CABA
La calle no calla
Qué hay detrás del operativo policial contra los manteros. La militarización de los barrios porteños de Caballito y Flores representó el acto inaugural de la unión de la Policía Metropolitana y la Federal. Más de mil uniformados durante 20 días ocuparon el espacio público con un objetivo: impedir que trabajen.

Silvia, Omar, Eugenia, Claudia, Patricia y Jorge son seis de los manteros a quienes la justicia trata como delincuentes. Hace más de dos semanas que no pueden trabajar
«Nadie quiere a los manteros”, asegura Omar Guaraz, morocho, 49 años, y mantero. Lo dice rodeado de otros setenta trabajadores en y de la calle, en su mayoría mujeres y, ellos calculan, un 70% de peruanos. Ese “nadie” se refiere a los políticos, algunos vecinos, todas las policías, pero también a los sindicatos, gremios y confederaciones que agrupan a los trabajadores callejeros. Nadie los quiere, dice, pero todos les compran.
Los manteros son los últimos en la fila, si hablamos de políticas públicas y de derechos laborales. A diferencia de los artesanos y, hasta en algunas zonas, a diferencia de los cuidacoches y trapitos, la única ley que se aplica efectivamente sobre estos trabajadores es la que dicta el Código Contravencional, la normativa que regula el espacio público. Es decir que su trabajo se criminaliza según ocupen la calle, o compitan contra los productos de un comercio, aunque ninguna norma fije pautas concretas sobre dónde, cómo y cuándo se puede ser mantero en las calles de Buenos Aires.
El por qué lo ponen ellos: “No tenemos trabajo, entonces salimos a calle para llevar el pan a nuestras casas”.
El clásico del verano
El 29 de enero de este año el gobierno porteño tomó una medida clave sobre este tema: un mega operativo que inundó las calles de los barrios de Caballito y Flores con policías federales y metropolitanos, en lo que sería además el bautismo de esta relación, mientras se espera el traspaso definitivo de la fuerza a la Ciudad. Con la Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la Federal transferida a su órbita, el operativo fue además un gesto del Ejecutivo porteño, ya que antes – con el gobierno nacional “en su contra”- alegaba no tener un respaldo para ir contra los manteros.
La orden, que repetían todos los policías encargados de cumplirla, era “evitar que se asienten los manteros”. La medida, calculan los trabajadores, afectó a más de 450 vendedores callejeros que se desparramaban desde Avenida La Plata, en Caballito, hasta la Plaza Flores, todos sobre Rivadavia, e implicó el despliegue de más de 1.000 agentes durante más de 20 días. Mil policías: cifra mayor que la destinada a custodiar la seguridad de un Boca-River.
Una verdadera fuerza de ocupación que militarizó la zona y obligó a muchos manteros a migrar hacia otras zonas de Capital. La mayoría, sin embargo, decidió juntarse, trazar una estrategia para volver a su lugar habitual de trabajo y construir un mensaje para exponer lo discriminatorio de la medida: “Es increíble que el Estado que te debe ayudar, te deje sin trabajo y no te dé otra oportunidad”.
El jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se refirió por primera vez a una posible solución en el programa Almorzando con Mirtha Legrand: reubicar a los manteros en galpones. Luego, amplió su plan en una entrevista que ofrendó al diario La Nación, en la cual precisó: la mudanza incluía a manteros de Once y Flores, pero no los de Caballito. Dicen los vendedores: “Son propuestas que los compañeros pueden agarrar o no; hay que estudiarlas. Pero la inmensa mayoría no quiere salir de la calle, porque es ahí donde se vende. Tampoco nos cerramos a no negociar, pero por ahora no tenemos ni una ley ni ninguna propuesta concreta. Lo único que enemos es falta de trabajo”.
