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Naturaleza viva

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El Delta. Está a punto de dejar de ser un paseo popular para convertirse en el terreno de grandes negocios turísticos, barrios privados y de curiosas iniciativas oficiales, tales como el monocultivo del bambú. Los que resisten.

Naturaleza vivaNunca te podes morir de hambre en el Delta”. Lo dice Rosendo Saín con la seguridad de quien sobrevivió de la pesca, de la caza del carpincho y la nutria durante 42 años. Ganó unas monedas con el mimbre y el junco. Fue peón en las quintas que cultivaban limón, naranjas y manzanas. Pero la necesidad lo fue alejando de la Segunda Sección de islas donde nació. Así llegó a la Primera, reformulada por el turismo.
Dice que las diferencias son del ‘mil por mil’ y que se fueron acrecentando con los años. “Me acuerdo que de pibe íbamos a vender frutas al puerto, pero en un momento nos nos pagaban un carajo. Mil naranjas llegaron a valer 20 pesos”. Recuerda que ese proceso se acentuó cuando tenía 8 años. Es decir, a comienzos de la dictadura militar. Y no es una casualidad sino una causalidad del plan económico ideado por Martínez de Hoz y otros. Por si queda alguna duda Rosendo aclara: “En la Segunda Sección está todo muerto, la gente sobrevive de lo que planta, de lo que cosecha. Y en la Primera se hacen edificaciones y hay gente con mucho dinero”.
Rosendo se adaptó a las nuevas reglas de juego y trabaja en la construcción para mantener a sus hijos y su esposa.
Sin embargo, advierte que no le gusta que “lo corran al isleño o al que quiere vivir en la isla, así de pesao”.
“Así de pesao” es la descripción de las maneras que adoptan los emprendimientos turísticos para desalojar a los isleños, como en el caso de la Isla Privada Colony Park . Rosendo define ese escenario con sus palabras: “Lo natural contra lo que está forzado”.
 
 
Nirvana oficial
A mediados de octubre el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, y las autoridades del China National Bambu Research Centre (cnbrc) firmaron un convenio de cooperación para la promoción y desarrollo del bambú como recurso en la región del Delta, en el marco de un plan integral forestal. Días después, el intendente de Tigre, Sergio Massa, detalló que se utilizarán 100 hectáreas para esta producción en el Delta. Según el jefe comunal “de esta manera vamos a crear esta nuestra reserva de carbono y se mejorará el perfil ambiental de Tigre”.
El convenio se realizó sin conocimiento y aval del Comité de Gestión de la Reserva de Biósfera Delta del Paraná, una entidad vinculada con la producción de la región y los organismos técnicos y académicos, con actuación en el medio isleño. Fue uno de los motivos por los que Luis Alberto Cancelo, concejal de Tigre, presentó un proyecto cuestionando la iniciativa. Entre otros puntos, insta a que “se tomen medidas de planificación, protección y control que garanticen que este patrimonio no continúe siendo degradado y contaminado por la acción inescrupulosa y cortoplacista.”
Por otro lado, señala un razonamiento poco difundido: “La globalización del cambio climático creó un nuevo mercado con un nuevo producto: carbono”. Los países centrales como China y Estados Unidos son los que mayor cantidad de gases aportan a la atmósfera. “De esta manera se promueve el traslado de la contaminación a países de bajo costo –explica Cancelo– y se disfrazan actividades nocivas de sumideros de carbono, como los monocultivos de Bambú”.
Advierte además que lo que está en peligro son “los humedales del Río Paraná, un sistema único en el mundo, que constituye uno de los más grandes reservorios de agua dulce y biodiversidad en Sudamérica”.
Lo natural contra lo que está forzado.
 
