Nota
Después de la tragedia, las promesas: la Provincia se comprometió a hacer obras en las escuelas y se formó un Comité de Emergencia para su seguimiento
Esta semana gremios docentes y la comunidad educativa de Moreno en particular sellaron con el gobierno provincial una serie de pautas para que vuelvan las clases. Entre ellas, 240 obras edilicias urgentes, el levantamiento del acampe frente al Consejo Escolar, el esclarecimiento del caso de la docente torturada, entre otras. Se creó para ello un Comité de Emergencia compuesto por más de 40 personas que se encargarán de controlar el avance de las obras prometidas. «Vamos a hacerle marca personal», dice Mariana Cattaneo, de SUTEBA Moreno. «Se termina el acampe, pero porque la lucha cambia de lugar: hoy el lugar de pelea es la escuela. Hay que ponerlas de pie”.
Por Ezequiel Scher para lavaca.org
“Vamos a marcarlos, a hacerles marca personal”.
No es una entrenadora, aunque el ritmo de su voz invita a salir a comerse la cancha. Mariana Cattaneo, de SUTEBA Moreno, habla en la puerta de lo que hasta hace unos días era un acampe, una carpa grande en la puerta del Consejo Escolar de Moreno: un lugar que se volvió el centro de organización de los docentes. La organización es la pieza clave de esta jugada. Porque el lunes por la noche se selló un acuerdo entre el Gobierno provincial, la Municipalidad de Moreno y los trabajadores para que iniciar obras de infraestructura sobre las escuelas destruidas. La herramienta encargada de controlar la promesa será un Comité de Emergencia, un espacio donde hay desde funcionarixs hasta múltiples miembrxs de la comunidad educativa.
Estos últimos serán una especie de juzgado popular o de un combinado de volantes de marca. El equipo es gran cosa: una representación de la familia de Rubén Rodríguez -el auxiliar fallecido-, una de la escuela número 49 -la que explotó-, siete integrantes de las familias de alumnxs, el Jefe Distrital Luis Villarreal, representantes del gobierno provincial Director del tribunal Héctor Núñez, la Secretaría de Educación del municipio, Francisco Pigretti por la Dirección General de Administración de la DGCyE quien fue el responsable de la presentación del plan de obra que la provincia deberá ejecutar, una representación de los Directores (uno por nivel y modalidad), un compañero representando a los estudiantes terciarios, el FUD y otras representaciones sindicales docentes, ATE y otras representaciones por los auxiliares que no estaban contenidos pero estuvieron presentes, representación de los movimientos sociales.
Tras horas y horas de poner sobre la mesa el dolor y la cabeza, se definió levantar el acampe y encontrar una pequeña luz en el camino. Fue luego de una larga reunión entre las autoridades de la Provincia y los miembros de la comunidad educativa. Pese al desgarrador sentimiento de no tener a dos compañeros y pese al miedo que levantaron el secuestro de Corina y las llamadas con aprietes, los docentes admitieron estar conformes con el panorama que se promete.
El acuerdo tiene algunas definiciones importantes. El gobierno de la Provincia de Buenos Aires y la Municipalidad de Moreno asumen las siguientes responsabilidades para que las clases vuelvan:
- 100 obras que quedarán a cargo de la gestión de Walter Festa (Frente para la Victoria), intendente del oeste del oeste; 140 las llevará adelante la conducción de María Eugenia Vidal. Pero no se realizará de cualquier manera.
- Se conformó un Comité de Crisis con representantes de ATE, de SUTEBA, de UDOGBA, de padres, de directivos y de docentes terciarios. Serán más de 40 personas quienes controlen el avance de las obras prometidas.
- Se levantó la intervención del Consejo Escolar de Moreno. A fines de 2017, la gestión de la Provincia decidió intervenir el órgano votado por la ciudadanía de Moreno. Acusaban a la gestión ganadora de actos de corrupción. Eso se termina.
- En teoría, se van a respetar los 12 puntos sobre infraestructura escolar que se crearon en la paritaria de 2011. Incluyen: agua potable, botiquín, redes eléctricas seguras, instalación de gas legalizada, planes de emergencia ígnea y química, construcción edilicia segura.
- Y se pactó un compromiso provincial y nacional para esclarecer el caso de la docente torturada.
Las escuelas permanecerán cerradas hasta tanto se obtenga su certificado de habitabilidad. Difícilmente vuelvan las clases antes de octubre. Pero lejos está de verse la lucha relegada. Cattaneo indica: “Se termina el acampe, pero porque la lucha cambia de lugar: hoy el lugar de pelea es la escuela. Hay que ponerlas de pie”.
Más allá de la esperanza, o más bien del conformismo, todavía reina la duda.
Antes fue creer o reventar: literalmente.
Ahora, ver para creer.
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Darío y Maxi: el presente del pasado (video)