Los manteros de Caballito y Flores, acompañados de colegas de las calles Avellaneda y Cabildo, organizaron entonces dos marchas: una en la que decidieron cortar la intersección de Acoyte y Rivadavia; y otra en la que caminaron esas cuadras vendiendo sus productos de forma ambulante -actividad que sí está permitida- demostrando así su preocupación por no poder trabajar, a dos semanas del operativo. La protesta, que se convirtió en una especie de perfomance, desnudó además el sinsentido del argumento de la “competencia desleal” contra los comercios establecidos, cuyas vidrieras ofrecían productos caros y elaborados, mientras los manteros ostentaban vinchas, abanicos, libros, juguetes, pañuelos, pantuflas…
Ñoquis y delincuentes
¿Cómo se llegó a este operativo? Ya en MU (N° 91) contamos el proceso judicial que vienen sufriendo los manteros de Caballito, según una causa contravencional impulsada por la fiscal Celsa Ramírez, que habilitó allanamientos indiscriminados, persecuciones insólitas y hasta pinchaduras de teléfono con intervención de la ex SIDE.
Para justificar el despropósito que significa utilizar estos recursos al servicio de una causa contravencional, la fiscal alega estar investigando una organización ilícita de vendedores callejeros cuando, en verdad, los vendedores afectados están organizados para defender sus puestos de trabajo de atropellos como los que la fiscal origina. Se dan a llamar Vendedores Libres, y muchos de ellos provienen de la calle Florida, de donde fueron también echados por la policía.
Este nuevo operativo se da en el marco de esa misma causa que se inició en 2012, con un acta contravencional por uso indebido del espacio público contra un mantero de 21 años, sin testigos. Y subsiste hoy por la presencia sostenida de vendedores que, lejos de replegarse, han ido en aumento en el tramo de Caballito hacia Flores, en esa misma cantidad de tiempo.
En el medio, la causa registra decenas de denuncias de comerciantes que se preocupan indistintamente por la circulación por el espacio público como por la competencia desleal que, creen, les representan los manteros para sus locales. Y también en el medio entre los manteros y las causas armadas que los persiguen, señalan ellos, se encuentran los medios comerciales de comunicación. “Cuando el gobierno quiere aplicar políticas duras, se pone en víctima, y construye un relato con el sustento de los medios”, dice Omar, trazando una fina línea de comparación. “Fijate el caso de los ñoquis. Te catalogan de una manera que hacia afuera te impide considerarte como trabajador. A nosotros, en vez de ñoquis, nos dicen delincuentes”.
“¿Cómo salís de esa situación?”, se pregunta y se responde: “Lo que nos queda es organizarnos y que la gente entienda que nosotros somos trabajadores, y que también lo entienda el Estado. Es tan evidente la ausencia del Estado en estos momentos que te da la pauta que lo único que te queda es reaccionar”.
Otras estrategias comunicativas contra los manteros se aprovechan de la cantidad de extranjeros que encontraron una salida laboral en esta actividad: “El Estado, en algún momento, va a tener que salir a justificar la desocupación y apela a conceptos de ultraderecha: la culpa la tiene el extranjero. Y encima es mantero”.
¿Qué genera, en la práctica, en el día a día, en la calle, todo esto? Dos cosas:
“Hasta ahora nosotros vemos que buscan generar miedo, para que más allá de la necesidad que tengan los manteros, prevalezca más el espíritu de supervivencia. Así, el miedo le gana a la necesidad de trabajo. Eso disgrega y paraliza”.
Caso testigo
César tiene 46 años, es mantero, peruano, esposo y padre de 4 hijos, 3 de ellas argentinas. Antes de aterrizar en Buenos Aires, hace ya un año y medio, pasó por Venezuela, volvió a Perú y decidió cruzar la frontera por segunda vez. Eligió Argentina por el idioma, aunque también estaba en carpeta Brasil.
Al igual que en Venezuela, apenas llegó al país trabajó “en costura”: eran muchas horas, y muy cansadoras. “Decidí salirme de eso. Trabajaba en costura lunes a viernes y sábado y domingo vendía en la calle. Y me iba bien y me fui de costura. Y me dediqué a trabajar en la calle”, relata César.
Los aventureros
Al igual que César, existen decenas de trabajadores callejeros radicados en Caballito que son peruanos. Muchos viven juntos y comparten mercadería, pero no es condición necesaria. A cada uno se lo puede ver detrás de su propia manta, llevando su propio carro. Y se puede conocer a su propia familia. Dice César: “Cuando los países están en situaciones difíciles, muchos quieren salir, buscarse otros horizontes. Basta que uno diga ´me fue bien en tal país´ para que otros vengan. Como pasó acá hace un tiempo, que hubo una situación dramática, y muchos se fueron a Europa, Estados Unidos… ¿no?”. A este ritmo de inmigración, la cantidad de peruanos manteros creció en los últimos años. “Ahora últimamente están saliendo menos. Cambió la economía”, analiza César.
