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Las poderosas
Tierra de Mujeres, el documental de Miguel Mirra. Un documental que narra las batallas por la defensa de la tierra pone en primer plano a su vanguardia: las mujeres. Y nos invita al debate libre y comunitario.
“Todas las mujeres tienen que tomar este rol de salir a luchar hacia afuera. Agradezco que me haya pasado lo que pasó porque conocí un mundo distinto que me ayudó a vivir. No cambiaría un día de mi vida de antes por la de hoy”. Lucy es pampeana y un día le golpearon la puerta de su casa, en tiempos de la convertibilidad, para avisarle que el lugar donde vivía y sus campos iban a ser rematados. Entonces se subió a su bici y llegó a la radio del pueblo, Winifreda, próximo a la ciudad de Santa Rosa, y contó lo que le pasaba al aire. Inmediatamente se sumaron más voces a las que les pasaba lo mismo y el camino fue claro: había que organizarse y hacerle frente al despojo.
Lucy de Cornelis es miembro de las Mujeres Agropecuarias en Lucha, organización que surge en 1995 cuando las pampeanas decidieron salir en defensa de la familia rural con un solo objetivo: frenar los remates de los campos. Quizás muchos no lo tengan presente, pero “fue el primer levantamiento popular contra el neoliberalísmo en Argentina, tiempo después apareció Cutralcó”, cuenta Miguel Mirra, el director de este documental que lleva el nombre de un lugar imaginario que ofrece un recorrido por las resistencias de nuestro país. Arranca con la experiencia de Winifreda, pasando por Cutral Có con la protesta del gremio docente, los piquetes de Mosconi, los cortes en Gualeguaychú para frenar a las pasteras y llega hasta Famatina, en La Rioja, con la lucha en contra de la minería a cielo abierto.
El recorrido
“Eric Hobsbawm, gran historiador británico, dice, desde su mirada europea y europeizante, que el siglo 20 comienza con la Revolución Rusa y finaliza con la caída del Muro de Berlín. Para nosotros empieza con la Revolución Mexicana en 1910 y termina en Chiapas, que muestra una política emancipadora a distancia del Estado”, explica en la pantalla la socióloga Norma Giarraca. Ese es el punto de partida del documental que, a lo largo de su recorrido, trama una permanente retroalimentación entre teoría y práctica. “Por un lado las especialistas que conceptualizan la lucha y, por el otro, las voces de quienes llevan adelante la resistencia. Siempre tratando de que quede equilibrado y que el primer plano lo ocupe las luchas sociales”, relata Mirra, exponiendo de esa forma también la lógica de trabajo actual de los movimientos sociales.
“Los recursos naturales están en el centro de los modelos de acumulación”, enfatiza Giarraca y en la misma línea, la economista mexicana Ana Esther Ceceña refuerza: “El territorio es uno de los propósitos fundamentales de la dominación capitalista y dentro de él, cuatro elementos: la biodiversidad, el petróleo, el gas y el agua”. A la par del avance de tratados de libre comercio sobre el territorio, llámense TLC o IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional), este trabajo muestra cómo van tomando forma los movimientos sociales y las resistencias, que van desde los ámbitos rurales hasta los urbanos.
Empezando por casa
Tierra de Mujeres es el primer eslabón de una serie llamada Los Ojos Abiertos de América Latina que apunta a rescatar las resistencias, pero “empezando por casa”, señala su autor. “Siempre había pensado que el rol de la mujeres en Argentina había sido muy importante, desde las Madres hasta acá”. Ese eje marcó el camino. “Hace tiempo fui a escuchar una charla de la asamblea de Gualeguaychú. Alguien dijo que yo hacía documentales. Me pidieron que les diera una mano en la primera o segunda gran marcha sobre el puente. Me invitaron a pasarla en la asamblea; era un corto de 20 minutos. Fue impresionante, no tanto con el tema ambiental sino con lo asambleario: había desde peones rurales hasta dueños de campos. Se me ocurrió que ahí estaba pasando algo que yo no había visto”. Después, conoció a Jorge Rulli, referente del Grupo de Reflexión Rural, que le amplió la postal. “Luego conocí a Raúl Zibechi, empecé a leer las cosas de él y me di cuenta de que estaba pasando algo que iba más allá de Gualeguaychú y más allá de Argentina. Se me abrió un panorama que me entusiasmó. En medio de eso, con el tema de la minería, me cruzo con Adolfo Perez Esquivel, a quien ya conocía, que me aportó la perspectiva de los derechos humanos”. De ahí emerge Otro mundo es posible, un trabajo que presentó el año pasado, oportunidad en la que conoció a las mujeres de Famatina.
Tiempo antes, “unos curas nos habían invitado a ir a Abrapampa, Jujuy. Ahí estaban organizando una movida en la mina Pirquitas y caímos justo en medio de la asamblea. Estaban tomado la mina y el corte lo sostenían las mujeres de los mineros. Esas cosas me quedaron en la cabeza”. Así se sembró la idea de enfocar un documental desde el protagonismo femenino. “El rol de vanguardia, en la zona cordillerana es de las mujeres, entonces dije: tiñamos todo el docu con esto”.
Próxima estación
Mirra se describe como un artesano y cuando trabaja le escapa a las lógicas tradicionales. “Desde que empecé, mi trabajo estuvo influenciado por el antropólogo Adolfo Colombres. Él asegura que el cine social muchas veces utiliza la misma metodología colonialista que pretende combatir. No podés, entonces, hacer un documental ‘sobre’ una comunidad indígena sino ‘junto’ con la comunidad. Es un cambio de paradigma”. Eso les enseña a sus alumnos. “Otro de los paradigmas es la autonomía. Si la reinvindico en los movimientos sociales, tengo que replicarla en mi trabajo”. Mirra también asegura: “El documentalista siempre tiene que decir la verdad, por lo menos la suya”. ¿Cuál es la que quiso expresar en este trabajo? “Tengo la impresión de que cuando las mujeres defienden sus derechos exclusivos de género hacen menos por esos derechos que cuando defienden los intereses de todos. Es decir, cuando se convierten en vanguardia de los intereses del conjunto. Las chicas de Famatina no necesitan pelear por ningún espacio: ya lo tienen adquirido. Son la referencia de la comunidad, adquieren prestigio social; cuando las agredieron, salió todo el puedo a repudiar el ataque. Pero esa es mi mirada y me gustaría escuchar qué piensan las propias mujeres.” Por eso, el documental deja varios interrogantes en el aire que invitan al debate. “En la medida en que funcione el paradigma del progreso tal cual lo impone el neoliberalismo, se requerirá más y más explotación de recursos naturales. Fray Beto dice que hay que retomar la consigna básica de los movimientos indígenas: hacer de lo necesario lo suficiente. Pero para eso necesitamos una revolución cultural que no sé si está en marcha. Resistiendo, por lo menos uno no trabaja para el enemigo”.
El documental se estrenó el 5 de mayo en el cine Gaumont y seguirá su camino por el interior. Para todas y todos, la invitación queda abierta: su difusión es libre. A cambio, el director sólo pide que sea visto en forma grupal o en comunidad, con acceso gratuito y posterior debate.
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