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Click, caja
Karlo Sosa. Una caja de cartón o una lata son suficientes para hacer fotos. Con esta tecnología, dicta talleres para chicos y grandes donde les propone reflexionar sobre el arte, la realidad y la belleza. Imágenes para despertar conciencia a partir de la luz y sus leyes físicas.
Un tarro de dulce de leche, una caja de zapatos y una lata de galletitas descansan sobre la mesa. Estos elementos tienen algo en común: no son lo que parecen. O sí, pero hay una característica adicional, sorprendente, que los define y les regala otra identidad. Los tres son cámaras de fotos. Karlo Sosa, constructor de las máquinas, despeja la incredulidad inicial y brinda las pistas necesarias para obtener fotografías con materiales de mínimo presupuesto. Una caja pintada de negro por dentro, un alfiler, cinta adhesiva, y ya tenemos cámara. Luego será preciso el papel en el que aparecerá la imagen elegida. Otros requisitos imprescindibles: imaginación y paciencia. También un puñado de conocimientos técnicos que contribuirán a lograr un buen resultado. Y por supuesto, algo que retratar. Todos podemos jugar a ser fotógrafos y, como si esto fuera poco, artesanos y creadores de nuestra propia cámara.
Karlo -fotógrafo, simpático y cordobés, egresado de la Escuela de Arte Lino Spilimbergo- cuenta que su pasión por la imagen se despertó a los 8 años de manera casual. Para evitar travesuras a la hora de la siesta, la puerta de calle era cerrada con llave. Una tarde él y su hermano, en el living a oscuras, descubren una imagen reflejada en la pared y caen en la cuenta de que veían allí lo que sucedía afuera, pero al revés. A partir de ese día, las ganas de salir desaparecieron. La diversión estaba en casa, colándose por la persiana. Cuando Karlo llegó a Buenos Aires comenzó a dar talleres de fotografía básica. Muchos de los asistentes no tenían cámara y, si bien siempre había algún voluntario que prestaba la suya a los compañeros durante la clase, la dificultad aparecía cuando había que entregar el trabajo práctico. Fue ahí cuando decidió replantear el taller y enseñarles a sus alumnos a fabricar sus propias herramientas. Así recurrió a la cámara estenopeica, que obedece a un principio científico, el de la cámara oscura, y se construye con pocos elementos al alcance de todos. “Parece novedoso -relata Karlo- pero no lo es. La cámara estenopeica fue descubierta por Aristóteles, quien decía que la luz que emanan los objetos se dirige al ojo y por eso podemos ver cosas. No es tan errado ese concepto porque todos recibimos y reflejamos luz”. Observando la naturaleza, el filósofo griego se da cuenta de que en el suelo se reflejaban pequeños círculos concéntricos que reproducían el sol, los rayos de luz pasaban por el follaje de los árboles, eran interceptados por el suelo y se producía la imagen. Inspirado en esto, Aristóteles deduce que si hace una cámara completamente oscura en sus cuatro lados y en una de las paredes realiza un pequeño orificio, en la pared de enfrente se va a proyectar la imagen del exterior invertida, debido a que la luz viaja en línea recta. El living de la casa de Karlo era una reproducción de la cámara oscura que deslumbró a Aristóteles.
Cuestión de imagen
“Ésta es mi primera cámara estenopeica”, cuenta Karlo, señalando lo que a simple vista parece ser nada más que una caja de zapatos. Aclara que al aprender los principios básicos, es fácil manejar cámaras de cualquier formato: fotográfica, de cine, de video. El sistema para capturar la imagen es el mismo. Las fotografías estenopeicas ofrecen características especiales, estimulan el misterio. Karlo las describe; “Son más surrealistas, tienen una atmósfera diferente. Es lo más parecido a la mirada, porque todos los planos están en foco, con cierto grado de nitidez”.