Son estos inmigrantes los que denuncian que a partir del fallo que obliga a portar el documento de identidad, la policía detuvo a más de 100 manteros peruanos. También denuncian las trabas que están teniendo para hacer trámites que regularice su situación migratoria. Y cómo intentan complicarla las persecuciones contravencionales. “Si no tenés una causa, te la inventan, para que después en el trámite te salte, no te puedan dar el DNI y, a la larga, te tengas que ir del país”.
¿Cómo ve el futuro? César: “Incierto. No sé qué va a pasar. Algún trabajo tiene que haber. Pero no nos podemos quedar quietos. Hasta donde podamos, estaremos. Lo que pasa es demasiado: nos cierran una puerta, otra puerta, muchas puertas. Ése es el problema. No sé si será racismo… Para mí, analizándolo bien, no hay racismo. Lo que pasa es que no hay un plan de gobierno como debe ser. Para mí es un gobierno aventurero. Veo que hay cantidad de despidos estatales porque dicen que no trabajan y, por otro lado, no dejan trabajar a los que producen su propio trabajo”.
Caos y oportunidad
Omar repite: “Nadie quiere a los manteros. Todas las instituciones del Estado, de una u otra forma, prefieren quedar bien con el poder económico y no con los trabajadores. Los gremios, lo mismo: aparentan estar con los trabajadores pero cuando negocian con el Estado, nos quieren sacar de la calle. Por eso tenemos el grado de soledad que tenemos. Decidimos, ante la ausencia de una defensa, tener la mejor defensa, que es la organización de los trabajadores”.
Sobre la regularización, los manteros recuerdan que existieron dos proyectos de ley que el gobierno porteño vetó. Y cuando pasa algún vecino que les reclama que paguen impuestos, los manteros le dan la razón: “Muchos pagamos el monotributo. Y si quieren que paguemos otros impuestos, que nos dejen trabajar”.
Vendedores Libres clama por un diálogo con el gobierno porteño para poder hacer eso: trabajar. Y se organiza para reclamar la regularización de la venta en el espacio público. “Ni siquiera estamos haciendo un reclamo por la dignidad, la obra social ni por la jubilación: estamos reclamando que nos dejen trabajar. Y para que no nos traten como delincuentes”, dice Omar.
¿Por qué los persiguen? La hipótesis de Omar: “Creo que tanto los políticos como el gobierno actual saben que somos trabajadores. Y se pone todo el aparato del Estado para sacarnos porque el Estado hoy está puesto a disposición de los intereses económicos. Este mega operativo no es sólo por una investigación judicial; es una demostración sobre cómo se utiliza desde el Estado a la justicia y a la policía en función de defender intereses”.
¿Cómo se ve el futuro desde la calle?
“Lo que se viene es un caos social. En el medio de eso, nosotros vamos a dar la lucha. Los manteros salimos a la calle antes que los gremios, dimos un ejemplo como trabajadores. En dos meses no van a tener mil policías para ponerlos en Caballito: los van a tener disgregados en otros focos de conflicto. Y quizá así entiendan que en este país hay mucha gente dispuesta a defender su trabajo”.
CABA
Festival ENTRÁ: Resistencia cultural contra el Decreto 345 que quedó ¡afuera! y un acto performático a 44 años del atentado a El Picadero

A 44 años del atentado en plena dictadura contra el Teatro El Picadero, ayer se juntaron en su puerta unas 200 personas para recordar ese triste episodio, pero también para recuperar el espíritu de la comunidad artística de entonces que no se dejó vencer por el desaliento. En defensa del Instituto Nacional del Teatro se organizó una lectura performática a cargo de reconocidas actrices de la escena independiente. El final fue a puro tambor con Talleres Batuka. Horas más tarde, la Cámara de Diputados dio media sanción a la derogación del Decreto 345 que desfinancia al Instituto Nacional del Teatro, entre otros organismos de la Cultura.