Hoy se cumplen 23 años de los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki que estaban movilizándose en Puente Pueyrredón, en el municipio bonaerense de Avellaneda. No eran terroristas, sino militantes sociales y barriales que reclamaban una mejor calidad de vida para los barrios arrasados por la decadencia neoliberal que estalló en 2001 en Argentina.
Aquel gobierno, con Eduardo Duhalde en la presidencia y Felipe Solá en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, operó a través de los medios planteando que esas muertes habían sido consecuencia de un enfrentamiento entre grupos de manifestantes (en aquel momento «piqueteros»), como suele intentar hacerlo hoy el gobierno en casos de represión de sectores sociales agredidos por las medidas económicas. Con el diario Clarín a la cabeza, los medios mintieron y distorsionaron la información. Tenía las imágenes de lo ocurrido, obtenidas por sus propios fotógrafos, pero el título de Clarín fue: “La crisis causó 2 nuevas muertes”, como si los crímenes hubieran sido responsabilidad de una entidad etérea e inasible: la crisis.

Darío Santillán.

Maximiliano Kosteki
Del mismo modo suelen mentir los medios hoy.
El trabajo de los fotorreporteros fue crucial en 2002 para desenmascarar esa mentira, como también ocurre por nuestros días. Por aquel crimen fueron condenados el comisario de la bonaerense Alfredo Franchiotti y el cabo Alejandro Acosta, quien hoy goza de libertad condicional.
Siguen faltando los responsables políticos.
Toda semejanza con personajes y situaciones actuales queda a cargo del público.
Compartimos el documental La crisis causó 2 nuevas muertes, de Patricio Escobar y Damián Finvarb, de Artó Cine, que puede verse como una película de suspenso (que lo es) y resulta el mejor trabajo periodístico sobre el caso, tanto por su calidad como por el cúmulo de historias y situaciones que desnudan las metodologías represivas y mediáticas frente a los reclamos sociales.
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83 días después, Pablo Grillo salió de terapia intensiva

83 días.
Pasaron 83 días desde que a Pablo Grillo le dispararon a matar un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza que lo dejó peleando por su vida.
83 días desde que el fotógrafo de 35 años se tomó el ferrocarril Roca, de su Remedios de Escalada a Constitución, para cubrir la marcha de jubilados del 12 de marzo.
83 días desde que entró a la guardia del Hospital Ramos Mejía, con un pronóstico durísimo: muerte cerebral y de zafar la primera operación de urgencia la noche del disparo, un desenlace en estado vegetativo.
83 días y seis intervenciones quirúrgicas.
83 días de fuerza, de lucha, de garra y de muchísimo amor, en su barrio y en todo el mundo.
83 días hasta hoy.
Son las 10 y 10 de la mañana, 83 días después, y ahí está Pablito, vivito y sonriendo, arriba de una camilla, vivito y peleándola, saliendo de terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía para iniciar su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca, en el barrio porteño de Monte Castro.
Ahí está Pablo, con un gorro de lana de Independiente, escuchando como su gente lo vitorea y le canta: “Que vuelva Pablo al barrio, que vuelva Pablo al barrio, para seguir luchando, para seguir luchando”.
Su papá, Fabián, le acaricia la mejilla izquierda. Lo mima. Pablo sonríe, de punta a punta, muestra todos los dientes antes de que lo suban a la ambulancia. Cuando cierran la puerta de atrás su gente, emocionada, le sigue cantando, saltan, golpean la puerta para que sepa que no está solo (ya lo sabe) y que no lo estará (también lo sabe).
Su familia y sus amigos rebalsan de emoción. Se abrazan, lloran, cantan. Emi, su hermano, respira, con los ojos empapados. Dice: “Por fin llegó el día, ya está”, aunque sepa que falta un largo camino, sabe que lo peor ya pasó, y que lo peor no sucedió pese a haber estado tan (tan) cerca.
El subdirector del Ramos Mejía Juan Pablo Rossini confirma lo que ya sabíamos quienes estuvimos aquella noche del 12 de marzo en la puerta del hospital: “La gravedad fue mucho más allá de lo que decían los medios. Pablo estuvo cerca de la muerte”. Su viejo ya lloró demasiado estos casi tres meses y ahora le deja espacio a la tranquilidad. Y a la alegría: “Es increíble. Es un renacer, parimos de nuevo”.
La China, una amiga del barrio y de toda la vida, recoge el pasacalle que estuvo durante más de dos meses colgado en las rejas del Ramos Mejía exigiendo «Justicia por Pablo Grillo». Cuenta, con una tenacidad que le desborda: «Me lo llevo para colgarlo en el Rocca. No vamos a dejar de pedir justicia».
La ambulancia arranca y Pablo allá va, para continuar su rehabilitación después del cartucho de gas lanzado por la Gendarmería.
Pablo está vivo y hoy salió de terapia intensiva, 83 días después.
Esta es parte de la vida que no pudieron matar: