el mundo es un sitio mucho más amistoso que lo que la televisión se empeña en informar. Al mejor estilo Marco Polo, y con una excusa turística, empezó a demoler los estereotipos que el discurso oficial construye diaria y globalmente, revelando los detalles que mejor se ocultan: los matices de cada cultura. Sus relatos no son ingenuos. Se detiene minuciosamente en aquellos puntos del mapa que están demonizados por los medios. “La alegría que demuestra el zapatero del bazar de Der-ez-Zoir, en Siria, al reparar mis botas cansadas de andar, desmiente mejor que cualquier monografía antropológica el supuesto recelo de los musulmanes hacia los occidentales. Todo mi periplo en Irak, Irán y Afganistán tenía precisamente el fin de desmantelar, a fuerza de evidencia, esa idea de que Medio Oriente es intrínsecamente violento. En mi viaje fui alojado por familias campesinas, por maestros y caminé al lado de nómadas con camellos. Siento que mi deber es contar quién es toda esa fantástica gente que los medios tratan en paquete y tildan de terroristas. Escribo en defensa de esa pluralidad, de los casos particulares, y en contra de las generalizaciones escritas por periodistas de despacho que copian y pegan noticias que encuentran en Google”.
Tomemos un trago de su crónica sobre Afganistán como aperitivo ejemplo:
“Casi todos los puestos del bazar están cerrados en mayo. ¿Por qué no abren? Porque aún no es tiempo de la cosecha del opio. Es en julio cuando el opio es almacenado en los depósitos de adobe y llegan los traficantes de Helmand y Kandahar para llenar sus camiones y empezar el lento proceso de contrabando hacia Europa. A cincuenta mil dólares por kilo (precio de calle, en forma de heroina) simplemente no hay manera de que todo el aparto policial de Afganistán no esté enroscado. La diferencia con los cocaleros de Bolivia está en que el opio aquí nunca fue parte de la cultura, como sí la hoja de coca en el área andina, sino que fue introducido por los ingleses en el siglo 19. La lección de historia casi me hizo olvidar, esa noche, que hacía un año que estaba viajando. Imposible celebrar: lo más cercano a la lujuria que hubiera podido encontrar en el bazar hubiera sido un paquete de galletitas de frutillas”.
La explicación de Juan sobre su estilo periodístico se aleja del concepto abstracto de los académicos sabihondos. Para él la comunicación tiene que ver con el cuerpo y está unida al movimiento. “Siento que el escritor viajero tiene la responsabilidad social de contrabandear las palabras de lucha en lucha. Y viajo como forma de conocer con los pies. Y escribo para transmitir ese conocimiento. Me prometí dedicar mi vida a recorrer el mundo, a describirlo, a fotografiarlo y a cultivar el movimiento como manera de reconciliarme con la humanidad en un sentido amplio, como método para que no haya pueblo que esté lo suficientemente lejos para serme ajeno”.
El capital
Con su experiencia, Juan derriba otro mito poderoso: para acercar distancias no hace falta ni mucho dinero ni agencias de turismo. Cita un ejemplo: las redes de alojamiento gratuito, como Hospitality Club que tiene medio millón de miembros en todo el mundo. “Cuando inicié mi viaje en 2005 recibí de manos de Werner Kraft, un viajero alemán residente en Londres, la bandera de la paz de Hospitality. Cuenta la leyenda que se hicieron sólo cinco banderas como esa y se entregaron a cinco miembros al azar para que las fueran pasando a otros integrantes del club que conocieran en sus viajes. La idea es que esas banderas fueran un símbolo nómade de paz. La mía tenía el número 3 y un solo mensaje, escrito en alemán. Tomé la posta y la llevé durante 27 meses en mi viaje por Europa y Asia. Al finalizar la bandera tenía 30 mensajes en 16 idiomas distintos”.
Juan insiste en sus cuentas: sólo bastan cinco dólares diarios para sobrevivir en cualquier lugar del planeta. Lo que no tiene precio –como dice la propoganda de una tarjeta de crédito– es la capacidad de convertir a un extraño en un compañero de ruta. Y un viaje a dedo se financia básicamente con eso. Cuenta Juan: “En Ecuador se detuvo un hombre muy amable, Pedro, y me entregó la llave de su casona para que descansara. ¿Cuánto me hubiera costado alquilar esa casa? Mucho más que cinco dólares, seguro”.
Juan está a punto de retornar al camino. Esta vez lo espera el continente americano con una nueva propuesta. Subido a una bicicleta reciclada de doble altura –especialmente diseñada por él y bautizada Americiclo– piensa cubrir el trayecto que iniciará en Mar del Plata y culminará en Alaska. La bicicleta tiene una excusa: detenerse a conversar y hacer amigos. Y un fin: robarle una sonrisa a cada persona que se cruce por su camino.
Al final de la entrevista me regala su fórmula: “Cumplí hace poco 31 años, y mucha gente sabe más que yo sobre la vida. Pero nadie puede prohibirme dar mi receta. Hay que ser totalmente serio a la hora de tomarse la vida como un juego. Soñar está bien, pero no alcanza. Los sueños hay que intentar cumplirlos a capa y espada. Salvo que lo único que sueñes se pueda comprar en 12 cuotas en una tienda de electrodomésticos”.
Portada
Sin pan y a puro circo: la represión a jubilados para tapar otra derrota en el Congreso
La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes […]