Por María del Carmen Varela
Fotos Lina Etchesuri para lavaca
Homenaje a la resistencia cultural de Teatro Abierto. En plena dictadura señaló una esperanza.
Esto puede leerse en la placa ubicada en la puerta del Picadero, en el mítico pasaje Discépolo, inaugurado en julio de 1980, un año antes del incendio intencional que lo dejara arrasado y solo quedara en pie parte de la fachada y una grada de cemento. “Esa madrugada del 6 de agosto prendieron fuego el teatro hasta los cimientos. Había empezado Teatro Abierto de esa manera, con fuego. No lo apagaron nunca más. El teatro que quemaron goza de buena salud, está acá”, dijo la actriz Antonia De Michelis, quien junto a la dramaturga Ana Schimelman ofició de presentadoras.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
La primera lectura estuvo a cargo de Mersi Sevares, Gradiva Rondano y Pilar Pacheco. “Tres compañeras —contó Ana Schimelman— que son parte de ENTRÁ (Encuentro Nacional de Teatro en Resistencia Activa) un grupo que hace dos meses se empezó a juntar los domingos a la tarde, a la hora de la siesta, ante la angustia de cosas que están pasando, decidimos responder así, juntándonos, mirándonos a las caras, no mirando más pantallas”. Escuchamos en estas jóvenes voces “Decir sí” —una de las 21 obras que participó de Teatro Abierto —de la emblemática dramaturga Griselda Gambaro. Una vez terminada la primera lectura de la tarde, Ana invitó a lxs presentes a concurrir a la audiencia abierta que se realizará en el Congreso de la Nación el próximo viernes 8 a las 16. “Van a exponer un montón de artistas referentes de la cultura. Hay que estar ahí”.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Las actrices Andrea Nussembaum, María Inés Sancerni y el actor Mariano Sayavedra, parte del elenco de la obra “Civilización”, con dramaturgia de Mariano Saba y dirección de Lorena Vega, interpretaron una escena de la obra, que transcurre en 1792 mientras arde el teatro de la Ranchería.
Elisa Carricajo y Laura Paredes, dos de las cuatro integrantes del colectivo teatral Piel de Lava, fueron las siguientes. Ambas sumaron un fragmento de su obra “Parlamento”. Para finalizar Lorena Vega y Valeria Lois interpretaron “El acompañamiento”, de Carlos Gorostiza.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
Con dramaturgia actual y de los años ´80, el encuentro reunió a varias generaciones que pusieron en práctica el ejercicio de la memoria, abrazaron al teatro y bailaron al ritmo de los tambores de Talleres Batuka. “Acá está Bety, la jubilada patotera. Si ella está defendiendo sus derechos en la calle, cómo no vamos a estar nosotrxs”, dijo la directora de Batuka señalando a Beatriz Blanco, la jubilada de 81 años que cayó de nuca al ser gaseada y empujada por un policía durante la marcha de jubiladxs en marzo de este año y a quien la ministra Bullrich acusó de “señora patotera”.
Todxs la aplaudieron y Bety se emocionó.
El pasaje Santos Discépolo fue puro festejo.
Por la lucha, por el teatro, por estar juntxs.
Continuará.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.


Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.

Foto: Lina M. Etchesuri para lavaca.
CABA
La vida de dos mujeres en la Isla de la Paternal, entre la memoria y la lucha: una obra imperdible

Una obra única que recorre el barrio de Paternal a través de postas de memoria, de lucha y en actual riesgo: del Albergue Warnes que soñó Eva Perón, quedó inconcluso y luego se utilizó como centro clandestino de detención; al Siluetazo de los 80´, los restoranes notables, los murales de Maradona y el orfanato Garrigós, del cual las protagonistas son parte. Vanesa Weinberg y Laura Nevole nos llevan de la mano por un mapa que nos hace ver el territorio cotidiano en perspectiva y con arte. Una obra que integra la programación de Paraíso Club.