El bombardeo de imágenes hoy está a la orden del día, la sobreabundancia provoca su desvalorización y la facilidad para obtener una foto sólo consiste en un click. La sofisticación de la tecnología también colabora para que no sea necesario conocer una serie de datos relacionados con la matemática, la física y la química, que son básicos a la hora de registrar una imagen. Entonces, ¿cuál es la gracia de la fotografía estenopeica? Karlo tiene una respuesta: “Te invita a reflexionar. Con este tipo de cámaras primero elaborás la imagen de manera artística y después construís la cámara que necesitás; es al revés de lo habitual. A raíz de eso, uno empieza a pensar y si ese mismo ejercicio de pensamiento lo trasladás a la vida cotidiana, te estás ayudando a reflexionar sobre otras cosas. La imagen moviliza a todo ser humano, todos queremos dejar una impronta de nuestra imagen, de nuestro paso por este mundo. Es el deseo de permanecer, una conciencia ancestral.”
En su taller, enseña cómo hacer una cámara de bajo costo. “De esta manera deja de ser onerosa la fotografía. Algunos dicen que la mejor fotografía se hace con la mejor cámara y en realidad no es así”, asegura Karlo. Lo más caro es el papel fotográfico, pero como se compran de 25 a 35 hojas, alcanza para varias tomas. Se necesitan líquidos para el revelado y fijado y el cuarto oscuro se implementa de una forma muy austera: una luz roja y tres cubetas para los líquidos. Con eso ya estamos listos para el momento mágico en que el papel en blanco comienza su transmutación. El ranking de temas elegidos para sacar la primera fotografía una vez construida la cámara, está encabezado por el autorretrato.
La fotografía estenopeica es una buena excusa para trabajar en distintas áreas: arte, salud mental, educación, inclusión social. Karlo cuenta que colaboró con un taller que se dictaba en el Borda, optimizando los materiales y rectificando cámaras. Los internos lo vivieron como un arte transformador: “Es muy fuerte. Cada participante del taller arma su cámara y también arma su propia identidad. Si ellos, a su vez, con esa misma cámara que armaron con un elemento descartable se pueden hacer un autorretrato, se están visibilizando. En ese momento dicen acá estoy, no pueden negarme que existo”.
Cuenta que el año pasado hizo una experiencia con alumnos de cuarto grado, en Córdoba. Luego, realizaron una muestra en la Feria Regional del Libro con las fotos tomadas por los chicos. El próximo desafío de Karlo es llevar a cabo una muestra sobre derechos humanos con material que acumuló durante estos años. De la mano de la fotografía, buscar compartir su visión sobre el arte: “Me parece que por sí solo no sirve, más teniendo en cuenta la situación que vivimos en Latinoamérica. Si uno no hace arte contestatario, para mí no sirve. Lo bonito por bonito hoy en día no es útil. El arte tiene que servir para despertar conciencia. Si uno es artista, tiene la obligación moral de despertar en otros la actitud crítica”.
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Cuántas minas que tengo
En los primeros siete meses de este año las exportaciones mineras alcanzaron el récord de 1.221 millones toneladas, un 13 por ciento más que el año anterior. En valor, las ventas externas del sector minero argentino llegaron a 1.475 millones de dólares. El principal destino fue Suiza, en segundo lugar se ubicó Alemania, seguido por Estados Unidos, Filipinas y Canadá. Las empresas explotadoras pagan entre un 5 y un 10 por ciento de retenciones y tienen varios beneficios: doble deducción de los gastos de exploración, exención del impuesto a las ganancias, devolución de iva y un compromiso de estabilidad fiscal y cambiaria por 30 años. Éstas son las ganadoras.
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¿Quién oyó gritar a Luciano Arruga?
Un adolescente de 16 años desaparece el 31 de enero en Lomas de Mirador tras ser interceptado por la policía. La justicia demora 35 días en investigar el hecho, después de que familiares y organismos de derechos humanos hicieron pública la denuncia. Hay testigos que afirman que lo vieron golpeado en un destacamento policial y pruebas que involucran a 8 agentes. Un caso que revela hacia dónde se dirige hoy la violencia de Estado.
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