La marcha pacífica de jubilados y jubiladas volvió a ser reprimida por la Policía de la Ciudad para impedir que llegara hasta la avenida Corrientes. La Comisión Provincial por la Memoria confirmó cuatro detenciones (entre ellas, un jubilado) que la justicia convalidó y cuatro personas heridas. Una fue una jubilada a quien los propios manifestantes salvaron de que los uniformados la pasaran por arriba. En medio del narcogate de Espert, quien pidió licencia en Diputados por “motivos personales”, las imágenes volvieron a exhibir la debilidad del Gobierno, golpeando a personas con la mínima que no llegan a fin de mes, mientras sufría otra derrota en la Cámara baja, que aprobó con 140 votos afirmativos la ley que limita el uso de los DNU por parte de Milei.
Por Francisco Pandolfi y Lucas Pedulla.
Fotos: Juan Valeiro.
Un jubilado de setenta y tantos eleva un cartel bien alto con sus dos manos.
“Pan y circo”, dice.
Pero el “pan” y la “y” están tachados, porque en este miércoles, como en esta época, lo que falta de pan sobra de circo. El triste espectáculo lo ofrece una vez más la policía, hoy particularmente la de la Ciudad, que desplegó un cordón sobre Callao, casi a la altura de Sarmiento, para evitar que la pacífica movilización de jubilados y jubiladas llegara hasta la avenida Corrientes. Detrás de los escudos, aparecieron los runrunes de la motorizada para atemorizar. Y envalentonados, los escudos avanzaron contra todo lo que se moviera, con una estrategia perversa: cada tanto, los policías abrían el cordón y de atrás salían otros uniformados que, al estilo piraña, cazaban a la persona que tenían enfrente. Algunos zafaron a último milímetro.
Pero los oficiales detuvieron a cuatro: el jubilado Víctor Amarilla, el fotógrafo Fabricio Fisher, un joven llamado Cristian Zacarías Valderrama Godoy, y otro hombre llamado Osvaldo Mancilla.