María del Carmen Varela
Las vías del tren San Martín, la avenida Warnes y las bodegas, el Instituto Garrigós y el cementerio de La Chacarita delimitan una pequeña geografía urbana conocida como La Isla de la Paternal. En este lugar de casas bajas, fábricas activas, otras cerradas o devenidas en sitios culturales sucede un hecho teatral que integra a Casa Gómez —espacio dedicado al arte—con las calles del barrio en una pintoresca caminata: Atlas de un mundo imaginado, obra integrante de la programación de Paraíso Club, que ofrece un estreno cada mes.
Sus protagonistas son Ana y Emilia (Vanesa Weinberg y Laura Nevole) y sus versiones con menos edad son interpretadas por Camila Blander y Valentina Werenkraut. Las hermanas crecieron en este rincón de la ciudad; Ana permaneció allí y Emilia salió al mundo con entusiasmo por conocer otras islas más lejanas. Cuenta el programa de mano que ambas “siempre se sintieron atraídas por esos puntos desperdigados por los mapas, que no se sabe si son manchas o islas”.


La historia
A fines de los ´90, Emilia partió de esta isla sin agua alrededor para conocer otras islas: algunas paradisíacas y calurosas, otras frías y remotas. En su intercambio epistolar, iremos conociendo las aventuras de Emilia en tierras no tan firmes…
Ana responde con las anécdotas de su cotidiano y el relato involucra mucho más que la narrativa puramente barrial. Se entrecruzan la propia historia, la del barrio, la del país. En la esquina de Baunes y Paz Soldán se encuentra su “barco”, anclado en plena isla, la casa familiar donde se criaron, en la que cada hermana tomó su decisión. Una, la de quedarse, otra la de marcharse: “Quien vive en una isla desea irse y también tiene miedo de salir”.
A dos cuadras de la casa, vemos el predio donde estaba el Albergue Warnes, un edificio de diez pisos que nunca terminó de construirse, para el que Eva Perón había soñado un destino de hospítal de niñxs y cuya enorme estructura inconclusa fue hogar de cientos de familias durante décadas, hasta su demolición en marzo de 1991. Quien escribe, creció en La Isla de La Paternal y vio caer la mole de cemento durante la implosión para la que se utilizó media tonelada de explosivos. Una enorme nube de polvo hizo que el aire se volviera irrespirable por un tiempo considerable para las miles de personas que contemplábamos el monumental estallido.
Emilia recuerda que el Warnes había sido utilizado como lugar de detención y tortura y menciona el Siluetazo, la acción artística iniciada en septiembre de 1983, poco tiempo antes de que finalizara la dictadura y Raúl Alfonsín asumiera la presidencia, que consistía en pintar siluetas de tamaño natural para visibilizar los cuerpos ausentes. El Albergue Warnes formó parte de esa intervención artística exhibida en su fachada. La caminata se detiene en la placita que parece una mini-isla de tamaño irregular, sobre la avenida Warnes frente a las bodegas. La placita a la que mi madre me llevaba casi a diario durante mi infancia, sin sospechar del horror que sucedía a pocos metros.
El siguiente lugar donde recala el grupo de caminantes en una tarde de sábado soleado es el Instituto Crescencia Boado de Garrigós, en Paz Soldán al 5200, que alojaba a niñas huérfanas o con situaciones familiares problemáticas. Las hermanas Ana y Emilia recuerdan a una interna de la que se habían hecho amigas a través de las rejas. “El Garrigós”, como se lo llama en el barrio, fue mucho más que un asilo para niñas. Para muchas, fue su refugio, su hogar. En una nota periodística del portal ANRed —impresa y exhibida en Casa Gómez en el marco de esta obra— las hermanas Sosa, Mónica y Aída, cuentan el rol que el “Garri” tuvo en sus vidas. Vivían con su madre y hermanos en situación de calle hasta que alguien les pasó la información del Consejo de Minoridad y de allí fueron trasladas hasta La Paternal. Aída: “Pasar de la calle a un lugar limpio, abrigado, con comida todos los días era impensable. Por un lado, el dolor de haber sido separadas de nuestra madre, pero al mismo tiempo la felicidad de estar en un lugar donde nos sentimos protegidas desde el primer momento”. Mónica afirma: “Somos hijas del Estado” .
