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El deseo es colectivo

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Conjuros, del grupo Hysteria. Lograron crear una obra sumando ideas, saberes y roles. Luego, aprendieron a financiarla con múltiples recursos. El resultado refleja ese proceso: más es más.

El deseo es colectivo

Ada, Julia, María, Carolina, Amalia, Agustina y Soledad estaban vinculadas por amigos de amigos. No todas se conocían, pero cada una de ellas buscaba hacer una obra de danza. En un casamiento -lleno de amigos de amigos- las ganas se conectaron. Así nació, febrero del 2013, la compañía Hystera donde comenzaron a crear su primera obra: Conjuros, que estrenaron recién el 20 de julio de este año. ¿Qué le llevó tanto tiempo? “Cuando tenés una receta y ya sabes lo que vas a hacer, listo, pero acá se trató de hacer una construcción colectiva”. La idea era investigar desde el movimiento la acción de conjurar. Soledad Alloni se ofreció para hacer la dirección y propuso disparadores para empezar a trabajar. En ese proceso, saltaron así algunas definiciones que ahora repiten:

“Conjurar pasa por algo muy profundo: el deseo. Tiene que ver con lo místico, misterioso, con el ritual, la invocación”.

“Tiene que ver con el útero, con la mujer”.

“La acción de conjurar se activa en relación con el deseo. Pregunta cuestiona: ¿en qué lugar está? ¿Está adormecido? Es una invitación a conectarse con él”.

Nada de lo que van agregando anula lo anterior. Todo  suma. Conjurar es tan múltiple como las posibilidades de desear, un infinito “y”.

El deseo toca la sensación de intimidad: la abre. A veces te dicen: pedí tres deseos, vos cerrás los ojos y no los decís en voz alta. Cuando tenés la posibilidad de bailarlo, de pasarlo a través del arte y poder compartirlo, la ventana a la intimidad de cada una deja ver ese mundo. Nos interesó poder abrirlo, poder compartirlo entre nosotras, danzando juntas, y con el público”.

La estructura

La obra se construye con siete escenas, cada una con su propio conjuro. Las primeras seis apariciones se corresponden con aquello que cada una de las bailarinas quiso expresar, un deseo propio hecho conjuro, durante el cual el resto del grupo acompaña. Hay danza, imágenes y cantos que construyen el clima poético. El séptimo y último acto las encuentra a todas en el escenario, al frente, con la mirada abierta al público, convocándolo. Es una llamada para que los conjuros se continúen, mucho más allá de ellas y de ese escenario. 

¿Cómo lograron que los deseos individuales compongan una idea y no queden aislados? “Cuando entendimos, más allá de lo personal que aportaba cada una, qué era lo universal que queríamos contar”.  La clave para buscarlo: “Encontrar la manera de trabajar juntas, porque eso es lo enriquecedor”. Lograron así componer esta obra colectivamente, algo bastante extraño para este arte hasta ahora reconocido por sus egos y vedettes. Formadas por y en otra generación, las Hysteria tienen otras convicciones:

“El otro te alimenta, desde todo punto de vista”.

“La posibilidad de que todas podamos poner lo que tenemos para compartir: eso es lo más rico que tiene el grupo”.

“Trabajar así suma placer”.

“Entre todas sumamos tanto que podríamos hacer tres obras más”.

¿Cómo es el rol de directora en la construcción colectiva? “Lo hemos conversado mucho, en instancias más o menos felices, hasta lograr un método: hay transversalidad en todas las decisiones que toma la compañía, pero en los roles que cada una desempeña, hay decisiones propias. Por ejemplo, en la dirección había cosas que tenía que señalar yo, que estaba mirando desde afuera, y las demás aceptarlas o proponer algo diferente. Es un rol que va y viene, se mueve en función de lo más importante, que es la construcción grupal: poder hablar las cosas, decirlas, discutirlas”.

Así, la fórmula que escribieron juntas expresa qué resultado las motiva: más deseos + más ideas + más puntos de vista = más placer.

Autogestión a escena

Para llegar a estar en el escenario con las luces, visuales, música, vestuario, arreglos vocales y coreografías tuvieron que aprender a hacer otras cuentas: “Sumamos mucho trabajo y esfuerzo porque hasta ahora no nos salió ningún subsidio”. ¿Cómo hicieron, entonces, para reunir los recursos necesarios? Una vez más, la multiplicidad es la llave:

Ensayos: primero ensayaban en una salita chiquitita, luego en casas; y hasta aprovecharon que una de ellas trabaja en la Facultad de Ciencias Exactas para ensayar en el Aula Magna cuando estaba libre. 

Gastos de producción: aportaron cada una lo que podía, luego hicieron ferias con ropa, libros y accesorios usados que tenían o recibieron en donación; probaron con rifas y, finalmente, sumaron fuerzas con una colecta que organizaron desde la web Panal de ideas, un sitio de financiamiento colectivo que permite difundir un proyecto para recibir apoyo económico a cambio de recompensas, en este caso entradas para el estreno.

“Tuvimos que aprender de todo”, sintetizan sonriendo. Y repiten una conclusión: “Encontrar soluciones a situaciones nuevas fortaleció la relación grupal y le dio profundidad a la obra”. Eso es, justamente, crear.

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