 
Guerra cultural
«Al Estado no le interesa que haya gente en el Delta, no genera ninguna condición para el arraigo”, sentencia Diego Domínguez, docente de Humanidades de la Universidad de Buenos Aires, quien desde hace un año vive en una casa sobre el arroyo Gambado que alquila por 250 pesos por mes.
La creciente expulsión de los isleños para el negocio inmobiliario, el aniquilamiento de la producción local dejaron a la población del Delta solo como el “sector servicios” del turismo. Como si esto fuera poco, hay otras dificultades que son más cotidianas que alimentan ese futuro oscuro para los lugareños, por ejemplo, la falta de transportes para los niños que van a la escuela.
Santiago Arena, hace dos años vive en el Delta es profesor de canotaje y también bajista. Explica: “Terminar la primaria es todo un logro, polimodal hay uno solo en la zona y, en general, los chicos trabajan desde muy chicos con los padres en el mantenimiento de casas de fin de semana, en la construcción, o con el junco y el mimbre”.
Cuenta que su abuela, Irma Martinoli, nacida en la Tercera Sección de Islas, andaba 60 cuadras para ir al colegio y 60 para volve pero por el agua, remando. Cuando el hermano más grande terminó la escuela primaria ningún otro chico de la familia quiso repetir esa experiencia. “Sin embargo –reflexiona Diego– hay otras ventajas en esta forma de vida. Un derecho propio del isleño. Por ejemplo, el junco no es de nadie pero es de todos. El Estado no ha llegado a algunas prácticas, no las puede regular, aunque intente. Y esto tiene que ver con la fuerza y con la forma de vida de supervivencia donde se juegan reglas propias”.
El docente hace la siguiente distinción: el ‘islero’ es el habitante más profundo, y el ‘isleño’ es un personaje que crea el discurso del Estado. En ese marco de sutiles distinciones podemos incluir la inauguración del Rincón del Escritor, una especie de homenaje a Haroldo Conti que reconstruye su casa en el paraje Punto Muerto de la Isla Les Palmiers, en el arroyo Gambado. Desde el 13 de junio fecha de su apertura no se realizó ninguna actividad y lo que se publicitó como un centro cultural quedó solo como una escenografía.
 
 
Lo pequeño, junto
¿Quiénes habitan el Delta? ¿Qué los une? Diego ataja la primera pregunta: “Campesinos que adaptaron su ser campesino al agua, gente que se escapa de la ley, gente que elige vivir acá. La identidad isleña está atravesada por un montón de cosas, pero nadie te hace pagar porque sos de otro lugar.”
Santiago: “La creciente y la bajante te hermanan. Hay una solidaridad muy grande a pesar de que saludes con la mano todos los días y nunca hayas cruzado más que ese saludo.”
¿Establecerse en un lugar como este tiene un costado político? Diego: “Yo voy a criticar a nuestros padres que creían que las cosas iban a cambiar al tomar el Estado. Creo que al mundo lo vamos a transformar, transformándolo. Nos hemos dado cuenta de que tenemos que construir las relaciones personales de otra manera. También, de que tenemos que producir nuestros alimentos, sino dependemos de los supermercados. Estas pequeñas cosas son pequeñas experiencias, pero también una opción política.”
Y agrega: “Relacionarte con la tierra y con los animales de otra manera es ir hacia la vida. Y en ese proceso uno no se plantea ser un mártir, sino crear tus opciones.”
Cecilia, profesora de filosofía y música, cuenta que antes de instalarse en el Delta ya tenía una idea: hacer talleres productivos. Pero esa premisa se fue modificando al adaptarse al paisaje. Y entonces cuenta en qué derivó: “El Centro Cultural Casa Puente fue recuperado por nosotros. El lugar estaba abandonado y lo fuimos laburando. Empezamos a hacer una feria de intercambio, proyectamos películas. La idea era simple: conocernos. Las primeras veces venia la gente nueva del Delta. Luego llegaron los vecinos más antiguos”.
Así comenzaron a funcionar los talleres de teatro, de arte con basura reciclada, huerta, música. Sin embargo, todavía no cuentan con la convocatoria deseada. En ese sentido, Cecilia aclara: “Quizás no está en el imaginario del isleño la idea de asistir a un taller, pero en nosotros está la de responder a las necesidades: si la necesidad es construir una balsa, hacemos un balsa. Pero también si queremos ver una película que nos gusta solo a nosotros, la vemos.”
Andrea Kelmasky, bailarina y música, remarca que los lazos entre los pobladores se dan desde las necesidades prácticas. “No te ponés a charlar en medio del río. Y eso hace que estén limitados los acuerdos y las posibilidades de discutir cosas que surgen y nos afectan a todos”
Uno de los trabajos que potenciaron la posibilidad del encuentro fue la realización de “Otro mapa, otro Delta”. Esta actividad implicó el diálogo y puesta en común con otras personas inquietas. Los integrantes de El Puente lo explican así: “El mapa intenta reunir y comunicar actividades que se realizan en el Delta y sus alrededores para hacerlas públicas y mostrar la red de organizaciones que también habitan y hacen a este su territorio. El objetivo que compartimos es defender y producir un Delta alternativo a los modos individualistas y consumistas de urbanización.”
En ese mapa se pueden distinguir organizaciones tales como El Foro Isleño, El Centro Cultural Popular La Perla, la Asamblea Delta y del Río de la Plata y el movimiento Intuwasi.
Puentes que comienzan a comunicar.