Las detenciones de Cristian Zacarías y del fotógrafo Fabricio Fisher. La policía detuvo al periodista mientras estaba de espaldas. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
En esa avanzada, una jubilada llamada María Rosa Ojeda cayó al suelo por los golpes y fue la rápida intervención de los manifestantes, del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), y de otros rescatistas los que la ayudaron. “Gracias a todos ellos la policía no me pasó por encima”, dijo. Su única arma era un bastón con la bandera de argentina.
Como en otros miércoles de represión, la estrategia pareciera buscar que estas imágenes opaquen aquellas otras que evidencian el momento de debilidad que atraviesa el Gobierno. Hoy no sólo el diputado José Luis Espert, acusado de recibir dinero de Federico «Fred» Machado, empresario extraditado a Estados Unidos por una causa narco, se tomó licencia alegando “motivos personales”, sino que la Cámara baja sancionó, por 140 votos a favor, 80 negativos y 17 abstenciones, la ley que limita el uso de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) por parte del Presidente. El gobierno anunció un clásico ya de esta gestión: el veto.
Por ahora, el proyecto avanza hacia el Senado.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El poco pan
La calle preveía este golpe, y por eso durante este miércoles se cantó:
“Si no hay aumento,
consiganló,
del 3%
que Karina se robó”.
Ese tema fue el hit del inicio de la jornada de este miércoles, aunque hilando fino carece de verdad absoluta, porque las jubilaciones de octubre sí registraron un aumento: el 1,88%, que llevó el haber mínimo a $326.298,38. Sumado al bono de 70 mil, la mínima trepó a $396 mil. “Es un valor irrisorio. Seguimos sumergidos en una vida que no es justa y el gobierno no afloja un mango, es tremendo cómo vivimos”, cuenta Mario, que no hay miércoles donde no diga presente. “Nos hipotecan el presente y el futuro también, cerrando acuerdos con el FMI que nos impone cómo vivir, y no es más que pan para hoy y hambre para mañana, aunque el pan para hoy te lo debo”.
Victoria tiene 64 años y es del barrio porteño de Villa Urquiza. Cuenta que desde hace 10 meses no puede pagar las expensas. Y que por eso el consorcio le inició un juicio. Cuenta que otra vecina, de 80, está en la misma. Cuenta que es insulina dependiente pero que ya no la compra porque no tiene con qué. Cuenta que su edificio es 100% eléctrico y que de luz le vienen alrededor de 140 mil pesos, más de un tercio de su jubilación. Cuenta que está comiendo una vez por día y que su “dieta” es “mate, mate y mate”. Vuelve a sonreír cuando cuenta que tiene 3 hijos y 4 nietos y cuando dice que va a resistir: “Hasta cuando pueda”.

A María Rosa la salvó la gente de que la policía la pasara por arriba. Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
El mucho circo
Desde temprano hubo señales de que la represión policial estaba al caer. A diferencia de los miércoles anteriores, la Policía no cortó la avenida Rivadavia a la altura de Callao. Tampoco cortó el tránsito, lo que permitió que los jubilados y las jubiladas cortaran la calle para hacer semaforazos. Después de media hora, cuando la policía empezó a desviar el tránsito y la calle quedó desolada, comenzó la marcha, pero en vez de rodear la Plaza de los Dos Congresos como es habitual, caminó por Callao en dirección a Corrientes, hasta metros de la calle Sarmiento, donde se erigió un cordón policial y empezó a avanzar contra las y los manifestantes.
Desde atrás, irrumpieron con violencia dos cuerpos en moto: el GAM (Grupo de Acción Motorizada) y el USyD (Unidad de Saturación y Detención), pegando con bastones e insultando a quienes estaban en la calle. “Vinieron a pegarme directamente, mi pareja me quiso ayudar y lo detuvieron a él, que no estaba haciendo nada”, cuenta Lucas, el compañero de Cristian Zacarías, uno de los detenidos.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Cercaron el lugar una centena de efectivos de la policía porteña, que no permitieron a la prensa acercarse ni estar en la vereda registrando la escena.
“¿Alguien me puede decir si la detención fue convalidada”, pregunta Lucas al pelotón policial.
Silencio.
“¿Me pueden decir sí o no?”.
Silencio.
Un comerciante mira y vocifera: “¿Sabés lo que hicieron a la vuelta? Subieron a la vereda con las motos”.
Otro se acerca y pregunta: “¿A quién tienen detenido acá, al Chapo Guzmán?”
“No”, le responde seco un periodista: “A un pibe y a un jubilado”.
La Comisión Provincial por la Memoria confirmó las cuatro detenciones (fue aprehendida una quinta persona y derivada al SAME para su atención) y cuatro personas heridas. El despliegue incluyó la presencia también de Policía Federal, Prefectura y Gendarmería detrás del Congreso mientras el despliegue represivo fue «comandado por agentes de infantería de la Policía de la Ciudad». El organismo observó que después de semanas donde el operativo disponía el vallado completo, en los últimos miércoles el dispositivo dejó abierta una vía de circulación que es la que eligen las fuerzas para avanzar contra los manifestantes.