De ser un instituto de minoridad, el Garrigós pasó a ser un espacio de promoción de derechos para las infancias dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia de Argentina (SENAF), pero en marzo de este año comenzó su desmantelamiento. Hubo trabajadorxs despedidxs y se sospecha que, dado el resurgimiento inmobiliario del barrio, el predio podría ser vendido al mejor postor.
El grupo continúa la caminata por un espacio libre de edificios. Pasa por la Asociación Vecinal Círculo La Paternal, donde Ana toma clases de salsa.
En la esquina de Bielsa (ex Morlote) y Paz Soldán está la farmacia donde trabajaba Ana. Las persianas bajas y los estantes despojados dan cuenta de que ahí ya no se venden remedios ni se toma la presión. Ana cuenta que post 2001 el local dejó de abrir, ya que la crisis económica provocó que varios locales de la zona se vieran obligados a cerrar sus puertas.
La Paternal, en especial La Isla, se convirtió en refugio de artistas, con una movida cultural y gastronómica creciente. Dejó de ser una zona barrial gris, barata y mal iluminada y desde hace unos años cotiza en alza en el mercado de compra-venta de inmuebles. Hay más color en el barrio, las paredes lucen murales con el rostro de Diego, siempre vistiendo la camiseta roja del Club Argentinos Juniors . Hay locales que mutaron, una pequeña fábrica ahora es cervecería, la carnicería se transformó en el restaurante de pastas Tita la Vedette, y la que era la casa que alquilaba la familia de mi compañera de escuela primaria Nancy allá por los ´80, ahora es la renovada y coqueta Casa Gómez, desde donde parte la caminata y a donde volveremos después de escuchar los relatos de Ana y Emilia.
Allí veremos cuatro edificios dibujados en tinta celeste, enmarcados y colgados sobre la pared. El Garrigós, la farmacia, el albergue Warnes y el MN Santa Inés, una antigua panadería que cerró al morir su dueño y que una década más tarde fuera alquilada y reacondicionada por la cheff Jazmín Marturet. El ahora restaurante fue reciente ganador de una estrella Michelín y agota las reservas cada fin de semana.
Lxs caminantes volvemos al lugar del que partimos y las hermanas Ana y Emilia nos dicen adiós.
Y así, quienes durante una hora caminamos juntxs, nos dispersamos, abadonamos La Isla y partimos hacia otras tierras, otros puntos geográficos donde también, como Ana y Emilia, tengamos la posibilidad de reconstruir nuestros propios mapas de vida.
Atlas de un mundo imaginado
Sábados 9 y 16 de agosto, domingos 10 y 17 de agosto. Domingo 14 de septiembre y sábado 20 de septiembre
Casa Gómez, Yeruá 4962, CABA.
Actualidad
Discapacidad: “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”

Se concretó este martes la marcha de personas con discapacidad y familiares, frente a quienes el gobierno hizo más de lo mismo: envió Policía y Gendarmería a amedrentarlos y amenazarlos, pese a que no estaban siquiera rompiendo el protocolo. Los gendarmes y policías tuvieron así la notable actitud de empujar y agredir a manifestantes con discapacidad que estaban reclamando pacíficamente por la motosierra aplicada a sus tratamientos, lo cual rompe toda frontera de la palabra «vulnerable».
Compartimos aquí la crónica realizada por el diario autogestivo Tiempo Argentino al respecto, reflejo de lo que está ocurriendo en el país.
Por Tiempo Argentino
Fotos: Antonio Becerra.
En protesta por el veto presidencial a la Ley de Emergencia, organizaciones de personas con discapacidad concentraron frente al Congreso, rodeado por policías y gendarmes. El reclamo se multiplicó en distintos puntos del país.
“Vallaron todo, nos rodearon de una manera exagerada. No es una movilización agresiva, nunca lo fue. No era necesaria tanta policía, tanta militarización”, criticaba Fernanda Abalde mientras emprendía la retirada de la masiva concentración frente al Congreso contra el veto de Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Coordinadora de un centro de profesionales en neurodesarrollo y hermana de una persona con discapacidad a quien le recortaron las pensiones, sufre en carne propia el ajuste y el maltrato sobre el sector, que afecta tanto a prestadores como familias.