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La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

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Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.

María del Carmen Varela

Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.

Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.

La historia

A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…

Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial.  Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.

A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.

Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.

El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal.  Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos  los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .

De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.

El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.

En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.

La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en  el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia. 

Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.

Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.

Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.

Atlas de un mundo imaginado

Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre

Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.

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Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

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Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».

Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.

Por Tiempo Argentino

Fotos: Antonio Becerra.

En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.

“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.

“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Represión como respuesta

La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.

“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Un reclamo federal

La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.

Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes, resaltó.

Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.

El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.

Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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El teatro sale a la calle por la derogación del decreto 345

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A 44 años del atentado al Teatro Picadero en plena dictadura, distintas salas, artistas, productores y gestores organizan un encuentro para conectar pasado y presente. De Teatro Abierto al Festival ENTRÁ, la organización contra el desmantelamiento del sector, representado en el decreto 345, para defender la cultura, la identidad y crear lo que viene.

Por María del Carmen Varela

El 6 de agosto de 1981, a pocos días de haberse iniciado el ciclo Teatro Abierto, el Teatro Picadero sufrió un atentado que lo dejó en ruinas. Por eso, 44 años después, bajo otro ataque sistemático a la cultura, la comunidad teatral sale a la calle para recordar y exigir.

La propuesta reza:

El Teatro está Abierto: ENTRÁ.

La historia no se repite igual, pero rima.

El miércoles próximo, de 17.30 a 19.30, en la puerta del Teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA, trabajadorxs de las artes escénicas se reunirán para celebrar que el teatro sigue abierto y para defender al Instituto Nacional del Teatro que por el decreto 345 está siendo desmantelado.

La gacetilla anuncia la participación de Lorena Vega, Valeria Lois, Elisa Carricajo, Laura Paredes, Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y Mariano Sayavedra leyendo framentos de “Decir sí” de Griselda Gambaro, “El Acompañamiento” de Carlos Gorostiza, “Parlamento” del grupo Piel de lava y “Civilización” de Mariano Saba. Un diálogo entre obras que fueron parte de aquel ciclo y obras contemporáneas que hablan de nuestro presente. También habrá un cierre musical a cargo de Talleres Batuka.

Sigue la gacetilla: «Les invitamos a este evento que es, a su vez, un acto de conmemoración y un encuentro de resistencia. Como Teatro Abierto en los 80, hoy desde ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) seguimos encontrándonos para defender nuestra identidad cultural, nuestro teatro».

El texto poético que acompaña el mitín:

Ayer fue dictadura, hoy es democracia simulada

Ayer fue incendio, hoy es apagón

Ayer fue teatro como refugio, hoy es como grito

Ayer fue unión de artistas, hoy es red federal viva

Ayer y hoy: el teatro vuelve a responder como acto político y vital

En defensa de la cultura, exigimos la derogación del decreto 345.

Entrá porque es urgente

Entrá porque es ahora.

El emblemático ciclo Teatro Abierto arrancó el 28 de julio de 1981 en en el Teatro Picadero. Su organización fue un acto de resistencia en un contexto de dictadura que censuraba a dramaturgxs, directorxs teatrales, actores y actrices de la escena nacional. Un grupo de dramaturgxs comenzó a reunirse en la sede de Argentores para poner al teatro en acción: Así nació Teatro Abierto. Con una programación de 21 obras breves, se proyectó la realización de 3 funciones por día durante 3 meses. Con dramaturgxs como Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Roberto Cossa, Pacho O´Donell, Griselda Gambaro y Aída Bortnik, entre otrxs, el ciclo se convirtió en un verdadero fenómeno artístico apenas iniciado. El público respondió a la convocatoria y se agotó la venta de abonos casi de inmediato. Una semana después, el 6 de agosto, se produjo el atentado que destruyó al Picadero. Al día siguiente se produjo una concurrida asamblea en el Teatro Lasalle y decidieron continuar. Varias salas teatrales ofrecieron sus instalaciones y finalmente el Tabarís, clásico espacio de la revista porteña, fue el elegido para reanudar el ciclo. Una semana más tarde, volvió Teatro Abierto con un apoyo multitudinario por parte del público que llenó la sala hasta la última función.

Contacto: +54 9 11 6914-3033 (Ana)

[email protected]

Instagram: @festivalentra

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