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
También se hizo presente Fabián Grillo, papá de Pablo, que sufrió esa represión el 12 de marzo, en esta misma plaza, y continúa su rehabilitación en el Hospital Rocca. “Su evolución es positiva”, comunicó la familia. El fotorreportero está empezando a comer papilla con ayuda, continúa con sonda como alimento principal, se sienta y se levanta con asistencia y le están administrando medicación para que esté más reactivo. “Seguimos para adelante, lento, pero a paso firme”, dicen familiares y amigos. El martes, la jueza María Servini procesó al gendarme Héctor Guerrero por el disparo. El domingo se cumplirán siete meses y lo recordarán con un festival.
Pablo Caballero mira toda esta disposición surrealista desde un costado. Tiene 76 años y cuatro carteles pegados sobre un cuadrado de cartón tan grande que va desde el piso del Congreso hasta su cintura:
- “Roba, endeuda, estafa, paga y cobra coimas. CoiMEA y nos dice MEAdos. Miente, se contradice, vocifera, insulta, violenta, empobrece, fuga, concentra. ¿Para qué lo queremos? No queremos, ¡basta! Votemos otra cosa”.
- “El 3% de la coimeada más el 7% del chorro generan 450% de sobreprecios de medicamentos”.
- El tercer cartel enumera todo lo que “mata” la desfinanciación: ARSAT, INAI, CAREM, CONICET, ENERC, Gaumont, INCAA, Banco Nación, Aerolíneas, Hidrovía, agua, gas, litio, tierras raras, petróleo, educación. Una enumeración del saqueo.
El cuarto cartel lo explica Pablo: “Cobro la jubilación mínima, que equivale al 4% de lo que cobran los que deciden lo que tenemos que cobrar, que son 10 millones de pesos. No tiene sentido. Por eso, hay que ir a votar en octubre”.
Pablo mira al cielo, como una imploración: «¡Y que se vayan!».

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org

Foto: Juan Valeiro para lavaca.org
Artes
Un festival para celebrar el freno al vaciamiento del teatro

La revista Llegás lanza la 8ª edición de su tradicional encuentro artístico, que incluye 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas. Del 31 de agosto al 12 de septiembre habrá espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. El festival llega con una victoria bajo el brazo: este jueves el Senado rechazó el decreto 345/25 que pretendía desguazar el Instituto Nacional del Teatro.
Por María del Carmen Varela.
«La lucha continúa», vitorearon este jueves desde la escena teatral, una vez derogado el decreto 345/25 impulsado por el gobierno nacional para vaciar el Instituto Nacional del Teatro (INT).
En ese plan colectivo de continuar la resistencia, la revista Llegás, que ya lleva más de dos décadas visibilizando e impulsando la escena local, organiza la 8ª edición de su Festival de teatro, que en esta ocasión tendrá 35 obras a mitad de precio y algunas gratuitas, en 15 salas de la Ciudad de Buenos Aires. Del 31 de agosto al 12 de septiembre, más de 250 artistas escénicos se encontrarán con el público para compartir espectáculos de teatro, danza, circo, música y magia.
El encuentro de apertura se llevará a cabo en Factoría Club Social el domingo 31 de agosto a las 18. Una hora antes arrancarán las primeras dos obras que inauguran el festival: Evitácora, con dramaturgia de Ana Alvarado, la interpretación de Carolina Tejeda y Leonardo Volpedo y la dirección de Caro Ruy y Javier Swedsky, así como Las Cautivas, en el Teatro Metropolitan, de Mariano Tenconi Blanco, con Lorena Vega y Laura Paredes. La fiesta de cierre será en el Circuito Cultural JJ el viernes 12 de septiembre a las 20. En esta oportunidad se convocó a elencos y salas de teatro independiente, oficial y comercial.
Esta comunión artística impulsada por Llegás se da en un contexto de preocupación por el avance del gobierno nacional contra todo el ámbito de la cultura. La derogación del decreto 345/25 es un bálsamo para la escena teatral, porque sin el funcionamiento natural del INT corren serio riesgo la permanencia de muchas salas de teatro independiente en todo el país. Luego de su tratamiento en Diputados, el Senado rechazó el decreto por amplia mayoría: 57 rechazos, 13 votos afirmativos y una abstención.
“Realizar un festival es continuar con el aporte a la producción de eventos culturales desde diversos puntos de vista, ya que todos los hacedores de Llegás pertenecemos a diferentes disciplinas artísticas. A lo largo de nuestros 21 años mantenemos la gratuidad de nuestro medio de comunicación, una señal de identidad del festival que mantiene el espíritu de nuestra revista y fomenta el intercambio con las compañías teatrales”, cuenta Ricardo Tamburrano, director de la revista y quien junto a la bailarina y coreógrafa Melina Seldes organizan Llegás.
Más información y compra de entradas: www.festival-llegas.com.ar

CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
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