“Hay mucho maltrato del sistema a las familias, no es un sistema accesible. No solo en lo económico, es agresivo. Este año fue terrible. Hasta junio no estaban autorizados tratamientos presentados en noviembre del año pasado, por ejemplo. Siempre hubo un golpe a la discapacidad, pero este año fue muy atípico, recortaron muchos tratamientos, demoraron las autorizaciones, se planchó el nomenclador”, enumeró Abalde, coordinadora de Pulsar NeuroSocial y miembro del colectivo de Prestadores en Unidad CABA y GBA. “Es un sector con mucha demanda y se lo está desmantelando. Hay muchas familias que no pueden costear sus tratamientos”, lamentó en diálogo con Tiempo.

Represión como respuesta
La protesta había comenzado 11.30. Pasado el mediodía la concentración ya era masiva y comenzó el operativo represivo, con un número desproporcionado de efectivos de Policía Federal y Gendarmería que empujaban incluso a grupos de manifestantes entre los que había personas en silla de ruedas que gritaban contra el veto y solo portaban carteles por los derechos de las personas con discapacidad.

La Ley de Emergencia en Discapacidad busca revertir un panorama que por estos días es desolador. Según un informe reciente de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), la pensión por invalidez laboral está congelada en $217.000 y una maestra de integración en la escuela común cobra solo $3.000 la hora, con una demora de 180 días. Todo esto, mientras se recortaron pensiones por discapacidad y la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) proyecta recortar otros cientos de miles. Se trata de pensiones de 270 mil pesos, más un bono que lleva el total a poco más de 300 mil.
“Uno va pidiendo ayuda en la familia, se hace lo que se puede. Pero esperemos que este hombre recapacite”, pidió ante las cámaras Olga, una jubilada que marchó ante el Congreso, dirigiéndose a Milei. “Hay remedios que tuve que suspender. Hay muchas cosas que tienen que cambiar en la casa para poder subsistir. Para poder seguir adelante por mi hija”, dijo a C5N.

Un reclamo federal
La masiva protesta frente al Congreso se replicó también en distintos puntos del país. “Si la crueldad avanza, salimos a las plazas”, había anunciado la Asamblea De Trabajadores de Inclusión (ATI) al convocar para este martes a una Jornada Federal por la Ley de Emergencia en Discapacidad.
Córdoba fue escenario de las protestas más concurridas. Desde la Plaza San Martín de Córdoba Capital, Virginia Els –presidenta de la Cámara de Prestadores de Discapacidad de Córdoba (Capredis)- destacó el gran número de familias que se sumó a reclamar, junto a prestadores, transportistas y profesionales. “El veto incrementó el reclamo. Ahora estamos intentando alzar la voz para que los diputados escuchen el reclamo y vuelvan a votar la ley con los dos tercios necesarios para que se sostenga. Fue algo multitudinario, con mucha más participación de familias que antes”, resaltó.

Los motivos de protesta son varios, pero todos tienen que ver con frenar el maltrato y el ajuste sobre el sector, ante una política cruel que afecta a todos los actores del circuito. “Reclamamos que se actualicen los aranceles, que se contemplen otros criterios para las auditorías. El tema de las prestaciones está en una etapa crítica: las instituciones están cerrando”, advirtió.
El embate contra el sector es tal que está generando un nivel de unidad inédito: “En Córdoba, prestadores, instituciones, profesionales independientes, familias, personas con discapacidad, estamos todos muy unidos. Estamos todos trabajando a la par. Es algo que nunca había sucedido. Nos unió el espanto”, resumió Els.
Franco Muscio, terapista ocupacional al frente de un centro de día en la zona de Sierras Chicas, se acercó a la capital provincial para participar de la protesta. “El servicio es cada vez más precario, una situación alarmante y angustiante y un Estado nacional que no da respuesta. Este año es imposible sostener las prestaciones. Cada vez hay más recortes. No sé cómo vamos a seguir. Las familias son las más perjudicadas”, sentenció ante las cámaras. “Sin espacios como los nuestros, se pierde calidad de vida. Hace diez años que estoy en esto. Nunca había pasado algo así”.

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